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Críticas ordenadas por utilidad
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2
2 de mayo de 2022
2 de mayo de 2022
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que es difícil hacer mal un documental con esta temática y con la información que manejan, que se ve que es mucha y no han sabido gestionarla bien.
Terminas antes leyéndote la entrada de Wikipedia de este tío, porque el documental son como 3 h de no contar NADA interesante; 2 h y 30 min son de lo famoso y lo gilipollas que era el tío (porque te pones nervioso solo con ver cómo se comporta) y 30 min, que es lo único de interés del documental, acerca de para lo que realmente la gente ve este documental: para escuchar testimonios de lo monstruoso que era el tío.
Una historia de terror, ¿de qué? Ni los 30 min último acerca de que Jimmy era un pedófilo están bien llevados ni expuestos.
Una completa pérdida de tiempo.
Terminas antes leyéndote la entrada de Wikipedia de este tío, porque el documental son como 3 h de no contar NADA interesante; 2 h y 30 min son de lo famoso y lo gilipollas que era el tío (porque te pones nervioso solo con ver cómo se comporta) y 30 min, que es lo único de interés del documental, acerca de para lo que realmente la gente ve este documental: para escuchar testimonios de lo monstruoso que era el tío.
Una historia de terror, ¿de qué? Ni los 30 min último acerca de que Jimmy era un pedófilo están bien llevados ni expuestos.
Una completa pérdida de tiempo.

6.3
6,295
7
4 de febrero de 2022
4 de febrero de 2022
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película extraña, pero extraña en el buen sentido, con una de esas extrañezas que gusta y atrapa. Claro, te atrapa si te interesa ver este tipo de películas donde el ritmo es lento y se centran en los detalles y sobre todo en la gente y en sus reacciones. Creo que, de hecho, es lo más importante de esta película: el perfil personal de cada uno. Partiendo de las actuaciones, Olivia Colman está sobrada en el papel de una mujer completamente desequilibrada y superada por una vida que no ha gestionado bien (que, ¿quién lo hace? también te digo...); Dakota Johnson vuelve a utilizar esa inocencia morbosa que aquí se aplica de forma perversa, que entendemos y reconocemos pero no sabemos muy bien el por qué; son cualidades que, aparte de estar interpretadas de forma correctísima, casan muy bien con su apariencia. Las dos se disputan bastante bien la película entera, aunque el grueso se lo lleva Colman que te deja estupefacto con cada mueca o cada pliegue de la cara, aunque solo se le mueva un centímetro, un centímetro que la actriz tiene perfectamente controlado.
Sin duda lo mejor del ambiente que crea la película, pasando de unos planos y una fotografía muy acertada para una película costumbrista de costa y de pueblo playero, es la tensión constante y palpable que hay en cada escena, en cada situación que no termina nunca de romper pero que parece que va a hacerlo en algún momento manteniéndonos enganchados. Mientras tanto, nos van contando con la historia de Leda una verdad reconocible para todo el mundo y que duele tanto como ver a la protagonista no saber desenvolverse en la vida que se ha creado.
Sin duda lo mejor del ambiente que crea la película, pasando de unos planos y una fotografía muy acertada para una película costumbrista de costa y de pueblo playero, es la tensión constante y palpable que hay en cada escena, en cada situación que no termina nunca de romper pero que parece que va a hacerlo en algún momento manteniéndonos enganchados. Mientras tanto, nos van contando con la historia de Leda una verdad reconocible para todo el mundo y que duele tanto como ver a la protagonista no saber desenvolverse en la vida que se ha creado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tengo que reconocer que me resulta raro que no se dé en sí ningún tipo de resolución a la historia ni a la tensión que se nos ha ido generando entre todos ellos. Está claro que las escenas, como digo, son para perfilar la personalidad de los personajes, y supongo que al final es lo que en la película han querido mostrar, más allá de resolverte ninguna historia entre madres e hijas o aclararte por qué parece que Leda tiene alguna clase de vínculo con los personajes de Dakota Johnson y su hermana. Desde luego todo induce a pensar que son sus hijas, o que ve en ellas el reflejo de estas, ya que al final nos lo aclaran en una conversación entre Leda y una de sus hijas por teléfono, indicándonos que a pesar de no haber resuelto bien la infancia de sus niñas, al ser adultas han tenido el acierto de recuperar su relación con ella, si es que fue así como pasó. Desde luego, Leda ve en Dakota la parte de la relación con un hijo que parece que se nos olvida, la parte en la que ya lo has tenido y en un punto, por profunda que esté, de tu corazón, te arrepientes.
