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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de junio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí señor, lo ha logrado. Y de una manera indiscutible, sin duda alguna. Que un señor de 70 se ponga tras la cámara para reanudar la saga que él mismo comenzó hace 36 (La cúpula del trueno es de hace 30) y que la supere con creces resulta increíble.
Hay que decirlo bien alto. Su propuesta arriesgada ha logrado concebir un mundo nuevo y diferente al conocido en la mítica saga a mi juicio sobrevalorada desde la visión de la nostalgia ochentera. Un mundo con su propia mitología, nombres misteriosos de personajes y tribus, perfecta planificación y coreografía de las escenas de acción imprimiendo un ritmo vertiginoso, diseño de producción donde la imaginación no ha tenido límites (interior de la caverna y sus diferentes espacios al detalle; vestuario que define a la perfección cada personaje o estatus social al que pertenece; bólidos tuneados a cada cual más extravagante) y un guión que, con unos diálogos minimalistas conceptualizan diferentes lecturas de la película (ver spoiler) definiendo con pinceladas magistrales las diferentes motivaciones de los personajes y sus aspiraciones. Max hace honor a su conocido apodo y a través de sus parcas frases y gestualidad queda definido su carácter “loco”, enajenado e indiferente ante la sociedad que le rodea luchando sólo por sobrevivir y contener sus miedos (fantásticamente expuestos en las pesadillas oníricas rodadas en un tono diferente al resto de la película). Él es, simplemente la excusa para presentar el mundo que le rodea y los personajes, es un simple “pasaba por allí” que incluso Miller lo convierte en bufón al hacerle portador de las pocas gracias que destila la película. No obstante el personaje, Tom Hardy, chapeau. Y Furiosa…en fin, simplemente Charlize Theron ya ha entrado en el Olimpo de las heroínas de acción (junto a la Lucy protagonizada por Scarlett). La galería de villanos de estética punk no tiene desperdicio alguno, siendo lo único que hace recordar directamente a la saga, concretamente a Mad Max 2, junto con las persecuciones por el desierto.
Un mérito compartido a partes iguales con unos montadores que al milímetro han unido los planos sin que sobre o falte alguno, adecuando el tiempo al mantenimiento de un ritmo trepidante. Una fotografía colorista, controlando la sobreexposición y saturación de luminosidad, a cargo de John Seale (antiguo colaborador de Miller en Lorenzo´s oil y ganador del Oscar por El paciente inglés). Y una música que agranda las persecuciones cortesía de Tom Holkenborg/Junkie XL que ya demostró su maestría en el uso de ritmos tribales, arreglos de cuerdas y sintetizadores en 300, El origen de un imperio y en Divergente.
En definitiva, un tesoro visual sorprendente dentro de una filmografía cuanto menos irregular (me quedo con Lorenzo´s oil y Las brujas de Eastwick) que resucita una saga y nos hace estar deseandito ver la continuación para ver si se resuelven las incógnitas planteadas en esta: ¿cómo son las ciudades? ¿será Max simplemente una especie de maestro de ceremonias para presentar nuevos mundos y tribus? ¿o retomará el protagonismo? ¿se puede ser más psicodélico y extravagante? En el 2017 lo sabremos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo peor. Nada.
Lo mejor. Resumen simple de la película a modo de “tariler honest”. Tras 10 minutos de presentación, 40 minutos de huida continua, 10 minutos de relax en tierra de nadie y otros 40 minutos de persecución para regresar al mismo punto del que huían en la primera persecución. Tremenda la simpleza y sin embargo…
1 – En un futuro postapocalíptico, radiactivo, desertizado, sin agua ni alimentos frescos, lo más lógico es que se vean malformaciones físicas (genéticas). Y aquí sí se ven. ¿Dónde quedan en la saga conocida?
2 – Brillante el equiparar en valor intrínseco del fuel, el agua y la leche materna. El agua (¡y no el fuel!) es el elemento por el que se consigue subordinar a todo un pueblo en un régimen a medio camino entre lo dictatorial y lo sagrado. Algo parecido (en cuanto a someter a un pueblo) a lo que ya se expuso en Rango en otro contexto. ¿Visionarios a la hora de escribir el guión?
3 – La búsqueda de un descendiente mediante la selección del vástago libre de defectos congénitos para inmortalizar a Immortan Joe y perpetuarse liberándose de las malformaciones, siendo criado por leche materna proveniente de mujeres “sanas” por sus propiedades que fortalecen y protegen al cuerpo.
4 – Furiosa y el grupo de mujeres del desierto: única esperanza para la especie y para liberar a un pueblo encadenado al mandato de hombres – y sólo hombres son los que rodean a Imnmortan Joe – que usan la violencia y el abuso como herramienta de poder. Furiosa es aclamada por el pueblo al final de la odisea. ¡Una película de acción 100%... que resulta ser feminista al 100%.
5 – Una imaginería visual para no olvidar: el ritual para vestirse de Immortan Joe; el endiosamiento y bajada de los cielos del camión-cisterna de leche; el culto a los volantes; el guitarrista atado con cuerdas al coche en el que hay toda una banda aporreando tambores de guerra; Max enchufado directamente a su receptor de sangre sobre el capó de un bólido a toda velocidad; la aparición de las “doncellas” como espejismo en medio del desierto; el rociado de spray antes del ataque suicida a grito de “¡¡¡valhalla!!!”.
30 de julio de 2015 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de la excelente calidad técnica de la película, de su exultante imaginería y creatividad, de su facilidad para crear nuevos mundos y de su capacidad para hacer comprensible lo difícil es redundar de manera muy merecida e indiscutible en términos que se aplican una y otra vez (en mayor o menor grado) a todas las películas de la factoría Pixar. Otra cosa es la afinidad personal con cada una de ellas, lo que hace que uno se identifique más con una propuesta que con otras, y el guión que discurre como río principal sobre cuyas orillas se eleva el armatoste técnico y visual.

