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Críticas ordenadas por utilidad
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1
3 de septiembre de 2022
3 de septiembre de 2022
910 de 1349 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta no es una queja más sobre la cultura woke. Esta no es otra lamentación sobre la calidad de la serie. Seré honesto y directamente diré que la obra no está mal, porque no lo está. La música es potente, los paisajes son preciosos y están bien presentados, la fotografía es decente, algunos personajes son interesantes y el diálogo es meh, pero es bastante mejor de a lo que estamos acostumbrados bajo los estándares actuales. Ese no es el problema aquí.
Hay un problema más profundo, que me tomaré mi tiempo en explicar, aunque puedes saltar al párrafo grande en el que pone "EL PROBLEMA", si te sientes impaciente.
Aquí voy.
Hay muchas razones por las que esto no es Tolkien, demasiadas por las que esto no es, en palabras de los showrunners, "la novela que Tolkien nunca escribió, pero que hubiera querido escribir". Sí, sí. Sé que ya has oído esto un centenar de veces. Pero te prometo que hay una razón diferente para ello a la que esperas. Aguanta conmigo un poco más.
Solo daré unos pocos ejemplos concretos y bastante sencillos que prueban las transgresiones al lore o historia profunda de este mundo, porque será necesario más adelante, y procederé a explicar el problema real:
Galadriel, el ser vivo más poderoso en la Tercera Edad de la Tierra Media solo por detrás de Sauron, es poco más que una sombra de sí misma. No importa que nuestra base sea la Segunda Edad, ella ya sobrepasa los 5.000 años aquí; es una bruja sabia y madura, no la guerrera reactiva y llena de ira que se nos presenta. Ella blandía la magia, una que era capaz de juzgar la pureza de los corazones de aquellos que conocía (hubiera reconocido a Morgoth o a Sauron en el acto, de tenerlos delante), y era sabia más allá de todo límite, mucho más que todos sus pares.
En este show seguimos sus pasos mientras se embarca en una misión de venganza, una misión por la honra de un hermano que por cierto no murió persiguiendo a Sauron, sino a Morgoth; un hermano que murió hace más de 2.000 años en una misión completamente distinta a la que se nos cuenta: la de ayudar a Beren en su búsqueda de una joya; y un hermano cuyo cadáver ella nunca pudo ver. Ella nunca se hubiera embarcado en esta misión. Del mismo modo que ella nunca hubiera pensado en embarcarse hacia Valinor, pues la aterrorizaba una maldición que pesaba sobre los suyos y explicaré más adelante. Por añadir, ella estaba casada y desde su casamiento siempre viajó con su marido, y ya tenía una hija, Celebrian, la mujer de Elrond, a estas alturas. No era una nómada, o una guerrera. Tampoco joven o alguien en búsqueda de su sitio en el mundo, ni vengativa.
Elrond está también mal caracterizado como un político y un igual a Galadriel que, en este tiempo, no es. Es un guerrero y alguien mucho más joven que la bruja Galadriel. Su amistad y el respeto mutuo vendrá más tarde, y por el momento ella es la tía de Gil Galad, un rey elfo que la respeta profundamente y que es el único que percibe que la Sombra de Sauron no se ha marchado. Elrond tampoco es amigo de los enanos, que solo han conocido un amigo élfico anteriormente a Legolas, uno que vive en esta era, Celebrimbor. Fue compañero de Narvi, el enano, que no aparece.
Los niños que pelean en Valinor son simple y llanamente un error, dada la naturaleza sagrada y pacífica del lugar. Pensad en ello como el paraíso, tal vez, con los elfos representados como seres puros que apenas necesitan armas y que dedican su tiempo al arte y a la vida contemplativa desde temprana edad.
El prólogo es históricamente impreciso en todos los aspectos, con la ausencia de Ungoliant y los Valar, y varios eventos que se entremezclan. Aparte, los Noldor, la familia de Galadriel, son los asesinos de los Teleri, una de las otras dos grandes familias de elfos. Por este motivo están malditos, como comenté antes, por la Maldición de Mandos, y por ello se esconden en la Tierra Media y viven terriblemente asustados ante la idea de su regreso a Valinor por la furia de los Valar.
