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9
2 de julio de 2008
2 de julio de 2008
77 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando leo críticas negativas de esta serie centradas únicamente en decir que son cuatro pavas que hablan todo el día de sexo, que están todo el día de compras o que son cuatro idiotas mimadas que no saben afrontar los problemas de la vida, me doy cuenta de que son usuarios que hacen una crítica basada en el estereotipo que existe sobre esta serie y no desde la conciencia de haber visto y digerido todos los capítulos de las seis temporadas.
“Sexo en Nueva York” no es una serie que sólo habla de sexo; habla de las relaciones personales, de los problemas típicos que afronta todo ser humano que viva en el mundo occidental, todo ello bajo un escenario no tan idílico como se pretende hacer ver. Porque las mujeres de clase alta neoyorkinas no son tan distintas a las mujeres que vivimos en Madrid con un sueldo anual inferior a los 15.000 €. Precisamente, es en esa conexión y en la comunalidad de problemas donde está la magia de esta serie.
El argumento está muy bien hilado, es difícil predecir qué es lo que va a suceder y se maduran muy bien las historias. La primera temporada estaba intrínsecamente ligada al sexo, sin embargo, a partir de la segunda temporada, la serie se centra más en las relaciones personales, así como en la evolución psicológica de cada uno de ellos, todo ello sin dejar de lado al sexo, que siempre está presente de alguna u otra forma. Quizá la evolución de los personajes sea el punto más fuerte de la serie, puesto que las distintas circunstancias que envuelven a cada una de los personajes, hacen que deriven a otras formas diferentes de ver su mundo y de afrontarlo; formas totalmente inesperadas, que mezclan la alegría y la tristeza de una manera magnífica.
En cuanto a los actores y actrices, hay que destacar la espectacular interpretación que hace Cinthia Nixon en el papel de Miranda: simplemente sensacional en las escenas cómicas e impresionante en las dramáticas. Kim Catrall, en el papel de Samantha es también otro peso pesado de la serie. Las actuaciones de Chris Noth como el galante Big, David Eigenberg como el humilde, bonachón y simpático Steve, Evan Handler, como Harry (también conocido como Charlie en “Californication”) y el atractivo Ron Livingston (más conocido como el Capitán Nixon en “Band of Brothers”) como Jack Berger, son dignas de mención. Las actuaciones de Willie Garson como Stanford, así como Mario Cantone en el papel de Anthony, aportan un toque fresco del ambiente gay, aunque no sé si rozan demasiado el estereotipo de gay-amante-de-la-moda-y-el-estilismo.
En cuanto a aspectos técnicos, no añaden nada nuevo en cuanto a formas de rodaje. La música que acompaña a los capítulos, está muy bien escogida y era acorde a los ritmos que sonaban por aquellos años. La escenografía es impecable, y para los amantes de la moda, Pat Field y compañía hacen un excelente trabajo.
En definitiva, una serie que aún sigue viva. Veremos cómo madura con los años pero, sin duda, marcó un antes y un después.
“Sexo en Nueva York” no es una serie que sólo habla de sexo; habla de las relaciones personales, de los problemas típicos que afronta todo ser humano que viva en el mundo occidental, todo ello bajo un escenario no tan idílico como se pretende hacer ver. Porque las mujeres de clase alta neoyorkinas no son tan distintas a las mujeres que vivimos en Madrid con un sueldo anual inferior a los 15.000 €. Precisamente, es en esa conexión y en la comunalidad de problemas donde está la magia de esta serie.
El argumento está muy bien hilado, es difícil predecir qué es lo que va a suceder y se maduran muy bien las historias. La primera temporada estaba intrínsecamente ligada al sexo, sin embargo, a partir de la segunda temporada, la serie se centra más en las relaciones personales, así como en la evolución psicológica de cada uno de ellos, todo ello sin dejar de lado al sexo, que siempre está presente de alguna u otra forma. Quizá la evolución de los personajes sea el punto más fuerte de la serie, puesto que las distintas circunstancias que envuelven a cada una de los personajes, hacen que deriven a otras formas diferentes de ver su mundo y de afrontarlo; formas totalmente inesperadas, que mezclan la alegría y la tristeza de una manera magnífica.
En cuanto a los actores y actrices, hay que destacar la espectacular interpretación que hace Cinthia Nixon en el papel de Miranda: simplemente sensacional en las escenas cómicas e impresionante en las dramáticas. Kim Catrall, en el papel de Samantha es también otro peso pesado de la serie. Las actuaciones de Chris Noth como el galante Big, David Eigenberg como el humilde, bonachón y simpático Steve, Evan Handler, como Harry (también conocido como Charlie en “Californication”) y el atractivo Ron Livingston (más conocido como el Capitán Nixon en “Band of Brothers”) como Jack Berger, son dignas de mención. Las actuaciones de Willie Garson como Stanford, así como Mario Cantone en el papel de Anthony, aportan un toque fresco del ambiente gay, aunque no sé si rozan demasiado el estereotipo de gay-amante-de-la-moda-y-el-estilismo.
En cuanto a aspectos técnicos, no añaden nada nuevo en cuanto a formas de rodaje. La música que acompaña a los capítulos, está muy bien escogida y era acorde a los ritmos que sonaban por aquellos años. La escenografía es impecable, y para los amantes de la moda, Pat Field y compañía hacen un excelente trabajo.
