Magníficas interpretaciones de los actores principales para una película que pretende emocionar a base de imágenes que parecen salir de un anuncio de coches, de loterías o de compresas. Tópicos existenciales disfrazados de sensibilidad minimalista. Una buena historia de base, que se queda pegada a la pantalla por su falta de credibilidad a la hora de ser contada. En mi opinión fue sobrevalorada en exceso.

Pocas veces se encuentran películas que ganan cuanto más sean vistas. Matar a un ruiseñor es un maravilloso ejemplo de como debe ser una buena película, donde no sólo importa lo que se cuenta, y cómo se cuenta, sino lo que siente el espectador. Magnífica interpretación de Gregory Peck en el papel del padre que a todos nos gustaría tener.