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7.2
34,279
6
27 de enero de 2024
27 de enero de 2024
125 de 174 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando durante meses te han vendido una película como obra maestra, lo que no esperas es salir del cine pensando: "He visto Barbie". Y Barbie me gustó, pero no esperaba que Pobres criaturas me pareciera casi lo mismo, sólo que para un público menos generalista.
Pobres criaturas es una reinterpretación de Frankenstein en la cual el cerebro de una recién nacida es implantado en el cuerpo de una mujer adulta; igual que Barbie experimentaba el mundo humano desde la inocencia de quien sólo ha conocido una realidad ideal, Bella (Emma Stone) se enfrenta a la vida desde la inocencia de quien no ha sido maleado por los imperativos sociales.
La cinta está estructurada en episodios y cada uno de ellos tiene sus propias características visuales: del blanco y negro a la coloración más saturada, de planos en ojo de pez y gran angular a planos-detalle... Cada episodio se articula en un lugar diferente y, al tiempo que la estética va cambiando (ropa, escenarios, casi género), Bella va descubriendo y desarrollándose en el mundo.
Diría que la temática central de la película es la sexualidad femenina, vista desde la naturalidad de la inocencia y no capada por factores como la religión o el machismo estructural. En este sentido, el director busca generar impacto e incomodidad con escenas relativamente explícitas y contraponiendo el placer que la protagonista descubre con situaciones en que a la mujer éste le es arrebatado, como la prostitución o las relaciones de sometimiento y maltrato.
Lo que más me gustó de la película fue su parte inicial, el planteamiento de la "criatura" en un episodio de terror gótico que homenajea los clásicos en los que se basa e incluye elementos steampunk y gore, así como un doctor Frankenstein memorable e hilarante (enorme Willem Dafoe). También creo que es el momento en que Bella está mejor perfilada, ya que a partir de cierto punto tuve la sensación de que a alguien se le había olvidado que se suponía que nos estaba contando la historia de un personaje que por dentro es una niña; y es que esto me generó incredulidad en varios apartados, pues la película llega a un tratamiento del personaje que no encaja bien con esa supuesta edad mental (y omite problemas y traumas que Bella debería haber desarrollado con las vivencias que plantea). En el fondo, pienso que hay un sacrificio consciente de esta consistencia del personaje en favor de explorar el tema del sexo, y aun así cuando acabó la cinta tuve la sensación de que había pasado por todo de puntillas, sin profundizar y sin arriesgarse; la encontré demasiado complaciente para el planteamiento tan atrevido del que partía.
Así que sí: para mí, es una Barbie dirigida a un público más adulto y (quizá) cultureta. Artísticamente es una maravilla, incluso cuando llega a saturar al espectador de tanto elemento distinto condensado en dos horas (la reinterpretación arquitectónica de París es mi sueño erótico); se libera de las americanadas que no me gustaron de la peli de Greta Gerwig y muestra una interpretación maravillosa y directa al Oscar de Emma Stone. Seguro que se va a quedar en mi cabeza dando vueltas bastante tiempo y que voy a volver a su imaginario un montón de veces. Ahora, también pienso que la historia en sí, desnuda de artificios, se queda en sosa y poco arriesgada.
Pobres criaturas es una reinterpretación de Frankenstein en la cual el cerebro de una recién nacida es implantado en el cuerpo de una mujer adulta; igual que Barbie experimentaba el mundo humano desde la inocencia de quien sólo ha conocido una realidad ideal, Bella (Emma Stone) se enfrenta a la vida desde la inocencia de quien no ha sido maleado por los imperativos sociales.
La cinta está estructurada en episodios y cada uno de ellos tiene sus propias características visuales: del blanco y negro a la coloración más saturada, de planos en ojo de pez y gran angular a planos-detalle... Cada episodio se articula en un lugar diferente y, al tiempo que la estética va cambiando (ropa, escenarios, casi género), Bella va descubriendo y desarrollándose en el mundo.
Diría que la temática central de la película es la sexualidad femenina, vista desde la naturalidad de la inocencia y no capada por factores como la religión o el machismo estructural. En este sentido, el director busca generar impacto e incomodidad con escenas relativamente explícitas y contraponiendo el placer que la protagonista descubre con situaciones en que a la mujer éste le es arrebatado, como la prostitución o las relaciones de sometimiento y maltrato.