A ese respecto, el mensaje está bastante claro: cuando son pequeños debes desprenderte de tu vida tal y como la conocías y querer continuar con un futuro bohemio de profesora de italiano en el mundo académico y universitario, no parece compatible. Claro, que cuando ya son mayores y todo ha pasado, está genial tener unas hijas que te aportan compañía y una familia sobre la que apoyarse. Es la historia de un adulto que ya no sabe relacionarse con niños y solo conoce el mundo de los mayores y solo puede desenvolverse en él. Pero, oye, sin juzgar.
A ese respecto, el mensaje está bastante claro: cuando son pequeños debes desprenderte de tu vida tal y como la conocías y querer continuar con un futuro bohemio de profesora de italiano en el mundo académico y universitario, no parece compatible. Claro, que cuando ya son mayores y todo ha pasado, está genial tener unas hijas que te aportan compañía y una familia sobre la que apoyarse. Es la historia de un adulto que ya no sabe relacionarse con niños y solo conoce el mundo de los mayores y solo puede desenvolverse en él. Pero, oye, sin juzgar.

6.8
3,678
6
18 de junio de 2022
18 de junio de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El componente subjetivo del cine marca siempre la lectura que hagas de una película cuyo valor depende del ojo del que la mira. En esta película he sentido más que nunca ese debate cinematográfico y artístico entre admirar la forma, la imagen, la belleza, o el contenido y la literatura. Cuando el cine tiene más de literatura que de cine, cuando la historia es buena y está bien contada, suele tener más fuerza que cuando el cine tiene más de cine que de literatura. Y ya es decir en una obra que toma como base una novela de Jack London y que está basada completamente en literatura.
Esta película es bonita, sí, por supuesto, sus imágenes son visualmente poderosas y te adentran en esa Italia que todos queremos ver; claro que, teniendo Italia y sus calles de época como telón de fondo, la belleza y el estilo están más que conseguidos, por lo que tampoco tiene gran mérito. Porque de contenido Martín Eden tiene poco de novedosa. Seguimos a un protagonista con una personalidad muy manida en la historia del cine, un Gran Gatsby de la escritura que sale de la pobreza como si este fuese su mayor sueño, pero después sigue teniendo complejo de pobre, tanto a nivel material como intelectual. Tanto el protagonista como el resto de personajes no aportan personalidades ni roles interesantes y es algo que choca en una película que pretende estar cuidada y no quedarse en los mismos estereotipos que llevamos viendo tantos años.
Formalmente está bien, sí, el recurso epistolar es interesante, pero el ritmo es muy simple y se ve roto con canciones que intercalan las escenas, con transiciones de un cine amateur que pretende alardear de imagen y plano pero que parece estar editado con el Movie Maker.
En definitiva, esa parte visual se lleva toda la nota de la película, que se puede ver perfectamente para disfrutar de esos colores y esas casas austeras de la Toscana que tanto encanto tienen; pero ese contenido tan insulso tiene demasiado peso en la valoración que se pueda hacer.
Esta película es bonita, sí, por supuesto, sus imágenes son visualmente poderosas y te adentran en esa Italia que todos queremos ver; claro que, teniendo Italia y sus calles de época como telón de fondo, la belleza y el estilo están más que conseguidos, por lo que tampoco tiene gran mérito. Porque de contenido Martín Eden tiene poco de novedosa. Seguimos a un protagonista con una personalidad muy manida en la historia del cine, un Gran Gatsby de la escritura que sale de la pobreza como si este fuese su mayor sueño, pero después sigue teniendo complejo de pobre, tanto a nivel material como intelectual. Tanto el protagonista como el resto de personajes no aportan personalidades ni roles interesantes y es algo que choca en una película que pretende estar cuidada y no quedarse en los mismos estereotipos que llevamos viendo tantos años.
Formalmente está bien, sí, el recurso epistolar es interesante, pero el ritmo es muy simple y se ve roto con canciones que intercalan las escenas, con transiciones de un cine amateur que pretende alardear de imagen y plano pero que parece estar editado con el Movie Maker.
