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6.6
58,377
10
20 de julio de 2012
20 de julio de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui esperando encontrar una buena película, aunque sinceramente el cine de Almodóvar no es de mis preferidos. Una vez fuera tengo la sensación (casi) de haber pagado poco por poder verla.
Si el papel que Elena Amaya es bueno por la dureza física y la frialdad de sus sentimientos y esa venganza retenida, el trabajo de Antonio Banderas me ha parecido con diferencia lo mejor de toda la película por lo bien representados que están las características de un psicópata y sobre todo por la credibilidad que desprende.
La música, del compañero de fatiga de Almodóvar en muchas de sus películas, Antonio Iglesias, se convierte en multitud de escenas en un personaje más, narrador de la historia y en otras tantas, se hace fundamental en incluso refuerza los demás personajes.
Creo que el cine español y sobre todo el cine de Pedro, necesitaban la madurez de una película que tratara con dureza, firmeza y credibilidad temas tan serios sin caer en lo absurdo, cutre e inverosímil.
Si el papel que Elena Amaya es bueno por la dureza física y la frialdad de sus sentimientos y esa venganza retenida, el trabajo de Antonio Banderas me ha parecido con diferencia lo mejor de toda la película por lo bien representados que están las características de un psicópata y sobre todo por la credibilidad que desprende.
La música, del compañero de fatiga de Almodóvar en muchas de sus películas, Antonio Iglesias, se convierte en multitud de escenas en un personaje más, narrador de la historia y en otras tantas, se hace fundamental en incluso refuerza los demás personajes.
Creo que el cine español y sobre todo el cine de Pedro, necesitaban la madurez de una película que tratara con dureza, firmeza y credibilidad temas tan serios sin caer en lo absurdo, cutre e inverosímil.

6.5
36,076
8
20 de julio de 2012
20 de julio de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando empezamos a ver Grupo 7, la nueva película de Alberto Rodríguez (After, 7 vírgenes, Hispania) uno tiene la sensación de que se ha abierto una puerta al pasado, como si de un documental se tratase. El realismo de las escenas de acción, la lograda ambientación de las calles de Sevilla y la caracterización de los personajes hacen el resto.
Antes de la Expo sevillana del 92 se puso en marcha una operación de limpieza de delincuentes y la construcción de las infraestructuras necesarias para el evento. Este thriller trata de lo primero, logrando una sólida descripción de los ambientes y personajes marginales del mundo de la droga en la Sevilla previa a la Expo.
Se encomienda a una brigada anticorrupción de la policía que reduzca como sea la criminalidad y sobre todo, gran azote de la época, que supuso una generación perdida; la droga. En este sentido, el director da un toque crítico hacia la institución, que se va deslizando más allá de los límites exigibles a una policía democrática, sobrepasando los recursos poco éticos hasta los claramente ilegales, operando con violencia, coacciones y con las confidencias de un politoxicómano (Julián Villagrán), haciendo un uso inapropiado de su autoridad. Quizás el fin no siempre justifique los medios.
La película mantiene un ritmo estable y una fotografía cuidada al detalle para marcar la diferencia entre ambos mundo. Un reparto donde destaca el trabajo de Antonio de la Torre como un duro policía que paga con los criminales, a base de brutales palizas, su situación de soledad en la vida y la pérdida de su hermano. Sin embargo, su carácter cambia cuando conoce a una chica toxicómana. A partir de ese momento comenzará a perder sus violentos modos. Esta transformación coincide con la de otro de sus miembros, Mario Casas, un joven que para aspirar al puesto de inspector termina cambiando sus valores originales por los de la más rabiosa violencia y brutalidad. Un actor que, queramos o no, está pasando de ser un gancho para quinceañeras a formar parte de la lista de los mejores actores españoles en las próximas décadas.
Los dos, juntos a Joaquín Núñez y José Manuel Poga y forman una élite que rompe los moldes de cuerpos atléticos y perfectos que acostumbra a enseñarnos el cine superficial de palomitas. Aquí veremos héroes de la calle, desconocidos, que se enfrentan cada mañana con problemas reales, que luchan por humanizarse en un entorno que los destruye cada vez más internamente. Con semillas como esta, el cine español se aleja del típico triángulo amoroso, las fiestas de adolescentes y demás tópicos que ahora nos cuesta renovar en nuestra cartelera.
