Una apuesta de lo más innovadora, original y fresca, todo un descubrimiento. La película se hizo con un presupuesto de 27 000 dólares y actores que pertenecen a una escuela de cine, por lo que tiene más mérito aún y una se alegra de que proyectos así tengan tantísimo éxito (ha recaudado ya más de veinte millones de dólares y cosecha premios por todos los festivales del mundo). La sala entera estalló en aplausos al terminarla. Una producción totalmente artesanal, una oda al cine y a la creatividad que merece ser apreciada y que no podéis dejar pasar si os gusta el género y echaros unas buenas risas.

Aburrida, absurda, lenta, soporífera e insulsa. No genera ningún tipo de interés: nada, rien, cero. La puesta en escena no es mala, pero el guion es más plano que el encefalograma de Leticia Sabater. Los zombis aparecen más en la sinopsis que en la película, y no precisamente porque se centren en desarrollar la figura del protagonista, del que solo se nos revelan unas rutinas tan estúpidas que arrancaban carcajadas. ¿Te encuentras con semejante panorama de la noche a la mañana y reaccionas como si acabaras de salir de un curso de supervivencia en caso de apocalipsis? Es que no hay por donde cogerlo ni creérselo. Lo más emocionante de la hora y media de película fue que la persona que estaba en la butaca de al lado estornudó.

Es inevitable hacer referencias a Homeland cuando se quiere hablar sobre Hatufim, pero lo cierto es que solo comparten el inicio: la serie israelí no tarda en despegar de una forma mucho más interesante que la americana, ya que existen tres líneas narrativas distintas, tres perspectivas de afrontar la tragedia del secuestro de los tres soldados. Si bien la primera temporada se centra precisamente en cómo las familias digieren la llegada de los presos, la segunda es absolutamente vertiginosa, no puedes esperar al siguiente capítulo para ver cómo se desarrolla una historia cada vez más candente. Le doy un 6 porque soy más partidaria de la acción que del drama y en ocasiones me ha resultado algo larga, pero es innegable el hecho de que cada segundo de la serie aporta una pieza indispensable en el triple mosaico psicológico que presenta el guión. Bravo, Israel.

Iba muy ilusionada a esta nueva adaptación de Stephen King porque se trata de mi libro preferido del autor. Sí, en tal caso resulta inevitable realizar comparaciones, pero me mentalicé de que iba a ver algo distinto y disfruté bastante la primera mitad de la película, tanto en lo referente a la esencia de la novela como al producto audiovisual en sí. Sin embargo, a partir del acontecimiento principal, todo se tuerce. La película se vuelve un auténtico despropósito sin pies ni cabeza. De repente, te encuentras con que el doblaje al español del personaje en cuestión se vuelve absolutamente ridículo, o con escenas que, en lugar de dar miedo, provocan un efecto cómico que hasta cabrea, porque te encuentras con toda la sala muerta de risa en escenas que deberían mantenerte en tensión. Pese a que la ambientación es muy buena y la primera mitad, insisto, también... Un declive que conlleve rozar lo esperpéntico resulta imperdonable, por mucho efecto palomitero que se busque.