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Críticas ordenadas por utilidad
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7.6
35,613
7
29 de noviembre de 2012
29 de noviembre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en tantas otras películas de fugas y evasiones, aquí el "qué" pierde importancia. De acuerdo, es una historia basada en hechos reales (sin duda alguna edulcorada aunque no tanto como la rocambolesca y milimétrica Prison Break), pero ello no le quita previsibilidad, y no hace falta tener el CI de Frank Morris para suponer como termina la cinta. El personaje, fetiche de Clint: racista, vacilón y bien plantado; un tejano de pura cepa vamos. Los figurantes, adecuados y bien elegidos para ofrecer una visión general del ambiente. Todos tienen su razón de ser y están bien aprovechados, incluso el guión es de los que ni alargan las frases sin necesidad ni dejan cosas sin contar, en cuyo caso queda implícito. Breve y conciso.
Y ahí se alza el "cómo". Se sobreentiende que Clint es el duro, el listo, el amo; pero queremos ver cómo se las apaña. Sabemos que los guardias rozan el retraso mental, pero queremos ver hasta qué punto. En ningún momento se pierde el interés por la historia, ya que siempre saben iluminarnos con las escenas que queremos ver; ni se pìerde la tensión, consiguen introducirnos en la cárcel como al preso más ausente pero que lo ve todo. Que lo quiere ver todo.
Alcanzando momentos más cercanos a MacGyver o Así se hace que a Documentos TV, el rigor se sustituye por el entretenimiento y el tiempo se convierte en viento. Y películas como ésta no pueden disgustar a nadie.
Y ahí se alza el "cómo". Se sobreentiende que Clint es el duro, el listo, el amo; pero queremos ver cómo se las apaña. Sabemos que los guardias rozan el retraso mental, pero queremos ver hasta qué punto. En ningún momento se pierde el interés por la historia, ya que siempre saben iluminarnos con las escenas que queremos ver; ni se pìerde la tensión, consiguen introducirnos en la cárcel como al preso más ausente pero que lo ve todo. Que lo quiere ver todo.
Alcanzando momentos más cercanos a MacGyver o Así se hace que a Documentos TV, el rigor se sustituye por el entretenimiento y el tiempo se convierte en viento. Y películas como ésta no pueden disgustar a nadie.

5.6
1,090
3
9 de enero de 2012
9 de enero de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Pónganos uno de Schrödinger, por favor.
-Lo siento, sólo nos quedan de Miranda July, señores.
-¿Vivos?
-No, esos estan muertos, pero podemos pegarle unas Lunas postizas en los párpados para que parezca un gato normal.
-¿No parecerá demasiado... salvaje? Verá, soy un aburrido, me veo reflejado en mi propia retina, digo rutina, y siento que el destino me engulle y soy incapaz de mover un dedo para hacer algo. Siempre he sido un hombre-butaca. Pero puedo parar el tiempo. He, he. Sí. Eso mola.
-¿Perdone? ¿No quería un gato?
-Ya no. Estaba pensando en plantar un pino.
-Pero cariño, ¿desde cuándo eres "environmental", tú?
-¿Qué sabrás tú, lo que soy yo?
-Como mucho tendrás "un virus mental", je je je...
-NO. ESO JAMÁS. YO USO MAC.
-Pues yo... me tiro al vecino, que él lleva cadena y tú no.
-Entonces, ¿se deciden? ¿Quieren un gato o prefieren un perro? ¿Vivo o muerto?
-Lo siento, sólo nos quedan de Miranda July, señores.
-¿Vivos?
-No, esos estan muertos, pero podemos pegarle unas Lunas postizas en los párpados para que parezca un gato normal.
-¿No parecerá demasiado... salvaje? Verá, soy un aburrido, me veo reflejado en mi propia retina, digo rutina, y siento que el destino me engulle y soy incapaz de mover un dedo para hacer algo. Siempre he sido un hombre-butaca. Pero puedo parar el tiempo. He, he. Sí. Eso mola.
-¿Perdone? ¿No quería un gato?
-Ya no. Estaba pensando en plantar un pino.
