Al igual que a la pobre María Valverde, a mí también me iban creciendo las ojeras conforme avanzaba la película. Qué hombre tan insoportable.

Demasiadas sentencias de un viejo amargado que aprovecha el auditorio dócil de una muchachita medio lela.

Se me ha hecho la película tan larga como a ellos su encierro en el baño. Y para colmo, no me ha aportado nada.

En realidad llegué a esta película sin mucha convicción, con el objetivo de pasar un rato entretenido sin más. El argumento es simple, basado en un hecho real: la aburrida esposa de un pastor descubre el amor verdadero en brazos de otra mujer. La factura es impecable, pero no dice mucho más; es la misma de cualquier película norteamericana de serie B. Sin embargo, lo que me ha sorprendido gratísimamente es la química tan especial entre las actrices, y el maravilloso trabajo de Necar Zadegan, conmovedora durante todo el film. Sus interpretaciones han podido salvar un guión insustancial, y de verdad que merece la pena verla nada más que por eso.

Aburrida, aburrida, aburrida...

Más que una película, estamos al frente de una serie de escenas deslavazadas y con poca gracia que sólo ponen de manifiesto el derroche de medios técnicos y humanos para un resultado muy pobre. Lo mejor de todo: Roma, aunque fragmentada. Lo demás (actores, argumento) sobra.

Los escasos momentos en que hemos podido disfrutar de un (fugazmente) brillante Woody Allen han quedado eclipsados inmediatamente después por una buena tanda de bostezos. Los míos y los de muchos más espectadores, seguro, a tenor de la rapidez con que han empezado algunos a abandonar la sala cuando ya se "intuían" los títulos de crédito.

Woody, querido: Ya piqué con Vicky, Cristina, Barcelona. A mí no me la das más con queso.