El cine español tiene la capacidad de crear obras que emocionan, conmueven o divierten, pero 'Odio el verano' no logra ni uno de estos objetivos. Desde su planteamiento inicial, la película promete ser una comedia ligera que retrate con sátira nuestras costumbres y manías estivales, pero el resultado final es una obra que decepciona profundamente.

El primer gran problema de la película es su humor, o más bien, la falta del mismo. Las situaciones que deberían provocar risa se sienten forzadas, repetitivas y carentes de ingenio. Los intentos de sátira quedan reducidos a clichés que hemos visto cientos de veces en películas similares, pero ejecutados de manera torpe y sin originalidad. La politización de ciertos momentos, además, parece más una obligación que una elección artística, y resta fluidez a una narrativa ya de por sí deslavazada.

El elenco no ayuda a salvar la película. Los actores parecen desconectados de sus personajes y del propio guion. Sus actuaciones son planas, sus expresiones carecen de energía, y la química entre ellos es inexistente. En lugar de personajes entrañables o memorables, nos encontramos con una serie de caricaturas que no despiertan interés ni empatía.

Saber que este tipo de producciones cuenta con subvenciones públicas es un golpe bajo para el espectador. Como ciudadanos, contribuimos con nuestros impuestos esperando apoyar una industria cinematográfica que nos enriquezca culturalmente, pero este tipo de proyectos nos hacen cuestionar las prioridades y la calidad del cine subvencionado. Si bien no toda película financiada con fondos públicos puede ser una obra maestra, 'Odio el verano' ni siquiera cumple con los estándares mínimos de entretenimiento o calidad narrativa.

'Odio el verano' no solo es una pérdida de tiempo para el espectador, sino también un recordatorio de que no todo lo que se produce merece la luz verde. Si buscas una película que celebre el verano o explore las peculiaridades del carácter español, hay opciones mucho mejores que esta obra fallida. Como sugiere su título, odiarás más de una cosa después de verla: el verano, el cine mal hecho y, sobre todo, el haber pagado por ello.

Ejércitos con mujeres en sus filas, senadores de raza negra así como soldados en las legiones romanas más negros que el betún, esclavos con total libertad para hacer lo que les entre en gana con emisarios a su disposición, animales ficticios creados mediante inteligencia artificial mitad caninos y mitad simios, prácticas propias de la ciencia ficción como montar en rinoceronte, vestimentas de sedas de colores que no se usaban en la época, lanistas que administraban sus escuelas de gladiadores como meras casas de apuestas y que tenían influencia directa sobre la toma de decisiones de los emperadores, a cuyos guardaespaldas parece ser les han dado vacaciones... y ya de paso, ¿por qué no iban los romanos en moto?
Esta película está hecha para descojonarse. El hilo argumental es muy pobre, es una copia barata de la primera parte, el guion podría ser perfectamente el de una película de Marvel, y en cuanto a la música queda claro que es demasiado pedir en Hollywood.