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7.5
10,386
9
19 de enero de 2015
19 de enero de 2015
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita en sólo dos semanas y filmada en un poco más de un mes, el director de cine georgiano Zaza Urushadze, ha conseguido dar en el clavo. Tangerines “Mandariinid” ha ganado en Varsovia, Bari, Palm Springs, Seattle. Recientemente ha sido elegida entre las cinco finalistas a mejor película extranjera en los Globos de Oro, y finalista para los Oscar de Hollywood 2015.
“Tangerines” es una película tan pequeña como necesaria. Aunque su discurso es moralista, nunca llega a ser discursivo ni facilón. Moralista por que su protagonista Ivo antepone los valores de la ética y de la moralidad por encima de la barbarie, por que sigue creyendo que dos enemigos sentados frente a frente, sin más armas que las palabras, están condenados a entenderse.
Para leer más visita: www.elcinepormontera.com
“Tangerines” es una película tan pequeña como necesaria. Aunque su discurso es moralista, nunca llega a ser discursivo ni facilón. Moralista por que su protagonista Ivo antepone los valores de la ética y de la moralidad por encima de la barbarie, por que sigue creyendo que dos enemigos sentados frente a frente, sin más armas que las palabras, están condenados a entenderse.
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6.4
479
7
8 de agosto de 2016
8 de agosto de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Nabil Ayouch no fuera marroquí, si sus películas no estuvieran rodadas en Casablanca o en Marrakech, y sus mensajes no estuvieran dirigidos principalmente a la sociedad musulmana, tal vez su cine no levantara las pasiones encendidas que profesa, ni los odios irracionales que levanta. Hablar de la prostitución en Marruecos, y hacerlo sin artificios argumentales, ni metáforas; mostrando la dura realidad de unas mujeres sumidas en el desprecio, denostadas hipócritamente por sus familias que sobreviven de ellas, y de una sociedad que larvadamente sustenta y se enriquece espuriamente con el turismo sexual, no es materia fácil para un director de cine marroquí que quiera llevarse bien con el régimen.
Desde que Much Loved se entrenara en la Quincena de Realizadores de Cannes (2015), las amenazas de muerte al director y los ataques se sucedieron a los actores principales de la película. Su protagonista principal, Loubna Abidar fue agredida en Casablanca y rechazada por un hospital al que acudió para ser atendida: incluso la policía la increpó y se negaron a poner la denuncia por agresión. Otro actor sufrió cortes en el cuello cuando un hombre le asaltó tras escucharlo en una entrevista de radio hablando de la película.
Leer reseña completa en:
http://elcinepormontera.com/much-loved/
Desde que Much Loved se entrenara en la Quincena de Realizadores de Cannes (2015), las amenazas de muerte al director y los ataques se sucedieron a los actores principales de la película. Su protagonista principal, Loubna Abidar fue agredida en Casablanca y rechazada por un hospital al que acudió para ser atendida: incluso la policía la increpó y se negaron a poner la denuncia por agresión. Otro actor sufrió cortes en el cuello cuando un hombre le asaltó tras escucharlo en una entrevista de radio hablando de la película.
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8
3 de noviembre de 2016
3 de noviembre de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bienvenidos al dormitorio real de Luis XIV, van ustedes a contemplar la agonía de un mortal que se creía un Dios, hasta que la ineluctable parca le tocó la pierna con su afilada guadaña, y la puesta de sol le recorrió el cuerpo llevándole al ocaso definitivo. Al director catalán Albert Serra no le interesa para nada la biografía del rey: sus logros, sus extravagancias, su apetito desordenado de concupiscencia. Serra le retira el palio, lo baja de su poltrona y le enfrenta a una muerte que ni el propio rey desearía al peor de sus enemigos. Sin embargo el director nos regala un comodín para que nosotros podamos reconstruir la exuberante vida de Luis XIV: la mirada de Jean-Pierre Léaud. Aquel niño que nos deslumbró en “Los 400 golpes” de Truffaut, y que da vida al Rey Sol, se bate en duelo con un plano secuencia de cuatro minutos mirando a cámara, mientras suena el réquiem de Mozart. Sin necesidad de la palabra, Léaud nos proyecta la mayestática existencia de Luis XIV: el poder totalitario que ejerció sobre su pueblo está en esa mirada arrogante. Igualmente está su riqueza obscena, sus palacios, sus amantes, sus jardines… Pero también en el brillo de sus ojos adivinamos el miedo a la muerte inevitable.
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http://elcinepormontera.com/la-muerte-de-luis-xiv-albert-serra/
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6.3
7,795
8
22 de abril de 2016
22 de abril de 2016
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noviembre de 2014: estás de vacaciones en Berlín. Después de una larga caminata por la enorme avenida Unten der Linder, la puerta de Brandemburgo se levanta ante ti, monumental e imponente. Cientos de personas buscan el mejor ángulo para capturar con sus cámaras un trozo de historia de esta vieja Europa. A la mente te vienen las imágenes repetidas una y cien veces en documentales y películas, donde la famosa puerta de entrada a Berlín, se convertía en símbolo y emblema de la fuerza del nazismo. Quién no ha visto alguna vez las siniestras imágenes de la multitudinaria “Marcha de las antorchas” en enero de 1933, improvisada por Goebbels para celebrar la victoria de Hitler.