Sauron también sale maltratado. Él no era un tipejo estúpido que iba dejando migas de pan a su paso para que la gente las siguiera, como en los primeros capítulos. Era inteligente, engañoso y un tomador de muchas formas que engatusó a hombres y elfos por igual. En este tiempo, él era un ser amigable de aspecto élfico. Annatar, lo llamaban, y no viajaba perdido, a la deriva, por los mares y las tierras del mundo, ni había sido derrotado por ningún elfo caído ni por nadie. Por no hacer spoiler, no daré todos los detalles de por qué está mal retratado; solo que ni su nombre falso, ni su aspecto, ni su paradero, ni sus compañías ni sus acciones tienen nada que ver con los originales. Han usado su nombre real, sí, pero el personaje es, a todos los efectos, uno distinto.
EL PROBLEMA
Como dije antes, esto no va de inclusión o diversidad de raza en una obra basada en las mitologías escadinava y anglosajona, escrita por un hombre muy católico. No va de que yo me vea identificado y tú no. No soy católico, anglosajón o escandinavo. Esto no va siquiera de que la serie sea buena o mala. Esta serie que Amazon nos ha traído con un marketing brillante sencillamente no es Tolkien. Y el hecho de que hayan usado su nombre porque es lo bastante importante para hacerles dinero, pero no lo bastante importante para que respeten su mensaje, su mundo y sus personajes es malicioso. El público mainstream no se dará cuenta, lo sé. El autor está muerto, así que no estará aquí para levantarse y defender su obra. Pero ello no significa que no se estén apropiando de sus derechos sin su permiso o el de sus herederos (Amazon solo posee los derechos de El señor de los anillos, con sus apéndices, y El Hobbit, no de esto).
¿Eso es todo? Eso es todo, sí. Han usado el nombre de un autor que nos es muy querido; han malogrado a su voluntad y sin permiso su obra y la han cambiado sin compasión.
Mi guerra es con Amazon. Es así de simple.
Hay un problema más profundo, que me tomaré mi tiempo en explicar, aunque puedes saltar al párrafo grande en el que pone "EL PROBLEMA", si te sientes impaciente.
Aquí voy.
Hay muchas razones por las que esto no es Tolkien, demasiadas por las que esto no es, en palabras de los showrunners, "la novela que Tolkien nunca escribió, pero que hubiera querido escribir". Sí, sí. Sé que ya has oído esto un centenar de veces. Pero te prometo que hay una razón diferente para ello a la que esperas. Aguanta conmigo un poco más.
Solo daré unos pocos ejemplos concretos y bastante sencillos que prueban las transgresiones al lore o historia profunda de este mundo, porque será necesario más adelante, y procederé a explicar el problema real:
Galadriel, el ser vivo más poderoso en la Tercera Edad de la Tierra Media solo por detrás de Sauron, es poco más que una sombra de sí misma. No importa que nuestra base sea la Segunda Edad, ella ya sobrepasa los 5.000 años aquí; es una bruja sabia y madura, no la guerrera reactiva y llena de ira que se nos presenta. Ella blandía la magia, una que era capaz de juzgar la pureza de los corazones de aquellos que conocía (hubiera reconocido a Morgoth o a Sauron en el acto, de tenerlos delante), y era sabia más allá de todo límite, mucho más que todos sus pares.
En este show seguimos sus pasos mientras se embarca en una misión de venganza, una misión por la honra de un hermano que por cierto no murió persiguiendo a Sauron, sino a Morgoth; un hermano que murió hace más de 2.000 años en una misión completamente distinta a la que se nos cuenta: la de ayudar a Beren en su búsqueda de una joya; y un hermano cuyo cadáver ella nunca pudo ver. Ella nunca se hubiera embarcado en esta misión. Del mismo modo que ella nunca hubiera pensado en embarcarse hacia Valinor, pues la aterrorizaba una maldición que pesaba sobre los suyos y explicaré más adelante. Por añadir, ella estaba casada y desde su casamiento siempre viajó con su marido, y ya tenía una hija, Celebrian, la mujer de Elrond, a estas alturas. No era una nómada, o una guerrera. Tampoco joven o alguien en búsqueda de su sitio en el mundo, ni vengativa.
Elrond está también mal caracterizado como un político y un igual a Galadriel que, en este tiempo, no es. Es un guerrero y alguien mucho más joven que la bruja Galadriel. Su amistad y el respeto mutuo vendrá más tarde, y por el momento ella es la tía de Gil Galad, un rey elfo que la respeta profundamente y que es el único que percibe que la Sombra de Sauron no se ha marchado. Elrond tampoco es amigo de los enanos, que solo han conocido un amigo élfico anteriormente a Legolas, uno que vive en esta era, Celebrimbor. Fue compañero de Narvi, el enano, que no aparece.
