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9
27 de agosto de 2016
27 de agosto de 2016
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el demonio siempre ha estado presente en el cine de terror, fue en los años 70, tras el bombazo de "El exorcista" (William Friedkin, 1973), cuando la moda diabólica se impuso de manera clara, inundando la cartelera con grandes películas afines ("La profecía", Richard Donner, 1976) o curiosos sucedáneos exploit ("La endemoniada", Amando de Ossorio, 1975). Pero en la segunda mitad de la década de los 80, este subgénero gozó de un revival muy interesante, paradójicamente impulsado por Dario Argento (que en los años 70 confesó que la moda diabólica le aburría bastante), produciendo la delirante y superchula "Demons" de Lamberto Bava, a la cual seguiría una secuela también muy divertida, Demons 2 (y en el otro lado del charco, John Carpenter realizó la impresionante "El príncipe de las tinieblas", mezclando al diablo con la física cuántica). Pues bien, Dario Argento siguió desarrollando el tema del demonio, guionizando y produciendo esta gran película realizada por Michele Soavi, un competente director que ya demostró todo lo que valía en su ópera prima "Aquarius" y que en su segunda película no sólo no decepciona sino que reafirma su talento como director de cine del susto.
"El engendro del diablo" es una película muy rica en matices, interpretaciones y en segundas lecturas, pero que no descuida el apartado más directo y divertido de una película de terror, esto es, la masacre, los descuartizamientos, la sangre derramada y las bestialidades que tanto nos gustan y nos divierten. El comienzo de la película es genialmente ambiguo, ya que las supuestas fuerzas demoníacas son indefensos y pacíficos campesinos, y los supuestos representantes del bien son clérigos sádicos y guerreros bestiales que no dudan en matar a niños para defender su santa causa. Y sin comerlo ni beberlo aquí tenemos la primera posible lectura del film: los "malos" de la película ¿son malos porque adoran a Satán o sencillamente quieren vengarse de las atrocidades que sufrieron a manos de los teóricamente "buenos" de la peli? (pues nada, una mesa redonda y a debatir). Soavi refleja a la perfección la brutalidad y la suciedad de la Edad Media e introduce el primer elemento siniestro de la trama: esa mano de muerto viviente agarrando la pata del caballo y arrastrando a la fosa común al caballero teutónico, primera víctima de la venganza de los campesinos.
Tras este prólogo, nos situamos en la actualidad, con ese bibliotecario aventurero y nuestra exquisita Barbara Cupisti, liándola parda desentrañando el misterio de la catedral. Y a continuación, tenemos una situación muy parecida a la de las antes mencionadas "Aquarius" o "Demons": un grupo de indefensas víctimas encerradas en un espacio concreto y claustrofóbico (en este caso la catedral de las narices) a merced de unos asesinos demoníacos que extienden el virus de la maldad a base de hostias. La película posee un protagonismo coral que aporta mucha frescura y originalidad al film. No hay unos protagonistas claros, ya que el desarrollo de la historia marca la importancia de cada personaje. Al comienzo parece que los protas son el bibliotecario y mi Bárbara, pero después el testigo lo cogen las víctimas encerradas en la iglesia, un clérigo viejuno sacado directamente de "El nombre de la Rosa" y ese cura de color negro oscuro, muy interesante y muy humano, que primero no sabe dónde meterse pero que después agarrará al demonio por los cuernos e intentará solucionar la papeleta. Y como hilo conductor de toda la historia tenemos a Asia Argento, que aquí interpreta a una muchachita de 13 años que empieza a vivir la vida y a salir de discotecas ante el pavor de su padre, que si por él fuera, la niña tendría que estar jugando a las muñecas hasta los 25 años. También, por lo visto, la niña es una reencarnación de una de las víctimas medievales de los caballeros teutones (de ahí el enigmático final).
Como es habitual en Michele Soavi, el horror de sus películas se manifiesta de diferentes formas: hay escenas poéticas y oníricas, que anuncian el apocalipsis de manera sutil, hermosa y a la vez horrible; también tenemos gore del bueno, con primerísimos planos de destripamientos y empalamientos varios (genial la escena que dura un nanosegundo en la que una muchacha es aplastada por el metro); y también tenemos algunas escenas de humor negro, protagonizadas por una entrañable pareja de ancianos encerrados en la catedral (y también por el original badajo de la campana de la iglesia).
Pues eso, "El engendro del diablo" es una gran película de terror satánico que divertirá y sobrecogerá a partes iguales. Tiene un argumento muy accesible y entretenido pero también posee una fuerte personalidad propia, impresa por el buen trabajo de Michele Soavi.