En definitiva, una serie que aún sigue viva. Veremos cómo madura con los años pero, sin duda, marcó un antes y un después.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como decía anteriormente, lo más cautivador de esta serie es la evolución de cada personaje:
-Carrie: Probablemente éste sea el personaje que menos evoluciona de todos, ya que siempre comete los mismos errores con Big, una y otra vez. Es un personaje que no me gusta nada, aún a pesar de ser la protagonista. Su excesivo amor por los zapatos y por la moda a veces me parece demencial y absurdo, a parte de parecerme una persona tremendamente inmadura.
-Charlotte: De personaje idealista por tener un marido perfecto y una familia perfecta de cuento de hadas, a un personaje que tiene un marido que físicamente no es de su agrado y problemas reproductivos. Me encanta, es como si la vida le hubiera dado una bofetada por pretender ser tan artificial. El momento que más me conmueve de Charlotte, es cuando Trey no aguanta más lo irritada que está ella con él y dedicen separarse del todo, pero cuando van los de “Casa y Jardín” para sacarle las fotos perfectas que ella siempre quiso, él fue a posar junto a ella para seguir con la “farsa”. El simbolismo de esa escena es genial: una foto perfecta, una casa perfecta, un matrimonio perfecto, un collar de perlas perfecto, pero, en el fondo, es un matrimonio sumido por profundos problemas que está totalmente roto.
- Miranda: De personaje andrófobo y odia-familias a madre volcada. Me encanta este personaje. Ese halo de cinismo que la envolvía en las primeras temporadas, hasta su evolución final, es simplemente impresionante. A destacar, el momento en el que ella y Steve se conocen en el bar donde él trabajaba. Siempre que veo esa escena, me da un vuelco en el estómago. La magia de un sencillo y humilde camarero contra el despotismo de una yuppie centrada únicamente en sus problemas y en su mundo fue una de las historias que más me cautivó a lo largo de la serie. Tras sus idas y venidas, el embarazo de Miranda como consecuencia de la compasión que le dio Steve cuando fue operado del tumor de un testículo y su reencuentro en el cuarto de la lavadora en el cumpleaños el primer añito de Brady, hicieron cambiar a Miranda de una manera impresionante, teniendo escenas tan humanas y crudas como cuando ella lava a la madre de Steve, dolida por el Alzheimer que la sucumbe y Magda la descubre diciéndola “lo que tú haces, es amor”. ¡Arfh! ¡Sólo de recordarlo me emociono!
-Samantha: Este es otro de mis personajes favoritos, por su fuerza, por su libertad y por su buen humor. A parte de ser el personaje sexualmente más activo, tiene escenas increíbles, como cuando se enfrenta a Richard por no haberla contratado al ser mujer o como cuando corta con él al no poder soportar la presión de la infidelidad que éste hizo. La historia entre Smith y Samantha es también genial, sobre todo por la entereza y sencillez de Smith que, aún a pesar de ser un chico guapísimo, la fama que coge en el mundo del cine nunca le hace engrandecerse. Un personaje muy humano.
Disfruten de esta serie si aún no la han visto ;-).
-Carrie: Probablemente éste sea el personaje que menos evoluciona de todos, ya que siempre comete los mismos errores con Big, una y otra vez. Es un personaje que no me gusta nada, aún a pesar de ser la protagonista. Su excesivo amor por los zapatos y por la moda a veces me parece demencial y absurdo, a parte de parecerme una persona tremendamente inmadura.
-Charlotte: De personaje idealista por tener un marido perfecto y una familia perfecta de cuento de hadas, a un personaje que tiene un marido que físicamente no es de su agrado y problemas reproductivos. Me encanta, es como si la vida le hubiera dado una bofetada por pretender ser tan artificial. El momento que más me conmueve de Charlotte, es cuando Trey no aguanta más lo irritada que está ella con él y dedicen separarse del todo, pero cuando van los de “Casa y Jardín” para sacarle las fotos perfectas que ella siempre quiso, él fue a posar junto a ella para seguir con la “farsa”. El simbolismo de esa escena es genial: una foto perfecta, una casa perfecta, un matrimonio perfecto, un collar de perlas perfecto, pero, en el fondo, es un matrimonio sumido por profundos problemas que está totalmente roto.
- Miranda: De personaje andrófobo y odia-familias a madre volcada. Me encanta este personaje. Ese halo de cinismo que la envolvía en las primeras temporadas, hasta su evolución final, es simplemente impresionante. A destacar, el momento en el que ella y Steve se conocen en el bar donde él trabajaba. Siempre que veo esa escena, me da un vuelco en el estómago. La magia de un sencillo y humilde camarero contra el despotismo de una yuppie centrada únicamente en sus problemas y en su mundo fue una de las historias que más me cautivó a lo largo de la serie. Tras sus idas y venidas, el embarazo de Miranda como consecuencia de la compasión que le dio Steve cuando fue operado del tumor de un testículo y su reencuentro en el cuarto de la lavadora en el cumpleaños el primer añito de Brady, hicieron cambiar a Miranda de una manera impresionante, teniendo escenas tan humanas y crudas como cuando ella lava a la madre de Steve, dolida por el Alzheimer que la sucumbe y Magda la descubre diciéndola “lo que tú haces, es amor”. ¡Arfh! ¡Sólo de recordarlo me emociono!
