Al tercer intento, me armé de valor y terminé de ver ésta película tan famosa y valoradísima por la crítica. Unos pocos segundos de Centauros del desierto me dicen mucho más que todo el plúmbeo metraje de ésta broma de mal gusto.

La acabo de ver, creo que por tercera vez, y me sigue divirtiendo mucho. No soy de risa fácil pero con las desventuras del hipocondríaco Rock Hudson, me lo paso muy bien. Los actores, la música, el ritmo, todo funciona. También quiero destacar algo que normalmente pasa desapercibido, que es el extraordinario trabajo de los actores de doblaje españoles. Ya sé que la V.O. es lo más académico, pero así estan las cosas. De todas formas, una agradable película, muy fácil de digerir.

Películas de éste calibre son las que hacen afición. Desde los títulos de crédito ya se intuye que algo interesante nos espera. Todo en éste western me gusta, pero tiene algún punto de interés, como cierta pelea filmada a distancia, silencios que dicen mucho, miradas a lo Gregory Peck y una música inolvidable. Mención especial al gran Burl Ives.

Se supone que el señor Tati concibe esta comedia para poner en ridículo a cierta clase social obsesionada con las apariencias y de paso para que el espectador esboce una sonrisa de vez en cuando, (casi lo consigue conmigo). En mi opinión es una película muy sobrevalorada. La intención es buena pero la crítica social o similares me gustan bastante más al estilo de Billy Wilder.

Conozco ésta película desde que se estrenó, pero hasta ahora no me he armado de valor para verla, y de un tirón, no me reconozco. Vaya tomadura de pelo. Pero qué manía tienen algunos directores con perpetrar éstas siniestras imágenes sin sentido para demostrarnos que están a la vanguardia de no se qué. Puro plomo solo apto para estómagos mucho más preparados que el mío.