Jamás pensé que se pudiera trascender tanto en una película. Creo que es la mejor película de la historia. Desde el principio te sientes en casa, acogida a la fiesta como uno más, sientes verdadera afinidad con los personajes, tanto con los de hoy como con los de ayer. Te dejas llevar por la poesía, por la música, por los recuerdos... Y al final acabas viendo como todo lo que te rodea va a desaparecer algún día y en sus actos está desapareciendo aunque siga plenamente vivo. Amamos la vida y por eso tenemos tan presente la muerte. Gracias por recordar a todos los muertos que he conocido, pero también a los que nunca conocí o no conoceré, ellos tuvieron su parte de cielo; ellos, como yo, pensaron estas cosas... y volvieron al primer amor (o al único) tras una velada de encuentros verdaderos que toda superficialidad y toda niebla disipa.

La película es muy buena, eso no lo pone nadie en duda. Pero el tema es delicado, demasiado. Y me parece que no es el mejor para construir un cuento de hadas, por muy basado en la realidad que esté. Desde el punto de vista cinematográfico se le podría poner un 10, pero desde la moral un 7 ya me parece demasiado, es delicado.

Es una película adorable, sobre todo por su protagonista, Jack Lemmon, no puede haber un hombre más mono que él en esta película. Había oído hablar de ella como una película cómica, pero en realidad no me he reído tanto, más bien me ha hecho sonreír con cariño, lo cual es también muy bueno. En realidad esta historia es la de un hombre solo que encuentra el amor en una chica guapa e inteligente, y eso siempre es bonito. Shirley MacLaine está encantadora y muy graciosa. Es una película muy entretenida.

Esta historia es tan tierna que uno no podrá olvidarla después de haberla visto. Cruzar las barreras de la muerte no es fácil, pero créanme, no sé cómo, esta película lo consigue. Hay momentos de una poética y una transcendencia increíble, casi metafísica, lo cual resulta un don para un film, que suele disponer de menos tiempo que una novela para llegar a lo más hondo del espíritu de los espectadores. Hay momentos un pelín histriónicos, pero se le perdonan. El monte Fuji está precioso, todo un dios.

Aunque la historia no sea algo fuera de lo común, esos momentos en que los protagonistas se miran sin decirse nada y la perseverancia de un amor alimentado en escasos instantes hace que el film sea conmovedor. Aunque es una película épica tradicional, no deja de ser magnífica en lo que es, y no se hace larga ni pesada.