"El engendro del diablo" es una película muy rica en matices, interpretaciones y en segundas lecturas, pero que no descuida el apartado más directo y divertido de una película de terror, esto es, la masacre, los descuartizamientos, la sangre derramada y las bestialidades que tanto nos gustan y nos divierten. El comienzo de la película es genialmente ambiguo, ya que las supuestas fuerzas demoníacas son indefensos y pacíficos campesinos, y los supuestos representantes del bien son clérigos sádicos y guerreros bestiales que no dudan en matar a niños para defender su santa causa. Y sin comerlo ni beberlo aquí tenemos la primera posible lectura del film: los "malos" de la película ¿son malos porque adoran a Satán o sencillamente quieren vengarse de las atrocidades que sufrieron a manos de los teóricamente "buenos" de la peli? (pues nada, una mesa redonda y a debatir). Soavi refleja a la perfección la brutalidad y la suciedad de la Edad Media e introduce el primer elemento siniestro de la trama: esa mano de muerto viviente agarrando la pata del caballo y arrastrando a la fosa común al caballero teutónico, primera víctima de la venganza de los campesinos.
Tras este prólogo, nos situamos en la actualidad, con ese bibliotecario aventurero y nuestra exquisita Barbara Cupisti, liándola parda desentrañando el misterio de la catedral. Y a continuación, tenemos una situación muy parecida a la de las antes mencionadas "Aquarius" o "Demons": un grupo de indefensas víctimas encerradas en un espacio concreto y claustrofóbico (en este caso la catedral de las narices) a merced de unos asesinos demoníacos que extienden el virus de la maldad a base de hostias. La película posee un protagonismo coral que aporta mucha frescura y originalidad al film. No hay unos protagonistas claros, ya que el desarrollo de la historia marca la importancia de cada personaje. Al comienzo parece que los protas son el bibliotecario y mi Bárbara, pero después el testigo lo cogen las víctimas encerradas en la iglesia, un clérigo viejuno sacado directamente de "El nombre de la Rosa" y ese cura de color negro oscuro, muy interesante y muy humano, que primero no sabe dónde meterse pero que después agarrará al demonio por los cuernos e intentará solucionar la papeleta. Y como hilo conductor de toda la historia tenemos a Asia Argento, que aquí interpreta a una muchachita de 13 años que empieza a vivir la vida y a salir de discotecas ante el pavor de su padre, que si por él fuera, la niña tendría que estar jugando a las muñecas hasta los 25 años. También, por lo visto, la niña es una reencarnación de una de las víctimas medievales de los caballeros teutones (de ahí el enigmático final).
Como es habitual en Michele Soavi, el horror de sus películas se manifiesta de diferentes formas: hay escenas poéticas y oníricas, que anuncian el apocalipsis de manera sutil, hermosa y a la vez horrible; también tenemos gore del bueno, con primerísimos planos de destripamientos y empalamientos varios (genial la escena que dura un nanosegundo en la que una muchacha es aplastada por el metro); y también tenemos algunas escenas de humor negro, protagonizadas por una entrañable pareja de ancianos encerrados en la catedral (y también por el original badajo de la campana de la iglesia).
Pues eso, "El engendro del diablo" es una gran película de terror satánico que divertirá y sobrecogerá a partes iguales. Tiene un argumento muy accesible y entretenido pero también posee una fuerte personalidad propia, impresa por el buen trabajo de Michele Soavi.

3.8
1,830
7
27 de agosto de 2016
27 de agosto de 2016
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ghoulies" resume a la perfección el espíritu exploitation de los años 80: una película mala de cojones pero con mucho carisma. Englobada en el subgénero "little bastard monsters" a raíz del éxito de los Gremlins de Joe Dante, esta película tiene una poca vergüenza impresionante, porque los pequeños monstruitos salen poco y mal, siendo el tema central del film la paulatina posesión del hijo del brujo por el espectro de su padre, que el chaval empieza a jugar con las cosas satánicas y al final va perdiendo la personalidad en favor de la del padre, que el cabrito está esperando en el nicho para hacer acto de presencia (argumento que nos recuerda al clásico relato de H.P. Lovecraft "El caso de Charles Dexter Ward"). El muchacho está tan obsesionado con la magia que incluso para cumplir conyugalmente con la novia se pinta un pentagrama debajo de la cama y así no tiene que tomar viagra. Por todo esto, la verdad es que los ghoulies no pintan nada en la historia, sólo son un mero adorno y un evidente reclamo comercial para que los chavales piquen y vayan al cine o se alquilen la película esperando ver un espectáculo similar al de los Gremilins o los Critters, con cientos de bichos saltando y dando por el bottom. Pero ¿sabéis que os digo? ¡Que me da igual! los bichos son tan gamberros, tan cabrones y tan encantadores (en especial el bicho verde calvo de la portada, como una versión mutante de Pato WC) que le perdono al director lo granuja que es. Hay que reconocer que la idea tiene potencial, pero como el presupuesto no da ni para pipas, los bichos apenas son marionetas sin movilidad enfocados en primer plano o en plano medio para que no se le vean las piernas (o el brazo del tío que los está moviendo). O sea, que nadie espere ver unos guiñoles como los de Jim Henson o Frank Oz, ¡ni mucho menos! más bien son títeres cutres como los del parque un domingo por la mañana y va que chuta. Pero la serie Z es lo que tiene: cuanto más cutre, más divertido. No obstante, hay algunas secuencias escalofriantes, como la del muñeco con la cara blanca que está en la mecedora y en el armario indistintamente.
