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1
13 de enero de 2007
13 de enero de 2007
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enumeremos: tenemos una mafia, unos integristas islámicos, policías chinos corruptos, miembros de la CIA -corruptos y no corruptos-, un ex-amigo traidor, ninjas -¿ninjas? Sí, ninjas-, un transexual o drag-queen -nada claro-, milicianos tailandeses, brutos de bar, un traficante de armas, militares y, ojo al dato, en esta trama de supuesto espionaje acaba entrando un ¡brujo voodoo-taoísta-brahma-satánico milenario! ¿Insuperable? "Esperad, aún hay más".
Por el lado de los buenos la cosa es menos numerosa, pero no por ello menos tópica: el antiguo amigo que abandonó la violencia pero vuelve al camino para ayudar, la mujer que nada tiene que ver con la cosa pero con ver a Seagal se enamora de él -y quién no, vaya- y los monjes budistas de enorme poder y mágicos talismanes.
Con lo que acabo de explicar nadie puede no ver el gran mérito de esta película: intenta tener TODOS los malos vistos en películas de acción de forma autoexplicativa. No hace falta dar razones para que aparezcan; su presencia es suficiente para saber cuál es su aportación al argumento.
Es ésta, en definitiva, la obra conceptual más arriesgada que he visto en mi vida. Ki-Duk Kim puede retirarse, porque lo que él hace con personajes que no hablan Seagal puede hacerlo dando patadas -o contratando a alguien que dé las patadas por él, de acuerdo-.
La película, sin embargo, no es perfecta. Su único gran fallo y la razón por la que pierde 9 puntos es algo tan obvio que deberíais saberlo antes de que lo diga: en la película NO HAY PIRATAS INFORMÁTICOS NI ZOMBIES. ¿Lo veis? Se puede perdonar que no salga Shiwan Khan, que entre los buenos no estén Snake Plissken o Merlín el encantador, pero no eso, nunca. Hasta McClane sabe que en el 2003 la presencia de informáticos es fundamental. Habría bastado con ver a alguien tecleando en un ordenador con una pantalla chula como la de Swordfish o Hackers. O algún no-muerto, al menos.
O informáticos no-muertos...
Seagal, por favor, la próxima vez no falles: hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. Creo que la mayoría de la gente preferirá que no lo hagas, pero yo no me atrevo a decirlo.
Por el lado de los buenos la cosa es menos numerosa, pero no por ello menos tópica: el antiguo amigo que abandonó la violencia pero vuelve al camino para ayudar, la mujer que nada tiene que ver con la cosa pero con ver a Seagal se enamora de él -y quién no, vaya- y los monjes budistas de enorme poder y mágicos talismanes.
Con lo que acabo de explicar nadie puede no ver el gran mérito de esta película: intenta tener TODOS los malos vistos en películas de acción de forma autoexplicativa. No hace falta dar razones para que aparezcan; su presencia es suficiente para saber cuál es su aportación al argumento.
Es ésta, en definitiva, la obra conceptual más arriesgada que he visto en mi vida. Ki-Duk Kim puede retirarse, porque lo que él hace con personajes que no hablan Seagal puede hacerlo dando patadas -o contratando a alguien que dé las patadas por él, de acuerdo-.
La película, sin embargo, no es perfecta. Su único gran fallo y la razón por la que pierde 9 puntos es algo tan obvio que deberíais saberlo antes de que lo diga: en la película NO HAY PIRATAS INFORMÁTICOS NI ZOMBIES. ¿Lo veis? Se puede perdonar que no salga Shiwan Khan, que entre los buenos no estén Snake Plissken o Merlín el encantador, pero no eso, nunca. Hasta McClane sabe que en el 2003 la presencia de informáticos es fundamental. Habría bastado con ver a alguien tecleando en un ordenador con una pantalla chula como la de Swordfish o Hackers. O algún no-muerto, al menos.
O informáticos no-muertos...
Seagal, por favor, la próxima vez no falles: hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. Creo que la mayoría de la gente preferirá que no lo hagas, pero yo no me atrevo a decirlo.

