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Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de noviembre de 2022
530 de 633 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Ruben Östlund vuelve a colocar con maestría y acierto, tras las magníficas The Square o Fuerza Mayor, grandes dilemas morales y políticos en el espectador que permanecerán en su retina durante largo tiempo.
Creo que Karl Marx y Friedrich Engels habrían quedado muy satisfechos al ver este filme, especialmente por su tercer acto en la isla, donde pienso que se presentan, entre otras, las siguientes tesis (en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- El capitalismo, pese a sus excesos, no se termina por si solo por acción de la naturaleza. La tormenta, el barco zozobrando, provocan una gran crisis (aquí una muy divertida, escatológica y grotesca crisis) simbolizan un colapso, pero a pesar de todo, el barco -el statu quo burgués- se mantiene en pie. Los magnates sólo sufren vómitos y alguna muerte provocada por sus propios actos en vida (hilarante y mordaz destino de la pareja de viejitos británicos, aparentemente entrañables, que se han enriquecido por el "noble negocio" de fabricar bombas para "mantener su democracia").
No es un colapso natural lo que derrota al sistema, sinó un ataque revolucionario (la barca que los ataca con explosivos).

- Llegados a la isla, la clase burguesa pierde la propiedad de los medios de producción, y con ello su condición y posición de clase dominante. Además no sabe trabajar, se desnuda aquí el falso pretexto de la meritocracia y el esfuerzo como supuesto fundamento de su situación social y de su acumulación de capital y riqueza.
Desde ese momento quien impone su dominio en la isla, un nuevo escenario de igualdad, es el proletariado, quien sí ha trabajado toda su vida, papel de la gran Dolly de Leon, actriz que interpreta a Abigail, limpiadora filipina en el barco y que por haber tenido que trabajar duro sabe pescar y cocinar (tiene ahora el dominio de los medios de producción, ella sí por mérito, pues domina la técnica).
Los oligarcas no saben hacer nada, sólo mandar. Genial la parodia de su única acción de caza en la isla, abatiendo pateticamente al animal más pacífico, noble y explotado por el ser humano: una burra (gran elección símbolica), con homenaje al "gran cazador" y su pintura rupestre, nueva ironía sobre la justificación burguesa de su posición histórica gracias a su esfuerzo.

- En esta nueva situación el proletariado ordena, los que antes mandaban, ahora obedecen, el miedo ha cambiado de bando.
Y ahora son los burgueses los que se ven obligados a prostituirse para poder comer (Carl en el Love Boat).
Curioso también el papel de Vicki Berlin, Paula, directora de los trabajadores del barco, que asume el rol de gerente representante del propietario, y que una vez naufragados en la isla, sin barco ni burguesía, pretende mantener el orden como si nada hubiese pasado, mantener la jerarquía, sin base material que la justifique.

Östlund desvela que son las condiciones materiales las que determinan el grado de nuestra libertad, que es la economía, y el dominio de una clase sobre los medios de producción, lo que modela las relaciones sociales.
De nada sirve el propósito de Carl con Yaya en el primer acto de la película, de querer ser libres de convenciones sociales (por ejemplo el rol de género de que pague la cena Carl). Cuando se desnuda el porqué de su posición social y pierden sus privilegios con el naufragio, es Carl el que no duda en utilizar su belleza para conseguir comida.