Exceptuando a la pareja protagonista, los personajes son bastante tópicos y patéticos, un puñado de "jóvenes-adolescentes" amiguetes que van a las fiestas a beber, endrogarse y a arrimar cebolleta: está el ligón chulo playas, están las tías buenas (dos), están los colgados drogatas (el de las gafas de sol es muy divertido) y está el friki que no liga ni una. Y no solo es mala su interpretación, sino también su estilismo, porque me llevan unos peinados y unos trajes que son de lo más hortera de los 80´s. A nivel argumental, estos personajes no sirven para nada, pero como carne de cañón cumplen a la perfección su cometido, siendo masacrados por los ghoulies, por una pareja de enanitos o por el propio brujo cabrón. Y hablando de masacres, en la peli apenas hay gore, a excepción de un bulto en el entreteto de la madre o algunos arañazos y mordiscos. En cuanto al padre brujo, queda muy bien como supervillano grandilocuente y egocénctrico, con sus grandes poses, su afectación aristocrática y sus ojos verdes fosforitos. Además, el tío es un ambiguo y un degenerado sexual, porque le quiere comer la boca a su propio hijo ¡vamos, que además de satánico es un rato guarro el tío! Y el final de la peli es apoteósico, con una batalla de brujos que ni el señor de los anillos, con sus rayos rojos y azules que sería la envidia de Gandalf y Sauroman.
Como ya dije en un principio, el carisma y el potencial de la película era innegable y tuvo un éxito de taquilla impresionante, lo cual propició varias secuelas con un nivel de cutrerío similar a la original. En concreto fueron 3 secuelas: "Ghoulies 2", "Ghoulies 3: los ghoulies van a la universidad" y "Ghoulies 4: los ghoulies tras el amuleto maldito". Estas películas fueron pasto de videoclub, con una audiencia compuesta en su mayoría por niños y pequeños adolescentes que flipaban (flipábamos) en colores a pesar de lo malas que eran.
En fin, "Ghoulies" es una película que no conoce el término medio: o la amas o la odias profundamente. Yo me encuentro entre los primeros (aún reconociendo que la peli es un rato cutre).
Exceptuando a la pareja protagonista, los personajes son bastante tópicos y patéticos, un puñado de "jóvenes-adolescentes" amiguetes que van a las fiestas a beber, endrogarse y a arrimar cebolleta: está el ligón chulo playas, están las tías buenas (dos), están los colgados drogatas (el de las gafas de sol es muy divertido) y está el friki que no liga ni una. Y no solo es mala su interpretación, sino también su estilismo, porque me llevan unos peinados y unos trajes que son de lo más hortera de los 80´s. A nivel argumental, estos personajes no sirven para nada, pero como carne de cañón cumplen a la perfección su cometido, siendo masacrados por los ghoulies, por una pareja de enanitos o por el propio brujo cabrón. Y hablando de masacres, en la peli apenas hay gore, a excepción de un bulto en el entreteto de la madre o algunos arañazos y mordiscos. En cuanto al padre brujo, queda muy bien como supervillano grandilocuente y egocénctrico, con sus grandes poses, su afectación aristocrática y sus ojos verdes fosforitos. Además, el tío es un ambiguo y un degenerado sexual, porque le quiere comer la boca a su propio hijo ¡vamos, que además de satánico es un rato guarro el tío! Y el final de la peli es apoteósico, con una batalla de brujos que ni el señor de los anillos, con sus rayos rojos y azules que sería la envidia de Gandalf y Sauroman.