En definitiva, esa parte visual se lleva toda la nota de la película, que se puede ver perfectamente para disfrutar de esos colores y esas casas austeras de la Toscana que tanto encanto tienen; pero ese contenido tan insulso tiene demasiado peso en la valoración que se pueda hacer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta historia cliché no es otra que la del genio heterosexual y soberbio que necesita demostrar su valía ya que por haber nacido pobre no cree tener ninguna. Aquí se pone de manifiesto la importancia de la educación como herramienta para salir adelante, tema que podemos ver en una obra pareja con la serie de HBO “La amiga estupenda”, que trata temas similares pero mucho más pegados a la realidad, sin querer comparar las opciones de una serie con las de una película, pero advirtiendo que el mensaje de Martín Eden está cercano a un peligroso mensaje de meritocracia y cultura del esfuerzo.
Nuestro ilustre personaje principal se ve involucrado en una familia rica que lo conoce mientras la atractiva y joven hija lo mira, o lo admira, desde la ventana. Sabes que un romance va a surgir entre los dos porque en una película de este tipo debíamos tener una historia de chico-chica, pero, además, por la cara del actor principal que denota sus ansias de obtener el amor de la chica, no como algo desinteresado y puramente romántico, sino como un trofeo que el “mozo de cuadras” obtiene por embaucar a la hija de unos aristócratas. Las referencias a Gatsby no pueden perderse porque de nuevo tenemos a un hombre que se cree menos que la chica que pretende conquistar por venir de donde viene, de un pasado que confrontará una vez tenga éxito y del que renegará como la mayor de las vergüenzas ante los componentes de una clase alta que nunca dejará de verlo como un pobre, por mucho éxito que coseche.
La decadencia que sigue a su fama como escritor es anunciada desde que conocemos a un personaje que en la pobreza es alegre y vivaz (a pesar de todo, según se nos da a entender) pero que en la riquez es oscuro y ermitaño.
Como digo, no es un cliché tratar temas acerca de las diferencias de clase ni de la pobreza y la riqueza, especialmente por la realidad en la que vivimos que parece no cambiar nunca. El cliché es contarlo desde una historia tan banal, cuando, tomando “La amiga estupenda” de nuevo como ejemplo, o historias como la aclamada “Parásitos”, hay ficciones que saben dar un nuevo aire a esta temática.
Nuestro ilustre personaje principal se ve involucrado en una familia rica que lo conoce mientras la atractiva y joven hija lo mira, o lo admira, desde la ventana. Sabes que un romance va a surgir entre los dos porque en una película de este tipo debíamos tener una historia de chico-chica, pero, además, por la cara del actor principal que denota sus ansias de obtener el amor de la chica, no como algo desinteresado y puramente romántico, sino como un trofeo que el “mozo de cuadras” obtiene por embaucar a la hija de unos aristócratas. Las referencias a Gatsby no pueden perderse porque de nuevo tenemos a un hombre que se cree menos que la chica que pretende conquistar por venir de donde viene, de un pasado que confrontará una vez tenga éxito y del que renegará como la mayor de las vergüenzas ante los componentes de una clase alta que nunca dejará de verlo como un pobre, por mucho éxito que coseche.
La decadencia que sigue a su fama como escritor es anunciada desde que conocemos a un personaje que en la pobreza es alegre y vivaz (a pesar de todo, según se nos da a entender) pero que en la riquez es oscuro y ermitaño.
Como digo, no es un cliché tratar temas acerca de las diferencias de clase ni de la pobreza y la riqueza, especialmente por la realidad en la que vivimos que parece no cambiar nunca. El cliché es contarlo desde una historia tan banal, cuando, tomando “La amiga estupenda” de nuevo como ejemplo, o historias como la aclamada “Parásitos”, hay ficciones que saben dar un nuevo aire a esta temática.
Miniserie

7.2
68
7
8 de julio de 2021
8 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Danny Kelly es el nombre del protagonista de Barracuda, que la gente pronuncia de seguido sabiendo que significa algo, que están nombrando a alguien importante, para el espectador y para la vida de su personaje que este chico ha venido a trastocar.
Porque Danny Kelly sabe que es importante y se piensa destinado a hacer algo importante. Esto es lo que hace de Barracuda una historia de ambición, superación, perseverancia y, lo mejor y más representativo de todo, la búsqueda desmesurada de la perfección y el triunfo de quien pretende ser el mejor a toda costa. Estas narrativas son inevitablemente atrayentes, ya giren en torno a una disciplina deportiva o artística, que siempre han conseguido atrapar al público: Whiplash, Cisne Negro, Toro Salvaje... Lo que Danny Kelly, el personaje principal de esta historia, tiene en común con los de aquellas es su asertivo sueño de llegar a lo más alto en el mundo de la natación; un sueño que pondrá por encima de todo y que pretende alcanzar dedicando el sacrificio que haga falta, llegando a rozar la obsesión y la locura que los protagonistas de estas historias siempre traen consigo.