-Pero cariño, ¿desde cuándo eres "environmental", tú?
-¿Qué sabrás tú, lo que soy yo?
-Como mucho tendrás "un virus mental", je je je...
-NO. ESO JAMÁS. YO USO MAC.
-Pues yo... me tiro al vecino, que él lleva cadena y tú no.
-Entonces, ¿se deciden? ¿Quieren un gato o prefieren un perro? ¿Vivo o muerto?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Qué ganas de confundir el aburrimiento con problemas existenciales. Qué ganas de hinchar la nada. Tenía que parecer todo así de trascendental...
Documental

8.4
4,172
9
6 de octubre de 2012
6 de octubre de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabía lo que me iba a encontrar: diez horas de grabaciones sin una sola imagen de archivo, construidas sólo en base a entrevistas. Enteramente predispuesto, sabiendo que iba a visualizar un hito documental, me atuve a mis rigurosas expectativas. Y se cumplieron.
El exhaustivo repaso que hace Claude Lanzmann tanto desde los enfoques más técnicos y objetivos como desde las miradas y los llantos más emotivos es un deleite para el cerebro y el corazón. No requiere cutres reconstrucciones ni explicitud en las imágenes, los protagonistas son los protagonistas y sus palabras lo dicen todo. El gran número y la variedad de personas nos ayudan a forjar una visión realista de los sucesos y las personalidades de los implicados, secundada por unas entrevistas magistrales con preguntas sutiles y mordaces, algunas más irónicas que otras, que nos llevan a conclusiones incluso sin ser contestadas. No se cae nunca en la frivolidad facilona y las lágrimas están adecuadamente servidas con cuentagotas, en especial en momentos cumbre de la cinta, [Spoiler] como la decisión que tomó Filip Müller, trabajador de un Sonderkommando, de entrar voluntariamente en la cámara de gas poco antes de la liberación de Auschwitz; o la rebelión que allí planeó la Resistencia junto a Rudolf Vrba, uno de los pocos presos que logró la fuga [/Spoiler].
Particularmente interesante resulta el trabajo de campo que realiza el equipo de Lanzmann: entrevistas a los campesinos y vecinos en los alrededores de los campos que recuerdan con precisión los transportes de judíos y sus gritos al otro lado del alambre, opiniones cotidianas que contrastan con los análisis de historiadores; o visitas sobre el terreno a las barracas y crematorios de Auschwitz, Treblinka, Chelmno y Sobibor, así como a los supervivientes ausentados de Europa y dispersados alrededor del mundo.
Teniendo en cuenta las incontables horas totales de metraje, se ha realizado un excelente trabajo de montaje, que intercala varias narraciones de varias personas sobre los mismos hechos y añade interludios de silencio que ralentizan el ritmo pero favorecen la digestión y la asimilación de cada capítulo. Es un documental para ver de forma interrumpida, a pequeños sorbos como el buen vino. Tener prisas no ayuda en nada.
Cabe destacar sobre todo el respeto con el que se dirige Lanzmann a todo entrevistado, esto es, abierto a aprender algo nuevo de cualquiera, sin perder por ello un toque de humor ácido y discreto. Reflexiona no desde las cifras y la estadística, sino desde las emociones, dando la importancia que merece a cada persona por si misma, lamentando no poder contar con seis millones más de opiniones pero teniendo en cuenta individuo por individuo, ya que aunque haya supervivientes nunca conoceremos cada mínimo detalle de lo que ocurrió y pudo ocurrir. Para ello habría que entrevistar a los muertos (complicado incluso para Lanzmann), pero podemos suponer de algún modo lo que nos dirían: “Que no los olvidemos, que también son nuestra historia”.