- El final es clave: Cuando Abigail se acerca a matar con una piedra a Yaya para no volver a la situación anterior, pues descubren un resort en la isla y que se van a restablecer las relaciones sociales del capitalismo, se podría ver equivocadamente un mensaje liberal de que al final el ser humano es egoísta por naturaleza y defiende como sea su propio interés. Sin embargo hay grandes matices transformadores en la escena: al acercarse sigilosamente Abigail con intención de matarla, Yaya reflexiona y en una primera frase parece querer eliminar la situación anterior al naufragio, que Abigail no sea sometida de nuevo (la burguesia habría aprendido, empatizado, y aceptaría abolir las clases), en ese momento Abigail, se apiada, cambia la cara... ¿habrá aprendido la burguesía la lección? ¿estará preparada ya para pasar del socialismo al comunismo, una sociedad más justa y sin clases?
Un segundo después, Yaya nos decepciona: "podríamos arreglarlo, podrías trabajar para mi".
No ha aprendido nada, su deseo es volver a explotarla.
Abigail asesta el golpe final.
21 de junio de 2024
30 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente alegoría de la sociedad capitalista y de la lucha de clases la que nos presenta Han Jae-rim. En la serie vemos como los comportamientos e ideas de cada uno de los 8 personajes son absolutamente determinados por las condiciones materiales a las que han accedido en un misterioso concurso. La serie desvela a la perfección varias de las leyes tendenciales inexorables por las que se rige el capitalismo, detallo en Spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Analicemos las premisas y reglas del juego con ayuda de los personajes:
El acceso a cada piso es por azar, cada personaje escoge una carta sin más, y esto es el resumen metafórico del acceso a la riqueza en la sociedad capitalista donde está en vigor el derecho de herencia: si naces en cuna rica (si el azar te otorga la carta acertada) serás rico, y las reglas del juego favorecen la multiplicación de tu riqueza, y por tanto de tu poder sobre los demás. La carta (el derecho a heredar) desmiente el factor del mérito personal, la meritocracia, como razón fundamental para el ascenso social.

Una vez puesto el juego en marcha, operan necesariamente las leyes tendenciales del capital y de la dialéctica de clases que vemos en nuestra vida diaria. Por un lado la de la concentración de la riqueza, magnificamente expresada a través de la secuencia Fibonacci que asigna la progresión de ganancia de cada piso.
Por otro, una vez que el juego comienza, como en el capitalismo, el reparto desigual del excedente crea dos clases en pugna. Todos los jugadores, proletarios (del 1 al 5) y burgueses (del 6 al 8) se subsumen en esta lógica y son piezas que no tienen el control del movimento del juego, de hecho tardan en descubrir su funcionamiento básico, son presas de mecanismos y fuerzas que apenas pueden controlar, sólo adaptarse a su movimento.

Pronto se deja ver que una clase puede dominar y explotar a la otra, ponerlos sólo a ellos a trabajar para aumentar el tiempo. ¿Y como lo hacen? A través de la fuerza y la violencia. El motor de la historia es la lucha de clases. El 8 (la más rica) se apoya en el 6 (el fascismo) la fuerza más bruta y reaccionaria, para asegurar su posición y ponerlos a su servicio. Para ello no tienen reparo en trucar el juego (democracia liberal), que se presenta como neutro e imparcial (trucan las bolas) y lo hacen ayudados por la chica 4, la esquirol, el obrero alienado de derechas que ayuda a la clase opresora. Cuando se descubre la trampa, el fascismo rompe las reglas, cae la aparente democracia, y ejerce más violencia (dictadura).

El 7 toma el papel del burgués intelectual, personaje clave, tiene cierta conciencia, pero su condición de clase no le permite dejar de actuar como burgués y se expresa vacilante, como la socialdemocracia, oportunista a favor de los obreros, cuando estos pueden acceder al poder (les avisa del arma defectuosa) pero traicionando a 3 y votando en su contra cuando los ricos ejercen el poder por la violencia, haciendo el papel de un burgués violento más.

La dialéctica de la lucha de clases se resuelve con una síntesis superadora, es una de las leyes de la historia: contra el poder violento de la burguesía (6,7 y 8 ayudados de 4) sólo sirve la Revolución, también por medio de la violencia (o hay dictadura burguesa o hay dictadura del proletariado; es una lucha de contrarios). Y con la toma del poder someten a los violentos, pero aquí viene el error: la lucha de clases no termina ahí, hay que acordar salir del juego definitivamente (llegar al comunismo)!

Y todo parece ir bien, pero el pacifismo de la número 5, apiadándose del fascista 6, simboliza el fatal intento de conciliación de clases, de pensar que se puede educar a los burgueses para ser buenas personas y aceptar la igualdad y el fin del juego explotador. Evidentemente fracasa. La contrarrevolución gana y se impone de nuevo con violencia.

Los personajes 1, 2 y 3 son clave. 2 y 3 representan el “ser humano nuevo”, cuya búsqueda iniciaron ya soviéticos y chinos en la reciente historia. Tienen una ética superior, y más o menos conciencia de la necesidad de superar la división de clases: salir del juego. Pero aparece 1, al que todavía puede la ambición y el fin de subir de piso; parece que ya no es sólo por su hija, es algo personal.