Y tal vez sean los orígenes de Danny los que le han hecho adoptar esa meta como su motor de vida. Su familia, inmigrante, de clase media, desentona con la realidad a la que el nuevo y elitista colegio de su hijo, al que ha accedido gracias a una beca por sus dotes de nadador, les enfrenta: madres de alta alcurnia que deben recibir con buena cara a quien ha irrumpido en su mundo por esfuerzo y no por el estatus natal que ellas llevan por bandera.
La desigualdad entre clases, la familia de Danny que ve cómo su hijo se separa de sus raíces por encajar en esta nueva realidad que su ambición le ofrece, el propio enfrentamiento del protagonista con el hostil entorno de la burguesía y las apariencias, todo ello contextualizado en una Australia competitiva que ensalza y glorifica a sus deportistas exponiéndolos al mazazo del humano fracaso, hacen de Barracuda una historia completa e interesante, que atrapa y no deja indiferente.
Pero, por muchas características que Barracuda comparta con otros metrajes acerca del esfuerzo y la competición, su devastador final la desmarca del resto, y la temática oculta detrás de un personaje arrastrado por su talento, condenado por sus sentimientos, deja un mensaje que no puede pasarse por alto y sin el cual, siento decirlo, la historia no puede comprenderse en su conjunto.
(Y cabe decir que, aunque así conste en la ficha, esta no es una historia acerca de la homosexualidad, ni este tema es tratado en ningún momento, y quien vaya a ver esta película con esa idea en la cabeza se está equivocando, ya que no existe en el personaje ninguna clase de conflicto interno para con su orientación, ni recibe este discriminación por parte de nadie.)
Porque Danny Kelly sabe que es importante y se piensa destinado a hacer algo importante. Esto es lo que hace de Barracuda una historia de ambición, superación, perseverancia y, lo mejor y más representativo de todo, la búsqueda desmesurada de la perfección y el triunfo de quien pretende ser el mejor a toda costa. Estas narrativas son inevitablemente atrayentes, ya giren en torno a una disciplina deportiva o artística, que siempre han conseguido atrapar al público: Whiplash, Cisne Negro, Toro Salvaje... Lo que Danny Kelly, el personaje principal de esta historia, tiene en común con los de aquellas es su asertivo sueño de llegar a lo más alto en el mundo de la natación; un sueño que pondrá por encima de todo y que pretende alcanzar dedicando el sacrificio que haga falta, llegando a rozar la obsesión y la locura que los protagonistas de estas historias siempre traen consigo.
Y tal vez sean los orígenes de Danny los que le han hecho adoptar esa meta como su motor de vida. Su familia, inmigrante, de clase media, desentona con la realidad a la que el nuevo y elitista colegio de su hijo, al que ha accedido gracias a una beca por sus dotes de nadador, les enfrenta: madres de alta alcurnia que deben recibir con buena cara a quien ha irrumpido en su mundo por esfuerzo y no por el estatus natal que ellas llevan por bandera.
La desigualdad entre clases, la familia de Danny que ve cómo su hijo se separa de sus raíces por encajar en esta nueva realidad que su ambición le ofrece, el propio enfrentamiento del protagonista con el hostil entorno de la burguesía y las apariencias, todo ello contextualizado en una Australia competitiva que ensalza y glorifica a sus deportistas exponiéndolos al mazazo del humano fracaso, hacen de Barracuda una historia completa e interesante, que atrapa y no deja indiferente.
Pero, por muchas características que Barracuda comparta con otros metrajes acerca del esfuerzo y la competición, su devastador final la desmarca del resto, y la temática oculta detrás de un personaje arrastrado por su talento, condenado por sus sentimientos, deja un mensaje que no puede pasarse por alto y sin el cual, siento decirlo, la historia no puede comprenderse en su conjunto.