-Samantha: Este es otro de mis personajes favoritos, por su fuerza, por su libertad y por su buen humor. A parte de ser el personaje sexualmente más activo, tiene escenas increíbles, como cuando se enfrenta a Richard por no haberla contratado al ser mujer o como cuando corta con él al no poder soportar la presión de la infidelidad que éste hizo. La historia entre Smith y Samantha es también genial, sobre todo por la entereza y sencillez de Smith que, aún a pesar de ser un chico guapísimo, la fama que coge en el mundo del cine nunca le hace engrandecerse. Un personaje muy humano.
Disfruten de esta serie si aún no la han visto ;-).
27 de junio de 2008
27 de junio de 2008
64 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Nueva York ha muerto. M-U-E-R-T-O, muerto ¡Ya nadie se divierte! ¿Qué ha sido del ambiente? ¡Dios! Este rollo acabará matándome…” Estas fueron las últimas palabras de Lexi Featherston antes de caer desde una ventana, personaje interpretado por Kristen Johnston en el capítulo 18 de la sexta temporada. Una frase que podría definir perfectamente a esta película.
No sé si el hecho de haber visto la serie entera más de 6 veces me da algún tipo de credibilidad. Seguramente no, pero la sensación que he tenido al ver la película ha sido de absoluta nostalgia. Ni Carrie, ni Charlotte, ni Samantha, ni Miranda, ni Big, ni Harry, ni Smith, ni Steve, ni Magda, ni Stanford, ni Anthony eran los que yo conocí y descubrí en la serie. La impresionante evolución que tuvo cada uno de esos personajes a lo largo de seis intensas temporadas, ha desaparecido. La personalidad de cada uno de ellos se ha convertido en otra totalmente diferente. Son prácticamente irreconocibles cada uno de ellos.
El hilo argumental es de lo peor que he visto. Hay demasiados saltos temporales y no se madura bien ninguna de las historias. Esta película pierde uno de los puntos fuertes de la serie, que no es ni más ni menos que sugerir. Había ciertos comportamientos en cada uno de los personajes, muy sutiles, que daban indicios de qué es lo que podría estar pasando por sus cabezas. En la película, toda esa magia del buen relato desaparece, recurriendo a un argumento muy explícito y que deja poca libertad a la imaginación, además de ser muy predecible en ciertos momentos del largísimometraje.
Los diálogos dejan muchísimo que desear. ¿Dónde están esas conversaciones rápidas e ingeniosas? En la película, sólo he visto dos o tres diálogos ácidos y dinámicos, pero igualmente a años luz de los sucedidos durante la serie. Se recurre mucho a lo explícito también en este campo, y las interacciones entre personajes son de lo más forzadas.
La banda sonora, personalmente, no me gusta nada. Rompe con toda la elegancia característica de la serie. Otra cosa que no soporto, es el toque exageradamente histriónico que le han dado a las chicas. Además de todo ese culto exagerado a la moda y a las joyas, que si bien ha sido uno de los exponentes de la serie, ahora ha cobrado un significado ridículo, patético y absurdo.
Esta película no es, ni tan siquiera, la sombra de lo que fue "sex and the city", donde muchas veíamos retratados los típicos problemas que surgen en las relaciones de pareja, formas de afrontamiento a los mismos o el valor de la amistad. Más de una nos hemos identificado con Carrie, Miranda, Samantha o Charlotte. En esta película esos personajes, tan bien retratados, desaparecen para convertirse en cuatro mujeres que más bien parecen estar en la segunda edad del pavo.
En mi opinión, no había peor forma de terminar con este mito. Personalmente, me quedo con el final de la serie y espero borrar de mi mente lo que he visto. Me parece una tomadura de pelo para los fans.
No sé si el hecho de haber visto la serie entera más de 6 veces me da algún tipo de credibilidad. Seguramente no, pero la sensación que he tenido al ver la película ha sido de absoluta nostalgia. Ni Carrie, ni Charlotte, ni Samantha, ni Miranda, ni Big, ni Harry, ni Smith, ni Steve, ni Magda, ni Stanford, ni Anthony eran los que yo conocí y descubrí en la serie. La impresionante evolución que tuvo cada uno de esos personajes a lo largo de seis intensas temporadas, ha desaparecido. La personalidad de cada uno de ellos se ha convertido en otra totalmente diferente. Son prácticamente irreconocibles cada uno de ellos.
El hilo argumental es de lo peor que he visto. Hay demasiados saltos temporales y no se madura bien ninguna de las historias. Esta película pierde uno de los puntos fuertes de la serie, que no es ni más ni menos que sugerir. Había ciertos comportamientos en cada uno de los personajes, muy sutiles, que daban indicios de qué es lo que podría estar pasando por sus cabezas. En la película, toda esa magia del buen relato desaparece, recurriendo a un argumento muy explícito y que deja poca libertad a la imaginación, además de ser muy predecible en ciertos momentos del largísimometraje.
Los diálogos dejan muchísimo que desear. ¿Dónde están esas conversaciones rápidas e ingeniosas? En la película, sólo he visto dos o tres diálogos ácidos y dinámicos, pero igualmente a años luz de los sucedidos durante la serie. Se recurre mucho a lo explícito también en este campo, y las interacciones entre personajes son de lo más forzadas.