Lo que sí me parece interesante reseñar de Inside Out (¿a quién se le ha ocurrido traducirlo como “Del revés”? ¿Del revés de qué?) son los siguientes puntos:

¡Cuánta genialidad hay en la nave de Pixar para exponer de manera sencilla lo difícil! En poco más de 90 minutos disecciona con sus más y sus menos el funcionamiento de las emociones y su indiscutible influencia en el comportamiento humano de un modo entretenido, evitando planteamientos edulcorados y sin recurrir a grandes tragedias, sino a la más pura y sencilla realidad: lo que supone un cambio de domicilio en una niña de 11 años. Las relaciones entre las diferentes emociones, sobre todo el binomio Alegría – Tristeza, puesto en un escalón por encima del resto, son expuestas de una manera sencilla y fácil de comprender para toda clase de espectadores. Y atención a la riqueza de los matices salpicados a lo largo del metraje que otorgan mayor consistencia interna al discurso de la historia/teoría de la psique humana. Por ejemplo, las emociones de los personajes adultos (papá y mamá) sentados de manera ordenada y sin sobresaltos, sin querer gobernar cada uno la “nave central” sino estando de manera coordinada y en sintonía entre ellos, en contraste con las emociones alborotadas y sin control de la protagonista, todavía “inexperta” en el reconocimiento y manejo de sus propias emociones. De igual manera, sobresaliente la descripción de las emociones en los personajes de los títulos de crédito.