Como ya dije en un principio, el carisma y el potencial de la película era innegable y tuvo un éxito de taquilla impresionante, lo cual propició varias secuelas con un nivel de cutrerío similar a la original. En concreto fueron 3 secuelas: "Ghoulies 2", "Ghoulies 3: los ghoulies van a la universidad" y "Ghoulies 4: los ghoulies tras el amuleto maldito". Estas películas fueron pasto de videoclub, con una audiencia compuesta en su mayoría por niños y pequeños adolescentes que flipaban (flipábamos) en colores a pesar de lo malas que eran.
En fin, "Ghoulies" es una película que no conoce el término medio: o la amas o la odias profundamente. Yo me encuentro entre los primeros (aún reconociendo que la peli es un rato cutre).
30 de agosto de 2016
30 de agosto de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para bien o para mal, Stuart Gordon siempre está innovando hasta el infinito y "plus ultra" y dando por saco con sus películas gamberras, bizarras y políticamente incorrectas, y este "castillo alucinante" (alucinado estaba el que le puso el título en castellano) no es una excepción ya que la peli tiene de todo menos presupuesto. Siguiendo su costumbre de adaptar los cuentos de H.P. Lovecraft con la punta del cimbrel, Gordon vuelve a liarla parda estremeciendo mentes y estómagos con sus bestialidades pasadas de rosca y su peculiar humor negro carbón (y cabrón). Desgraciadamente, el punto débil del film es su escaso presupuesto, que no tenían ni para pipas, y eso se nota un montón tanto a nivel artístico como técnico, quedando todo un pelín chusco y cutre-lux.
La historia cuenta lo que sigue: Una familia norteamericana hereda un castillo italiano y allá van ellos todos felices para venderlo y llevarse la pasta. La familia está compuesta por el padre, un ex-alcohólico que por su culpa su niño murió y su niña quedó ciega; la mujer, que tiene a pan y agua a su marido desde el accidente; y la hija ciega que esperemos que tenga 18 años porque todo el mundo le quiere meter mano. En fin, la primera noche que pasan en el castillo escuchan ruidos extraños y lamentos de las catacumbas. La muchacha dice que en el castillo ocurren fenómenos paranormales, porque el que llora es el fantasma del hijo de la Duquesa, que por lo visto lo mató su propia madre para vengarse del marido, que la había dejado abandonada por una pelandrusca más joven. Señora, pues casi acierta.
La historia que cuenta la película es potente y llena de muchísimos matices. Tomando como punto de partida el enclaustramiento forzoso del protagonista del relato de H.P. Lovecraft "El intruso" (también conocido como "El extraño"), Stuart Gordon diseña a una criatura marcada por el odio ciego y la crueldad, dando como resultado un bicho patético y salvaje, que sólo sabe expresarse a través de la violencia pero que tiene la curiosidad y las pocas luces de un niño de teta. Esta combinación de ingenuidad y bestialismo es el motor de la película, marcando al resto de personajes de manera directa. No obstante, el verdadero protagonista del film es el personaje interpretado por Jeffrey Combs, un padre de familia un poquito alcohólico y putero con un montón de defectos pero que en el fondo es buena persona y quiere lo mejor para su mujer y su hija. El tío es un hombre completamente normal que no tiene ninguna virtud y que, como todo el mundo, a veces se ve superado por las circunstancias. Barbara Crampton interpreta a la esposa y madre castrante, que no le perdona una al marido y a la niña la tiene amargadita con tanta sobreprotección. Y la hija ciega es la conveniente víctima en edad de merecer y que por motivos del guión saldrá en ropa interior (aunque es verdad que la muchacha protagoniza una de las pocas escenas tiernas y dramáticas del film).
Otro aspecto interesante del film son los extraños e incestuosos vínculos entre los personajes de la película, ya que todos son miembros de una familia degenerada y donde comen dos comen tres. Por desgracia, todos estos personajes y buenas ideas están a medio desarrollar debido al escaso presupuesto, quedando todo a medio cocinar y sin ser explotadas en todo su esplendor. Por otro lado, el desarrollo de la trama es predecible y un tanto aburrido, poniéndose la cosa interesante cuando el bicho decide hacer una masacre.
En cuanto al despelote, pues haberlo haylo, aunque por desgracia no se despelota mi Bárbara Crampton sino una muchacha de color con un pelazo impresionante.
Resumiendo: "Castle Freak" es una peli con mucha potencialidad pero que en el acto es un poco deficiente. No obstante, Stuart Gordon consigue crear una atmósfera malsana y siniestra muy lograda y desagradable.
