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Críticas ordenadas por utilidad
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5.8
7,182
4
11 de octubre de 2018
11 de octubre de 2018
51 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando vi el tráiler de la película, pensaba que Dani de la Torre había cruzado el charco y había hecho una película tipo Érase una vez en América o Los Intocables de Elliot Ness. Ése es el problema. La ambientación parece el Chicago de los años 20, no la Barcelona de principios de siglo. En esa época había pistolerismo, huelgas, piquetes, anarquistas, obreros contra patrones, asesinatos, pero el gansterismo es un fenómeno estadounidense, como el western o la mafia, que no puede aplicarse tan alegremente a otro país, y menos a una España que, en esa época, era pobre de solemnidad y atrasada con respecto al resto de Europa. Teniendo en cuenta que la ambientación lo es casi todo en la película, el resultado final es lógicamente decepcionante.

7.3
32,368
5
2 de octubre de 2018
2 de octubre de 2018
32 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más, la crítica de los profesionales no coincide con mi opinión personal, algo que cada vez es más habitual. Para mí, El Reino no tiene ni pies ni cabeza. El principal problema de la película es que no te aporta contexto y que es imposible empatizar con los personajes ni con el calvario que viven que, por otra parte, se merecen.
Un político es implicado en un caso de corrupción en un partido que es una auténtica máquina de corruptos. No se especifica qué partido es (está claro que es el PP), dónde ocurren los hechos (Valencia?) ni el dinero que se llevan o cómo funciona exactamente la trama. No hay pistas ni muchos datos, como si la situación y los protagonistas fuesen sólo arquetipos.
El director te presenta a los personajes directamente, sin que se sepa quiénes son o qué papel juegan tanto en su formación política como en la trama corrupta. Todos son egoístas y sólo miran por sus bolsillos, tienen el poder y se protegen entre ellos. Los verdaderos enemigos, sin embargo, están dentro del mismo partido. En este país nos hemos acostumbrado a que los corruptos siempre reciben el apoyo de los suyos, pero en esta ocasión, el partido decide sacrificar al protagonista sin que se sepa muy bien el porqué.
Nuestro anti-héroe, lógicamente, luchará para salvarse, no para limpiar su nombre sino para demostrar que no es el único que hace juego sucio y que su comportamiento es lo normal dentro de su organización. En su huída hacia adelante vivirá alguna situación surrealista y poco creíble, hay una escena cuando busca unos papeles en la casa de un implicado que es ridícula, además de demostrar que no se puede fiar de nadie, sobre todo de los que están por encima de él en el escalafón de mando.
¿Suena verídico? Supongo que coge cosas de los papeles de Barcenas y la Gürtel, pero parece más los tejemanejes normales de los cargos medios. El final también es decepcionante, porque no deja ver qué pasará con la justicia o condena ni si lo que intenta llevar a cabo el protagonista tendrá algún efecto. ¿Sorogoyen nos intenta mostrar que lo importante es la corrupción y no quién, cómo y qué se hace para llevarse el dinero público? Supongo que sí, pero no me convence. ¿Podría haber sido una película de denuncia pero se queda en algo casi anecdótico o sin trasfondo moral y ético? Estoy convencido. Se han rodado pocas películas sobre la corrupción en España y quizá haya que agradecer su valentía, pero falla en su propósito de denuncia.
Por último, por mucho que se emplee la música para crear tensión o por mucho primer plano y movimientos de cámara, casi nerviosa como el personaje, no se consigue despertar el interés ni por el protagonista ni por los que le rodean, todos tan reprobables como él. Esperaba mucho más, así que mi nota es un aprobado a secas.
Un político es implicado en un caso de corrupción en un partido que es una auténtica máquina de corruptos. No se especifica qué partido es (está claro que es el PP), dónde ocurren los hechos (Valencia?) ni el dinero que se llevan o cómo funciona exactamente la trama. No hay pistas ni muchos datos, como si la situación y los protagonistas fuesen sólo arquetipos.
El director te presenta a los personajes directamente, sin que se sepa quiénes son o qué papel juegan tanto en su formación política como en la trama corrupta. Todos son egoístas y sólo miran por sus bolsillos, tienen el poder y se protegen entre ellos. Los verdaderos enemigos, sin embargo, están dentro del mismo partido. En este país nos hemos acostumbrado a que los corruptos siempre reciben el apoyo de los suyos, pero en esta ocasión, el partido decide sacrificar al protagonista sin que se sepa muy bien el porqué.