La banda sonora, personalmente, no me gusta nada. Rompe con toda la elegancia característica de la serie. Otra cosa que no soporto, es el toque exageradamente histriónico que le han dado a las chicas. Además de todo ese culto exagerado a la moda y a las joyas, que si bien ha sido uno de los exponentes de la serie, ahora ha cobrado un significado ridículo, patético y absurdo.
Esta película no es, ni tan siquiera, la sombra de lo que fue "sex and the city", donde muchas veíamos retratados los típicos problemas que surgen en las relaciones de pareja, formas de afrontamiento a los mismos o el valor de la amistad. Más de una nos hemos identificado con Carrie, Miranda, Samantha o Charlotte. En esta película esos personajes, tan bien retratados, desaparecen para convertirse en cuatro mujeres que más bien parecen estar en la segunda edad del pavo.
En mi opinión, no había peor forma de terminar con este mito. Personalmente, me quedo con el final de la serie y espero borrar de mi mente lo que he visto. Me parece una tomadura de pelo para los fans.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me ha indignado mucho ver cómo han destrozado la historia entre Samantha y Smith. Por favor, es que no hay quien se lo crea. Además, creo que han querido dar el mismo efecto que tuvo ese “yo te quiero, pero a mí me quiero más” cuando Samantha se lo dijo al capullo de Richard en la serie, atacada por el miedo permanente que tenía de que le volviera a ser infiel. Fue una frase genial y uno de los momentos más sublimes de la serie por lo que representa esa ruptura a la sumisión, pero el uso en la película de esa misma frase queda totalmente desvirtuado ¿Yo me quiero más aunque tú estuviste a mi lado cuando pasé un cáncer? ¿Yo me quiero más aunque tuviste que pedir ayuda psicológica mientras estaba con la quimioterapia? ¿Yo me quiero más aunque tú aguantaste que te pusiera los cuernos con Richard delante de tus narices? Eso no es quererse más y demostrar que las mujeres son seres independientes de los hombres, eso es ser una sucia egoísta y una manipuladora. Me da vergüenza ajena esa actitud y cómo han terminado con esa relación. La templanza con la que Smith recibe la noticia es de lo menos creíble: ¡Smith ADORA a Samantha! Destrozan el personaje de Smith reduciéndole a dos o tres interacciones a lo largo de la película, algo que es bastante recurrente con los personajes masculinos, al parecer.
La historia entre Steve y Miranda es igualmente increíble. A lo largo de la serie, Miranda ha sido muchísimo más dura con Steve y, sin embargo, él siempre estuvo ahí y con su característico buen humor (me encanta Steve). ¿Pretenden hacernos creer que porque lleven tiempo -6 meses- sin tener relaciones, Steve se va a ir con otra? Por favor… además, la evolución de esa historia a lo largo de la película es de lo más absurda… Por favor… un poco de seriedad y de realismo :-P.
La historia entre Charlotte y Harry ¿dónde está Harry? Sólo le he visto sonreír como un lelo y diciendo una única frase en el hospital. Charlotte está insoportable en esta película, y de personaje dulce, ha pasado a ser un personaje absurdo y carente de sentido común, sólo hay que ver las caras de loca que pone cuando Carrie le tira el ramo de flores a la cara de Big o cuando le ve en el restaurante… por dios…
¿Stanford y Anthony besándose? ¿Perdón? ¿Qué me he perdido? Ni se menciona la supuesta historia que tienen entre ambos. Es más, siempre han sido dos personajes que han dado mucho juego y ha sido otro de los grandes iconos de la serie: el colectivo gay. Me parece un insulto que ni siquiera se les haya dado algo de protagonismo.
Y bueno, dejo la historia de Big y Carrie para el final… no hay quien se crea eso. Ya sabíamos que Big era un crío y un caprichoso, ¿pero hasta ese punto? ¿tanto se deja influenciar por lo que la gente dice? En fin… la vuelta de tuerca que se le da a la relación entre ambos me parece innecesaria y absurda. ¿Después de todas las idas y venidas entre ellos, otra vez rompen? Venga ya… ¿qué será lo siguiente? :-P
La historia entre Steve y Miranda es igualmente increíble. A lo largo de la serie, Miranda ha sido muchísimo más dura con Steve y, sin embargo, él siempre estuvo ahí y con su característico buen humor (me encanta Steve). ¿Pretenden hacernos creer que porque lleven tiempo -6 meses- sin tener relaciones, Steve se va a ir con otra? Por favor… además, la evolución de esa historia a lo largo de la película es de lo más absurda… Por favor… un poco de seriedad y de realismo :-P.
La historia entre Charlotte y Harry ¿dónde está Harry? Sólo le he visto sonreír como un lelo y diciendo una única frase en el hospital. Charlotte está insoportable en esta película, y de personaje dulce, ha pasado a ser un personaje absurdo y carente de sentido común, sólo hay que ver las caras de loca que pone cuando Carrie le tira el ramo de flores a la cara de Big o cuando le ve en el restaurante… por dios…
¿Stanford y Anthony besándose? ¿Perdón? ¿Qué me he perdido? Ni se menciona la supuesta historia que tienen entre ambos. Es más, siempre han sido dos personajes que han dado mucho juego y ha sido otro de los grandes iconos de la serie: el colectivo gay. Me parece un insulto que ni siquiera se les haya dado algo de protagonismo.