4.8
20,125
6
24 de marzo de 2008
24 de marzo de 2008
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película infantil, de principio a fin, mantiene sin desviarse en lo más mínimo los pasos fijados tiempo ha en el género: niños enfrentados se conocen, se odian, se comprenden, entablan amistad, se les pone a prueba y la cosa se arregla. Nadie esperaba que diera más de sí, pero ahí se nota la mano de Shyamalan. (No sabía que estuviera detrás de esto antes de verla; me habría dado más prisa, si no).
¿Qué convierte esto en algo mejor que las otras mil banalidades similares? No el hecho de que el protagonista sea un ratón, sino el poco peso que este hecho tiene en las relaciones con el resto de personajes. Para los gatos es un ratón más, para los ratones es uno de los suyos y para los humanos no es nada más extraño de lo que sería un chico negro en una familia blanca de los 80 o los 90. La fábula se reescribe radicalmente, convirtiendo a los gatos en racistas radicales y todo lo demás en los problemas de un chico diferente en un mundo normal y corriente, estigmatizado por su origen.
Desgraciadamente es obligatorio incluir los pequeños chascarrillos de rigor para mantener al público encandilado, lo que resta valor a su crítica social. Las veces que se consigue bromear con buen humor (la elección de traje para Stuart, la recolección de pistas por la policía) la magia se conserva, pero no siempre ocurre.
En definitiva, un destacable intento de hacer algo por encima de la media, aunque caiga en muchos de sus peores clichés.
¿Qué convierte esto en algo mejor que las otras mil banalidades similares? No el hecho de que el protagonista sea un ratón, sino el poco peso que este hecho tiene en las relaciones con el resto de personajes. Para los gatos es un ratón más, para los ratones es uno de los suyos y para los humanos no es nada más extraño de lo que sería un chico negro en una familia blanca de los 80 o los 90. La fábula se reescribe radicalmente, convirtiendo a los gatos en racistas radicales y todo lo demás en los problemas de un chico diferente en un mundo normal y corriente, estigmatizado por su origen.
Desgraciadamente es obligatorio incluir los pequeños chascarrillos de rigor para mantener al público encandilado, lo que resta valor a su crítica social. Las veces que se consigue bromear con buen humor (la elección de traje para Stuart, la recolección de pistas por la policía) la magia se conserva, pero no siempre ocurre.
En definitiva, un destacable intento de hacer algo por encima de la media, aunque caiga en muchos de sus peores clichés.

7.0
9,599
5
14 de mayo de 2008
14 de mayo de 2008
22 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas de culto suelen ser aquéllas que, a pesar de no haber llamado la atención del público general, cuentan con grandes cualidades en varios campos, lo que hace que sean consideradas de gran importancia por una minoría. Así, The Rocky Horror Picture Show es de Culto, con mayúsculas, por su prodigiosa banda sonora, adorables personajes y su juego con el espectador; fue su atrevido mensaje y su absoluta carencia de seriedad -en la superficie- lo que la apartó de un mayor público.
Con de The Wicker Man queda demostrado que entrar en la categoría "de culto" puede deberse también a la negación de los fallos, por evidentes que sean.
La premisa de la película resulta más que interesante: la contraposición entre el cristianismo moderno y el paganismo al que sustituyó en las tierras británicas, con los cultos a múltiples dioses de la tierra, el Sol y demás. Aparte de el simple enfrentamiento, la película viene a plantear una especie de aviso que hoy día es algo más difícil de captar*: la muerte de Dios deja la puerta abierta a la barbarie de la que el cristianismo nos salvó, siguiendo una idea planteada por Chesterton ("Cuando la gente deja de creer en Dios, no es que no crean en nada; creen en cualquier cosa").
Desgraciadamente, por interesante que resulte esa idea, la ejecución deja tanto que desear en una cantidad tal de campos que difícilmente puede salvarse la película en general. Las actuaciones son todas esperpentos teatrales, llenos de gritos y expresiones forzadas; las secuencias musicales son, en su mayoría, malos videoclips sin sonido decente y repetitivos**; la dirección se embarca constantemente en pequeñas aventuras experimentales poco conseguidas, persecuciones sin agilidad alguna...
Y, aún así, los fans de la película alaban cada uno de estos puntos. ¿Tan importante es el mensaje que prefieren, no sólo no prestar atención a las terribles faltas, sino negar su condición y sustituirlas por alabanzas?