Nuestro anti-héroe, lógicamente, luchará para salvarse, no para limpiar su nombre sino para demostrar que no es el único que hace juego sucio y que su comportamiento es lo normal dentro de su organización. En su huída hacia adelante vivirá alguna situación surrealista y poco creíble, hay una escena cuando busca unos papeles en la casa de un implicado que es ridícula, además de demostrar que no se puede fiar de nadie, sobre todo de los que están por encima de él en el escalafón de mando.
¿Suena verídico? Supongo que coge cosas de los papeles de Barcenas y la Gürtel, pero parece más los tejemanejes normales de los cargos medios. El final también es decepcionante, porque no deja ver qué pasará con la justicia o condena ni si lo que intenta llevar a cabo el protagonista tendrá algún efecto. ¿Sorogoyen nos intenta mostrar que lo importante es la corrupción y no quién, cómo y qué se hace para llevarse el dinero público? Supongo que sí, pero no me convence. ¿Podría haber sido una película de denuncia pero se queda en algo casi anecdótico o sin trasfondo moral y ético? Estoy convencido. Se han rodado pocas películas sobre la corrupción en España y quizá haya que agradecer su valentía, pero falla en su propósito de denuncia.
Por último, por mucho que se emplee la música para crear tensión o por mucho primer plano y movimientos de cámara, casi nerviosa como el personaje, no se consigue despertar el interés ni por el protagonista ni por los que le rodean, todos tan reprobables como él. Esperaba mucho más, así que mi nota es un aprobado a secas.

6.5
12,331
1
3 de febrero de 2019
3 de febrero de 2019
47 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces, ahora mismo diría que nunca, he querido salirme de una sala de cine en medio de la proyección de una película. Creo que, al igual que muchos espectadores, me considero más o menos vacunado contra la violencia, sea gratuita o no (al fin y al cabo, es ficción).
Sin embargo, La casa de Jack, esa pesadilla salida de la mente de Lars von Trier, es una excepción y no exagero si digo que, durante gran parte del larguísimo metraje, sentí asco y repulsión y estuve a punto de salir de la sala. Von Trier nos cuenta la historia de un psicópata (Matt Dillon), un pobre diablo que se hace llamar a sí mismo Mr. Sofisticación pero que, sin duda, es el asesino en serie más inepto de la historia.
Hasta ahí, todo aceptable. Son los desvaríos de un enfermo. El problema, además de los graves errores de guión, son las escenas, totalmente gratuitas y de un sadismo sin precedentes, que salpican toda la proyección. No sé si alguien se acuerda de la película Irreversible (2002), dirigida por Gaspar Noé y protagonizada por Mónica Bellucci y Vincent Cassel, con el plano secuencia de la violación a Bellucci de casi diez minutos de duración que daba auténticas arcadas.
La casa de Jack juega al mismo juego de provocación y violencia gratuita. Porque la violencia, en esta película, es totalmente gratuita y, por qué no decirlo, extremadamente enfermiza. Hay un loco en la pantalla (Jack), pero el verdadero enfermo es un director capaz de todo para ganar en audiencia.
Sin embargo, La casa de Jack, esa pesadilla salida de la mente de Lars von Trier, es una excepción y no exagero si digo que, durante gran parte del larguísimo metraje, sentí asco y repulsión y estuve a punto de salir de la sala. Von Trier nos cuenta la historia de un psicópata (Matt Dillon), un pobre diablo que se hace llamar a sí mismo Mr. Sofisticación pero que, sin duda, es el asesino en serie más inepto de la historia.
Hasta ahí, todo aceptable. Son los desvaríos de un enfermo. El problema, además de los graves errores de guión, son las escenas, totalmente gratuitas y de un sadismo sin precedentes, que salpican toda la proyección. No sé si alguien se acuerda de la película Irreversible (2002), dirigida por Gaspar Noé y protagonizada por Mónica Bellucci y Vincent Cassel, con el plano secuencia de la violación a Bellucci de casi diez minutos de duración que daba auténticas arcadas.