Los niños que pelean en Valinor son simple y llanamente un error, dada la naturaleza sagrada y pacífica del lugar. Pensad en ello como el paraíso, tal vez, con los elfos representados como seres puros que apenas necesitan armas y que dedican su tiempo al arte y a la vida contemplativa desde temprana edad.
El prólogo es históricamente impreciso en todos los aspectos, con la ausencia de Ungoliant y los Valar, y varios eventos que se entremezclan. Aparte, los Noldor, la familia de Galadriel, son los asesinos de los Teleri, una de las otras dos grandes familias de elfos. Por este motivo están malditos, como comenté antes, por la Maldición de Mandos, y por ello se esconden en la Tierra Media y viven terriblemente asustados ante la idea de su regreso a Valinor por la furia de los Valar.
Sauron también sale maltratado. Él no era un tipejo estúpido que iba dejando migas de pan a su paso para que la gente las siguiera, como en los primeros capítulos. Era inteligente, engañoso y un tomador de muchas formas que engatusó a hombres y elfos por igual. En este tiempo, él era un ser amigable de aspecto élfico. Annatar, lo llamaban, y no viajaba perdido, a la deriva, por los mares y las tierras del mundo, ni había sido derrotado por ningún elfo caído ni por nadie. Por no hacer spoiler, no daré todos los detalles de por qué está mal retratado; solo que ni su nombre falso, ni su aspecto, ni su paradero, ni sus compañías ni sus acciones tienen nada que ver con los originales. Han usado su nombre real, sí, pero el personaje es, a todos los efectos, uno distinto.
EL PROBLEMA
Como dije antes, esto no va de inclusión o diversidad de raza en una obra basada en las mitologías escadinava y anglosajona, escrita por un hombre muy católico. No va de que yo me vea identificado y tú no. No soy católico, anglosajón o escandinavo. Esto no va siquiera de que la serie sea buena o mala. Esta serie que Amazon nos ha traído con un marketing brillante sencillamente no es Tolkien. Y el hecho de que hayan usado su nombre porque es lo bastante importante para hacerles dinero, pero no lo bastante importante para que respeten su mensaje, su mundo y sus personajes es malicioso. El público mainstream no se dará cuenta, lo sé. El autor está muerto, así que no estará aquí para levantarse y defender su obra. Pero ello no significa que no se estén apropiando de sus derechos sin su permiso o el de sus herederos (Amazon solo posee los derechos de El señor de los anillos, con sus apéndices, y El Hobbit, no de esto).
¿Eso es todo? Eso es todo, sí. Han usado el nombre de un autor que nos es muy querido; han malogrado a su voluntad y sin permiso su obra y la han cambiado sin compasión.
Mi guerra es con Amazon. Es así de simple.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y no es algo tan difícil de creer, si te animas a investigar un poco.
Os animo a que busquéis este tipo de protestas en La casa del dragón o Sandman, series similares a esta con un 7,6 y un 7,0 por la audiencia aquí en Filmaffinity y un 84% en Rotten Tomatoes, donde más se está bombardeando Los anillos de poder, con un 36% por el público. Series con una buena representación femenina, de la comunidad negra y amigables con lo LGTB. No nos vas a ver atacando esos shows del mismo modo ni en estos números masivos, y es porque no es eso contra lo que la mayoría de los fans de Tolkien nos levantamos. No somos los ogros sexistas, anti-raza, anti-trans, anti-todo que la prensa hace de nosotros. Solo defendemos algo que nos es querido, y de ahí el título. Pues con un marketing, como describía, brillante, han conseguido que nos peleemos por política, desviándonos del problema real, el hecho de que se están apropiando de algo por lo que no han pagado, de un producto por el que, con razón, se habían negado a venderles los derechos.
¿Os imagináis que ahora llegara un pintor sin nombre y dijera que él puede rehacer la Mona Lisa más adecuada a los tiempos actuales? ¿Que Leonardo da Vinci era un viejuno casposo y su obra se puede hacer mejor, readaptada? ¿Os imagináis lo mismo con El Quijote, con las Cuevas de Altamira, con La Flauta Mágica de Mozart? Obras que son patrimonio de la humanidad. No, ¿verdad? A este tipo de obras de arte se las honra; en casos muy excepcionales se producen remakes o adaptaciones, con el permiso y el respeto máximo a sus autores. Con respeto, repito. Con permiso.
