El filme desata una sensación de desconcierto y desorientación luego de contemplar tanta soledad, tanto abandono, tanta desorientación en la que viven los personajes. Un retratro brutalmente honesto de la modernidad en las urbes.

Jarmusch logra transmitir esa sensación con tan solo poner muy poco, casi nada, en la escena, sin duda emulando al Godard de Sin Aliento. Todo parece estar fuera de campo, hasta la película misma. Un lago en Cleveland que no vemos, una Hungría de la que no sabemos nada, una Florida hermosa donde nunca hemos estado, una película de kung fu que suelta patadas a cualquier lado suponemos, y una protagonista que quisiéramos tener más cerca pero el director crudamente nos la aleja cada vez más, haciendola inescrutable.

Lo rodean personajes que buscan algo que no tienen, igual no saben qué buscan, ni por qué, tan solo viven su soledad y su desconcierto, que de tan crudo y frio provoca ternura.

Es un film muy arriesgado dado que es casi un acto de fe el que los espectadores puedan sintonizar con la historia, terriblemente aburrida historia, y a la vez tremendamente entretenida historia.

S.