Finalmente, y ya fuera del juego, la verdadera élite burguesa habla con 7, guionista a sueldo, casi uno de los suyos. Estamos en la realidad, de nuevo bajo lógica capitalista: si da dinero, habrá temporada 2.
8 de junio de 2023
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinfonía ética, cómica, social e incluso revolucionaria la que nos presenta con esta mini-serie el tándem Gastón Duprat y Mariano Cohn, quienes ya nos deleitaran con las magníficas cintas El Ciudadano Ilustre, Mi obra Maestra o El hombre de al lado. En esta ocasión centran la historia en un personaje icónico interpretado de forma inimitable por el genial Guillermo Francella.
Eliseo, encargado o portero de un edificio de ricos propietarios burgueses, después de treinta años en el puesto, con una dedicación a su tarea y trato con sus patrones exquisita, se enfrenta al proyecto de una pileta en la terraza que en caso de ser aprobado supondrá su despido irremediable.
El cómo Eliseo enfrente esta situación nos abocará a todo un delirio de situaciones repletas de inteligencia, humor y suspense que él mismo provocará y que encierran sobre todo una propuesta ética y una magnífica fotografía de la lucha de clases. Desgrano en el Spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se ha leído por ahí el calificativo de psicópata para nuestro Eliseo, nuestro, como representante de la clase obrera asalariada, y dicho adjetivo no puede ser más errado. Eliseo es plenamente consciente y lucha con total lucidez e ingenio por un fin justo, que tiene doble cara, individual y colectiva. Individual porque lucha por conservar la dignidad de su trabajo bien desempeñado, su medio de vida, y colectivo porque nos representa a todos los asalariados que sufrimos la misma alienación, la misma enajenación del producto de nuestra actividad vital y nuestra plena libertad cuando nos vemos obligados a vender lo único que tenemos, nuestra fuerza de trabajo.

La sonrisa de Eliseo que en un segundo se desvanece en un rictus serio, imagen con la que termina la cabecera de cada capítulo y con la que regala Eliseo a cada abuso de los propietarios una vez que estos se dan media vuelta, es la metáfora perfecta de lo que implica esa enajenación. Eliseo el de verdad, el libre, es el que se rebela, el que pierde en un instante la sonrisa; el otro Eliseo, el preso de su trabajo es el que debe sonreir y aplaudir incluso el propio proyecto que lo va a enviar al paro, como cualquiera de nosotros debe sonreir y complacer al patrón como personas enajenadas de nuestra propia voluntad real, ocho horas durante cinco días por semana. A cada abuso pensamos un rabioso “la concha de tu madre” o un “manga de hijos de...” o un “desagradecidos de mierda”, nosotros somos Eliseo.

La ironía y sus bromas actuadas son su arma, su máscara para poder decir lo que piensa en un contexto donde no somos iguales, donde hay una inhumana jerarquía entre clases, y donde una debe ser sumisa a la otra, sometida a quien la compra.

E insistimos en que su fin es bueno, a pesar de que el camino que escoge quizás no lo sea, y que sus medios puedan sacrificar a otros. Eliseo opta por una ética consecuencialista, en donde los medios se ajusten a la justicia del fin, la justicia de sus consecuencias. Y su pensamiento está en el colectivo cuando vemos cómo entrega a quien lo necesita cosas útiles que los ricos tiran a la basura o cómo aconseja a la chica contratada en B por la pareja de niños pijos buscar los servicios de un abogado para recibir lo que es justo, Eliseo tiene conciencia de clase y bien firme.

También es honesto, y sí decide contar la verdad a quien realmente aprecia (los más vulnerables) a Beba y a los niños, de cómo ha planeado la explosión del depósito, y lo es cuando se siente mal por tener que perjudicar a Miguel, el chico que limpia los cristales permitiendo que sea él el acusado. Su fin es mayor, es la justicia de treinta años de vida realmente recompensados con su continuidad en el puesto. No es el fin de la explotación, pero es su dignidad la que está en juego.