No me alargo más. Es trágico que por desconocimiento la gente defienda la apropiación cultural engañosa, un movimiento digno del mismo Sauron, y de ahí esta crítica.
En palabras de Tolkien: "El mal no puede crear nada nuevo, solo puede corromper y arruinar lo que las fuerzas del bien inventaron o hicieron".
Yo acabo aquí. Ahora es tu turno, de que juzgues por ti mismo. Llámanos trolls, o cuanto quieras. Solo pensé que deberías saberlo.
Os animo a que busquéis este tipo de protestas en La casa del dragón o Sandman, series similares a esta con un 7,6 y un 7,0 por la audiencia aquí en Filmaffinity y un 84% en Rotten Tomatoes, donde más se está bombardeando Los anillos de poder, con un 36% por el público. Series con una buena representación femenina, de la comunidad negra y amigables con lo LGTB. No nos vas a ver atacando esos shows del mismo modo ni en estos números masivos, y es porque no es eso contra lo que la mayoría de los fans de Tolkien nos levantamos. No somos los ogros sexistas, anti-raza, anti-trans, anti-todo que la prensa hace de nosotros. Solo defendemos algo que nos es querido, y de ahí el título. Pues con un marketing, como describía, brillante, han conseguido que nos peleemos por política, desviándonos del problema real, el hecho de que se están apropiando de algo por lo que no han pagado, de un producto por el que, con razón, se habían negado a venderles los derechos.
¿Os imagináis que ahora llegara un pintor sin nombre y dijera que él puede rehacer la Mona Lisa más adecuada a los tiempos actuales? ¿Que Leonardo da Vinci era un viejuno casposo y su obra se puede hacer mejor, readaptada? ¿Os imagináis lo mismo con El Quijote, con las Cuevas de Altamira, con La Flauta Mágica de Mozart? Obras que son patrimonio de la humanidad. No, ¿verdad? A este tipo de obras de arte se las honra; en casos muy excepcionales se producen remakes o adaptaciones, con el permiso y el respeto máximo a sus autores. Con respeto, repito. Con permiso.
No me alargo más. Es trágico que por desconocimiento la gente defienda la apropiación cultural engañosa, un movimiento digno del mismo Sauron, y de ahí esta crítica.
En palabras de Tolkien: "El mal no puede crear nada nuevo, solo puede corromper y arruinar lo que las fuerzas del bien inventaron o hicieron".
Yo acabo aquí. Ahora es tu turno, de que juzgues por ti mismo. Llámanos trolls, o cuanto quieras. Solo pensé que deberías saberlo.
4
9 de diciembre de 2021
9 de diciembre de 2021
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie ha pasado de ser, a mis ojos, una producción sobre robos, no demasiado verosímiles pero entretenidos, a un despropósito por el que me resulta imposible interesarme.
Pero empezaré por el principio. Como en toda relación que merezca la pena ser mencionada, La casa de papel me atrajo en sus primeros compases. El robo a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en España se adivinaba divertido y muy palomitero. Su premisa: unos personajes con habilidades y personalidades de todas las índoles, un golpe imposible y un loco que había pasado los últimos veinte años en su sótano planeando ese golpe hasta el último detalle. Ingredientes para un heist más que apetecible, si me preguntan a mí. Uno de esos en los que renuncio un poco al realismo por el bien del más puro entretenimiento, y lo hago de buena gana.
Diré una cosa: La casa de papel no me decepcionó. E incluso iré más lejos: de la mano de un ritmo vertiginoso, unos giros de guion sorprendentes, decentes secuencias de acción, flashbacks que ahondaban en los personajes con acierto y algunas actuaciones notables (te miro a ti, Berlín), la serie superó mis expectativas. En sus dos primeras temporadas este atraco me atrapó hasta el punto de no poder dejar de mirar. Obvié algunas cosas difíciles de creer para hacerlo, pero no paré hasta verlo entero.
¿Por qué esta nota tan baja, entonces?
