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8
21 de febrero de 2025
21 de febrero de 2025
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La narración en primera persona nos mete de lleno en la mente del protagonista, Joe Goldberg, logrando que el espectador se sienta intrigado e incómodo a partes iguales. La serie juega constantemente con la empatía del público, presentándole como alguien aparentemente encantador, pero dejando claro que detrás de su fachada hay un manipulador muy peligroso.
Uno de los mayores aciertos es su atmósfera envolvente. La fotografía está cuidada al detalle, y refuerza el tono de la historia. La temporada 1 mantiene un ritmo sólido y una tensión constante, pero en las siguientes se han tomado riesgos que no siempre han salido bien. Algunos giros argumentales se sienten demasiado exagerados y la repetición de ciertas dinámicas hace que la historia pierda frescura, una lástima.
Aun así, la actuación de Penn Badgley sigue siendo el pilar de la serie y sigue siendo lo suficientemente disfrutable para no dejar de verla.
Uno de los mayores aciertos es su atmósfera envolvente. La fotografía está cuidada al detalle, y refuerza el tono de la historia. La temporada 1 mantiene un ritmo sólido y una tensión constante, pero en las siguientes se han tomado riesgos que no siempre han salido bien. Algunos giros argumentales se sienten demasiado exagerados y la repetición de ciertas dinámicas hace que la historia pierda frescura, una lástima.
Aun así, la actuación de Penn Badgley sigue siendo el pilar de la serie y sigue siendo lo suficientemente disfrutable para no dejar de verla.
8
21 de febrero de 2025
21 de febrero de 2025
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La tribu destaca desde el primer minuto por su premisa original y su estética llamativa, presentando un mundo apasionante dirigido para niños y adolescentes (y también algunos adultos). El vestuario, el colorido maquillaje y la ambientación crean una atmósfera única que sumerge al espectador en su historia, con un estilo que puede resultar chocante en un primer momento. La banda sonora también juega un papel importante.
Lo más interesante de la serie es, sin duda, los temas que aborda y la filosofía que transmite. Es admirable que una producción juvenil de su época fuese tan innovadora, valiente e incluso prolífica en sus tramas, reflexiones sobre la sociedad y la supervivencia en un mundo sin adultos.
Si bien las primeras temporadas logran enganchar con su planteamiento y la exploración de conflictos, el ritmo de las dos últimas temporadas se vuelve algo irregular al adentrarse en el mundo tecnológico. Algunas tramas se alargan innecesariamente y ciertos personajes pierden profundidad en favor de giros argumentales que, en ocasiones, resultan repetitivos o poco coherentes con su evolución. A pesar de estos altibajos, la serie mantiene su interés y sigue ofreciendo grandes momentos.
El reparto, en general, transmite la complejidad de sus personajes, aunque algunas interpretaciones puedan resultar menos convincentes. Sin embargo, considerando la juventud del elenco (con edades comprendidas entre los 8 y los 16 años), su desempeño es destacable. Además, la gran química entre los actores fortalece las relaciones entre los personajes y facilita la conexión con el público.
En definitiva, La tribu es una serie que, pese a sus limitaciones técnicas derivadas del presupuesto y su época de producción, logra destacar por su identidad visual y narrativa. Su capacidad para tratar temas complejos dentro de un formato juvenil es digna de reconocimiento, ofreciendo una historia que, más allá de su apariencia distópica, refleja dilemas universales sobre la madurez, la construcción de la sociedad y la lucha por la supervivencia. Su originalidad la convierte en una producción única dentro de su género y totalmente memorable, y sus mensajes atemporales hacen que siga siendo relevante hoy en día. La tribu se erige como una obra que merece ser recordada y revisitada por nuevas generaciones.
Lo más interesante de la serie es, sin duda, los temas que aborda y la filosofía que transmite. Es admirable que una producción juvenil de su época fuese tan innovadora, valiente e incluso prolífica en sus tramas, reflexiones sobre la sociedad y la supervivencia en un mundo sin adultos.
Si bien las primeras temporadas logran enganchar con su planteamiento y la exploración de conflictos, el ritmo de las dos últimas temporadas se vuelve algo irregular al adentrarse en el mundo tecnológico. Algunas tramas se alargan innecesariamente y ciertos personajes pierden profundidad en favor de giros argumentales que, en ocasiones, resultan repetitivos o poco coherentes con su evolución. A pesar de estos altibajos, la serie mantiene su interés y sigue ofreciendo grandes momentos.
El reparto, en general, transmite la complejidad de sus personajes, aunque algunas interpretaciones puedan resultar menos convincentes. Sin embargo, considerando la juventud del elenco (con edades comprendidas entre los 8 y los 16 años), su desempeño es destacable. Además, la gran química entre los actores fortalece las relaciones entre los personajes y facilita la conexión con el público.
En definitiva, La tribu es una serie que, pese a sus limitaciones técnicas derivadas del presupuesto y su época de producción, logra destacar por su identidad visual y narrativa. Su capacidad para tratar temas complejos dentro de un formato juvenil es digna de reconocimiento, ofreciendo una historia que, más allá de su apariencia distópica, refleja dilemas universales sobre la madurez, la construcción de la sociedad y la lucha por la supervivencia. Su originalidad la convierte en una producción única dentro de su género y totalmente memorable, y sus mensajes atemporales hacen que siga siendo relevante hoy en día. La tribu se erige como una obra que merece ser recordada y revisitada por nuevas generaciones.