Y bueno, dejo la historia de Big y Carrie para el final… no hay quien se crea eso. Ya sabíamos que Big era un crío y un caprichoso, ¿pero hasta ese punto? ¿tanto se deja influenciar por lo que la gente dice? En fin… la vuelta de tuerca que se le da a la relación entre ambos me parece innecesaria y absurda. ¿Después de todas las idas y venidas entre ellos, otra vez rompen? Venga ya… ¿qué será lo siguiente? :-P

6.4
933
9
2 de julio de 2008
2 de julio de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras descubrir a un soberbio Damian Lewis en “Band of Brothers”, empecé a seguir la pista a este actor y me topé con “Keane”. Quise verla en V.O.S. porque la interpretación de este actor no se queda únicamente en la forma que tiene que expresar su mundo interno, sino en los matices que pone en su voz. Por ello, recomiendo ver esta película en este formato para disfrutar a tope del arte que tiene de interpretar Damian Lewis.
“Keane” es mucho más que una película: es el retrato robot de la psicología de un hombre llamado William Keane que ha perdido a su hija, llamada Sophie, en una estación de autobuses de Nueva York. Para quien le guste observar las manifestaciones del mundo interno de las personas, disfrutará con esta película muchísimo; para quien no, se aburrirá, porque lo importante de “Keane” no es su argumento, sino la forma que tiene de mostrar al público el mundo psicológico de una persona.
Damian Lewis, interpretando a William Keane, hace un papel impresionante. Sus expresiones faciales, sus diálogos y su forma de moverse hacen que parezca que estés viendo a una persona al natural, que no está actuando. Abigail Breslin, también conocida como la pequeña Miss Sunshine, hace el papel de Kira, la hija de la mujer que conoce William en el motel. La relación entre ambos hace despertar todo tipo de emociones, desde la más profusa de las alegrías, al más intenso de los miedos. Nunca queda del todo claro cuál es el problema psicológico de Keane, y creo que es otro de sus puntos a favor, puesto que deja libre interpretación al espectador mediante el hilado de ciertos indicios ambiguos que se dejan a lo largo del metraje.
En cuanto a aspectos técnicos, destacan por encima de todo las escenas rodadas pegadas a la cabeza de William. En todo momento sientes como si estuvieses a su lado, permitiéndote ver mejor cómo actúa, siente y piensa al estar viendo el mundo desde su perspectiva. Otro aspecto que llama la atención es la carencia de banda sonora. Todos sabemos que la música es una buena aliada de las emociones y que, en muchas ocasiones, una determinada melodía en un momento crítico de una película, puede hacer llorar o reír al más inmune emocionalmente. Sin embargo, en “Keane” no hace falta música para cumplir este objetivo. El propio retrato robot de William es una emoción en sí misma, por lo que hay momentos en los que William nos da asco, nos alegra, nos entristece, nos sorprende, nos enfada y nos da miedo.
En definitiva, una película para disfrutar de la psicología mediante una pequeña historia que, a mi juicio, está muy bien guiada y muy bien rodada, aunque no será bien saboreada por todo el público, dado que no cumple los cánones de la comercialidad. Un sobresaliente para Lodge Kerrigan por mostrarnos tan magistralmente la desesperanza, la ternura, la decadencia y el dolor del ser humano.
“Keane” es mucho más que una película: es el retrato robot de la psicología de un hombre llamado William Keane que ha perdido a su hija, llamada Sophie, en una estación de autobuses de Nueva York. Para quien le guste observar las manifestaciones del mundo interno de las personas, disfrutará con esta película muchísimo; para quien no, se aburrirá, porque lo importante de “Keane” no es su argumento, sino la forma que tiene de mostrar al público el mundo psicológico de una persona.
Damian Lewis, interpretando a William Keane, hace un papel impresionante. Sus expresiones faciales, sus diálogos y su forma de moverse hacen que parezca que estés viendo a una persona al natural, que no está actuando. Abigail Breslin, también conocida como la pequeña Miss Sunshine, hace el papel de Kira, la hija de la mujer que conoce William en el motel. La relación entre ambos hace despertar todo tipo de emociones, desde la más profusa de las alegrías, al más intenso de los miedos. Nunca queda del todo claro cuál es el problema psicológico de Keane, y creo que es otro de sus puntos a favor, puesto que deja libre interpretación al espectador mediante el hilado de ciertos indicios ambiguos que se dejan a lo largo del metraje.
En cuanto a aspectos técnicos, destacan por encima de todo las escenas rodadas pegadas a la cabeza de William. En todo momento sientes como si estuvieses a su lado, permitiéndote ver mejor cómo actúa, siente y piensa al estar viendo el mundo desde su perspectiva. Otro aspecto que llama la atención es la carencia de banda sonora. Todos sabemos que la música es una buena aliada de las emociones y que, en muchas ocasiones, una determinada melodía en un momento crítico de una película, puede hacer llorar o reír al más inmune emocionalmente. Sin embargo, en “Keane” no hace falta música para cumplir este objetivo. El propio retrato robot de William es una emoción en sí misma, por lo que hay momentos en los que William nos da asco, nos alegra, nos entristece, nos sorprende, nos enfada y nos da miedo.