No obstante, se constata el cambio de orientación de Pixar en sus propuestas cada vez más encaminadas hacia un público adulto. La más antigua “Buscando a Nemo”, “Up” (especialmente su arranque y final) y, sobre todo “Wall-E” y “Toy Story 3” son películas para adultos por las temáticas que tratan donde los niños encuentran un gran producto de entretenimiento y diversión, colorista e imaginativo con grandes secuencias de acción y mensajes sencillos que pueden comprender entre todos los diferentes mensajes que le llegan al adulto. Sin embargo, “Inside Out” es una película de y para adultos en formato de animación donde los niños disfrutarán exclusivamente con algún gag y especialmente con el personaje de Ira y Alegría con su verborrea y vitalidad. Me reafirma esta opinión el hecho de que los niños de alrededor de 5 – 6 años de la sesión de cine en que yo estaba preguntaban a lo largo de la película por lo que estaban viendo porque no comprendían las imágenes o las reacciones de los personajes, amén de que en la salida, ante la preguntas de los adultos que les acompañaban de si les había gustado, no había una afirmación rotunda, escuchándose palabras como “era muy triste”, “no la he entendido”, “¿y qué eran esos balones?”, ¿”por qué se caían las islas?”, etc. Probablemente un público de 10 años para arriba (como la protagonista) saque más partido de lo visionado.

El arranque magnífico donde se explica la creación y tinte emocional de los recuerdos adquiridos que se transforman en enseñanzas emocionales de seguridad a las que recurrir (lo llaman “recuerdos esenciales”) continúa con una travesía a través de la mente que los guionistas, en su afán didáctico, hacen que el espectador desconecte de la parte emocional de la historia que sucede en la vida real. El viaje de Alegría y Tristeza se convierte en la excusa para crear el paisaje y marco descriptivo de la mente y las teorías del funcionamiento humano que sus creadores pretenden enseñarnos. En este sentido, términos como memoria remota, subconsciente, deja-vu, “tren del pensamiento”, pensamiento abstracto, vertedero de recuerdos… y la manera en que se relacionan entre sí y la influencia que ejercen en el exterior se me hace lejano de la comprensión en un público infantil.

Sus mensajes, sus reflexiones en torno a la influencia de las emociones en la conducta humana, la interconexión entre los diferentes elementos que componen la mente, la construcción de la realidad en la que nos situamos, el tinte emocional que varía el recuerdo de los hechos (las conexiones con “Origen” son claras), etc., daría para un debate de mayor duración que la propia película.

Lo mejor: su sencillez y a la vez complejidad. La idea central de la película: otorgar significado, importancia y valor a la Tristeza, algo que ni siquiera muchos adultos lo tienen claro. Una clara crítica al pensamiento de ser positivo “siempre y a toda costa” y a la imposibilidad de estar sóla y exclusivamente siempre alegre como motor principal del desarrollo humano. Ese es el gran descubrimiento de Alegría: la Tristeza tiene un motivo importante en el crecimiento de la persona. Permitirse uno mismo la Tristeza facilita el alivio de las preocupaciones para coger energía y poder afrontar nuevos retos. Y, además, la fortaleza de mostrar la Tristeza a los otros conlleva la respuesta de compasión, acogida y seguridad que muchas veces necesitamos al enfrentarnos a cambios que no comprendemos y trastocan nuestro modo de ver la vida hasta entonces. Es imposible estar siempre alegre y además es necesario reconocer, permitirse sentir y expresar hacia fuera la tristeza que hay en uno.

Lo peor: cierto bajón de ritmo tras la presentación de los personajes. El enfoque didáctico que puede desconectar emocionalmente de la trama principal. Y el corto previo: “Lava” está muy por debajo de lo esperado.
12 de junio de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller convencional con un personaje interpretado por Liam Neeson que remite a los antiguos detectives del cine negro clásico atormentados por algún acontecimiento oscuro en su pasado, con una moralidad ambigua, en busca de su propia redención, sin remilgos para utilizar la violencia y con varios pares de zapatos para recorrerse la ciudad en busca de pistas y desentrañar el caso que le proponen que generalmente se le encomiendan al margen de la ley. A Liam Nesson le va que ni pintado el papel, como un guante de seda con su rostro de sufridor… al igual que en el resto de personajes de sus últimas, al menos, 6 películas. Y es que el actor que se está convirtiendo en fetiche de Collet – Serra le va a pasar lo mismo que a otros de los que no se sabe distinguir su papel a qué película pertenece por resonar siempre al mismo (en los últimos años, hay varios ejemplos de ello: Morgan Freeman, Michael Caine, Nicolas Cage,…)