La historia cuenta lo que sigue: Una familia norteamericana hereda un castillo italiano y allá van ellos todos felices para venderlo y llevarse la pasta. La familia está compuesta por el padre, un ex-alcohólico que por su culpa su niño murió y su niña quedó ciega; la mujer, que tiene a pan y agua a su marido desde el accidente; y la hija ciega que esperemos que tenga 18 años porque todo el mundo le quiere meter mano. En fin, la primera noche que pasan en el castillo escuchan ruidos extraños y lamentos de las catacumbas. La muchacha dice que en el castillo ocurren fenómenos paranormales, porque el que llora es el fantasma del hijo de la Duquesa, que por lo visto lo mató su propia madre para vengarse del marido, que la había dejado abandonada por una pelandrusca más joven. Señora, pues casi acierta.
La historia que cuenta la película es potente y llena de muchísimos matices. Tomando como punto de partida el enclaustramiento forzoso del protagonista del relato de H.P. Lovecraft "El intruso" (también conocido como "El extraño"), Stuart Gordon diseña a una criatura marcada por el odio ciego y la crueldad, dando como resultado un bicho patético y salvaje, que sólo sabe expresarse a través de la violencia pero que tiene la curiosidad y las pocas luces de un niño de teta. Esta combinación de ingenuidad y bestialismo es el motor de la película, marcando al resto de personajes de manera directa. No obstante, el verdadero protagonista del film es el personaje interpretado por Jeffrey Combs, un padre de familia un poquito alcohólico y putero con un montón de defectos pero que en el fondo es buena persona y quiere lo mejor para su mujer y su hija. El tío es un hombre completamente normal que no tiene ninguna virtud y que, como todo el mundo, a veces se ve superado por las circunstancias. Barbara Crampton interpreta a la esposa y madre castrante, que no le perdona una al marido y a la niña la tiene amargadita con tanta sobreprotección. Y la hija ciega es la conveniente víctima en edad de merecer y que por motivos del guión saldrá en ropa interior (aunque es verdad que la muchacha protagoniza una de las pocas escenas tiernas y dramáticas del film).
Otro aspecto interesante del film son los extraños e incestuosos vínculos entre los personajes de la película, ya que todos son miembros de una familia degenerada y donde comen dos comen tres. Por desgracia, todos estos personajes y buenas ideas están a medio desarrollar debido al escaso presupuesto, quedando todo a medio cocinar y sin ser explotadas en todo su esplendor. Por otro lado, el desarrollo de la trama es predecible y un tanto aburrido, poniéndose la cosa interesante cuando el bicho decide hacer una masacre.
En cuanto al despelote, pues haberlo haylo, aunque por desgracia no se despelota mi Bárbara Crampton sino una muchacha de color con un pelazo impresionante.
Resumiendo: "Castle Freak" es una peli con mucha potencialidad pero que en el acto es un poco deficiente. No obstante, Stuart Gordon consigue crear una atmósfera malsana y siniestra muy lograda y desagradable.

4.2
937
5
10 de septiembre de 2016
10 de septiembre de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Piquer Simón (1935-2011) fue un gran maestro artesanal del cine exploitation y comercial, al mismo nivel que otras leyendas cinematográficas como Lucio Fulci, Amando de Ossorio o Mario Bava. Sujeto a un país y a una coyuntura industrial determinada, muchas veces debía supeditar su talento y su imaginación a las exigencias comerciales y a las modas pasajeras, imitando y fusionando estilos en boga, procedentes de los megaéxitos de las películas de género norteamericanas, pero con un presupuesto infinitamente inferior. De esta manera tan jodida, Juan Piquer Simón debía realizar películas taquilleras made in Spain pero que parecieran yankies, no sólo para contentar al público nacional, sino también para conseguir una audiencia internacional. Fruto de estas exigencias, las películas de Juan Piquer Simón eran hiperbólicas en todos los sentidos, no dejando indiferente a nadie y cosechando un gran éxito comercial, derrochando entusiasmo y amor por el género.
