Cuando se habla bien de las cosas buenas, sin renunciar a la verdad pero respetando siempre a quienes no comparten nuestras creencias, ideas ni experiencias, e incluso respetando su libertad para criticarnos y rechazar nuestra visión sobre la realidad, entonces se hace muy sencillo compartir con otros aquello en lo que coincidimos e incluso aquello en lo que no existe coincidencia alguna.

Esa es la esencia de la nueva propuesta cinematográfica de Juan Manuel Cotelo en su "Tierra de María", y ese es el secreto de su éxito. Todo ello con un encomiable esfuerzo, y un deslumbrante despliegue de humildad, respeto y delicadeza. ¡Enhorabuena!

Por otra parte, añadir que no resulta nada fácil hacer real lo que a los ojos de la cara es invisible y no alcanzamos a escuchar con los oídos; Juan Manuel Cotelo logra, sin embargo, acercarnos a una realidad que es mucho más rotunda y cercana que la realidad material en la que vivimos diariamente inmersos.

Cuando, además, se trata de la Madre de Jesús, de esa Madre que es también tuya y mía, entonces se queda uno ciertamente sobrecogido por el logro de hacer patente ante el espectador, una realidad sobrenatural con la que no había contado jamás o con la que contaba sólo de tarde en tarde.

Por éstas y otras razones que guardo en aras de la brevedad, "Mary's land" es una película que no defraudará a nadie, se trate de creyentes o no creyentes, y como poco sembrará en el corazón de muchos la potente semilla de esa sublime bondad hecha hermosura que es para la creación entera la Virgen María.

Una auténtica apuesta por el buen gusto que, a contracorriente de lo políticamente correcto, sorprende por su sencillez, alegría y ganas de contar la verdad. Nadie que se de la oportunidad de verla, creyente o no creyente, quedará indiferente a la indiscutible belleza de la vocación sacerdotal de unos hombres que lo han dado todo para hacer de Dios y el prójimo el exclusivo eje de sus existencias.

¡No tengan miedo; prueben a verla y después nos cuentan!