Respecto al resto de personajes, nada nuevo bajo el sol. La singularidad del thriller quizá pueda estar en que las víctimas que recurren a los servicios de detective Scudder son delincuentes peligrosos que el director muestra vulnerables emocionalmente ante el daño que reciben sus seres queridos: no sólo claman venganza sino que se duelen. ¡Pues vaya delincuentes peligrosos que ni siquiera pueden proteger a su familia ni resolver el caso por sus medios habituales (chivatazos, amenazas…)!. Los sádicos, pues eso, sádicos como en otras películas. Y el niño que acompaña a Scudder, ¿qué pinta a su lado? No añade nada ni a la historia ni al personaje, ralentiza el ritmo de la película y con sus gracias resta el clímax de dureza que se exige tanto al personaje como a la historia, estando presente en momentos en que no viene a cuento.

Dicho esto, y aunque el guión transcurre con giros ciertamente previsibles y, por lo tanto, sin sobresaltos, su director sabe mantener más o menos el interés y suspense a lo largo de la película recreando una atmósfera podrida y de oscuros secretos de la ciudad de New York. Algo que no es poco tal como está el panorama.

En fin, película sin pretensiones ni novedades que se deja ver una tarde tonta de domingo y que se olvida en cuanto te levantas del sofá para cenar. Aprobado justito.

Lo mejor: la convincente y correcta (sin más) actuación de Liam Neeson y la recreación del New York oscuro que remite al cine negro de antaño.

Lo peor: lo increíble y previsible que resulta su final.
14 de junio de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante la falta de ideas en Hollywood que funciones como blockbusters se recurre a la readaptación de cuentos clásicos (“Maléfica”, la próxima “Pan), a la perpetuación de sagas (“Fast and Furious”), la constante mirada al mundo de cómic (la inminente “El Hombre Hormiga” y las continuaciones de otras sagas) y la resurrección de mitos cinematográficos (coincidiendo en cartelera “Mad Max: Fury”, la cercana “Terminator: Génesis” y la ya en el horno “Stars Wars Episode VII) apelando a la nostalgia de nuestra infancia y juventud. En esta última categoría se incluiría “Jurassic World”, película que grabó imágenes en la chavalería de entonces al ritmo de una banda sonora inconfundible hoy por hoy. Y que, viendo la edad media de los que concurrimos a la sala de cine, mucho me temo que no ha habido variación en el perfil de espectadores: padres con hijos (apelando quizá a la nostalgia de los padres, claro está), parejas de adolescentes y grupos de amigos de no más de 20 años.

Lo primero que hay que decir es que no es un “reboot”, algo que la película enfatiza de diferentes modos: la camiseta de uno de los trabajadores del complejo, el transcurrir de determinadas escenas en las ruinas de los edificios de “Parque Jurásico” y un final calcado al original con un sentido homenaje y reivindicación del que fue el gran protagonista de la primera entrega: el Tyrannosausurus Rex. Las refrencias a otras entregas de la serie también están presentes: por ejemplo, la pajarera que en la tercera entrega aparece en ruinas, ahora en pleno esplendor. Y quizá el personaje de Chris Pratt, mezcla entre Sam Neil y el Peter Postelhwaite de "El Mundo Perdido".

Por lo demás, el armazón de “Jurassic World” se edifica repitiendo paso a paso lo que sucede en “Parque Jurásico” (Ver Spoiler), algo a lo que ayuda el mantenimiento del tema principal de la serie a manos de John Williams que se recupera en su práctica totalidad aunque el compositor del score sea otro. Sin absoluta novedad ni originalidad. Es decir, que es como si 22 años no hubieran pasado.

Colin Trevorrow logra sacar adelante la película con un manejo de la cámara correcto (aunque sin los travellings imposibles de Spielberg) y un montaje que mantiene la tensión en las escenas de persecución. Los actores, correctos, dan credibilidad a lo que poco que se espera de ellos y se lo toman en serio. Spielberg, como productor, se deja sentir en la imprimación de los dos temas más presentes de toda su obra: el valor de la familia y la amenaza ante la pérdida de dicha unidad familiar, representado en la sospecha de divorcio de los padres de los niños. A lo largo de la película se espolvorean diálogos sobre ambos temas.