Lo que más me gustó de la película fue su parte inicial, el planteamiento de la "criatura" en un episodio de terror gótico que homenajea los clásicos en los que se basa e incluye elementos steampunk y gore, así como un doctor Frankenstein memorable e hilarante (enorme Willem Dafoe). También creo que es el momento en que Bella está mejor perfilada, ya que a partir de cierto punto tuve la sensación de que a alguien se le había olvidado que se suponía que nos estaba contando la historia de un personaje que por dentro es una niña; y es que esto me generó incredulidad en varios apartados, pues la película llega a un tratamiento del personaje que no encaja bien con esa supuesta edad mental (y omite problemas y traumas que Bella debería haber desarrollado con las vivencias que plantea). En el fondo, pienso que hay un sacrificio consciente de esta consistencia del personaje en favor de explorar el tema del sexo, y aun así cuando acabó la cinta tuve la sensación de que había pasado por todo de puntillas, sin profundizar y sin arriesgarse; la encontré demasiado complaciente para el planteamiento tan atrevido del que partía.
Así que sí: para mí, es una Barbie dirigida a un público más adulto y (quizá) cultureta. Artísticamente es una maravilla, incluso cuando llega a saturar al espectador de tanto elemento distinto condensado en dos horas (la reinterpretación arquitectónica de París es mi sueño erótico); se libera de las americanadas que no me gustaron de la peli de Greta Gerwig y muestra una interpretación maravillosa y directa al Oscar de Emma Stone. Seguro que se va a quedar en mi cabeza dando vueltas bastante tiempo y que voy a volver a su imaginario un montón de veces. Ahora, también pienso que la historia en sí, desnuda de artificios, se queda en sosa y poco arriesgada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuanto más pienso en ella a posteriori, más tengo la sensación de que hay más de la fantasía masculina de quien la ha escrito que de una historia real de liberación bien planteada. Sin entrar en otras cosas más problemáticas.

5.8
3,518
2
26 de mayo de 2019
26 de mayo de 2019
76 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de estas dos mujeres, tan viral en los últimos años, era un caramelo para cualquier director, y más para una Coixet que supuestamente es maestra en retratar emociones y conflictos.
Elisa y Marcela empieza bien, correcta, pero a medida que avanza se va desinflando.
Los personajes protagonistas transmiten muy poco. Marcela es la que lleva el peso y la actriz realiza un trabajo correcto, pero olvidable. Elisa es una seta.
La fotografía y el blanco y negro no aportan nada interesante, y el hecho de haber rodado en Galicia es totalmente anecdótico porque ni se ven apenas exteriores, ni la mayoría de actores son gallegos o fingen serlo, sino que hablan como castellanos de la Meseta.
Hay un par de momentos intensitos en plan "cine de autor" que parecen pegotes en una cinta tan poco creativa.
Al rural gallego se lo presenta como bárbaro y bruto, sin atisbo de luz en ninguno de los personajes secundarios y sin análisis de la situación.
La historia avanza por una relación que se desarrolla con la naturalidad del pensamiento de 2019; los personajes no se plantean nada, no manifiestan ningún tipo de inseguridad al tocarse por primera vez, no se enfrentan a ninguna duda personal. Al mismo tiempo, no hay consecuencias ni se le da peso alguno a lo que la sociedad piensa de ellas, al maltrato que se les da por ser pareja. Se pone un plano de pedradas y ya se olvida por completo.
Los personajes secundarios son una masa informe que sólo está ahí para sustentar un panfleto pobre, pero es llamativo que sean todos tan planos. Ejemplo: la familia de Marcela, compuesta por el típico patriarca autoritario que tiene sometida a su esposa; y dicha esposa, que se comporta como una ovejita pero resulta que a escondidas lee a Emilia Pardo Bazán. ¿Quién dijo cringe?
Mención aparte merece el retrato de Portugal. Porque, si bien Galicia tenía poco de Galicia y los actores hablaban como salmantinos, al menos no eran gente tan famosa como Lluís Homar inventándose el idioma portugués (en VOSE) mientras cuenta chistes de españoles. Oporto aparece a través de imágenes de archivo y personajes claramente no portugueses que ni siquiera han tomado una clase o recibido el guión en portugués.
Y ahí aparece un contraste curioso: portugueses buenos y modernos, "gallegos de aldea" y españoles brutos y bárbaros. Ok, Isabel.
El final es otro gran cringe, pero ya se acumulan demasiados.
En fin, un despropósito. Cero profundidad, escenas de sexo de todo menos emocionantes, localizaciones que no imprimen su identidad en la narración, secundarios planos y protagonistas casi igual de planas.
Elisa y Marcela merecían un poco de respeto por su historia.
Elisa y Marcela empieza bien, correcta, pero a medida que avanza se va desinflando.
Los personajes protagonistas transmiten muy poco. Marcela es la que lleva el peso y la actriz realiza un trabajo correcto, pero olvidable. Elisa es una seta.
La fotografía y el blanco y negro no aportan nada interesante, y el hecho de haber rodado en Galicia es totalmente anecdótico porque ni se ven apenas exteriores, ni la mayoría de actores son gallegos o fingen serlo, sino que hablan como castellanos de la Meseta.