Músicos callejeros, mimos, y vendedores de recuerdos, intentan reclamar la atención de los turistas. Un pequeño tumulto se forma en torno a uno de ellos, te acercas para contemplar su espectáculo. Lo que ves, te deja sin palabras: un hombre vestido de oficial nazi, intenta abrirse paso entre la gente: parece aturdido, su abrigo militar está sucio, desgarrado por una de las hombreras, lleva restos de tierra en toda su ropa. Te haces sitio en el momento en el que el hombre se gira ante ti: es la viva imagen de Hitler. Si no fuera por su gran corpulencia y su alta estatura, pensarías que es un clon del mismísimo Führer. Después de unos instantes de desconcierto, levantas la cámara y disparas.
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http://elcinepormontera.com/ha-vuelto-er-ist-wieder-da/
Músicos callejeros, mimos, y vendedores de recuerdos, intentan reclamar la atención de los turistas. Un pequeño tumulto se forma en torno a uno de ellos, te acercas para contemplar su espectáculo. Lo que ves, te deja sin palabras: un hombre vestido de oficial nazi, intenta abrirse paso entre la gente: parece aturdido, su abrigo militar está sucio, desgarrado por una de las hombreras, lleva restos de tierra en toda su ropa. Te haces sitio en el momento en el que el hombre se gira ante ti: es la viva imagen de Hitler. Si no fuera por su gran corpulencia y su alta estatura, pensarías que es un clon del mismísimo Führer. Después de unos instantes de desconcierto, levantas la cámara y disparas.
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17 de enero de 2020
17 de enero de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una muestra mas de la buena salud de la que disfruta el cine islandés. "A white, white day" es la segunda película de Hlynur Palmason, tras su debut con la multipremiada "Winter Brothers".
Le bastan 20 segundos al director islandés para meterte de lleno en la película: tras los títulos de crédito iniciales, una intrigante frase sobre el inmenso negro de la pantalla nos anuncia el viaje que estamos dispuestos a recorrer: “Cuando todo es tan blanco que ya no puedes distinguir entre el cielo y la tierra, la muerte habla con los vivos”.
Un automóvil circula por una estrecha y solitaria carretera: la niebla es tan densa que por momentos el coche se convierte en un fantasma que aparece y desaparece ante nuestra vista. Un curva cerrada y el salto al vacío: el automóvil rompe la valla de la carretera y se precipita sobre el mar.
La víctima del mortal del accidente es la esposa de Ingimundur (Ingvar Eggert Sigurðsson), exjefe de la policía local de un pequeño pueblo anclado entre el mar y las montañas. El dolor por la repentina pérdida se convierte en una carga insoportable para Ingimundur. Demasiados días juntos, demasiados recuerdos: no hay reforma del hogar o terapia psicológica, a la que acude semanalmente, que alivie mínimamente el desconsuelo de Ingimundur. Revuelve una y otra vez entre las pertenencias de su mujer esperando encontrar algo que haya preservado el mínimo rastro de su vida: tal vez en la ropa haya quedado impregnado su olor… Mientras revisa unas cajas encuentra unas cintas de vídeo de su mujer: unas grabaciones cuya existencia él desconocía. Su instinto de policía se reactiva, alimentado por un inquietante temor a que su mujer le hubiera sido infiel. El suspense se suma al drama y «A white, white day» comienza a tomar forma de thriller.
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Le bastan 20 segundos al director islandés para meterte de lleno en la película: tras los títulos de crédito iniciales, una intrigante frase sobre el inmenso negro de la pantalla nos anuncia el viaje que estamos dispuestos a recorrer: “Cuando todo es tan blanco que ya no puedes distinguir entre el cielo y la tierra, la muerte habla con los vivos”.
Un automóvil circula por una estrecha y solitaria carretera: la niebla es tan densa que por momentos el coche se convierte en un fantasma que aparece y desaparece ante nuestra vista. Un curva cerrada y el salto al vacío: el automóvil rompe la valla de la carretera y se precipita sobre el mar.
La víctima del mortal del accidente es la esposa de Ingimundur (Ingvar Eggert Sigurðsson), exjefe de la policía local de un pequeño pueblo anclado entre el mar y las montañas. El dolor por la repentina pérdida se convierte en una carga insoportable para Ingimundur. Demasiados días juntos, demasiados recuerdos: no hay reforma del hogar o terapia psicológica, a la que acude semanalmente, que alivie mínimamente el desconsuelo de Ingimundur. Revuelve una y otra vez entre las pertenencias de su mujer esperando encontrar algo que haya preservado el mínimo rastro de su vida: tal vez en la ropa haya quedado impregnado su olor… Mientras revisa unas cajas encuentra unas cintas de vídeo de su mujer: unas grabaciones cuya existencia él desconocía. Su instinto de policía se reactiva, alimentado por un inquietante temor a que su mujer le hubiera sido infiel. El suspense se suma al drama y «A white, white day» comienza a tomar forma de thriller.
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