(Y cabe decir que, aunque así conste en la ficha, esta no es una historia acerca de la homosexualidad, ni este tema es tratado en ningún momento, y quien vaya a ver esta película con esa idea en la cabeza se está equivocando, ya que no existe en el personaje ninguna clase de conflicto interno para con su orientación, ni recibe este discriminación por parte de nadie.)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Barracuda cuenta la historia de Danny Kelly que en su juventud y plenitud vital tiene hambre de éxito y dedica su vida a conseguir ser el mejor en lo suyo: la natación. No obstante, aunque veamos al protagonista enemistarse con su familia, con su entrenador, o con su mejor amiga, parece que, al mismo tiempo que él, nos damos cuenta de cuál es su auténtica motivación más allá del triunfo: el amor.
La historia de Barracuda es poderosa porque detrás de esa ambición solo hay una persona que, pletórica cuando Martin, su amigo y consiguiente interés amoroso, lo apoya y va a su encuentro cuando se juega la clasificación, cuando cree que sus sentimientos son correspondidos, logra batir un récord y disfrutar de un tiempo de gloria como joven promesa. Desgraciadamente, su carrera profesional se verá mermada a la par que su situación amorosa, y es entonces cuando Danny (y nosotros) entiende que sus sentimientos han ganado frente a su ansia de victoria, y que por mucho que entrene, que esté con los preparadores más cualificados, de nada servirá si en su interior saborea la amargura del amor no correspondido.
Como espectador, todo sea dicho, es muy frustrante ver cómo Martin, quien corresponde a Danny en ocasiones, o por lo menos así se nos expone, se deja arrastrar por las apariencias que marcan su mundo, su estatus, y prefiere consagrarse a una vida marital, tras fracasar en lo profesional, por miedo, quizás, a decepcionar a su familia en todos los aspectos de su vida, a traicionar todo lo que conoce, desembocando, con su indiferencia, en un triste fin en su relación con Danny.
Más fuerza cobra aún este desenlace con la personalidad y apariencia que el actor de Danny, Elias Anton, nos presenta. Su estoicismo y rígida expresividad que solamente se quiebran en momentos puntuales, cuando su capacidad es puesta en entredicho o cuando, despechado, fracasa a las puertas del triunfo sufriendo un ataque de ansiedad en una escena brutal que, realmente, solo nos muestra a alguien rotamente enamorado, hacen creíble esta frustración de quien encierra tanto dentro.
Y esto es sin duda lo mejor de Barracuda: que es una historia de amor sin serlo. Porque este amor no es empalagoso ni dulce, es el más agrio de todos, es el que te revienta por dentro y por el que, tan extremo como el protagonista es, se pierde todo. Después: la esperanza. Cuando se ha tocado fondo, sales ahí fuera y te metes de nuevo al agua. El chico de tu nuevo trabajo te dedica una mirada y despierta en ti una idea: hay más gente ahí fuera de la que enamorarse; y te metes al agua con alguien que apenas puede moverse y le ayudas a disfrutar de otra manera de la misma agua que a ti te lo dio todo para arrebatártelo después. Tal vez no sea el éxito que Danny Kelly había imaginado pero, sin duda, sigue siendo éxito.
La historia de Barracuda es poderosa porque detrás de esa ambición solo hay una persona que, pletórica cuando Martin, su amigo y consiguiente interés amoroso, lo apoya y va a su encuentro cuando se juega la clasificación, cuando cree que sus sentimientos son correspondidos, logra batir un récord y disfrutar de un tiempo de gloria como joven promesa. Desgraciadamente, su carrera profesional se verá mermada a la par que su situación amorosa, y es entonces cuando Danny (y nosotros) entiende que sus sentimientos han ganado frente a su ansia de victoria, y que por mucho que entrene, que esté con los preparadores más cualificados, de nada servirá si en su interior saborea la amargura del amor no correspondido.
Como espectador, todo sea dicho, es muy frustrante ver cómo Martin, quien corresponde a Danny en ocasiones, o por lo menos así se nos expone, se deja arrastrar por las apariencias que marcan su mundo, su estatus, y prefiere consagrarse a una vida marital, tras fracasar en lo profesional, por miedo, quizás, a decepcionar a su familia en todos los aspectos de su vida, a traicionar todo lo que conoce, desembocando, con su indiferencia, en un triste fin en su relación con Danny.
Más fuerza cobra aún este desenlace con la personalidad y apariencia que el actor de Danny, Elias Anton, nos presenta. Su estoicismo y rígida expresividad que solamente se quiebran en momentos puntuales, cuando su capacidad es puesta en entredicho o cuando, despechado, fracasa a las puertas del triunfo sufriendo un ataque de ansiedad en una escena brutal que, realmente, solo nos muestra a alguien rotamente enamorado, hacen creíble esta frustración de quien encierra tanto dentro.
