Partiendo de la base de que las películas de súper héroes están viviendo uno de sus mejores momentos, tanto como en número como en calidad, Superman no podía quedarse fuera de este pastel.
Si bien se intenta alabar la adaptación del comic a la gran pantalla, la película debe analizarse de forma objetiva y posible elección de todo tipo de espectadores. Los entendidos en la material pueden loar este punto, pero no olvidemos que el universo DC no está llegando al público mayoritario sólo a través del comic.

“El Hombre de Acero” prometía mucho. Prometía un nuevo punto de vista, siguiendo la estela de la saga de Christopher Reeve. Mucha gente esperaba un “Batman de Nolan”, un héroe adaptado a nuevos tiempos mas allá del alarde de súper poderes. Pero no, se ha quedado a medio camino, lejos de causar el impacto que pretendía causar.

Si de la química entre los actor de reparto dependiese toda la película, saldría aun peor parada de que es. Aderezados con unos buenos efectos especiales, la concatenación de escenas de diálogos sin chispa y unas cuantas explosiones, no consiguen mantener ni un poco de tensión en el espectador, que por momentos se pregunta que cuándo va a pasar algo.

Durante la primera mitad de la película estás deseando que se termine de desarrollar la “introducción” y que por favor empiece a pasar algo. Cuando por fin parece que parece que ocurre, estás tan cansado que las escenas de acción te parecen ridículas a más no poder.
El ritmo narrativo no lo considero absorbente, sino más bien tedioso, pareciendo que en post-producción han enlazado las escenas como el que juega a los dados.

Mucho me temo que la sombra de un “Hombre de Acero, segunda parte” planeará por los despachos, aunque yo realmente me pregunto si esta entrega no ha sido más un “Superman 0.5” donde el personaje les ha venido grande, que un glorioso regreso tal y como nos lo pretenden vender.