Hay un par de momentos intensitos en plan "cine de autor" que parecen pegotes en una cinta tan poco creativa.
Al rural gallego se lo presenta como bárbaro y bruto, sin atisbo de luz en ninguno de los personajes secundarios y sin análisis de la situación.
La historia avanza por una relación que se desarrolla con la naturalidad del pensamiento de 2019; los personajes no se plantean nada, no manifiestan ningún tipo de inseguridad al tocarse por primera vez, no se enfrentan a ninguna duda personal. Al mismo tiempo, no hay consecuencias ni se le da peso alguno a lo que la sociedad piensa de ellas, al maltrato que se les da por ser pareja. Se pone un plano de pedradas y ya se olvida por completo.
Los personajes secundarios son una masa informe que sólo está ahí para sustentar un panfleto pobre, pero es llamativo que sean todos tan planos. Ejemplo: la familia de Marcela, compuesta por el típico patriarca autoritario que tiene sometida a su esposa; y dicha esposa, que se comporta como una ovejita pero resulta que a escondidas lee a Emilia Pardo Bazán. ¿Quién dijo cringe?
Mención aparte merece el retrato de Portugal. Porque, si bien Galicia tenía poco de Galicia y los actores hablaban como salmantinos, al menos no eran gente tan famosa como Lluís Homar inventándose el idioma portugués (en VOSE) mientras cuenta chistes de españoles. Oporto aparece a través de imágenes de archivo y personajes claramente no portugueses que ni siquiera han tomado una clase o recibido el guión en portugués.
Y ahí aparece un contraste curioso: portugueses buenos y modernos, "gallegos de aldea" y españoles brutos y bárbaros. Ok, Isabel.
El final es otro gran cringe, pero ya se acumulan demasiados.
En fin, un despropósito. Cero profundidad, escenas de sexo de todo menos emocionantes, localizaciones que no imprimen su identidad en la narración, secundarios planos y protagonistas casi igual de planas.
Elisa y Marcela merecían un poco de respeto por su historia.

6.8
23,108
7
25 de junio de 2022
25 de junio de 2022
68 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elvis es uno de los mayores artistas de la historia de la música y el entretenimiento; sin embargo, su carrera podría haber llegado mucho más lejos.
En esta cinta se nos cuenta, a buen ritmo y con una inteligente elección de los recursos narrativos, cómo surgió el fenómeno, a qué obstáculos se tuvo que enfrentar y cómo a sus cuarenta acabó siendo una atracción fija en Las Vegas.
El montaje del director me parece todo un acierto, fresco y dinámico, sin miedo. La interpretación de Austin Butler es muy buena y, sumada a la caracterización, hace que estemos viendo en todo momento al rey del rock, sin ninguna duda. También me gusta cómo se aprovecha la biografía de Elvis para narrarnos los acontecimientos más importantes de la historia de Estados Unidos durante esa época, así como el efecto que tenían sobre la sociedad y sobre el artista. Otro enorme acierto es el homenaje a la música negra, poniendo también de relieve cómo Elvis triunfó haciendo esa música porque él era blanco.
Mi gran problema con la cinta es que, aunque como he dicho Butler hipnotiza, no se llega a profundizar en la personalidad de Presley. Se nos cuenta de dónde viene, por qué se mete en el mundo artístico, qué errores comete, cómo se enamora de Priscilla (me hizo ilusión ver en la gran pantalla a Olivia Dejonge), cómo es un adicto al escenario. Sin embargo, salí del cine sin llegar a tener muy claro quién era, cómo veía cuanto le estaba pasando.
A cambio de esa información, lo que sí obtenemos es un papel en mi opinión excesivamente grande y caricaturesco de su mánager, interpretado por Tom Hanks, que me pregunto si habría sido tan relevante de haberlo hecho un actor de menor renombre. El Coronel no sólo es el narrador de la película, sino que está presente en pantalla tanto como el propio Elvis y protagoniza escenas dignas de villano Disney. Si lo que buscaban era contar la historia del mánager y cómo sangró a Elvis toda su vida, habría gestionado el personaje y la narración de otra forma; tal como se desarrolla la cinta, sus escenas me dieron un poco de vergüenza ajena y me estropearon la que por lo demás me parece una película muy digna y que homenajea con mucha clase a un artista icónico e inolvidable.
En esta cinta se nos cuenta, a buen ritmo y con una inteligente elección de los recursos narrativos, cómo surgió el fenómeno, a qué obstáculos se tuvo que enfrentar y cómo a sus cuarenta acabó siendo una atracción fija en Las Vegas.