El exhaustivo repaso que hace Claude Lanzmann tanto desde los enfoques más técnicos y objetivos como desde las miradas y los llantos más emotivos es un deleite para el cerebro y el corazón. No requiere cutres reconstrucciones ni explicitud en las imágenes, los protagonistas son los protagonistas y sus palabras lo dicen todo. El gran número y la variedad de personas nos ayudan a forjar una visión realista de los sucesos y las personalidades de los implicados, secundada por unas entrevistas magistrales con preguntas sutiles y mordaces, algunas más irónicas que otras, que nos llevan a conclusiones incluso sin ser contestadas. No se cae nunca en la frivolidad facilona y las lágrimas están adecuadamente servidas con cuentagotas, en especial en momentos cumbre de la cinta, [Spoiler] como la decisión que tomó Filip Müller, trabajador de un Sonderkommando, de entrar voluntariamente en la cámara de gas poco antes de la liberación de Auschwitz; o la rebelión que allí planeó la Resistencia junto a Rudolf Vrba, uno de los pocos presos que logró la fuga [/Spoiler].
Particularmente interesante resulta el trabajo de campo que realiza el equipo de Lanzmann: entrevistas a los campesinos y vecinos en los alrededores de los campos que recuerdan con precisión los transportes de judíos y sus gritos al otro lado del alambre, opiniones cotidianas que contrastan con los análisis de historiadores; o visitas sobre el terreno a las barracas y crematorios de Auschwitz, Treblinka, Chelmno y Sobibor, así como a los supervivientes ausentados de Europa y dispersados alrededor del mundo.
Teniendo en cuenta las incontables horas totales de metraje, se ha realizado un excelente trabajo de montaje, que intercala varias narraciones de varias personas sobre los mismos hechos y añade interludios de silencio que ralentizan el ritmo pero favorecen la digestión y la asimilación de cada capítulo. Es un documental para ver de forma interrumpida, a pequeños sorbos como el buen vino. Tener prisas no ayuda en nada.
Cabe destacar sobre todo el respeto con el que se dirige Lanzmann a todo entrevistado, esto es, abierto a aprender algo nuevo de cualquiera, sin perder por ello un toque de humor ácido y discreto. Reflexiona no desde las cifras y la estadística, sino desde las emociones, dando la importancia que merece a cada persona por si misma, lamentando no poder contar con seis millones más de opiniones pero teniendo en cuenta individuo por individuo, ya que aunque haya supervivientes nunca conoceremos cada mínimo detalle de lo que ocurrió y pudo ocurrir. Para ello habría que entrevistar a los muertos (complicado incluso para Lanzmann), pero podemos suponer de algún modo lo que nos dirían: “Que no los olvidemos, que también son nuestra historia”.

7.2
10,896
6
8 de septiembre de 2012
8 de septiembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suaves y dulces movimientos de cámara nos presentan al tosco y rudo Billy Brown, expresidiario con una dudosa y ambigua sed de venganza, reinstalado en un mundo vacío y ordinario, en el que solamente unos padres y un amigo –todos excesivamente (aunque eficazmente) estereotipados-, así como un sinfín de extras (ojo, a precio de oro o muchas cervezas), hacen acto de presencia.
Nadie le espera, nadie le quiere. Hasta que Layla entra en escena, preciosa y comprensiva donde las haya. Tan comprensiva que incluso se deja secuestrar sin demasiado rifirrafe, y termina aceptando, embelesada por el paradigmático encanto de nuestro protagonista, figurar en su casa como su entregada y estimada esposa.
La efusiva bienvenida de su familia después de cinco años no requiere descripción: conocemos en billonésimas de segundo los caracteres de los padres. La reunión se alarga pero nos sirve para conocer la historia de Billy –genuinamente representada mediante flashbacks en 16mm-, un niño traumatizado hasta los calcetines y despreciado por sus congéneres, lo que le ayudó a forjar las maneras duras y esquivas que arrastra hasta el final –controvertido pero apacible- de la cinta.
El supuesto propósito de dar preponderancia a Billy y Layla se cumple con creces, de hecho el resto de actores se hunden en la linealidad. Es usual la vanidad en el cine “de autor”, por lo que ya no resulta ofensiva en este caso, aunque tal vez por ello cojeen los demás personajes. Sin embargo, el film supura estilo por cada poro e incorpora una técnica de ángulos, iluminación, encuadres y enfoques premeditadamente muy depurada. Es fundamentalmente esto por lo que se agradece una mano firme y original en el guión, y el empeño puesto en el proyecto es indiscutible. Además, la historia no decae y mantiene el vigor y la ternura del cine independiente.