Un remake bien dirigido podría hacer de ésta una gran película, pues el guion en sí es perfectamente salvable con pequeñas modificaciones, pero por lo poco que he visto de la nueva versión nada ha cambiado para mejor. Dentro de unas décadas, cuando en Hollywood vuelvan a quedarse sin ideas que reciclar, quizás podamos disfrutar de algo mejor.
Con de The Wicker Man queda demostrado que entrar en la categoría "de culto" puede deberse también a la negación de los fallos, por evidentes que sean.
La premisa de la película resulta más que interesante: la contraposición entre el cristianismo moderno y el paganismo al que sustituyó en las tierras británicas, con los cultos a múltiples dioses de la tierra, el Sol y demás. Aparte de el simple enfrentamiento, la película viene a plantear una especie de aviso que hoy día es algo más difícil de captar*: la muerte de Dios deja la puerta abierta a la barbarie de la que el cristianismo nos salvó, siguiendo una idea planteada por Chesterton ("Cuando la gente deja de creer en Dios, no es que no crean en nada; creen en cualquier cosa").
Desgraciadamente, por interesante que resulte esa idea, la ejecución deja tanto que desear en una cantidad tal de campos que difícilmente puede salvarse la película en general. Las actuaciones son todas esperpentos teatrales, llenos de gritos y expresiones forzadas; las secuencias musicales son, en su mayoría, malos videoclips sin sonido decente y repetitivos**; la dirección se embarca constantemente en pequeñas aventuras experimentales poco conseguidas, persecuciones sin agilidad alguna...
Y, aún así, los fans de la película alaban cada uno de estos puntos. ¿Tan importante es el mensaje que prefieren, no sólo no prestar atención a las terribles faltas, sino negar su condición y sustituirlas por alabanzas?
Un remake bien dirigido podría hacer de ésta una gran película, pues el guion en sí es perfectamente salvable con pequeñas modificaciones, pero por lo poco que he visto de la nueva versión nada ha cambiado para mejor. Dentro de unas décadas, cuando en Hollywood vuelvan a quedarse sin ideas que reciclar, quizás podamos disfrutar de algo mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* La muerte del protagonista, con sus ideales e imploraciones a Dios no es hoy, con el laicismo imperante, necesariamente un signo negativo, lo que podría considerarse parte de lo que The wicker Man denuncia. En general, un espectador de la primera década del siglo XXI se debatirá intentando decidir cuál de los dos bandos enfrentados es más patético. Que el fuego se extendiera y quemara a los congregados también sería más apropiado, en mi opinión.
** De las escenas musicales considero perfectamente aceptable la visita del nuevo Hombre a la posada, con la lucha del policía por seguir sus ritos sagrados a pesar del comportamiento pecaminoso del que está siendo testigo y por el que está siendo tentado.
¿Por qué jugar a insinuar y sugerir en esa escena y hacer más tarde el terrible bailecito de la tentación?
** De las escenas musicales considero perfectamente aceptable la visita del nuevo Hombre a la posada, con la lucha del policía por seguir sus ritos sagrados a pesar del comportamiento pecaminoso del que está siendo testigo y por el que está siendo tentado.
¿Por qué jugar a insinuar y sugerir en esa escena y hacer más tarde el terrible bailecito de la tentación?

6.5
36,141
8
27 de marzo de 2008
27 de marzo de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito que Christopher Nolan alcanzó con su anterior película, Memento, era de esperar que siguiese la jugosa línea de los juegos artificiales y los guiones enrevesados. Para fortuna de los aparentemente pocos que hemos disfrutado más de Insomnia, Nolan decidió crecer y buscar desafíos más coherentes.
Con la base de una película Noruega reciente (ahora que se quedan sin novelas que adaptar, giran en Hollywood la vista a territorios europeos, normalmente más arriesgados a la hora de crear guiones con sus reducidos presupuestos), Nolan crea un retal de obsesiones, engaños y miedos, bañado por una gruesa capa de intachable moralidad para crear su mejor película hasta la fecha. Un guión basado enteramente en sus personajes, una puesta en escena efectiva, agobiante y unas actuaciones impecables crean uno de esos espectáculos que ojalá viéramos más a menudo en las salas de cine.