El montaje del director me parece todo un acierto, fresco y dinámico, sin miedo. La interpretación de Austin Butler es muy buena y, sumada a la caracterización, hace que estemos viendo en todo momento al rey del rock, sin ninguna duda. También me gusta cómo se aprovecha la biografía de Elvis para narrarnos los acontecimientos más importantes de la historia de Estados Unidos durante esa época, así como el efecto que tenían sobre la sociedad y sobre el artista. Otro enorme acierto es el homenaje a la música negra, poniendo también de relieve cómo Elvis triunfó haciendo esa música porque él era blanco.
Mi gran problema con la cinta es que, aunque como he dicho Butler hipnotiza, no se llega a profundizar en la personalidad de Presley. Se nos cuenta de dónde viene, por qué se mete en el mundo artístico, qué errores comete, cómo se enamora de Priscilla (me hizo ilusión ver en la gran pantalla a Olivia Dejonge), cómo es un adicto al escenario. Sin embargo, salí del cine sin llegar a tener muy claro quién era, cómo veía cuanto le estaba pasando.
A cambio de esa información, lo que sí obtenemos es un papel en mi opinión excesivamente grande y caricaturesco de su mánager, interpretado por Tom Hanks, que me pregunto si habría sido tan relevante de haberlo hecho un actor de menor renombre. El Coronel no sólo es el narrador de la película, sino que está presente en pantalla tanto como el propio Elvis y protagoniza escenas dignas de villano Disney. Si lo que buscaban era contar la historia del mánager y cómo sangró a Elvis toda su vida, habría gestionado el personaje y la narración de otra forma; tal como se desarrolla la cinta, sus escenas me dieron un poco de vergüenza ajena y me estropearon la que por lo demás me parece una película muy digna y que homenajea con mucha clase a un artista icónico e inolvidable.

4.2
2,370
2
31 de agosto de 2024
31 de agosto de 2024
38 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a intentar en este apartado sin spoilers juzgar la cinta por sí misma, sin compararla demasiado con la maravilla de 1994. Enumero todos los apartados que me parecieron mediocres:
-Demasiado tiempo dedicado a contarnos quiénes son los personajes y cómo se conocen, para que el resultado de esta inversión sea muy pobre: Eric está triste y en un centro de menores sin que nunca sepamos por qué, la relación surge de la nada sin transmitir emociones, apenas hay química entre los actores, la sucesión de escenas románticas está manida y no dice nada.
-No hay un sentido del ritmo narrativo. Se dedica tanto tiempo a la presentación, que la trama principal de venganza se queda como un eco, como algo secundario. A partir del comienzo de la historia de venganza, el montaje es muy torpe, el desarrollo del protagonista es inorgánico y cambia de personalidad a marchas forzadas.
-Coreografías de lucha muy forzadas, poco creíbles y poco interesantes. Aburren.
-No parece haber una propuesta estética coherente. La película parece transcurrir en el Detroit actual por los nombres de las calles, pero se nos muestran sin ton ni son entornos marginales y otros de la alta sociedad. Ninguno parece aportar nada ni tener nada que decir sobre la historia.
-Los villanos dan vergüenza ajena. Aparte de no tener carisma, el hecho de haber querido darles a los malos una motivación más allá que los relacione de una forma menos fortuita con el asesinato hace que el espectador se quede esperando más explicaciones, algo de coherencia, algo de interés. Es casi un McGuffin lo que plantea la cinta y para eso no genera interés en ningún momento.
-La banda sonora podría ser peor, pero en general hay demasiados momentos donde molesta, no va acorde con las escenas y sobre todo no suma.
-No niego que Bill Skarsgard sea un buen actor, pero en este papel no brilla en absoluto. De hecho, el principal problema de la cinta para mí es que este Eric es un personaje sin ningún tipo de carisma: en la primera parte de la cinta es un chaval triste que se deja llevar por el enamoramiento hacia Shelly; en la segunda parte, es un peón del personaje que aparece en el Purgatorio para guiarle: la venganza nunca surge de Eric sino que es este personaje random el que le dice que debe vengarse. Cuando Eric rompe con su parte más humana y opta por la violencia, parece un robot que actúa sin ton ni son guiado por aquello en lo que lo han convertido y no por un deseo personal de buscar justicia por medio de la venganza.
-Hay pocos personajes más allá de Shelly y Eric, pero ninguno aporta nada. El amigo de Eric, el gurú del inframundo, los malos secundarios, el amigo de Shelly... Todos sin carisma, sin personalidad, sin aportar nada a la trama y sin interés.
Tengo la sensación de que en realidad, como película independiente y sin referencias, se puede dejar ver dentro de su mediocridad; como nueva entrega de El Cuervo, simplemente me parece una broma de mal gusto y me pregunto en qué momento James O'Barr interviene y le da el visto bueno (suponiendo que lo haya hecho).
Abstenerse fans de El Cuervo.
En los spoilers procedo a hacer comparaciones con la peli de 1994/el cómic.