La casa de Jack juega al mismo juego de provocación y violencia gratuita. Porque la violencia, en esta película, es totalmente gratuita y, por qué no decirlo, extremadamente enfermiza. Hay un loco en la pantalla (Jack), pero el verdadero enfermo es un director capaz de todo para ganar en audiencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Primero, los errores del guión. Jack (Matt Dillon), pese a sufrir un trastorno de obsesión compulsiva (TOC), es de lo más desorganizado del mundo, cuando generalmente los psicópatas suelen ser, por lo menos, algo cuidadosos. La escena en la que arrastra con la furgoneta el cadáver de una anciana por varios kilómetros de carretera, dejando un reguero de sangre a su paso sin que nadie se dé cuenta, es de chiste. Sobre todo porque, a renglón seguido, se pone a llover de forma providencial.
Tampoco es normal sus dos encuentros con la policía. Cualquier agente hubiese detenido a un hombre con claros signos de locura, sobre todo cuando reconoce a uno de los policías que ha matado a más de 60 personas, pero aquí no pasa nada. Su bajada, literal, hasta los infiernos, acompañado por un grande del cine como Bruno Ganz, no deja de ser una ocurrencia ridícula. También las pretensiones artísticas de sus asesinatos.
En cuanto a los crímenes, aquí no hay elipsis o fundido en negro. No se esconde nada. Jack estrangula durante algunos minutos a una anciana, que inexplicablemente le había dejado entrar en su casa, y la cámara no pierde detalle. Al igual que se muestra cómo rompe la cara de la siempre hermosa Uma Thurman con un gato hidráulico. O cómo, con un rotulador, marca los pechos de una mujer y después se muestra cómo se los cercena con un cuchillo. Uno de esos pechos, por cierto, será reconvertido por el asesino en una especie de cartera de piel humana que, curiosamente, no llama la atención a nadie. Son escenas que, para el común de los espectadores (por favor, que no se cuele ningún menor en la sala), pueden ser y son repulsivas...
Tampoco es normal sus dos encuentros con la policía. Cualquier agente hubiese detenido a un hombre con claros signos de locura, sobre todo cuando reconoce a uno de los policías que ha matado a más de 60 personas, pero aquí no pasa nada. Su bajada, literal, hasta los infiernos, acompañado por un grande del cine como Bruno Ganz, no deja de ser una ocurrencia ridícula. También las pretensiones artísticas de sus asesinatos.
En cuanto a los crímenes, aquí no hay elipsis o fundido en negro. No se esconde nada. Jack estrangula durante algunos minutos a una anciana, que inexplicablemente le había dejado entrar en su casa, y la cámara no pierde detalle. Al igual que se muestra cómo rompe la cara de la siempre hermosa Uma Thurman con un gato hidráulico. O cómo, con un rotulador, marca los pechos de una mujer y después se muestra cómo se los cercena con un cuchillo. Uno de esos pechos, por cierto, será reconvertido por el asesino en una especie de cartera de piel humana que, curiosamente, no llama la atención a nadie. Son escenas que, para el común de los espectadores (por favor, que no se cuele ningún menor en la sala), pueden ser y son repulsivas...

4.6
3,976
7
4 de diciembre de 2018
4 de diciembre de 2018
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos críticos y espectadores afirman que el cine de terror atraviesa una edad de oro. Sin embargo, la mayoría de las películas que se estrenan en la actualidad, tipo serie "Expediente Warren", "La monja", "Hereditary" o remakes innecesarios como "La noche de Halloween", no pasan de ser películas mediocres. Por la nota y las críticas de otros lectores, parece que Cadáver o la posesión de Hannah Grace es otra más. Sin embargo, esta película está muy por encima. Por lo menos entretiene y, aunque es verdad que quizá no es demasiado original, acierta en un par de cosas: Shay Mitchell, una ex policía con un pasado traumático y en plena crisis, hace un papel más que correcto; una duración bastante ajustada y que, sobre todo, no se va por las ramas. Te explica lo necesario para entender la película y con eso basta. También te asegura un par de buenos sustos, sobre todo por la sensación de claustrofobia. Y es que, dejando de lado el cadáver, la bien lograda ambientación (esas luces que se encienden y apagan en los momentos menos oportunos...) es lo que más asusta de la película. Tal vez vaya a contracorriente, pero para mí es una de las mejores películas de terror del año junto a Un lugar tranquilo. Y es que, actualmente, no se puede pedir demasiado al cine de terror, que no está para lanzar cohetes (incluyendo, como no, a las series y películas de Netflix o HBO, que dan de todo menos miedo)...
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