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España España · Pinto
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de enero de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las impresiones más vivas y palpables de este film es la transformación profunda que sufre el protagonista, un personaje a merced de un destino aparentemente caprichoso pero sentenciado desde el inicio debido a un traumático pasado que se encuentra escondido en la memoria y que se le revelará más adelante cuando la liberación de su yo aflore tras un suceso de índole de supervivencia que le marcará en lo sucesivo, para seguir alimentando su particular sed de reafirmación.
Una danza continua y un coqueteo bastante perturbador inunda cada una de las escenas en las que ésta, a priori, víctima del sistema, va forjando su personalidad, esa que se encuentra sepultada a bastantes metros de profundidad por una trastornada y enfermiza influencia que ejerce su madre.
La liberación se irá dando por fases y en todas ellas la música y la coreografía es vibrante y se apodera del protagonista, mostrando esa transformación, con pasos de baile en una espiritual comunión con el personaje.
Si tenemos que elegir los dos componentes artísticos más importantes de todo el metraje, me quedo con la música y el juego de luces y sombras presente en todos los planos que suceden a los momentos caóticos. La atmósfera en ocasiones se sucede angustiosa cuando el personaje queda a merced de una sociedad deshumanizada, cínica y cruel, aborregada in extremis por sus líderes del sistema. Una verdadera exaltación del sentimiento romántico de un marginado que se revuelve y aprovecha un golpe de suerte para salir del miserable anonimato, pero no de la tristeza que le envuelve de por vida.
Espléndida transformación de Joaquin Phoenix, para la interpretación del personaje, que me recuerda al cambio sufrido por Christian Bale en “El Maquinista”, y dos momentos memorables: La danza en los aseos del metro y la bajada por las escaleras camino del “show” que le cambiará la vida.
27 de enero de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asfixiante retrato posiblemente en una importante proporción de los hogares urbanitas de la más reciente historia americana.Una película de víctimas que se dirigen al matadero, donde la degradación y la perversión humanas se suman para aniquilar el mínimo de ilusión que podían salvarles de su infierno.Buena psicología femenina, según qué te digan y quién te lo diga, el sentido pasa de un 0 a 10, y actúas en consecuencia. Conseguidísimo el irrespirable ambiente del hogar de la señora Golfarb, donde su vida gira en torno a un televisor y su mando a distancia. He disfrutado con el formato visual y de sonido tan explicito que utiliza el director para dotar de un realismo brutal buena parte de los planos, con un mayor protagonismo en el último tercio de la cinta. No es otra mera, simple y sencilla película más sobre la alienación humana, aunque ciertamente, ninguno de los personajes, sea dueño de su vida, son mordiscos continuos de salvaje realidad mata sueños. Mensaje esperanzador en la primera mitad, donde la vida está llena de motivos, especialmente en el caso de Harry (Jared Leto) y Marion (Jennifer Connelly), al existir un “alguien especial” con quien compartirlos. Distinto será el caso de Sara Golfarb, donde las ausencias, serán la causa por la que alguien que ha dedicado su vida a los suyos, en los años tardíos, se desvanezcan en pro de vanas ilusiones regidas por el centro de su vida, un programa de televisión.Los planos distorsionados, alucinaciones y golpes de cámara en primeros planos, son simplemente enormes y acertados para evocar una realidad que se apodera de los protagonistas de una manera brutal.En definitiva: una pesadilla grotesca, con mayor lucimiento en la historia de la madre, la Sra. Golfarb, que de Harry, su hijo, no sólo por la enorme interpretación, tiempos dedicados a su calvario personal, sino por la humanidad que destila su personaje dentro de la cotidianeidad propia de una septuagenaria inmersa en el declive emocional, del que se siente “abandonado”. Crítica feroz a esa sociedad que envuelve la vida de los protagonistas, que se comporta como unos miserables secuaces del sistema, como máquinas que se mueven al compás de los dictados de una insensible y férrea praxis.