Finalmente, dos personajes aclaran todavía más el crudo escenario de la lucha de clases: el abogado, antes fiel y entusiasta de los planes del Doctor Zambrano, muestra al final la misma pasión con Beba cuando ella preside, ¿de que lado está entonces? Él lo aclara: “siempre del lado del poder”. Y el otro portero recordándole que “nunca serás como ellos” recibe la cara de reprobación rebelde de nuestro Eliseo, que sabe que ya nada le impide seguir luchando por el pastel completo algún día: el final de toda explotación, de la división de clases, lograr una comunidad de personas que por ser materialmente iguales sean ya por tanto plenamente libres de sonreir y hacer a la sonrisa permanecer.
1 de octubre de 2023
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica recreación de los casi tres años
en los que la coalición de partidos de la Unidad Popular de Salvador Allende gobernó Chile, sufriendo desde el minuto uno los ataques de la burguesía y sus fuerzas de choque conspirando y provocando, como era de esperar, e incluso atentando contra su vida ya antes de tomar posesión del cargo.

Para el relato, se aprovecha como narrador al personaje del jurista valenciano Joan Garcés que fue el asesor personal de Allende durante el período en el gobierno y testigo directo de los hechos.

La serie está fantásticamente producida, bien interpretada y es muy dinámica, concretándose en los episodios fundamentales que Allende tuvo que enfrentar, sin tramas paralelas ni desvíos innecesarios, sin embargo, me ha resultado muy difícil de encontrar y de momento no está siendo distribuída por ninguna plataforma conocida.

Analicemos la serie en el spoiler y demos a esto una plausible explicación:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Parece que nos ocultan la serie porque aparte de una realista crónica de los sucesos, es una transparente y brillante disección de la lucha de clases, que llega hasta el punto final de la muerte física de quien intenta, por la vía del parlamentarismo burgués, aplicar un programa de gobierno socialista de verdad en defensa de los intereses de la clase trabajadora obrera y campesina, la conocida como "vía chilena al socialismo", o "vía pacífica al socialismo".

La serie desvela los porqués de que esta vía no funcione y nos muestra todas las advertencias de este error y su trágico y previsible desenlace final. En los cuatro capítulos queda patente cómo el principal problema de la vía chilena al socialismo es que mantiene intactas las estructuras del poder burgués. Al desatender las enseñanzas de Lenin, Allende mantiene el carácter de clase del Estado, el Ejército y el Parlamento, los idealiza asumiendo la trampa burguesa de que representan a todo el pueblo y no en verdad a los intereses de la clase dominante; comprende demasiado tarde que el poder no se detenta simplemente alcanzando el gobierno por la vía electoral del estado burgués sinó substituyendo este por un verdadero estado obrero. De esto vemos en la serie como le advierten tanto el grupo MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario), que insiste en profundizar en el empoderamiento de la clase obrera, como también Fidel Castro en su visita al país declarando que los cubanos buscan la misma meta pero por un camino distinto e insiste en que se arme al pueblo, y en la imagen de la dedicatoria del libro que le hace el Che Guevara donde expresa la misma idea.

La amenaza de golpe planea desde el minuto uno, ya que una amplia facción del Ejército, a pesar de los intentos de Allende de apelar a su patriotismo constitucional y del General Schneider y después Carlos Prats de respetar esa doctrina, no está dispuesta ni siquiera por ese patriotismo institucional a respetar las propias reglas de su democracia burguesa.

Interesante también la introducción en la serie de los dos periodistas estadounidenses, simbolizando la reconocida y fundamental injerencia de los Estados Unidos y la CIA en el proceso golpista, contribuyendo financiera y mediáticamente a crear un clima de permanente tensión política y provocando la imagen de crisis económica y social en la población, las mismas estrategias que continua usando hoy el imperialismo en otros estados que todos tenemos en mente. Son el despliegue de la operación Cóndor en Chile: atentados, desestabilización, conformación de grupos fascistas activos sembrando el miedo en las calles, un "tanquetazo" como ensayo del golpe, y finalmente el golpe definitivo con Pinochet, traidor al mando.

La acertada introducción del personaje de Joan Garcés (buen papel del barcelonés Pablo Capuz), y la gran interpretación de Alfredo Castro de Salvador Allende nos permiten por primera vez contemplar desde una mirada subjetiva los constantes ataques y acoso a los que fue sometido su gobierno. Esta perspectiva única, hace al espectador vivir en las propias carnes el error de Allende de no haber armado al pueblo como le advertía Fidel, de construir el estado obrero como probó Lenin con la URSS y de evitar el trágico final, un desenlace visto ahora desde los ojos y las gafas, al final ya partidas en el suelo, del compañero y camarada Allende, que conmueven y provocan rabia, pero una rabia renovadora de la esperanza en la apertura de las grandes alamedas por las que pase un ser humano nuevo y libre para construir una sociedad mejor, erradicando la división de clases, la explotación y la violencia imperialistas.
9 de febrero de 2025
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Habéis visto al partido comunista por alguna parte en la peli? Yo tampoco.