El único elemento diferente es la creación mediante combinación genética de un dinosaurio inexistente previamente (el Indominus Rex), y el que los militares estén detrás de dicha creación y crianza para lograr un arma militar biológica “que se pueda meter en los túneles de los enemigos, ¿qué hubiera pasado en Afganistán de tener un bicho como éste?” dice más o menos Vincent D´Onofrio en un momento. ¿Os suena esta premisa? Con este motivo y de manera sutil, casi como que no quiere la cosa, se deja abierta la posibilidad a la continuidad de la saga (que, por cierto, Universal ya ha confirmado que está siendo planeada).
Más allá de la repetida advertencia ante la manipulación genética, poco más se puede entresacar de esta historia donde la originalidad no es que sea, precisamente, la baza para su visionado.

Entonces, ¿por qué verla?. ¿Te gustó la primera?, ¿deseas entretenerte sin esperar nada más (grandes conversaciones, interpretaciones memorables, movimientos de cámara inverosímiles, etc)?, ¿quieres pasar un rato sin pensar en nada más?. Pues entonces, adelante. No te lo pienses, Y recuerda: ¿cuántas películas conoces que sean la cuarta entrega y merezcan la pena? Esta, a mi parecer, lo merece: entretiene, tiene momentos realmente espectaculares, mantiene el ritmo…y punto.

Lo mejor: las escenas de acción, qué menos en una película de este tipo. Y que realmente, entretiene. Y el homenaje final al Tyrannosaurus Rex reivindicando lo que Jurassic Park supuso en el 1993.

Lo peor: la ausencia de originalidad respecto a la primera entrega de la saga, siendo un calco de la misma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vuelven a aparecer los niños (esta vez no tan resabiados ni atléticos como en las previas, ¡gracias!) que visitan el parque bajo la supuesta supervisión de su tía (Bryce Dallas Howard) la cual, por supuesto, no puede atenderles por lo ocupada que está y el escaso sentimiento maternal que posee. A continuación se presenta el complejo con imágenes espectaculares de los nuevos dinosaurios (en vez de en la pradera donde surge los Apatosaurus, en una piscina donde aparece el Mosasaurus); se produce un fallo en la seguridad del sistema que provoca la huida del dinosaurio más grande y peligroso del parque, los niños andan perdidos por el recinto en vez de en un coche automático, en un “huevo” que por supuesto es atacado por el bicho psicópata (“mata pro placer”, se dice en la película); se solicita la ayuda a Owen/Chris Pratt, al que se presenta como experto domador y amante de velociraptores, contrario a lo que hace la empresa que le paga su nómina; persecuciones, medidos momentos gore, y lucha final ofreciendo al espectador lo que quería desde un principio: ver luchar a los depredadores de la primera entrega frente a la nueva creación genética. Ah! Y la tensión sexual no resuelta entre los protagonistas (la tía y el “experto domador” de velociraptores, emulando ser Sam Neil y Laura Dern) redescubriendo finalmente la tía lo importante que es la familia. ¿Algo nuevo? NADA.
11 de junio de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visionando “Birdman” parece que Iñarritu y su amigo Cuarón llegaron al acuerdo de ver quién epataba más a la audiencia a través de una técnica visual poco utilizada en el cine o, al menos, poco percibida por los espectadores. Si “Gravity” estaba compuesta por continuos falsos planos-secuencias, “Birdman” es LA PELICULA DEL FALSO PLANO SECUENCIA (aunque sean varios), como seguramente sólo se recordará dentro de unos años por la gran mayoría del público (si fuera el director, me causaría una profunda tristeza). Ello, junto con las continuas elipsis narrativas y temporales, contrapicados, travellings imposibles, zooms de todo tipo, inserciones de imágenes surrealistas (el batería que aparece de imprevisto) y la importancia que otorga al segundo plano (en la escena en que deambula en ropa interior por las calles, cuando se eleva sobre los edificios o en los rostros de los espectadores durante la representación teatral) hace que sea una auténtica virguería técnica y visual, perfecta en su planteamiento formal, que demuestra que Iñarritu es al cine lo que un artista pictórico de vanguardia es a la pintura clásica: rompedor con lo tradicional. De hecho, la película podría ser el texto en las asignaturas de audiovisuales bajo el epígrafe “Enciclopedia de técnicas visuales en el cine”. Añadémosle una fotografía que pasa en un instante de la noche al día, de interiores a exteriores sin que se resienta el fotograma y una banda sonora acertadísima para acentuar la confusión y obsesión del protagonista, e injustamente descalificada para los Oscar, y ya tenemos la película más extraña del año en circuitos comerciales.