Es cierto que por aquella época la heroína y otras drogas se cobraron la vida de muchos toxicómanos y también de inocentes entre los que se encontraba la policía, que se contagiaban o estaban expuestos a la violencia de estos sujetos bajo los efectos de la droga. Pero este thriller policíaco da importancia al aspecto ético y critica el “todo vale”. Grupo 7 es más que una simple y monótona brigada anticorrupción que pretende limpiar las calles. Grupo 7 refleja la cruel vida que había detrás de toda esa fachada política y falsa que pretendía venderse de Sevilla. Un grupo de trabajo que lucha por limpiar las calles de traficantes, yonkis, maleantes y prostitutas, que se juega la vida cada segundo, sin buscar ni tener reconocimientos.
Una película necesaria, que a base de drama social, nos muestra una realidad que existió para muchos, para otros fue ignorada y para algunos se mantuvo en secreto.
Antes de la Expo sevillana del 92 se puso en marcha una operación de limpieza de delincuentes y la construcción de las infraestructuras necesarias para el evento. Este thriller trata de lo primero, logrando una sólida descripción de los ambientes y personajes marginales del mundo de la droga en la Sevilla previa a la Expo.
Se encomienda a una brigada anticorrupción de la policía que reduzca como sea la criminalidad y sobre todo, gran azote de la época, que supuso una generación perdida; la droga. En este sentido, el director da un toque crítico hacia la institución, que se va deslizando más allá de los límites exigibles a una policía democrática, sobrepasando los recursos poco éticos hasta los claramente ilegales, operando con violencia, coacciones y con las confidencias de un politoxicómano (Julián Villagrán), haciendo un uso inapropiado de su autoridad. Quizás el fin no siempre justifique los medios.
La película mantiene un ritmo estable y una fotografía cuidada al detalle para marcar la diferencia entre ambos mundo. Un reparto donde destaca el trabajo de Antonio de la Torre como un duro policía que paga con los criminales, a base de brutales palizas, su situación de soledad en la vida y la pérdida de su hermano. Sin embargo, su carácter cambia cuando conoce a una chica toxicómana. A partir de ese momento comenzará a perder sus violentos modos. Esta transformación coincide con la de otro de sus miembros, Mario Casas, un joven que para aspirar al puesto de inspector termina cambiando sus valores originales por los de la más rabiosa violencia y brutalidad. Un actor que, queramos o no, está pasando de ser un gancho para quinceañeras a formar parte de la lista de los mejores actores españoles en las próximas décadas.
Los dos, juntos a Joaquín Núñez y José Manuel Poga y forman una élite que rompe los moldes de cuerpos atléticos y perfectos que acostumbra a enseñarnos el cine superficial de palomitas. Aquí veremos héroes de la calle, desconocidos, que se enfrentan cada mañana con problemas reales, que luchan por humanizarse en un entorno que los destruye cada vez más internamente. Con semillas como esta, el cine español se aleja del típico triángulo amoroso, las fiestas de adolescentes y demás tópicos que ahora nos cuesta renovar en nuestra cartelera.
Es cierto que por aquella época la heroína y otras drogas se cobraron la vida de muchos toxicómanos y también de inocentes entre los que se encontraba la policía, que se contagiaban o estaban expuestos a la violencia de estos sujetos bajo los efectos de la droga. Pero este thriller policíaco da importancia al aspecto ético y critica el “todo vale”. Grupo 7 es más que una simple y monótona brigada anticorrupción que pretende limpiar las calles. Grupo 7 refleja la cruel vida que había detrás de toda esa fachada política y falsa que pretendía venderse de Sevilla. Un grupo de trabajo que lucha por limpiar las calles de traficantes, yonkis, maleantes y prostitutas, que se juega la vida cada segundo, sin buscar ni tener reconocimientos.
Una película necesaria, que a base de drama social, nos muestra una realidad que existió para muchos, para otros fue ignorada y para algunos se mantuvo en secreto.
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