Aunque es menos reconocida que Band of Brothers, me pareció igual de espectacular, emocionante, descarnada y magnífica. No le sobra nada, ni siquiera el último episodio como he leído en alguna crítica. Lloré como un niño, o con más propiedad, como un hombre con ganas de llorar. Me ha acercado a Diario de un Marine, de "Mazo" Sledge (que ya he leído) y a My Helmet as a Pillow, de Robert Lockie, que estoy leyendo, ambos muy recomendables.

La bipolaridad de las críticas a esta película me ha movido a verla, casi más por curiosidad que por otra cosa. Yo creo que una película, como cualquier otra obra artística, no puede ser muy buena o muy mala. Y, la verdad, yo no puedo saber a día de hoy si The Fountain es muy buena o muy mala, ni me interesa. Pero he sentido la necesidad de manifestar que no me ha gustado nada de nada. Mientras la veía ya me iba yo dando cuenta, cuenta de que no me estaba gustando, me refiero. Pero al terminar, lo que más me llamó la atención fue que no me había emocionado nada de nada, no había conseguido empatizar nada con el protagonista, y eso en mí es algo muy raro. Creo que la razón es que no he podido meterme en la historia porque la borrachera de innecesarios excesos estéticos que me ha pasado por delante de los ojos me ha dejado noqueado. Es posible que en otro momento de mi vida me hubiera gustado The Fountain; en cierto sentido, admiro a aquellos que la consideran una obra de arte. Pero ahora yo valoro la sencillez como la más elegante expresion del arte, así que imaginaos. Ahora bien, yo no soy crítico y no puedo entrar en si la película es muy buena...o muy mala.