Con la base de una película Noruega reciente (ahora que se quedan sin novelas que adaptar, giran en Hollywood la vista a territorios europeos, normalmente más arriesgados a la hora de crear guiones con sus reducidos presupuestos), Nolan crea un retal de obsesiones, engaños y miedos, bañado por una gruesa capa de intachable moralidad para crear su mejor película hasta la fecha. Un guión basado enteramente en sus personajes, una puesta en escena efectiva, agobiante y unas actuaciones impecables crean uno de esos espectáculos que ojalá viéramos más a menudo en las salas de cine.
5
12 de noviembre de 2008
12 de noviembre de 2008
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo se puede evaluar esta película? ¿Es posible tenerla en cuenta sólo desde el punto de vista técnico? ¿Podemos alabar la fiel representación del horror de la guerra, sin considerar el horror del racismo? Yo soy incapaz y, por lo tanto, esta película se ve reducida a la mediocridad: el resultado de la escalofriante perfección de su primera mitad situada frente a la inaceptable barbarie de su segunda.
Técnicamente, hay poco que se pueda decir nuevo, por lo que me limitaré a usar el superlativo: buenísima.
Argumentalmente, precisa como un cuchillo durante toda su longitud. Cuando el señor Griffith desea retratar el horror de la Guerra Civil de los EEUU, el carácter de Abraham Lincoln, el pesar que le produce conducir su país al odio entre amigos y amantes... no hay nada que parezca fallar. Tampoco lo hay cuando desea declarar la necesidad de que los negros vivan subyugados al poder blanco.
La primera mitad es una representación documentada y fiel, con personajes que añaden calor a la trama. Vemos la guerra destrozar sus vidas y cómo intentan recuperarse tras ella. Pero entonces Lincoln es asesinado y con él muere el principal argumento de la obra. Una vez el hilo conductor desaparece la película se convierte en una historia de amor, centrada en quienes antes eran personajes globales, que se deshilvana mientras se da poco a poco más protagonismo al auténtico objetivo de la obra: presentar al Ku Klux Klan como defensores de los valores de la caballería, la buena sociedad y el orgullo de su nación.
A partir de ahí todo se hunde. Asistimos incrédulos a una sucesión de mensajes falseados, de descripciones sesgadas, de glorificación de la esclavitud, sin medias tintas de ningún tipo. Sí, hay negros buenos y negros malos, blancos buenos y blancos malos, pero la bondad sólo se ve en los personajes que apoyan la superioridad blanca, mientras que los defensores de los derechos negros son todos mezquinos, viciosos y vagos.
En fin, una lástima que hora y media que podría ser una de las mayores glorias de la historia del cine quede ensuciada por algo tan vergonzoso como su otra hora y media.
Técnicamente, hay poco que se pueda decir nuevo, por lo que me limitaré a usar el superlativo: buenísima.
Argumentalmente, precisa como un cuchillo durante toda su longitud. Cuando el señor Griffith desea retratar el horror de la Guerra Civil de los EEUU, el carácter de Abraham Lincoln, el pesar que le produce conducir su país al odio entre amigos y amantes... no hay nada que parezca fallar. Tampoco lo hay cuando desea declarar la necesidad de que los negros vivan subyugados al poder blanco.
La primera mitad es una representación documentada y fiel, con personajes que añaden calor a la trama. Vemos la guerra destrozar sus vidas y cómo intentan recuperarse tras ella. Pero entonces Lincoln es asesinado y con él muere el principal argumento de la obra. Una vez el hilo conductor desaparece la película se convierte en una historia de amor, centrada en quienes antes eran personajes globales, que se deshilvana mientras se da poco a poco más protagonismo al auténtico objetivo de la obra: presentar al Ku Klux Klan como defensores de los valores de la caballería, la buena sociedad y el orgullo de su nación.
A partir de ahí todo se hunde. Asistimos incrédulos a una sucesión de mensajes falseados, de descripciones sesgadas, de glorificación de la esclavitud, sin medias tintas de ningún tipo. Sí, hay negros buenos y negros malos, blancos buenos y blancos malos, pero la bondad sólo se ve en los personajes que apoyan la superioridad blanca, mientras que los defensores de los derechos negros son todos mezquinos, viciosos y vagos.
En fin, una lástima que hora y media que podría ser una de las mayores glorias de la historia del cine quede ensuciada por algo tan vergonzoso como su otra hora y media.
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