"La grieta" es la imitación hispana de la moda submarina de finales de los 80, con películas como "Leviathan", "Profundidad 6" y, sobre todo, "Abyss" de James Cameron. Como todas las películas de Juan Piquer Simón, "La grieta" es una mezcla indeterminada de cine B y Z, debido principalmente a la falta de presupuesto. Por ello, aunque la película, a nivel general, podría englobarse en una correcta serie B, cuenta con unos detalles cutres totales. Por ejemplo, los submarinos que salen en la película cantan una barbaridad a maqueta, al igual que los decorados interiores (con esos ordenadores de "última generación"). Después, hay algunos "monstruos mutantes" que son de juzgado de guardia, como esos insectos con movilidad nula, esas algas estranguladoras o esa ameba-medusa gigante, que son lo más cutre del mundo. Al mismo nivel están los diálogos de la película, una sucesión infinita de tópicos y clichés del cine norteamericano que quedan risibles en actores castizos como Tony Isbert o Luis Lorenzo, aunque también quedan ridículos en actores yankis como R. Lee Ermey en su papel de manual de capitán del submarino. Mención especial merece el protagonista del film, un guaperas chulo-playas paradigma del "héroe" ochochentero más odioso y chulesco al más puro estilo "Michael Paré". No obstante, entre tanto cutrerío, la peli también tiene grandes momentos serie B, sobre todo cuando los personajes entran en la cueva y se lían a tiros con los bichos, escenas que nos recuerdan un montón a "Aliens, el regreso" con un espectacular monstruo ovíparo incluido (obra del experto en efectos especiales Colin Arthur). Las escenas gore también molan un montón, pero desgraciadamente hay muy pocas: a uno le revientan la cabeza y a otro le cortan la pierna. Otro dato a tener en cuenta es que no sale ningún despelote gratuito ni justificado, lo cual no sé si es una ventaja o un inconveniente.
En fin, "La grieta" es una película resultona y entretenida, a pesar de contar con muchos defectos provocados por la ausencia del vil metal. No es la mejor película de Juan Piquer Simón pero es correcta y presentable y además te puedes echar unas risas con los colegas.
"La grieta" es la imitación hispana de la moda submarina de finales de los 80, con películas como "Leviathan", "Profundidad 6" y, sobre todo, "Abyss" de James Cameron. Como todas las películas de Juan Piquer Simón, "La grieta" es una mezcla indeterminada de cine B y Z, debido principalmente a la falta de presupuesto. Por ello, aunque la película, a nivel general, podría englobarse en una correcta serie B, cuenta con unos detalles cutres totales. Por ejemplo, los submarinos que salen en la película cantan una barbaridad a maqueta, al igual que los decorados interiores (con esos ordenadores de "última generación"). Después, hay algunos "monstruos mutantes" que son de juzgado de guardia, como esos insectos con movilidad nula, esas algas estranguladoras o esa ameba-medusa gigante, que son lo más cutre del mundo. Al mismo nivel están los diálogos de la película, una sucesión infinita de tópicos y clichés del cine norteamericano que quedan risibles en actores castizos como Tony Isbert o Luis Lorenzo, aunque también quedan ridículos en actores yankis como R. Lee Ermey en su papel de manual de capitán del submarino. Mención especial merece el protagonista del film, un guaperas chulo-playas paradigma del "héroe" ochochentero más odioso y chulesco al más puro estilo "Michael Paré". No obstante, entre tanto cutrerío, la peli también tiene grandes momentos serie B, sobre todo cuando los personajes entran en la cueva y se lían a tiros con los bichos, escenas que nos recuerdan un montón a "Aliens, el regreso" con un espectacular monstruo ovíparo incluido (obra del experto en efectos especiales Colin Arthur). Las escenas gore también molan un montón, pero desgraciadamente hay muy pocas: a uno le revientan la cabeza y a otro le cortan la pierna. Otro dato a tener en cuenta es que no sale ningún despelote gratuito ni justificado, lo cual no sé si es una ventaja o un inconveniente.
En fin, "La grieta" es una película resultona y entretenida, a pesar de contar con muchos defectos provocados por la ausencia del vil metal. No es la mejor película de Juan Piquer Simón pero es correcta y presentable y además te puedes echar unas risas con los colegas.
10 de septiembre de 2016
10 de septiembre de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de su vida, Lucio Fulci hizo un montón de películas exploit con cuatro euros y mucho morro, aprovechando corrientes y tendencias para conseguir una audiencia que se quedaba encandilada con los golpes de efecto, las bestialidades surrealistas y gore del inefable director. Pues bien, de toda todita toda la filmografía de Lucio Fulci, "Aquella casa al lado del cementerio" es la más redonda y digestiva cinematográficamente hablando, es decir, es la menos incongruente, la menos oportunista, la menos gratuita, la que menos vergüenza ajena da, la menos incoherente y la más potable en general. Ni siquiera "El más allá", considerada la mejor película de Fulci, posee la mesura y la armonía de nuestra querida villa acanto del cementerio. Pero tampoco nos hagamos ilusiones, que los guiones de nuestro Fulci son a prueba de bomba y en esta ocasión tampoco faltan los momentos confusos, las contradicciones manifiestas, las preguntas no resueltas ni la espectacularidad de las escenas grotescas en perjuicio del hilo argumental.
