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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de junio de 2010
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Biopic ligeramente basado en el libro "Bound for Glory" escrito por Woody Guthrie, que a su vez está también ligeramente basado en su propia vida. En la película solo se exponen las experiencias relatadas entre 1936 y 1940 y se ignora su crianza en Oklahoma, que si relata el libro. El título español de la película, que es el de su más famosa canción, no viene a cuento pues, ya que "This Land Is Your Land" no fue compuesta hasta la llegada de Guthrie a New York.

La película, como todas las de Hal Ashby en esta época, destaca por su equilibrio entre la melancolía y la celebración de la vida. Aunque, en mi opinión, la cinta no está a la altura de "Harold y Maude" o "El Último Deber" ello no quiere decir que no sea disfrutable. Por otra parte, hay que señalar que la vida de Guthrie se distorsiona claramente para darle un tono más epico a la narración (ver spoiler), como no podía ser menos en Hollyfoz, y por mucho que los 70s fuesen una época extraña en la ciudad de los sueños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En primer lugar, no puedo más que poner en duda todas las escenas de peleas, en las que Guthrie-Carradine se mete. ¡Si es que parece un moderno Don Quijote folkie llevando palos en todos lados! Guthrie, si es cierto, se preocupo mucho por las condiciones de vida de los emigrantes en la California de la epoca, pero parece un poco dudoso que pasase tantas aventuras a su llegada al estado de las naranjas y el buen tiempo perpetuo.

La película también modifica, refunde o directamente omite a algunas de las personas con las que se relaciono Guthrie en esa época. Por ejemplo, el principal responsable de la introducción de Woody en las ideas y los circulos socialistas y comunistas fue Ed Robbin, un presentador de noticias de la KFVD, no el personaje que interpreta Ronny Cox (que en realidad se llamaba Cisco Houston).

Lo que es conocido es que Guthrie no dejo la KFVD por las presiones comerciales que narra la película. Esta estación de radio pertenecía a un democrata del ala izquierda del partido, y Guthrie nunca tuvo problemas por tocar canciones protesta. El motivo de su despido fue el pacto de no agresión entre la URSS y la Alemania Nazi, que provoco que la KFVD no quisiese tener ninguna relación con personas ligadas al partido comunista, y aunque Guthrie nunca fue miembro del mismo, si simpatizo abiertamente con él y llego a cantar canciones que, siguiendo la linea del partido comunista juzgaban a la 2ª Guerra Mundial como un "fraude capitalista".

Tampoco su relación con la CBS se saldo con los resultados narrados en la cinta de Ashby. En primer lugar, su marcha a New York vino precedida por una vuelta a Pampa, Texas, acompañado de Mary Guthrie y sus hijos, a consecuencia del despido de la KFVD y las pocas posibilidades de encontrar otro empleo en Los Angeles. Luego, a invitación de su amigo Will Geer, se traslado a NY, donde aparecería como invitado en un programa semanal de la CBS. Su exito en este dio lugar a que Guthrie consiguiera su propio programa de radio, el cual si abandono por serle impuestas las canciones que debía cantar.
26 de marzo de 2011
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Discipulo del Diablo está basada en una obra teatral de George Bernard Shaw, pero ello no supone tener que aguantar el típico acartonamiento de las adaptaciones fílmicas del teatro: los escenarios cambian constantemente e incluso hay escenas rodadas en exteriores con un buen número de extras. Tampoco las interpretaciones recuerdan en ningún momento el origen en las tablas del guión, algo que podía esperarse de Laurence Olivier, pero no es el caso.

Sin embargo la película adolece de una falta de pulso que impide que pueda ser considerada como una obra maestra. El tono varía de unas escenas a otras de forma brusca, y cuándo se llega a la escena en la que Lancaster se interna en el cuartel de los casacas rojas yo me quede a cuadros; de un drama (tratado con una cierta ligereza, eso si) se pasa de repente a una escena de comedia absurda y delirante, en la que Lancaster más parece un superhéroe que una pastor presbiteriano como dios manda.