El 47 es una entretenida y emotiva película, que no hubiese ganado el Goya si se hubiese atrevido a narrar que Manolo Vital era orgulloso miembro y militante activo del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC, un partido político catalán de ideología comunista que existió entre 1936 y 1987) y su acción del secuestro del autobús una acción colectiva, organizada en las asambleas y con una estrategia planeada y premeditada, organizada con los vecinos del barrio y acordada en secreto en el seno del propio PSUC. El hecho hay que enmarcarlo necesariamente en una lucha colectiva del pueblo, ya que, además, el 47 no fue el único autobús secuestrado, y un vehículo de la línea 2 se sumó también a la protesta desde Ciutat Meridiana, como explican documentos de la época. Por otro lado, por aquella época, hubo bastantes más casos en Catalunya, pues el secuestro de autobuses se convirtió en una forma particular de lucha obrera y vecinal.

Así lo han contado camaradas vivos de Manolo, en varios artículos e incluso en un pase de la película en un cinefórum al que estaban invitados, indicando que les produjo un sabor agridulce porque, si bien cumplía al reivindicar la figura de Manolo, su compromiso y valentía, se producía un injusto "borrado del partido" y de su militancia activa comunista y sindical.

No sabemos si el director lo sabía y se ha autocensurado para conseguir que la empresa productora le financiase la obra o si lo desconocía, aunque esto último parece difícil, asumiendo que se ha tenido que documentar para realizar la película.

Con el 47 se encontrarán un filme interesante, emotivo, donde sí se muestra cómo emigrantes llegados a Barcelona luchan contra la adversidad de los últimos años del franquismo, construyendo el barrio de Torre Baró con sus propias manos y luchando por su integración a la cultura catalana que les acoge, pero un filme que finalmente termina sobredimensionando el papel del "gran hombre", de la acción heroica del individuo, emocional, sobre la labor colectiva, racional, la asamblea, el poder popular y la lucha de clases, y así paradójicamente se consigue reforzar el mensaje liberal de que la historia la hacen los hechos individuales, espontáneos, y las ideas particulares de los grandes hombres y no las masas, la clase trabajadora organizada.

Por otra parte, se pone el énfasis en la motivación emocional, familiar e individual, como motor de la acción, y se oculta la motivación intelectual, los ideales, los objetivos políticos, la conciencia de clase, fruto de la reflexión profunda, se oculta el motor de la lucha obrera en el curso de la historia y se rompe así la visión de que es sólo la unidad dialéctica entre teoría y praxis política colectiva la que finalmente da resultados.

No era necesario que en la peli apareciese Manolo guiñando un ojo indicando que era comunista o miembro del partido, pero sí por lo menos que esto se plasmase indirectamente de alguna forma, con asambleas, con el partido, con el sindicato, con algo que mostrase esa realidad o dejando al menos ver que detrás no estaba sólo la acción espontánea y casi desideologizada de un individuo al que aplauden las masas.

Que viva la acción del camarada Manolo, pero que viva sobre todo la acción colectiva, la organización vecinal y de los trabajadores en partido y sindicato, su herramienta eficaz y viva la acción consciente de la clase obrera para librarse de las consecuencias económicas de la desigualdad, que es el mensaje de fondo. En la próxima parada del autobús 47 en la gran pantalla, queremos que aparezca el sujeto protagonista plural.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para finalizar, y en zona spoiler, comentar también otro detalle absurdo que parecería haber sido impuesto por el productor de la película, Jaume Roures, con la entidad The Mediapro Studio, porque el guión se inventa de forma surrealista la participación de un joven que identificamos claramente como Pasqual Maragall en el secuestro del autobús, subiendo al bus y decidiendo llegar, atrevido y orgulloso hasta el final de la línea con la culminación de la acción de lucha, así como lo oyen; toda una incongruencia surrealista para mayor glorificación del PSC, el PSOE de Catalunya, que produce bastante sonrojo.
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