Serie

6.4
876
7
21 de febrero de 2025
21 de febrero de 2025
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La Templanza es una serie que evidencia un notable esfuerzo en muchos de sus aspectos técnicos y artísticos. Sin embargo, en términos generales, no logra brillar con todo su potencial. A pesar de contar con un inicio prometedor, la narrativa se va diluyendo a medida que avanza, lo que afecta su ritmo y deja la sensación de que no alcanza la excelencia que podría haber logrado.
No se trata de una serie fallida ni carente de méritos, pero es una auténtica lástima que su ejecución no consiga materializar la genialidad que insinúa. Uno de sus puntos más destacados es la fotografía y el vestuario, aspectos que elevan la calidad visual y contribuyen a la ambientación de la historia. Sin embargo, otros elementos fundamentales no terminan de convencer, lo que repercute en la solidez del conjunto.
Uno de los principales problemas radica en la extensión de la serie. Sin haber leído la novela original, resulta evidente que el número de episodios es excesivo para la historia que se quiere contar. El ritmo se resiente en varias ocasiones con escenas que parecen redundantes o que no aportan un desarrollo significativo a la trama. Esta reiteración genera la impresión de que algunos pasajes están alargados innecesariamente.
Otro aspecto cuestionable es la elección del reparto, en particular en lo que respecta a los personajes secundarios o coprotagonistas. Mientras que Leonor Watling, Rafael Novoa y Nathaniel Parker ofrecen interpretaciones muy destacables, el resto del elenco carece del carisma suficiente para generar una verdadera conexión con el espectador. Esto podría deberse más a limitaciones del guion o de la dirección que a la capacidad interpretativa de los actores.
En cuanto a la ambientación, los escenarios y el diseño de producción son, en líneas generales, acertados. No obstante, la decisión de utilizar localizaciones en las Islas Canarias para representar México y Cuba afecta un poco su credibilidad. Aunque en ciertos momentos funciona, en otros se hace evidente que se trata de un recurso para abaratar costes, lo que resulta inesperado en una producción de Prime Video de esta envergadura.
En conclusión, La Templanza es una opción recomendable para los amantes de las ficciones y novelas románticas de época. Sin embargo, a pesar de contar con un presupuesto considerable, no logra superar a El Tiempo entre Costuras, su predecesora en el género, ni en la construcción de personajes, ni en el impacto emocional, ni en la profundidad de su guion. Mientras que El Tiempo entre Costuras se erigió como una producción memorable a la que apetece regresar con el tiempo, La Templanza deja un sabor agridulce, pues, a pesar de sus virtudes, carece de la fuerza necesaria para convertirse en un clásico del género.
No se trata de una serie fallida ni carente de méritos, pero es una auténtica lástima que su ejecución no consiga materializar la genialidad que insinúa. Uno de sus puntos más destacados es la fotografía y el vestuario, aspectos que elevan la calidad visual y contribuyen a la ambientación de la historia. Sin embargo, otros elementos fundamentales no terminan de convencer, lo que repercute en la solidez del conjunto.
Uno de los principales problemas radica en la extensión de la serie. Sin haber leído la novela original, resulta evidente que el número de episodios es excesivo para la historia que se quiere contar. El ritmo se resiente en varias ocasiones con escenas que parecen redundantes o que no aportan un desarrollo significativo a la trama. Esta reiteración genera la impresión de que algunos pasajes están alargados innecesariamente.
Otro aspecto cuestionable es la elección del reparto, en particular en lo que respecta a los personajes secundarios o coprotagonistas. Mientras que Leonor Watling, Rafael Novoa y Nathaniel Parker ofrecen interpretaciones muy destacables, el resto del elenco carece del carisma suficiente para generar una verdadera conexión con el espectador. Esto podría deberse más a limitaciones del guion o de la dirección que a la capacidad interpretativa de los actores.
En cuanto a la ambientación, los escenarios y el diseño de producción son, en líneas generales, acertados. No obstante, la decisión de utilizar localizaciones en las Islas Canarias para representar México y Cuba afecta un poco su credibilidad. Aunque en ciertos momentos funciona, en otros se hace evidente que se trata de un recurso para abaratar costes, lo que resulta inesperado en una producción de Prime Video de esta envergadura.
En conclusión, La Templanza es una opción recomendable para los amantes de las ficciones y novelas románticas de época. Sin embargo, a pesar de contar con un presupuesto considerable, no logra superar a El Tiempo entre Costuras, su predecesora en el género, ni en la construcción de personajes, ni en el impacto emocional, ni en la profundidad de su guion. Mientras que El Tiempo entre Costuras se erigió como una producción memorable a la que apetece regresar con el tiempo, La Templanza deja un sabor agridulce, pues, a pesar de sus virtudes, carece de la fuerza necesaria para convertirse en un clásico del género.
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