He de destacar a nuestro gran Marsillach. También se puede destacar que la película está llena de sorpresas, nada de lo que va pasando se lo espera uno. Vas, poco a poco, conociendo el alma de todos los personajes, cayéndote unos mejor y otros peor. Por ejemplo, Antonella Lualdi, pese a que por su condición, digamos, de chica poco seria, siempre mantiene la dignidad, Marsillach, pese a ser cobarde, está casado y es médico, Claude Nicolet, está casado, pese a que al dejar a su mujer ir a, digamos, embaucar a los oficiales alemanes, hace qe nos cuestionemos si le vale de excusa, Dominique Paturel, pese a estar un tanto amargado y engañar a su amigo, se ofrece para salvarles, France Anglade, es una mujer y está casada- aunque qe ella acepte ir a "embaucarlos", tb te lleva a cuestionarte la segunda razón- Claude Rich, es el único realmente bueno, que se ofrece por los demás, Francis Blanche, cada vez te cae per, dado que a todos puedes comprenderlos, que no disculparlos, menos a él. Sólo por buscarle defectos, diré que se le podrían quitar ciertos puntitos franceses. Pero todo esto queda compensado cuando llega el final, que es, para mí, lo mejor de todo. Ver que todo fue una broma, que todos tienen tan nula dignidad que les da igual sentarse a la mesa de alguien que ha preferido que él muriese a sacrificarse, no tiene precio. Repito, la película es buenísima; pero su mayor virtud es que es real como la vida misma.

En esta película vemos a López Vázquez de una manera en la que jamás le hemos visto antes, literalmente, le vemos vestido de gorila, uno de los primeros momentos en los que uno empieza a partirse de risa; pero esto no es lo mejor, también vemos a Leblanc competir en un concurso con un rival poco deseable. Me explico. Ellos tienen que decir con una letra y una categoría nombres, sucesivamente, salen toreros, y el rival siempre encuentra un diminutivo al que dice Tony Leblanc. Otro de los mejores momentos ocurre cuando Leblanc hace una actuación desastrosa y, al quedarle el último minuto, cuando todos esperamos que haga algo increíble, lo hace, aunque no en el sentido que todos esperamos, empieza a cantar una surrealista canción sobre el arte de la relojería. Para comprender la genialidad del momento hace falta verlo, no se puede explicar. Pero el momento cumbre llega justo al final, cuando vemos que están los protagonistas juntos cantando "La chica ye-ye". Me reafirmo en lo que dije al principio, una comedia para llorar de risa.