Robert McKee en su Declive de las Historias nos advierte de que en el cine de hoy día predominan “tramas enrevesadas contadas con torpeza”, mientras que la verdadera clave de una gran película es una “historia sencilla bellamente contada”. Este es el gran acierto de Juno. Su apuesta por desdramatizar, por huir de convencionalismos, por aportar una mirada distinta. Una mirada naïf que llena el film de humanidad y ternura. Una mirada que hace de Juno una película llamada a emocionar a lo largo de su recorrido entre el drama, el humor, lo agrio y lo dulce.

Juno evita florituras visuales innecesarias. Se limita a contar una bonita historia a través de una puesta en escena acertada y precisa. Se desmarca de complicados entramados narrativos y renuncia con inteligencia a las moderneces vacías del cine industrial USA. Pero viendo Juno, uno tiene la sensación de haber visto en alguna parte esa manera de llevar una historia a la pantalla. Uno cree haber visto ya ese estilo indie, alternativo y desenfadado en alguna otra obra reciente. ¿Han visto “Pequeña miss Sunshine”? Peliculón. Lo mismo que Juno. Dos ejemplos perfectos de la fuerza que puede llegar a tener una “historia sencilla bellamente contada”.

Un famoso compositor británico repetía continuamente que buscaba que sus canciones fueran sencillas y bonitas. Y nada más. Pero ¿es que se puede pedir más? Juno es una preciosa historia narrada de forma amable y sencilla. El resultado es una película llena de vida hasta los topes.

Alejandro Llano lo llama la elegancia de lo poco. A mí me gusta más lo de sencillo y bonito. Como una novela de Hemingway o un edificio de Mies Van der Rohe.

Menos es más.

PD: Juno ha recibido muchas críticas de espectadores indignados por una su presunta visión frívola y superficial sobre un embarazo adolescente. Es una pena que no hayan podido saborear esta pequeña y deliciosa chocolatina del cine.

Por cierto, la interpretación de Ellen Page como Juno, descomunal.