Pero empezaré por el principio. Como en toda relación que merezca la pena ser mencionada, La casa de papel me atrajo en sus primeros compases. El robo a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en España se adivinaba divertido y muy palomitero. Su premisa: unos personajes con habilidades y personalidades de todas las índoles, un golpe imposible y un loco que había pasado los últimos veinte años en su sótano planeando ese golpe hasta el último detalle. Ingredientes para un heist más que apetecible, si me preguntan a mí. Uno de esos en los que renuncio un poco al realismo por el bien del más puro entretenimiento, y lo hago de buena gana.
Diré una cosa: La casa de papel no me decepcionó. E incluso iré más lejos: de la mano de un ritmo vertiginoso, unos giros de guion sorprendentes, decentes secuencias de acción, flashbacks que ahondaban en los personajes con acierto y algunas actuaciones notables (te miro a ti, Berlín), la serie superó mis expectativas. En sus dos primeras temporadas este atraco me atrapó hasta el punto de no poder dejar de mirar. Obvié algunas cosas difíciles de creer para hacerlo, pero no paré hasta verlo entero.
¿Por qué esta nota tan baja, entonces?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pues bien, como reza el título de esta reseña... por la más pura avaricia de sus creadores. Porque, por alargar un producto ya acabado, a base de repetición y más repetición, han destrozado lo que ellos mismos habían creado.
Y es que ya no existe verosimilitud en la trama, que hace aguas por todas partes. Por poner un par de ejemplos en forma de pregunta. ¿En qué mundo dejaría con vida un coronel a unos terroristas que han robado las reservas de oro de su país? ¿A qué genio se le ocurriría ya no perdonarle la vida, sino dejar en libertad a quien conoce un secreto que le llevaría a la ruina? Si hubiera el más mínimo rastro de sentido común en la obra, un coronel derrotado enterraría bien hondo a quien tuviera conocimiento de su fracaso, de un fracaso que además llevaría a la destrucción de su patria y la suya propia, de saberse. Después de todo, llevan cinco temporadas intentando convencerme de que es un golpe imposible, contra la gente mejor preparada. Esa "gente" debería como mínimo tener sentido común, ¿no? Un extra, una pregunta más que se me plantea. ¿Qué pueblo en sus cabales saldría a las calles para animar entre lágrimas a quienes le están robando? En fin, solo existe una explicación. En La casa de papel, el ejército, la gente de a pie y, en resumen, todo el que no lleva un mono rojo y una máscara blanca es condenadamente imbécil.
Y por ahí sigo… los personajes. Ni siquiera los del mono rojo se salvan en los últimos capítulos de la serie. Denver cambia sus intereses amorosos como yo los calzoncillos cada mañana; Tokyo y Río, la misma historia; el Profesor, por clara necesidad del guion parece desesperado a cada escena, con lágrimas en los ojos, para al siguiente ratito revelarnos ¡una vez más! que su gran plan tenía un subapéndice mil punto cero punto uno punto dos que nadie conocía (ni siquiera él) y lo resuelve todo... te habías creído su tristeza, ¿eh?; Alicia Sierra, ojo a esta, que pasa de ser la mismísima descendiente de Hitler a la prima de Gandhi en un par de días con el Profesor; el hijo de Berlín, se nos muestra como un tipo dispuesto a robarle la esposa a su padre y el oro a su tío, aunque este lo necesite para negociar por su vida… y cambia su personalidad por la de un osito familiar y bien simpático por una nota. Sí, una nota que convenientemente no se nos muestra. Todos cambian su personalidad cuando el guion lo requiere, no porque sus personajes evolucionen. Aunque entiendo que es normal, que se confundan. Entre tanta borrachera, drama y vaivén romántico no deben saber si están en el Banco de España o en la mansión de Gran Hermano. Yo tampoco lo tengo claro.
Concluyo con lo que para mí es lo más importante, el trasfondo de la serie. La idea de "libertad por encima de todo". Esa que nos lleva diciendo desde los albores de la serie que ser ladrón mola tanto que: "aunque sepa que al final me costará la vida, lo acepto, y mientras tanto viviré en libertad”. Sí. Esa piedra angular básica y definitoria es la misma que desaparece por completo al final. Da igual que la serie llevara cocinando la idea a fuego lento desde sus comienzos. Da igual que Berlín muriera por ello o que el Profesor, en el clímax argumental de su personaje, reconociese ser un ladrón como su padre, que también murió por ello. O que ni uno ni dos, sino casi todos los miembros de la banda dijeran en repetidas ocasiones que ellos no eran de los que llegaban a viejos, o se dieran cuenta de que en esta ocasión habían rebasado la línea y se habían metido en un asunto que les quedaba grande, la guerra. En las últimas temporadas los dos mil discursos grandilocuentes, la ineptitud del ejército y un final solo digno del más feliz de los cuentos Disney desdicen lo dicho como pocas veces he visto.