-Demasiado tiempo dedicado a contarnos quiénes son los personajes y cómo se conocen, para que el resultado de esta inversión sea muy pobre: Eric está triste y en un centro de menores sin que nunca sepamos por qué, la relación surge de la nada sin transmitir emociones, apenas hay química entre los actores, la sucesión de escenas románticas está manida y no dice nada.
-No hay un sentido del ritmo narrativo. Se dedica tanto tiempo a la presentación, que la trama principal de venganza se queda como un eco, como algo secundario. A partir del comienzo de la historia de venganza, el montaje es muy torpe, el desarrollo del protagonista es inorgánico y cambia de personalidad a marchas forzadas.
-Coreografías de lucha muy forzadas, poco creíbles y poco interesantes. Aburren.
-No parece haber una propuesta estética coherente. La película parece transcurrir en el Detroit actual por los nombres de las calles, pero se nos muestran sin ton ni son entornos marginales y otros de la alta sociedad. Ninguno parece aportar nada ni tener nada que decir sobre la historia.
-Los villanos dan vergüenza ajena. Aparte de no tener carisma, el hecho de haber querido darles a los malos una motivación más allá que los relacione de una forma menos fortuita con el asesinato hace que el espectador se quede esperando más explicaciones, algo de coherencia, algo de interés. Es casi un McGuffin lo que plantea la cinta y para eso no genera interés en ningún momento.
-La banda sonora podría ser peor, pero en general hay demasiados momentos donde molesta, no va acorde con las escenas y sobre todo no suma.
-No niego que Bill Skarsgard sea un buen actor, pero en este papel no brilla en absoluto. De hecho, el principal problema de la cinta para mí es que este Eric es un personaje sin ningún tipo de carisma: en la primera parte de la cinta es un chaval triste que se deja llevar por el enamoramiento hacia Shelly; en la segunda parte, es un peón del personaje que aparece en el Purgatorio para guiarle: la venganza nunca surge de Eric sino que es este personaje random el que le dice que debe vengarse. Cuando Eric rompe con su parte más humana y opta por la violencia, parece un robot que actúa sin ton ni son guiado por aquello en lo que lo han convertido y no por un deseo personal de buscar justicia por medio de la venganza.
-Hay pocos personajes más allá de Shelly y Eric, pero ninguno aporta nada. El amigo de Eric, el gurú del inframundo, los malos secundarios, el amigo de Shelly... Todos sin carisma, sin personalidad, sin aportar nada a la trama y sin interés.
Tengo la sensación de que en realidad, como película independiente y sin referencias, se puede dejar ver dentro de su mediocridad; como nueva entrega de El Cuervo, simplemente me parece una broma de mal gusto y me pregunto en qué momento James O'Barr interviene y le da el visto bueno (suponiendo que lo haya hecho).
Abstenerse fans de El Cuervo.
En los spoilers procedo a hacer comparaciones con la peli de 1994/el cómic.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Uno de los errores más tremendos de este remake, para mí, es la ausencia de Sarah/Sherri. Tanto en el cómic como en la película, Sarah es el personaje que humaniza a Eric, que le conecta con el mundo y no le permite convertirse del todo en un monstruo. Pero claro, en esta versión descafeinada, Eric después de la muerte sigue siendo el menda triste que ya era antes, así que quizá tampoco necesite esa conexión. Para mí, haberse cargado así la esencia del protagonista y haber prescindido de un personaje tan importante como el de la niña que representa la inocencia, es no entender en absoluto de qué va la obra original.
-¿¿¿El cuervo (el ave)??? ¿Alguien me explica qué ha pasado? El cuervo se supone que guía el alma de la persona que vuelve a la vida, pero en esta cinta simplemente revolotea detrás de Eric en un par de planos. Quien guía a Eric en este remake es el señor del Purgatorio, que a saber de dónde sale y por qué después es un policía vivo, y el cuervo ni pincha ni corta. De hecho, da la sensación de que alguien en postproducción se acordó de que se suponía que debía haber un cuervo y entonces metió cuatro primeros planos del animal copiados de la peli del 1994, y pista.
-Eric es un sujeto pasivo de todo lo que le sucede. No vemos ni rastro del dolor insoportable al despertarse y entender lo que le ha pasado, ni un atisbo del ansia de venganza, en ningún momento parece dueño de sus actos. El Eric de Brandon Lee perdía la cabeza, enloquecía y se convertía en un auténtico monstruo, pero había conexiones personales que lo humanizaban y recuerdos que lo retorcían de dolor. Este Eric tiene algún momento interpretativo interesante al final, cuando va en plan autómata matando a todo el mundo sin ton ni son, pero ni siquiera ahí es dueño de sí mismo, ya que actúa de ese modo no por el dolor ni por el ansia de justicia, sino por la sangre negra que le han inyectado (totalmente innecesario también esto).
