La película no es fácil de digerir, pero tras reflexionar se pueden atar cabos. Quizá ese sea su mérito: que te obliga a pensar y sobre todo a imaginar. Transcurre en dos tiempos: uno "real" y otro "imaginario". La mayor parte del tiempo relata la vida solitaria de un capitán de barco en una pequeña isla. Y en este tiempo sucede todo lo que indudablemente hubiera debido de suceder si no fuera porque ( puntos suspensivos). Otra mirada es la conexión entre padre e hijo a pesar de estar realmente distanciados. La actuación de Matthew McConaughey es verdaderamente espléndida.