En definitiva, una película para disfrutar de la psicología mediante una pequeña historia que, a mi juicio, está muy bien guiada y muy bien rodada, aunque no será bien saboreada por todo el público, dado que no cumple los cánones de la comercialidad. Un sobresaliente para Lodge Kerrigan por mostrarnos tan magistralmente la desesperanza, la ternura, la decadencia y el dolor del ser humano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mi retina ha tenido a bien conservar tres escenas de esta película que, cada vez que las recuerdo, se me ponen los pelos de punta. La primera de ellas es cuando está teniendo relaciones sexuales en una cabina del aseo con una chica que conoce en una discoteca. Por dos motivos, por lo inmensamente hermosa que es, ya que está excelentemente filmada y muestra el arte de sugerir sin mostrar, brotando erotismo por todas partes. Y por lo intensamente decadente que resulta ver a un perdido, demacrado y drogado Keane entre los brazos de una mujer que acaba de conocer. Esa mezcolanza entre lo bello y lo que consideramos horrible en nuestra cultura es simplemente impresionante.
La segunda escena es cuando William está con Kira en la pista sobre hielo, cuando siente que le va a dar un brote y se le ve totalmente desconcertado e intenta por todos los medios que no le dé estando con la niña. Después, cuando están jugando a una especie de bolos, le vuelve a dar y es cuando estalla. Como decía, esta película es obligada verla en V.O. para escuchar los matices de voz que pone Damian Lewis y que realmente sobrecogen. La desgarradora imagen de un hombre que trata de dominarse de los efectos de una esquizofrenia -o el problema que tenga, porque aún no sé muy bien qué es lo que le sucede- es brutal.
La tercera escena, casi al final de la película, y que muestra el enorme talento de Damian Lewis una vez más, es cuando está en la estación de autobuses con Kira, esperando a la madre de ésta. Kira quiere ir a comprar unos caramelos, y William la deja pero, desde lejos, la observa. En ese momento, se derrumba y empieza a llorar diciendo “I’m sorry, Sophs. I’m sorry”. De todo el asco que nos haya podido producir un grotesco, decadente y mísero William a lo largo de la película, es aquí cuando redescubres la ternura de este personaje; no es un perturbado que pretenda hacer daño a Kira, como en algún momento se puede llegar a pensar, como cuando acuesta en la cama a Kira o ella se está lavando. Es simple y complejamente un personaje hundido física y psíquicamente por la pérdida de su hija. Un padre que ha perdido lo único que tenía y lo que más quería. Un ser humano que piensa, siente y actúa como cualquier otro, pero motivado por unas circunstancias tan específicas e idiosincrásicas, que muestra la complejidad y hermosura de nuestra especie.
La segunda escena es cuando William está con Kira en la pista sobre hielo, cuando siente que le va a dar un brote y se le ve totalmente desconcertado e intenta por todos los medios que no le dé estando con la niña. Después, cuando están jugando a una especie de bolos, le vuelve a dar y es cuando estalla. Como decía, esta película es obligada verla en V.O. para escuchar los matices de voz que pone Damian Lewis y que realmente sobrecogen. La desgarradora imagen de un hombre que trata de dominarse de los efectos de una esquizofrenia -o el problema que tenga, porque aún no sé muy bien qué es lo que le sucede- es brutal.
La tercera escena, casi al final de la película, y que muestra el enorme talento de Damian Lewis una vez más, es cuando está en la estación de autobuses con Kira, esperando a la madre de ésta. Kira quiere ir a comprar unos caramelos, y William la deja pero, desde lejos, la observa. En ese momento, se derrumba y empieza a llorar diciendo “I’m sorry, Sophs. I’m sorry”. De todo el asco que nos haya podido producir un grotesco, decadente y mísero William a lo largo de la película, es aquí cuando redescubres la ternura de este personaje; no es un perturbado que pretenda hacer daño a Kira, como en algún momento se puede llegar a pensar, como cuando acuesta en la cama a Kira o ella se está lavando. Es simple y complejamente un personaje hundido física y psíquicamente por la pérdida de su hija. Un padre que ha perdido lo único que tenía y lo que más quería. Un ser humano que piensa, siente y actúa como cualquier otro, pero motivado por unas circunstancias tan específicas e idiosincrásicas, que muestra la complejidad y hermosura de nuestra especie.
9
2 de julio de 2008
2 de julio de 2008
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descubrí esta serie de la forma más tonta, cuando los de la Fox tuvieron a bien sustituir a las 20:30 “Malcom in the middle” por esta serie. He de reconocer que para las sitcoms soy muy especial y, de hecho, la primera vez que la vi no me llamó nada la atención. Sin embargo, un día me decidí a verla entera y las carcajadas que me pegué fueron el signo de que volvería a verla otra vez. Y así fue.
Lo más llamativo es el hilo argumental que está como trasfondo: la búsqueda del amor verdadero y todos los problemas que hay en esa búsqueda. Aunque es un argumento muy manido, le dan un toque de frescura muy característico. Otro aspecto fundamental de la serie son las bromas recurrentes de los personajes, como el ya legendario “legen…dary!!” y el “suit up!”.
En el elenco femenino, tenemos a Alyson Hannigan, como Lily y a Cobie Smulders, como Robin. Personalmente, me parecen dos personajes tremendamente sosos. Alyson Hannigan no se caracteriza por ser una buena actriz, y así lo deja patente. A Cobie Smulders no la conocía, pero es tanto o más sosa que Hannigan en su papel. Con notable diferencia, tenemos en el elenco masculino a Jason Segel en el papel de Marshall y novio de toda la vida de Lily; un personaje divertido, pero que no sobresale entre los demás. Los que realmente, a mi modo de ver, le dan auténtica vida a la serie son Josh Radnor, en el papel del idealista y entrañable Ted, y Neil Patrick Harris, en el papel del irreverente y festivo Barney. Estos dos personajes son los que realmente le dan la salsa humorística a la serie y, para mí, Barney es todo un icono. Tiene algunas salidas que son para reír hasta llorar.
