Sin embargo sobra la trama secundaria de los Albano-Kosovares, ni fue necesaria para la historia y su ahorramiento en metraje hubiese dado un final más digno a esta buena historia.
Sobran muchos de los cuadros filmados en Gibraltar y sobre el Rif, y falta que el final hubiese sido más realista. La chica tenía claro que iba a aprovechar la circunstancia de vivir en España para rehacer su vida y precisamente, ser la pareja de un narco no entraba dentro de sus planes, por lo que le dijo "que jamás iría a visitarlo a la cárcel". Carece de sentido por tratar de darle una pincelada romántica que no tiene sentido en ese final tan predecible y tan poco digno, y por otro lado, moralista, porque parece ser que el o los guionistas consideraron que la "victoria" del protagonista sería emulada por muchos en la vida real.

No obstante, esto ha sido cierto, hace unos días ví en TV cómo una patrullera de la GC trataba de abordar una lancha deportiva y ésta zigzagueaba prácticamente como en las tomas de la película y además, a plena luz del día, tal y como se propuso hacer en la película.

La muerte del piloto o su recuperación, no se supo nada. La trama corrupta en el entorno de la policía, tampoco se resuelve, hubiese sido fascinante trabajar esta parte de la historia con una conclusión cruzada con el propio protagonista.

No obstante, lo que en un principio comenzó siendo una conversación realmente pesada, una conversación de pareja en un coche (mientras las dos hijas viajan atrás dormidas) se desata en una guerra dialéctica en la que tanto uno como otra, exponen y desgranan de forma sincera e incluso arrebatadora cada uno de sus sentimientos, como quien desgrana una granada encima de un mantel blanco, manchándo todo, finalmente es un resumen a modo de conclusión, de lo que sucedió en las anteriores películas de esta magnífica trilogía, al punto, que lleva al espectador a un estado de ánimos ambivalente pero fortalecido al verse identificado en muchos de los puntos tratados a lo largo de esa conversación infinita de pareja.