Quizás la respuesta a este repentino cambio de discurso se deba a los 2 diferentes directores que tuvo la película. En efecto, la cinta fue comenzada por el gran Alexander MacKendrick, y fue sustituido a causa de su excesivo perfeccionismo por el artesano Guy Hamilton, posteriormente, director de 4 películas de la saga Bond. Aún que quizás no sea MacKendrick el responsable de la escena de Lancaster en el cuartel, se hace difícil creer que no sea él quien filmo la escena del juicio en el que se enfrentan los personajes de Olivier y Kirk Douglas, cargada de un sano cinismo y dotada de los mejores diálogos de la cinta. Lo mismo puede decirse de la escena en la que la mujer del pastor va a visitar a Douglas en su "calabozo", una de las más divertidas de la cinta.

Otras escenas sin embargo, no alcanzan, a mi parecer, el fin pretendido. Por ejemplo, la del primer encuentro entre Lancaster y Douglas en el cementerio, aunque sirve para presentarnos a los personajes y sus diferencias, no acaba de funcionar como escena de comedia, que parece ser lo pretendido, lo que deja a uno con un sabor muy extraño en la retina.

¿Qué nos queda entonces? Por una parte una serie de memorables escenas, casi todas ellas protagonizadas por el personaje de Laurence Olivier (el histórico General Burgoyne), y por otra una película, en conjunto, deslavazada, y a ratos un tanto confusa para quienes no estamos familiarizados con la guerra entre los colonos americanos y la metrópolis británica, aunque lo realmente importante es la historia de crecimiento personal de los personajes de Lancaster y Douglas.
7 de diciembre de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Cardenal es un extenso drama muy típico de la producción sesentera de Otto Preminger, y que a modo de compendio de toda su carrera, ribetea otros géneros anteriormente transitados por el vienés. Así nos encontramos rozando el melodrama durante los pasajes dedicados a la hermana del protagonista, de un tono más o menos cercano a Buenos días tristeza; el film político, al estilo de Tempestad sobre Washington, en el episodio anti-racista y el final vienés; la película romántica, a lo Rio sin retorno, en el escarceo secular de Tom Tryon en Viena, e incluso el drama puro y duro mientras el gran Burgess Meredith se adueña de la pantalla. Y ello sin olvidar los apuntes cómicos, casi todos ellos de la mano de un John Huston superlativo, un verdadero animal de la pantalla en el que es su papel más relevante como actor, ni la mirada casi etnográfica a los rituales vaticanos, en los que Preminger parece disfrutar parándose a contemplar todos sus detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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De lo dicho puede deducirse que uno de los principales males de esa cinta es lo fragmentario y episódico de su flujo, que se ve continuamente interrumpido por nuevas historias, en cada una de las cuales se muestra, de forma un tanto benevolente, cuando no directamente tergiversadora, a mi parecer, la postura del Vaticano ante temas como la convivencia con otras religiones, el nazismo y el racismo, la sexualidad y el matrimonio, etc. A pesar de que los diferentes episodios están engarzados por el guión de una forma bastante hábil, centrándolo todo en la historia vital del padre Stephen, hay que señalar que estos vínculos no conforman un guión de hierro al estilo del Hollywood clásico. Hasta el último capitulo, en la Viena del Anschluss, es otro episodio más, lo que nos deja un final bastante abrupto, y que no contesta las principales preguntas que plantea la cinta. A saber, por un lado, la posibilidad de compatibilizar los valores predominantes en las sociedades modernas con los principios y dogmas de una religión, basada, como diría Max Weber, en una autoridad de carácter tradicional. Y por otra parte, tampoco se acaba de definir de una vez por todas la personalidad de su protagonista, quizás porque ni el mismo puede aseverar con total seguridad la firmeza de su vocación. En definitiva ¿Se trata de un trepa, como a ratos insinúan otros personajes, o su intima motivación es difundir la palabra de Cristo? Incluso podría pensarse que el padre Stephen logra una síntesis armoniosa de estos dos, a priori, polos opuestos, logrando el ascenso en la jerarquía católica gracias a la defensa de su apostolado. De hecho en numerosas ocasiones el film apunta en esta dirección, lo que viene a subrayar la postura bastante conformista con la jerarquía católica del judío Preminger.