La escenografía está muy bien y las historias transcurren principalmente en el bar y en los apartamentos de los protagonistas. Hay numerosos flashbacks, pero no se hacen pesados, ya que los cuentan con bastante humor. Los diálogos son geniales y el desarrollo de las historias a lo largo de los escasos 30 minutos que dura cada capítulo, son ágiles y muy frescos. Mezclan muy bien las partes cómicas con las dramáticas, de hecho, es una serie en la que, o te ríes a carcajada limpia, o te quedas con una cara de pena impresionante.
En definitiva, una sitcom muy divertida que, no sé si sustituye o no a Friends –las comparaciones son odiosas- pero se ha ganado la aprobación del público por las sonoras risotadas que despierta.
Lo más llamativo es el hilo argumental que está como trasfondo: la búsqueda del amor verdadero y todos los problemas que hay en esa búsqueda. Aunque es un argumento muy manido, le dan un toque de frescura muy característico. Otro aspecto fundamental de la serie son las bromas recurrentes de los personajes, como el ya legendario “legen…dary!!” y el “suit up!”.
En el elenco femenino, tenemos a Alyson Hannigan, como Lily y a Cobie Smulders, como Robin. Personalmente, me parecen dos personajes tremendamente sosos. Alyson Hannigan no se caracteriza por ser una buena actriz, y así lo deja patente. A Cobie Smulders no la conocía, pero es tanto o más sosa que Hannigan en su papel. Con notable diferencia, tenemos en el elenco masculino a Jason Segel en el papel de Marshall y novio de toda la vida de Lily; un personaje divertido, pero que no sobresale entre los demás. Los que realmente, a mi modo de ver, le dan auténtica vida a la serie son Josh Radnor, en el papel del idealista y entrañable Ted, y Neil Patrick Harris, en el papel del irreverente y festivo Barney. Estos dos personajes son los que realmente le dan la salsa humorística a la serie y, para mí, Barney es todo un icono. Tiene algunas salidas que son para reír hasta llorar.
La escenografía está muy bien y las historias transcurren principalmente en el bar y en los apartamentos de los protagonistas. Hay numerosos flashbacks, pero no se hacen pesados, ya que los cuentan con bastante humor. Los diálogos son geniales y el desarrollo de las historias a lo largo de los escasos 30 minutos que dura cada capítulo, son ágiles y muy frescos. Mezclan muy bien las partes cómicas con las dramáticas, de hecho, es una serie en la que, o te ríes a carcajada limpia, o te quedas con una cara de pena impresionante.
En definitiva, una sitcom muy divertida que, no sé si sustituye o no a Friends –las comparaciones son odiosas- pero se ha ganado la aprobación del público por las sonoras risotadas que despierta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El capítulo en el que más me reí fue cuando Barney cuenta la historia de por qué lleva traje todos los días. Verle vestido de hippie y la cara que se le queda al pobre cuando descubre que su novia le deja por un tío vestido de traje es desternillante, ¡jajajaja! Además, la escena en la que se produce la transformación de Barney-hippie a Barney-trajeado es, sí o sí, “legendaria”, ¡jajajaja!
Otro capítulo que lo guardo en mi baúl de los momentos agridulces de esta serie, es el doble capítulo en el que Lily y Marshall se casan y Robin y Ted rompen. La insistencia de Barney para que le cuente Robin y Ted “el secreto” es graciosísima, aunque al final, cuando se sabe que rompen del todo, da pena después de todo el camino que ha hecho Ted por estar con Robin.
Otro capítulo que lo guardo en mi baúl de los momentos agridulces de esta serie, es el doble capítulo en el que Lily y Marshall se casan y Robin y Ted rompen. La insistencia de Barney para que le cuente Robin y Ted “el secreto” es graciosísima, aunque al final, cuando se sabe que rompen del todo, da pena después de todo el camino que ha hecho Ted por estar con Robin.
5
4 de julio de 2008
4 de julio de 2008
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el inicio de los tiempos, cuando descubrí esta serie allá por el año 2004 cuando la echaban a las 20:30 en la Fox, me gustó por lo explícita que era. Me imagino que será por ese resorte que tenemos algunos ante lo políticamente incorrecto. Sin embargo, a medida que iba viendo capítulo tras capítulo, me daba cuenta de que esta serie era una sucesión de gags carentes de sentido y que enarbolaban la bandera de lo zafio, lo tosco y lo grosero. No quiero hacer la comparación que se hace con su competidora natural, ya que no tiene comparación alguna: son dos series cuya única similitud radica en el número de miembros de la unidad familiar. Toda equivalencia más allá de ese hecho puntual, no tiene ningún sentido. ¿Por qué? Por lo siguiente:
1: No es una serie que esté centrada en la crítica de la sociedad ni nada similar, aunque lo vendan como tal. Hacer chistes -malos y fáciles- machistas, racistas y xenófobos, o sobre tullidos, prostitutas, drogas o sexo es cualquier cosa menos crítica social. La crítica no es sólo poner los problemas sobre la mesa, sino que es el ARTE de poner tales problemas sobre la mesa de tal forma que se pueda apreciar su profundidad y su repercusión en la vida de las personas (un ejemplo excepcional de crítica social podría ser “Ciudad de Dios”). Ver cómo la representación animada de Einstein rompe la cabeza a un polígono que representa a Dios con una rejilla no es ni crítica ni arte.