-Hay varias frases y planos calcados de la peli de 1994 a modo de homenaje, pero están tan mal metidos que sólo dan vergüenza ajena. Que las palabras iniciales de la película de Proyas, pronunciadas entonces por Sarah, las diga un random en ese recurso inventado del Purgatorio, me parece una falta de respeto a aquello que se supone que está homenajeando.
-Los villanos de la peli original y del cómic son ridículos, pero en el buen sentido: representan lo peor de la sociedad, empastan perfectamente con ese Detroit oscuro y de bajos fondos y parecen dar vida a la banda sonora maravillosa de 1994. En este caso, los villanos son unos señorones de clase alta que van a la ópera y por lo que sea son inmortales y no sé qué chorradas; no entretienen, no despiertan nada, no aportan, no pegan con la estética del resto de la película y no dicen nada sobre el contexto porque parece que el contexto tampoco importa. Los enfrentamientos medio copiados de la original, como el del coche o el de la bañera, se quedan tan a medio gas que no impactan en absoluto, cuando se están basando en escenas icónicas.
-¿¿¿El cuervo (el ave)??? ¿Alguien me explica qué ha pasado? El cuervo se supone que guía el alma de la persona que vuelve a la vida, pero en esta cinta simplemente revolotea detrás de Eric en un par de planos. Quien guía a Eric en este remake es el señor del Purgatorio, que a saber de dónde sale y por qué después es un policía vivo, y el cuervo ni pincha ni corta. De hecho, da la sensación de que alguien en postproducción se acordó de que se suponía que debía haber un cuervo y entonces metió cuatro primeros planos del animal copiados de la peli del 1994, y pista.
-Eric es un sujeto pasivo de todo lo que le sucede. No vemos ni rastro del dolor insoportable al despertarse y entender lo que le ha pasado, ni un atisbo del ansia de venganza, en ningún momento parece dueño de sus actos. El Eric de Brandon Lee perdía la cabeza, enloquecía y se convertía en un auténtico monstruo, pero había conexiones personales que lo humanizaban y recuerdos que lo retorcían de dolor. Este Eric tiene algún momento interpretativo interesante al final, cuando va en plan autómata matando a todo el mundo sin ton ni son, pero ni siquiera ahí es dueño de sí mismo, ya que actúa de ese modo no por el dolor ni por el ansia de justicia, sino por la sangre negra que le han inyectado (totalmente innecesario también esto).
-Hay varias frases y planos calcados de la peli de 1994 a modo de homenaje, pero están tan mal metidos que sólo dan vergüenza ajena. Que las palabras iniciales de la película de Proyas, pronunciadas entonces por Sarah, las diga un random en ese recurso inventado del Purgatorio, me parece una falta de respeto a aquello que se supone que está homenajeando.
-Los villanos de la peli original y del cómic son ridículos, pero en el buen sentido: representan lo peor de la sociedad, empastan perfectamente con ese Detroit oscuro y de bajos fondos y parecen dar vida a la banda sonora maravillosa de 1994. En este caso, los villanos son unos señorones de clase alta que van a la ópera y por lo que sea son inmortales y no sé qué chorradas; no entretienen, no despiertan nada, no aportan, no pegan con la estética del resto de la película y no dicen nada sobre el contexto porque parece que el contexto tampoco importa. Los enfrentamientos medio copiados de la original, como el del coche o el de la bañera, se quedan tan a medio gas que no impactan en absoluto, cuando se están basando en escenas icónicas.

6.4
4,799
8
4 de enero de 2013
4 de enero de 2013
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rurouni Kenshin se encuentra en el altar de las historias que me han cambiado y emocionado hasta el punto de ser capaz de devorarlas una y otra vez y seguir enamorándome, y creo que soy difícil como público cuando se trata de algo que realmente me gusta, así que esta película debe de estar bastante bien hecha cuando me ha gustado tanto.
Para empezar, la historia es diferente a la del manga original. A fin de introducir en un par de horas el primer arco del manga, necesitaban condensar los acontecimientos y reducirlos de manera que solamente hubiera uno o dos villanos grandes. Ha sido el propio Nobuhiro Watsuki el encargado de mover los hilos y hacer todo encajar, y en este sentido creo que se ha hecho un gran trabajo para que todo quedara en su lugar sin mancillar la historia original. En fin, que tenemos a Jine Udo trabajando a las órdenes de Kanryu Takeda y a Hajime Saito metido en el asunto desde el principio; sin descuidar la forma en que Kaoru y Kenshin se conocían en el manga y sin olvidarnos de los siempre queridos y entrañables personajes principales.