5 de enero de 2019 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una fábula del siglo XXI donde confluyen la fuerza del amor y la física cuántica con sus alteraciones gravitatorias. Ciento sesenta y no se cuántos minutos de metraje de calidad en todos sus planos, pese a aquellos que puedan reprochar la falta de ritmo en algunos tramos. Esto es sencillamente cine en mayúsculas, perfecta armonía entre planos, música, interpretaciones y un sinfín de emociones, reacciones entremezcladas con la dosis justa de serenidad y calma en momentos en los que fórmulas imposibles y acertijos sobre la relatividad pueden abrumarnos sobremanera. Aquí resuelve Nolan como pocos directores en un escenario inhóspito a veces y otros cálido como pocos. Me quedo con dos frases que pueden resumir de forma clara el espíritu de este film: "La humanidad nació en la tierra, pero su destino no es morir aquí¨". "Estamos aquí para ser los recuerdos de nuestros hijos". Supervivencia y amor sin reservas, premisas básicas, leyes fundamentales como la teoría de relatividad, serán el núcleo de esta historia con mayúsculas, donde una música poderosa y bien llevada en cada plano, da paso a una fotografía con precedentes en el cine de la más alta producción. Eso sí, no intentemos hacernos con ella fotograma a fotograma, es de esas que en reflexión y a la media hora del visionado gana en impresiones.
27 de enero de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de esas películas con óptica de adolescente, un ni siquiera quinceañero que sufre decepciones amorosas, familiares, y a pesar de ello, vuelve a levantarse y a volver a creer. Ya hemos visto en cine alguna película donde la verdadera amistad de unos críos, todavía impoluta y libre de intereses y demás fangos varios, triunfaba frente a ese mundo de mayores carcomido por el egoísmo, la cobardía y vanalidades varias (véase “Stand by me”, Cuenta Conmigo), o donde la valentía y arrojo de un chaval dejaba a la altura del betún la integridad de cualquier adulto (véase “The Client”, El Cliente). Por ahí he leído que Mark Twain tiene algo que ver, y es cierto. Un Tom Sawyer se vislumbra aquí.Y es que el verdadero protagonista de esta cinta se llama Ellis (Tye Sheridan), que vive en las marismas, una familia dedicada a la pesca, un negocio difícil en estos tiempos de piscifactorías y grandes superficies. Ya se sabe que “cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana” y si la persona con la que formaste una familia se encarga de repetirte una y otra vez, que eres un perdedor, se esfuma la mínima ilusión que podía unirte a ella. De todo será testigo el chaval, y no tardará en encontrar su refugio personal en un personaje singular, armado de pistola y camisa a la que atribuye poderes de escudo. En definitiva un hombre que irrumpe en sus vidas, y es capaz de hablar un idioma que entienden, para hacerles vivir una aventura en primera persona que no olvidarán. Mud (Matthew McConaughey) será su instrumento para crecer, abrir los ojos, luchar y pelear por sus ideales, ser testigos del amor verdadero y de la cobardía humana por dejarlo escapar. El romanticismo de unos adolescentes en estado puro.Si hay que sacarle alguna pega, lo pesada que resulta en algunos tramos, quizá en la intención del director, de reflejar esa ensoñación de la infancia, libre de preocupaciones.
27 de enero de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como una bocanada de aire fresco, que hará tambalear los cimientos de la Casa Larrabee, así es Sabrina, esa jovenzuela que desde la niñez husmeaba descalza todos los rincones de la mansión soñando la presencia de su idolatrado David. Como el patito que pasa desapercibido en el estanque, y sufre la transformación a su vuelta de París, convirtiéndose en ese cisne elegante y bello que todo el mundo ansía contemplar, así irrumpe la deliciosa Sabrina totalmente transformada (aunque por mucho que se empeñe Wilder, hasta con pantuflas y delantal Audrey se nos mostraría siempre exquisita). Ni que decir tiene, que ella inundará la pantalla de inicio a fin, su sencillez, su transparente mirada ante la cámara y todas esas cualidades, serán bien aprovechadas por el director, que se me antoja más ácido en esta comedia romántica con evidentes tintes de convencionalismo social. El snobismo de determinados personajes, como el del patriarca (y no tan acentuado como podría esperarse) es un acierto en especial en la segunda parte del film, donde puede resultarnos pesado el peso del protagonista, ese hombre gris que interpreta Bogart, al que el negocio familiar ha atrapado irremisiblemente en un universo monótono y funcional. En definitiva risas aseguradas, con un cartel de excepción, donde la baza sin duda es ella, nuestra Audrey y su química con un sorprendente Bogart, que va ganando minuto a minuto con su rotundidad y su personal sensibilidad.
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