Pero por supuesto estamos hablando de una película de Otto Preminger, y las motivaciones de sus protagonistas, que nunca se nos muestran con la suficiente claridad en toda su filmografía, salvo en contados casos, quedan a la interpretación del espectador. Así pues, cabe tanto considerar que el protagonista ha alcanzado por fin una sabiduría, que antes no poseía, al final de la cinta. Pero también cabe otro significado, que ese conocimiento vivencial, no basado en el estudio, ha desgastado sus convicciones y su fe, dejando en un elevado puesto de la escala eclesiástica a un hombre vacío que ya no puede creer en sus semejantes, y que solo a través de la intrigas palaciegas puede llegar a relacionarse con los demás. Y es que como siempre en la obra de Preminger, no hay buenos ni malos, sino personajes que nos caen más o menos simpáticos.
7 de junio de 2010
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero tengo que decir que de la puesta en escena no puedo hablar con propiedad, ya que la copia que he visto es la del VHS que se edito en su momento, en el que el cinemascope se recorta para adaptarlo al televisivo formato 4:3. Ello, evidentemente, arruina gran parte de los planos.

Según la crítica oficial a partir de El Cardenal se inicia una curva descendente en la carrera de Otto Preminger. Aunque no cabe duda de ello, tampoco debe menospreciarse por ello esta cinta, que aunque no atesora algunas de las cualidades más típicas de su cine en lo concerniente al guión, este está magnificamente engarzado. En fin, que el film reune el suficiente interés y está lo suficientemente bien narrado como para estar pendiente de lo que ocurre durante sus, quizás abultados, 145 minutos.

Lo más desconcertante para el habitual del cine de Preminger es el planteamiento maniqueo de esta película. Así el personaje de Michael Caine resulta excesivamente caricaturesco en ocasiones, ya que en contadas ocasiones se intenta mostrar y explicar la génesis de su egoísmo. Menos mal que Caine hace creíble cualquier personaje que aborde, porque sino la película si se podría haber resentido. También por suerte el papel del juez racista recae en el soberbio Burgess Meredith, ya que la parodia podría haber resultado excesiva para un drama de la seriedad de esta cinta (ojo, también se incluyen momentos más o menos humorísticos, casi todos a cargo de la familia del juez).

Más matizados resultan los "buenos". El personaje de Faye Dunaway (que realiza una notable labor en su primera película) bascula de forma maravillosa entre el apoyo a su marido y el pragmátismo más terrenal, sin que en ningún momento quepa dudar de la verosimilitud de sus motivaciones. También Thomas Ewell, el soldado recién retornado de Europa, encarnado por Loring Smith, está definido de una forma creíble y concisa, aunque su actuación no es precisamente memorable, en mi opinión. Me encanto la escena en la que tras la muerte de la madre de Reeve Scott (Robert Hooks) y el silencio de este, a Ewell le sale toda la educación racista que ha recibido, a pesar de todo el aprecio que siente por la familia Scott. Muy notable actuación de Jane Fonda, en el papel con más chicha y también, al igual que en el caso de Faye Dunaway, de los mejor delimitados. El papel de Robert Hooks, también encarnando a un ex-soldado, es el menos atractivo de todos, ya que se trata del típico hombre-de-una-pieza que acaba y empieza la película sin aprender absolutamente nada por el medio. Más interés reune el desempeñado por Diahann Carroll, pero por desgracia no juega más que un papel secundario (y un poco tramposo, una de sus intervenciones casi puede considerarse un deus-ex-machina, pero quizás estoy siendo excesivamente severo).

En definitiva, en mi opinión un buen film, disfrutable para cualquiera con gusto por los dramas sureños o con discurso antiracista, tan en boga por aquellos años.
31 de enero de 2020
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ochentas también llegaron a los países soviéticos y nos dejaron cintas tan interesantes cómo esta. Los principales puntos fuertes:

un diseño de producción muy trabajado (que curiosamente me ha recordado al gran Moebious) y "neonista" que construye una atmósfera enrarecida y febril que podría ser del gusto de los seguidores del giallo más esteta.

unas actuaciones más que convincentes

una reflexión interesante (pero no muy sútil) sobre la necesidad de soñar para vivir

la construcción de un mundo cerrado y claustrofóbico que nos mete en la historia a empellones, a pesar de una trama bastante inexistente
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras la III Guerra Mundial, los escasos supervivientes del conflicto se niegan a irse a un refugio nuclear con capacidad para miles de personas, ante lo cual las autoridades militares competentes deciden instigar un culto a un arca mítica que los irá a buscar y recoger allí para llevarlos a una nueva vida. En el bunker todos acaban girando en torno a la idea del arca salvadora, a pesar de los inutiles intentos de los funcionarios por convencer a la población de que el arca no existe y de la necesidad de aceptar una mínima disciplina para no caer en la absoluta apatía.
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