La historia no sólo está bien llevada argumentalmente, sino que además ha habido un interesantísimo trabajo de adaptación al cine de carne y hueso, y se ha sabido hacer que cada pequeño detalle resultara realista: desde la cicatriz de Kenshin, pasando por la ambientación, hasta las interacciones entre los personajes. Incluso las batallas, que se han mantenido un poco exageradas para no alejarse demasiado del manga, están medidas y modificadas de forma que no resulten excesivamente fantasiosas.
Los personajes están bastante bien caracterizados y las interpretaciones son buenas. De Kenshin se dejan ver varias caras, y Takeru Sato es AMOR; para mí ha sido una elección acertadísima. Emi Takei también me gusta como Kaoru; es cierto que el guión no permite que la fortaleza y valentía de Kaoru se vean en todo su esplendor, pero la actriz lo hace bien. Sanosuke (Munetaka Aoki) tiene momentos tan Sanosuke que yo lo amo y ya está, pese a que me habría gustado verle interactuar con Megumi (Yu Aoi), quien, por cierto, es guapísima y traduce a la perfección las distintas facetas del personaje. Repito que me han gustado mucho Teruyuki Kagawa como Kanryu, y Koji Kikkawa como Jine. Taketo Tanaka es el Yahiko perfecto, al menos aparentemente.
Para empezar, la historia es diferente a la del manga original. A fin de introducir en un par de horas el primer arco del manga, necesitaban condensar los acontecimientos y reducirlos de manera que solamente hubiera uno o dos villanos grandes. Ha sido el propio Nobuhiro Watsuki el encargado de mover los hilos y hacer todo encajar, y en este sentido creo que se ha hecho un gran trabajo para que todo quedara en su lugar sin mancillar la historia original. En fin, que tenemos a Jine Udo trabajando a las órdenes de Kanryu Takeda y a Hajime Saito metido en el asunto desde el principio; sin descuidar la forma en que Kaoru y Kenshin se conocían en el manga y sin olvidarnos de los siempre queridos y entrañables personajes principales.
La historia no sólo está bien llevada argumentalmente, sino que además ha habido un interesantísimo trabajo de adaptación al cine de carne y hueso, y se ha sabido hacer que cada pequeño detalle resultara realista: desde la cicatriz de Kenshin, pasando por la ambientación, hasta las interacciones entre los personajes. Incluso las batallas, que se han mantenido un poco exageradas para no alejarse demasiado del manga, están medidas y modificadas de forma que no resulten excesivamente fantasiosas.
Los personajes están bastante bien caracterizados y las interpretaciones son buenas. De Kenshin se dejan ver varias caras, y Takeru Sato es AMOR; para mí ha sido una elección acertadísima. Emi Takei también me gusta como Kaoru; es cierto que el guión no permite que la fortaleza y valentía de Kaoru se vean en todo su esplendor, pero la actriz lo hace bien. Sanosuke (Munetaka Aoki) tiene momentos tan Sanosuke que yo lo amo y ya está, pese a que me habría gustado verle interactuar con Megumi (Yu Aoi), quien, por cierto, es guapísima y traduce a la perfección las distintas facetas del personaje. Repito que me han gustado mucho Teruyuki Kagawa como Kanryu, y Koji Kikkawa como Jine. Taketo Tanaka es el Yahiko perfecto, al menos aparentemente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los distintos escenarios son francamente impresionantes, con mención especial al Akabeko y al dojo Kamiya. La cantidad de escenas que nos recuerdan al manga y al anime es espectacular, y ésta es una de las razones por las que me ha convencido tanto: aparecen Tae, Tsubame, el comisario, el médico, ¡Kogoro Katsura (ese hombre era Kogoro Katsura y esto es así)!, incluso Tomoe... No esperaba que incluyeran nada del pasado de Kenshin, pero lo hacen y nos insinúan lo ocurrido, y podemos ver los pétalos de cerezo cayendo sobre el cadáver de un joven samurai que no quería morir. Para mí son estas pequeñas cosas las que hacen que una película que podía estar bien, sea fantástica. Alguien que no sepa nada de Rurouni Kenshin no lo notará, pero los fans agradecemos estos guiños. Otro que quiero destacar alude a Aoshi, o eso quiero pensar, ya que Kenshin y el amago de Hannya del que hablaré en un momento pelean en una biblioteca que hace evocar aquella otra, en la guarida de Shishio, donde Kenshin se enfrentó al líder del Oniwaban. Y es que no, Aoshi no aparece en esta película, pero nadie se olvida de él.
Hay tantos diálogos y frases sacados del manga, que alguien que ame la historia no puede evitar emocionarse. La filosofía de Kenshin está presente todo el tiempo, asomando tímidamente tras la encantadora sonrisa de Takeru Sato. Incluso aparece esa escena tan mítica de Ken regresando al dojo que el propio Watsuki reconoció haber copiado del anime.