Bien. ¿Y la historia?. Pues bueno, veamos:

- El dilema del actor entre ser un actor de éxito gracias al cine comercial que ha hecho o transformarse en un actor de teatro en búsqueda de otro tipo de reconocimiento.
- El desprestigio del actor de teatro (del “método”) hacia el actor del cine comercial (de “superhéroes”).
- La crítica que manipula la opinión de los espectadores a su libre albedrío.
- Y el vulgo que prefiere lo comercial, la violencia, la sangre…frente a otro tipo de representaciones (en la línea con ciertas declaraciones recientes del "intelectual" Iñarritu desprestigiando tanto el cine comercial de acción como a los pobres que acudimos a ver ese tipo de cine).

No es que sean temas novedosos, ya hay un montón de películas que reflexionan al respecto de una u otra manera (“The Artist”, “El juego de Hollywood”, “Balas sobre Brodway”, “El Crepúsculo de los dioses”…). Y que los desarrollan mucho mejor, ya que en “Birdman” los temas principales se repiten hasta la saciedad durante las 2 horas que dura el metraje, sin avanzar ni llegar a punto alguno, llegando a cansar incluso tanta voz interna en Riggan que parece un loro repitiendo la misma frase. Si hubiera durado la mitad, el resultado sería el mismo. Por no hablar del final, ejemplo de rizar el rizo para dejar a los espectadores boquiabiertos repasando todo lo que han visto para conseguir dar con una interpretación.

Entonces, ¿qué añade toda la virguería visual para exponer los temas? ¿es simplemente para diferenciarse de “las otras pelis”?.Es por ello que salí del cine irritado, preguntándome continuamente si era necesario tal alarde, si aportaba algo extra al significado de la historia. Los únicos adjetivos que se me ocurrían hacia Iñarritu fueron pretencioso, engañoso, artificioso y, por qué no, ambicioso y deseoso de ser reconocido, por fin y para siempre (pasando a la Historia del cine) como un gran director en su profesión con cataratas de premios. Quizá el personaje de Riggan/Keaton es un reflejo de él mismo en el espejo…

En cualquier caso, es una película de visión obligada para que cada uno saque sus conclusiones sobre lo que es el cine y qué debe primar. Desde luego, no deja indiferente y sólo por eso hay que verla. Si me centro en su técnica, interpretaciones, fotografía y música la puntuaría con un 8.

Pero me resulta tan exagerada para lo poco que cuenta, que la puntúo con un 4.

Lo mejor: su perfección técnica. La estupenda interpretación a partes iguales de Michael Keaton (sobreactuado y cansino por momentos) y de Edward Norton. El personaje corrosivo de la crítica de teatro. La fotografía y el uso ambiental de la música.

Lo peor: (VER SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La existencia de subtramas y personajes no desarrollados que quedan en el aire y no aportan nada a las historia principal, como la relación entre Edward Norton y Enma Stone, el personaje de su ex mujer y la escena del beso lésbico. Simplemenete alargan el metraje. La discusión entre padre e hija, forzada, muy del cine de Iñarritu; es la cuota de drama lacrimógeno cuya supresión daría igual. Y el final…en fin.
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