Y esto es sin duda lo mejor de Barracuda: que es una historia de amor sin serlo. Porque este amor no es empalagoso ni dulce, es el más agrio de todos, es el que te revienta por dentro y por el que, tan extremo como el protagonista es, se pierde todo. Después: la esperanza. Cuando se ha tocado fondo, sales ahí fuera y te metes de nuevo al agua. El chico de tu nuevo trabajo te dedica una mirada y despierta en ti una idea: hay más gente ahí fuera de la que enamorarse; y te metes al agua con alguien que apenas puede moverse y le ayudas a disfrutar de otra manera de la misma agua que a ti te lo dio todo para arrebatártelo después. Tal vez no sea el éxito que Danny Kelly había imaginado pero, sin duda, sigue siendo éxito.
11 de diciembre de 2014
11 de diciembre de 2014
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Estamos ante un asombroso viaje de la piedra angular del mundo: la vida. Eso para lo que estamos aquí, para lo que existimos. "Boyhood expone el rápido y furtivo paso del tiempo, no enseña todas las preocupaciones de la existencia en lo que relativamente son pocos minutos. Esas preocupaciones son lo cotidiano, el paso de los días, los pequeños problemas en los que estamos involucrados y que conforman al ser humano. Los días pasan y no podemos hacer nada, no podemos detenerlos, y esa es la idea principal de este largometraje. Vemos a través de la infancia y adolescencia de un niño, que bien podrían ser la nuestras, cómo se pasan las horas dejándonos experiencias, momentos, y nada más.
La película es delicada en cada detalle, pues debe serlo para arraigar esta idea en nuestra mente: la idea del envejecimiento. Es magistral la forma en que el directos juega con elementos contemporáneos según el largometraje se mueve en el tiempo, que se han ido añadiendo al guion conforme la vida real iba avanzando. La compleja idea de rodar una película en un período de 12 años para mostrar los cambios en las personas y en la actualidad, ya llama la atención e invita a ver esta joya. Pero lejos de quedarse únicamente en esa idea vacía, Boyhood nos enseña, nos da una melancólica lección vital. Todo un rastro de filosofía inunda la película igual que lo hará en las críticas que de ella se hagan; es inevitable.
Sobra decir que es una película que no sólo merece la pena ver, si no para la que es necesario emplear casi tres horas de nuestro tiempo, y muy merecidamente. Y es que lo que Linklater a conseguido es una obra de arte, arte en estado puro. Ha demostrado la efectividad del cine que es arte en su fin último, ha mostrado cómo el buen cine puede permanecer en nuestra retina y nuestra memoria. Su guion es digno de un artista, y su película digna de la historia.
La película es delicada en cada detalle, pues debe serlo para arraigar esta idea en nuestra mente: la idea del envejecimiento. Es magistral la forma en que el directos juega con elementos contemporáneos según el largometraje se mueve en el tiempo, que se han ido añadiendo al guion conforme la vida real iba avanzando. La compleja idea de rodar una película en un período de 12 años para mostrar los cambios en las personas y en la actualidad, ya llama la atención e invita a ver esta joya. Pero lejos de quedarse únicamente en esa idea vacía, Boyhood nos enseña, nos da una melancólica lección vital. Todo un rastro de filosofía inunda la película igual que lo hará en las críticas que de ella se hagan; es inevitable.
Sobra decir que es una película que no sólo merece la pena ver, si no para la que es necesario emplear casi tres horas de nuestro tiempo, y muy merecidamente. Y es que lo que Linklater a conseguido es una obra de arte, arte en estado puro. Ha demostrado la efectividad del cine que es arte en su fin último, ha mostrado cómo el buen cine puede permanecer en nuestra retina y nuestra memoria. Su guion es digno de un artista, y su película digna de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Impactante la escena del final en que la madre se lamenta de la marcha de su hijo a la universidad, del curso natural del tiempo. Su vida ha pasado ante sus ojos, sus hijos a los que ha dedicado su existencia, educando y preparándolos para el mundo, ahora la abandonan, como si ya no le perteneciesen del todo. Escena que recoge por completo el mensaje de la película, y que habrá roto a más de uno el corazón al recordad cómo dejó a su madre y al calor y protección del hogar familiar para partir hacia la vida.
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