Aunque el argumento de la película posee un deje Lovecraftiano (procedente de su antecesora "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes"), el film puede clasificarse en la división de fantasmas y casas encantadas, siendo su mayor influencia "El resplandor" de Stanley Kubrik, (que la peli de Fulci aprovecha el tirón y canta una barbaridad a truco propagandístico). En ambos casos, el protagonista principal del film es un bien inmueble (un hotel en la peli de Kubric y una mansión de Nueva Inglaterra en la de Fulci), además de contar con un niño que tiene superpoderes y telepatía mutante, una madre sobreprotectora y gritona y un padre ambiguo y obsesionado con su trabajo. Pero como es habitual en las películas de Fulci, las semejanzas son aparentes y están encaminadas a llamar la atención de un público ignorante e ingenuo, ya que el cogollo del asunto es completamente diferente. Si "El resplandor" de Kubrik es una película de fantasmas fría y etérea, la historia de miedo de Fulci es visceral y caliente, fiel a su espíritu latino, con unos fantasmas de carne y hueso que son proclives al gore sin pudor y desenfrenado. No obstante, Lucio Fulci pisa el freno en cuanto a la casquería fina para darle protagonismo a la atmósfera siniestra y opresiva de la casa y su circunstancia, primando el ambiente angustioso y tétrico a lo meramente físico y salpicante (aunque de eso también hay). Por ello, asesinatos hay pocos, pero están bien repartidos al principio, en medio y al final del film, siendo cada uno de ellos una orgía de sangre y mal gusto, pero sin perjudicar ni menospreciar el hilo argumental ni la línea artística oscura y tenebrosa.
El trío protagonista de la película, formado por Paolo Malco, Katherine McColl y el niño cabezón, gira en torno a la casa de los fiambres, y cada uno de ellos reaccionará de manera diferente, según su idiosincrasia. El profesor Boyle afrontará los misterios de la casa con curiosidad e incluso obsesión, comportándose de manera sospechosa y ambigua y generando un montón de preguntas (que por supuesto Fulci no contestará); Su santa esposa, interpretada magistralmente por Katherine McColl, tiene más miedo que un perrito chico, pero eso no le impide ser una madre leona que por su niño es capaz de todo. A esta pobre mujer la casa la aterra y lo único que quiere es salir pitando, pero como el marido es un pesado, le toca hacer de tripas corazón; y después está el niño repelente, con más gachas que el puchero de mi abuela y con una tontería encima que no se puede aguantar. Al principio el niño pasará bastante del tema de la casa, y eso que el chavea ve espíritus que le advierten que la casa es un peligro, pero como el niño tiene sus juguetes, como que le da más o menos igual. Pero claro, cuando empieza a ver a los primeros muertos y el malo de la película le enseña el cuchillo, ni juguetes ni hostias, el niño corre más que Speedy González.
Pero hablar de la casa es hablar de su sótano, y hablar de su sótano es hablar del emérito Dr. Freudstein, un médico del siglo XIX que como hacía un frío que pelaba el día que murió, lo enterraron en el salón de su casa debajo de la alfombra.
Como ya dije en un principio, aunque la película se caracteriza por su atmósfera lúgubre y acojonante, lo que más nos divierte son las escenas de hachazos y destetes, propias del exploit italiano, y de eso la película también tiene. Sin ir más lejos, "Aquella casa al lado del cementerio" tiene el record guiness de mostrar unas tetas lo más pronto posible, concretamente a los 40 segundos de empezar el film. Por otro lado, los asesinatos son los más sádicos del mundo, llegando incluso al surrealismo hilarante, como la famosa escena de la escalera, con una violencia propia del coyote y el correcaminos de lo exagerada e hiperbólica que es. No te la tomas en serio pero te descojonas de risa.
Pero uno de los pilares que sustentan la película es su maravillosa banda sonora, compuesta por Walter Rizzati, habitual de las películas de Fulci y que el tío es un fenómeno en esto de la filarmónica. El tema central del film es una magnífica composición gótica mitad clavicordio mitad organillo que te pone los pelos de punta, y el resto de temas crean el ambiente preciso para inquietarte un poquito bastante.
En fin, "Aquella casa al lado del cementerio" es una gran clásico del terror exploit y la culminación de la creatividad artística de Lucio Fulci. Si el médico te ha recomendado que veas sólo una película de Fulci, que sea ésta.