En fin. Sencillamente es lo que hay. Me hubiera gustado ponerle un 6 a esta serie hace un par de temporadas. Pero ahora termina con un 4. Después de tanto delirio, lo único que ha quedado con algo de sentido ha sido su banda sonora. I don't care at all.
Y es que ya no existe verosimilitud en la trama, que hace aguas por todas partes. Por poner un par de ejemplos en forma de pregunta. ¿En qué mundo dejaría con vida un coronel a unos terroristas que han robado las reservas de oro de su país? ¿A qué genio se le ocurriría ya no perdonarle la vida, sino dejar en libertad a quien conoce un secreto que le llevaría a la ruina? Si hubiera el más mínimo rastro de sentido común en la obra, un coronel derrotado enterraría bien hondo a quien tuviera conocimiento de su fracaso, de un fracaso que además llevaría a la destrucción de su patria y la suya propia, de saberse. Después de todo, llevan cinco temporadas intentando convencerme de que es un golpe imposible, contra la gente mejor preparada. Esa "gente" debería como mínimo tener sentido común, ¿no? Un extra, una pregunta más que se me plantea. ¿Qué pueblo en sus cabales saldría a las calles para animar entre lágrimas a quienes le están robando? En fin, solo existe una explicación. En La casa de papel, el ejército, la gente de a pie y, en resumen, todo el que no lleva un mono rojo y una máscara blanca es condenadamente imbécil.
Y por ahí sigo… los personajes. Ni siquiera los del mono rojo se salvan en los últimos capítulos de la serie. Denver cambia sus intereses amorosos como yo los calzoncillos cada mañana; Tokyo y Río, la misma historia; el Profesor, por clara necesidad del guion parece desesperado a cada escena, con lágrimas en los ojos, para al siguiente ratito revelarnos ¡una vez más! que su gran plan tenía un subapéndice mil punto cero punto uno punto dos que nadie conocía (ni siquiera él) y lo resuelve todo... te habías creído su tristeza, ¿eh?; Alicia Sierra, ojo a esta, que pasa de ser la mismísima descendiente de Hitler a la prima de Gandhi en un par de días con el Profesor; el hijo de Berlín, se nos muestra como un tipo dispuesto a robarle la esposa a su padre y el oro a su tío, aunque este lo necesite para negociar por su vida… y cambia su personalidad por la de un osito familiar y bien simpático por una nota. Sí, una nota que convenientemente no se nos muestra. Todos cambian su personalidad cuando el guion lo requiere, no porque sus personajes evolucionen. Aunque entiendo que es normal, que se confundan. Entre tanta borrachera, drama y vaivén romántico no deben saber si están en el Banco de España o en la mansión de Gran Hermano. Yo tampoco lo tengo claro.
Concluyo con lo que para mí es lo más importante, el trasfondo de la serie. La idea de "libertad por encima de todo". Esa que nos lleva diciendo desde los albores de la serie que ser ladrón mola tanto que: "aunque sepa que al final me costará la vida, lo acepto, y mientras tanto viviré en libertad”. Sí. Esa piedra angular básica y definitoria es la misma que desaparece por completo al final. Da igual que la serie llevara cocinando la idea a fuego lento desde sus comienzos. Da igual que Berlín muriera por ello o que el Profesor, en el clímax argumental de su personaje, reconociese ser un ladrón como su padre, que también murió por ello. O que ni uno ni dos, sino casi todos los miembros de la banda dijeran en repetidas ocasiones que ellos no eran de los que llegaban a viejos, o se dieran cuenta de que en esta ocasión habían rebasado la línea y se habían metido en un asunto que les quedaba grande, la guerra. En las últimas temporadas los dos mil discursos grandilocuentes, la ineptitud del ejército y un final solo digno del más feliz de los cuentos Disney desdicen lo dicho como pocas veces he visto.
En fin. Sencillamente es lo que hay. Me hubiera gustado ponerle un 6 a esta serie hace un par de temporadas. Pero ahora termina con un 4. Después de tanto delirio, lo único que ha quedado con algo de sentido ha sido su banda sonora. I don't care at all.
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