2: Lo explícito no es sinónimo de ironía. Si la ironía es una figura difícil de emplear en el entorno cómico, hasta en el sarcasmo resultan burdos en la mayoría de las ocasiones. No hay peor humor que el que dice ser humor, y eso es de lo que adolece “Padre de Familia”: no sugiere, únicamente dicta qué es lo gracioso y con qué debemos reír por antonomasia.
3: Emplear un lenguaje vulgar, acompañado de constantes alusiones al sexo, la violencia, la religión o las drogas, no da el beneplácito de convertirse en una serie de humor. Es más, el relato de una sucesión de gags desestructurados y carentes de un hilo argumental, coherente y cohesionado, tampoco da el beneplácito de ser llamado historia animada. Una serie de animación trasciende estos elementos, donde uno de los aspectos más importantes de la misma es el retrato y personalidad de los personajes; unos personajes bien hilados valen su peso en oro, porque a veces no es importante lo que se dice, sino cómo y quién lo dice.
En definitiva, "Padre de familia" es la antítesis, en esos tres puntos relatados anteriormente, con respecto a su competidora natural. Por tanto, no son susceptibles de comparación. Sería como comparar a Dios con el Diablo; y de hecho, lo es. No obstante, tiene algunos gags divertidos que hacen a la serie interesante para reirse un rato, pero ni mucho menos es una serie de culto o algo similar, ya que carece de personalidad –o serielidad, si se prefiere.
Seth MacFarlane, la has cagado, tal y como diría alguno de tus personajes.
1: No es una serie que esté centrada en la crítica de la sociedad ni nada similar, aunque lo vendan como tal. Hacer chistes -malos y fáciles- machistas, racistas y xenófobos, o sobre tullidos, prostitutas, drogas o sexo es cualquier cosa menos crítica social. La crítica no es sólo poner los problemas sobre la mesa, sino que es el ARTE de poner tales problemas sobre la mesa de tal forma que se pueda apreciar su profundidad y su repercusión en la vida de las personas (un ejemplo excepcional de crítica social podría ser “Ciudad de Dios”). Ver cómo la representación animada de Einstein rompe la cabeza a un polígono que representa a Dios con una rejilla no es ni crítica ni arte.
2: Lo explícito no es sinónimo de ironía. Si la ironía es una figura difícil de emplear en el entorno cómico, hasta en el sarcasmo resultan burdos en la mayoría de las ocasiones. No hay peor humor que el que dice ser humor, y eso es de lo que adolece “Padre de Familia”: no sugiere, únicamente dicta qué es lo gracioso y con qué debemos reír por antonomasia.
3: Emplear un lenguaje vulgar, acompañado de constantes alusiones al sexo, la violencia, la religión o las drogas, no da el beneplácito de convertirse en una serie de humor. Es más, el relato de una sucesión de gags desestructurados y carentes de un hilo argumental, coherente y cohesionado, tampoco da el beneplácito de ser llamado historia animada. Una serie de animación trasciende estos elementos, donde uno de los aspectos más importantes de la misma es el retrato y personalidad de los personajes; unos personajes bien hilados valen su peso en oro, porque a veces no es importante lo que se dice, sino cómo y quién lo dice.
En definitiva, "Padre de familia" es la antítesis, en esos tres puntos relatados anteriormente, con respecto a su competidora natural. Por tanto, no son susceptibles de comparación. Sería como comparar a Dios con el Diablo; y de hecho, lo es. No obstante, tiene algunos gags divertidos que hacen a la serie interesante para reirse un rato, pero ni mucho menos es una serie de culto o algo similar, ya que carece de personalidad –o serielidad, si se prefiere.
Seth MacFarlane, la has cagado, tal y como diría alguno de tus personajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los momentos con los que más me he reído de esta serie son dos, que yo recuerde:
- El personaje del pirata, el señor Shamus -que tiene piernas y brazos de madera- en una escena en que Quagmire le pregunta “¿y usted tuvo algún accidente o algo?” y Shamus le responde de una manera sentencial: “No, mi padre era un árbol”. Creo que es el momento en el que más me he reído con esta serie, ¡jajajaja!
- Un momento de un capítulo en el que está Quagmire con una mujer en un bar, y se estrella una especie de avión sobresaliendo sobre la pared la punta del mismo, y Quagmire dice: “como te decía, más o menos así” señalando la punta del avión.
- El personaje del pirata, el señor Shamus -que tiene piernas y brazos de madera- en una escena en que Quagmire le pregunta “¿y usted tuvo algún accidente o algo?” y Shamus le responde de una manera sentencial: “No, mi padre era un árbol”. Creo que es el momento en el que más me he reído con esta serie, ¡jajajaja!
- Un momento de un capítulo en el que está Quagmire con una mujer en un bar, y se estrella una especie de avión sobresaliendo sobre la pared la punta del mismo, y Quagmire dice: “como te decía, más o menos así” señalando la punta del avión.
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