Nadie le espera, nadie le quiere. Hasta que Layla entra en escena, preciosa y comprensiva donde las haya. Tan comprensiva que incluso se deja secuestrar sin demasiado rifirrafe, y termina aceptando, embelesada por el paradigmático encanto de nuestro protagonista, figurar en su casa como su entregada y estimada esposa.
La efusiva bienvenida de su familia después de cinco años no requiere descripción: conocemos en billonésimas de segundo los caracteres de los padres. La reunión se alarga pero nos sirve para conocer la historia de Billy –genuinamente representada mediante flashbacks en 16mm-, un niño traumatizado hasta los calcetines y despreciado por sus congéneres, lo que le ayudó a forjar las maneras duras y esquivas que arrastra hasta el final –controvertido pero apacible- de la cinta.
El supuesto propósito de dar preponderancia a Billy y Layla se cumple con creces, de hecho el resto de actores se hunden en la linealidad. Es usual la vanidad en el cine “de autor”, por lo que ya no resulta ofensiva en este caso, aunque tal vez por ello cojeen los demás personajes. Sin embargo, el film supura estilo por cada poro e incorpora una técnica de ángulos, iluminación, encuadres y enfoques premeditadamente muy depurada. Es fundamentalmente esto por lo que se agradece una mano firme y original en el guión, y el empeño puesto en el proyecto es indiscutible. Además, la historia no decae y mantiene el vigor y la ternura del cine independiente.

5.0
521
6
17 de mayo de 2012
17 de mayo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta temprana realización de Hitchcock, un maestro en potencia adapta la obra homónima estrenada 6 años atrás en el Abbey Theatre de Dublín, justo al fin de la Guerra civil irlandesa. En ella aparecen continuas muestras de un exacerbado nacionalismo, comprensible y entrañable en su contexto. Los actores son, en gran parte, los mismos que participaron en la obra teatral, lo que justifica su carácter en escena. Planos continuos sin pausas ni cortes, con un buen número de actores compartiendo secuencia y sin perder la compostura ante la cámara, ese testigo que les hizo pasar a la historia hasta día de hoy, y que les abrió unas puertas rechinantes aunque nuevamente barnizadas al pionero mundo del cine sonoro. Hitchcock explota el plano americano, forjándose una personalidad ajena al exceso de primeros planos que saturaron el cine mudo, pues no había voz que expresara emociones. Así, no debe parecer que se abuse de gesticulación, ya que en relación a sus antecedentes es un filme rompedor y bien distinto. El maestro se renovó, y dejó morir a aquellos inválidos que con recelo miraban el desarrollo.
Temáticamente, no hay nada nuevo. Una demostración de buen teatro en un turbio periodo de entreguerras, que no podía ofrecer más que el previsible melodrama del que somos testigos. Aquel oasis que por fortuna y azar se levanta en medio del desierto y que, como es de esperar, termina siendo un espejismo. Sin embargo, no deja de atraer la clara narración y caracterización de los personajes en un sencillo decorado, cuya moralidad se pervierte al mismo tiempo que sus principios se derriten. Al final, la moraleja es un ingrediente más y punto, de ese pastel que todos queremos, pero que ni egoísmo ni piedad nos otorgarán. Ni siquiera honestidad.
Temáticamente, no hay nada nuevo. Una demostración de buen teatro en un turbio periodo de entreguerras, que no podía ofrecer más que el previsible melodrama del que somos testigos. Aquel oasis que por fortuna y azar se levanta en medio del desierto y que, como es de esperar, termina siendo un espejismo. Sin embargo, no deja de atraer la clara narración y caracterización de los personajes en un sencillo decorado, cuya moralidad se pervierte al mismo tiempo que sus principios se derriten. Al final, la moraleja es un ingrediente más y punto, de ese pastel que todos queremos, pero que ni egoísmo ni piedad nos otorgarán. Ni siquiera honestidad.
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