Jine Udo resulta un villano muy interesante, si bien no se acaba de explicar de dónde viene su obsesión con Kenshin ni en qué consiste su técnica; vamos, que el Shin no Ippo casi queda como un truco de magia más que como una técnica hipnótica, pero tampoco importa demasiado. Kanryu se ve todo lo ridículo que debe verse,, y además me ha parecido muy bien interpretado.
En cuanto a los puntos negativos, sí, los hay, y unos duelen más que otros. Personalmente, me ha dolido el Oniwabanshu. No se dice en ningún momento que esos dos esbirros de Kanryu sean ellos, por lo que creo que no pretenden colárnoslos como Shikijo y Hannya, sino más bien valerse de su caracterización para integrar en la historia dos enemigos más, pero duele. Adoro al Oniwaban y especialmente a Hannya. Es un personaje con una historia devastadora y un aspecto inconfundible. En la película han metido a un gótico que parece más salido de Gantz que de la era Meiji. Sé que no es Hannya ni nos lo quieren colar como tal, pero me da pena que se haya utilizado la imagen del personaje de esta manera.
Más peros son la pelea entre Saito y Kenshin, y el escaso papel de Yahiko. Respecto a lo segundo, no había tiempo para todo, pero me habría gustado verlo entrenar; al menos su carácter se intuye bastante y el niño es encantador. Y, sobre la batalla entre Saito y Kenshin, simplemente desaparece. Que sí, pelean, pero Kenshin apenas se defiende y desde luego no revive ese odio ancestral por el capitán de la tercera división del Shinsengumi. Querían reservarse el duelo interno de Kenshin para la pelea con Jine, pero también querían incluir a Saito, así que lo más lógico era esto, pero de todas maneras es una parte sustancial del manga que se han saltado. Por cierto, que Saito es diestro todo el tiempo hasta que utiliza el Gatotsu y lo ejecuta con la mano izquierda.
En fin, que a mí me han dejado satisfecha pese al gran pero que es Hannya. Y es que la película es buena, es muy buena, y para mí ese personaje es lo que más la fastidia. Como todo lo demás resulta fantástico y me llena el corazón, obviaré ese detalle y cruzaré los dedos por que la secuela que ya está en las mentes de los creativos sea, como mínimo, igual de buena.
Hay tantos diálogos y frases sacados del manga, que alguien que ame la historia no puede evitar emocionarse. La filosofía de Kenshin está presente todo el tiempo, asomando tímidamente tras la encantadora sonrisa de Takeru Sato. Incluso aparece esa escena tan mítica de Ken regresando al dojo que el propio Watsuki reconoció haber copiado del anime.
Jine Udo resulta un villano muy interesante, si bien no se acaba de explicar de dónde viene su obsesión con Kenshin ni en qué consiste su técnica; vamos, que el Shin no Ippo casi queda como un truco de magia más que como una técnica hipnótica, pero tampoco importa demasiado. Kanryu se ve todo lo ridículo que debe verse,, y además me ha parecido muy bien interpretado.
En cuanto a los puntos negativos, sí, los hay, y unos duelen más que otros. Personalmente, me ha dolido el Oniwabanshu. No se dice en ningún momento que esos dos esbirros de Kanryu sean ellos, por lo que creo que no pretenden colárnoslos como Shikijo y Hannya, sino más bien valerse de su caracterización para integrar en la historia dos enemigos más, pero duele. Adoro al Oniwaban y especialmente a Hannya. Es un personaje con una historia devastadora y un aspecto inconfundible. En la película han metido a un gótico que parece más salido de Gantz que de la era Meiji. Sé que no es Hannya ni nos lo quieren colar como tal, pero me da pena que se haya utilizado la imagen del personaje de esta manera.
Más peros son la pelea entre Saito y Kenshin, y el escaso papel de Yahiko. Respecto a lo segundo, no había tiempo para todo, pero me habría gustado verlo entrenar; al menos su carácter se intuye bastante y el niño es encantador. Y, sobre la batalla entre Saito y Kenshin, simplemente desaparece. Que sí, pelean, pero Kenshin apenas se defiende y desde luego no revive ese odio ancestral por el capitán de la tercera división del Shinsengumi. Querían reservarse el duelo interno de Kenshin para la pelea con Jine, pero también querían incluir a Saito, así que lo más lógico era esto, pero de todas maneras es una parte sustancial del manga que se han saltado. Por cierto, que Saito es diestro todo el tiempo hasta que utiliza el Gatotsu y lo ejecuta con la mano izquierda.
En fin, que a mí me han dejado satisfecha pese al gran pero que es Hannya. Y es que la película es buena, es muy buena, y para mí ese personaje es lo que más la fastidia. Como todo lo demás resulta fantástico y me llena el corazón, obviaré ese detalle y cruzaré los dedos por que la secuela que ya está en las mentes de los creativos sea, como mínimo, igual de buena.
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