Aunque el argumento de la película posee un deje Lovecraftiano (procedente de su antecesora "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes"), el film puede clasificarse en la división de fantasmas y casas encantadas, siendo su mayor influencia "El resplandor" de Stanley Kubrik, (que la peli de Fulci aprovecha el tirón y canta una barbaridad a truco propagandístico). En ambos casos, el protagonista principal del film es un bien inmueble (un hotel en la peli de Kubric y una mansión de Nueva Inglaterra en la de Fulci), además de contar con un niño que tiene superpoderes y telepatía mutante, una madre sobreprotectora y gritona y un padre ambiguo y obsesionado con su trabajo. Pero como es habitual en las películas de Fulci, las semejanzas son aparentes y están encaminadas a llamar la atención de un público ignorante e ingenuo, ya que el cogollo del asunto es completamente diferente. Si "El resplandor" de Kubrik es una película de fantasmas fría y etérea, la historia de miedo de Fulci es visceral y caliente, fiel a su espíritu latino, con unos fantasmas de carne y hueso que son proclives al gore sin pudor y desenfrenado. No obstante, Lucio Fulci pisa el freno en cuanto a la casquería fina para darle protagonismo a la atmósfera siniestra y opresiva de la casa y su circunstancia, primando el ambiente angustioso y tétrico a lo meramente físico y salpicante (aunque de eso también hay). Por ello, asesinatos hay pocos, pero están bien repartidos al principio, en medio y al final del film, siendo cada uno de ellos una orgía de sangre y mal gusto, pero sin perjudicar ni menospreciar el hilo argumental ni la línea artística oscura y tenebrosa.
El trío protagonista de la película, formado por Paolo Malco, Katherine McColl y el niño cabezón, gira en torno a la casa de los fiambres, y cada uno de ellos reaccionará de manera diferente, según su idiosincrasia. El profesor Boyle afrontará los misterios de la casa con curiosidad e incluso obsesión, comportándose de manera sospechosa y ambigua y generando un montón de preguntas (que por supuesto Fulci no contestará); Su santa esposa, interpretada magistralmente por Katherine McColl, tiene más miedo que un perrito chico, pero eso no le impide ser una madre leona que por su niño es capaz de todo. A esta pobre mujer la casa la aterra y lo único que quiere es salir pitando, pero como el marido es un pesado, le toca hacer de tripas corazón; y después está el niño repelente, con más gachas que el puchero de mi abuela y con una tontería encima que no se puede aguantar. Al principio el niño pasará bastante del tema de la casa, y eso que el chavea ve espíritus que le advierten que la casa es un peligro, pero como el niño tiene sus juguetes, como que le da más o menos igual. Pero claro, cuando empieza a ver a los primeros muertos y el malo de la película le enseña el cuchillo, ni juguetes ni hostias, el niño corre más que Speedy González.
Pero hablar de la casa es hablar de su sótano, y hablar de su sótano es hablar del emérito Dr. Freudstein, un médico del siglo XIX que como hacía un frío que pelaba el día que murió, lo enterraron en el salón de su casa debajo de la alfombra.
Como ya dije en un principio, aunque la película se caracteriza por su atmósfera lúgubre y acojonante, lo que más nos divierte son las escenas de hachazos y destetes, propias del exploit italiano, y de eso la película también tiene. Sin ir más lejos, "Aquella casa al lado del cementerio" tiene el record guiness de mostrar unas tetas lo más pronto posible, concretamente a los 40 segundos de empezar el film. Por otro lado, los asesinatos son los más sádicos del mundo, llegando incluso al surrealismo hilarante, como la famosa escena de la escalera, con una violencia propia del coyote y el correcaminos de lo exagerada e hiperbólica que es. No te la tomas en serio pero te descojonas de risa.
Pero uno de los pilares que sustentan la película es su maravillosa banda sonora, compuesta por Walter Rizzati, habitual de las películas de Fulci y que el tío es un fenómeno en esto de la filarmónica. El tema central del film es una magnífica composición gótica mitad clavicordio mitad organillo que te pone los pelos de punta, y el resto de temas crean el ambiente preciso para inquietarte un poquito bastante.
En fin, "Aquella casa al lado del cementerio" es una gran clásico del terror exploit y la culminación de la creatividad artística de Lucio Fulci. Si el médico te ha recomendado que veas sólo una película de Fulci, que sea ésta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por cierto, desde aquí os hago una pregunta ¿El niño al final muere o sobrevive? Yo es que todavía no lo tengo claro...
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