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España España · TAVERNES DE LA VALLDIGNA
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Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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24 de septiembre de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan nos machaca en "Tenet" con el concepto de entropía, pero de lo que no es consciente es de que nos ha obsequiado con un involuntario y perfecto ejemplo de ella: su propia película.
A mí al finalizar este film, en el que se intuye mucha ciencia (esto entrecomillado y en negrita) y poco cine (del bueno, digo), lo que me ha venido a la cabeza es la célebre cita de Abraham Lincoln: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo".
Y no tengo nada más que añadir.
Bueno sí. Desde el futuro nos enviaron al pasado una "Tenet" invertida, es decir sencilla, disfrutable y sobre todo emocionante: "Casino Royale".
Ahora sí.
8 de diciembre de 2019 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si consideráramos la historia del cine de terror como un río, El Exorcista fue la tromba torrencial que, debido a la cantidad de material arrastrado por ella, se convirtió, al mismo tiempo, en el tapón que obturó dicho río. Con posterioridad a esa obra maestra continuaron produjéndose fugas, algunas más efímeras, otras con mayor recorrido, que impactaron con distinta suerte en el imaginario colectivo del género. Pues en mi humilde opinión, el norteamericano Ari Aster, director de la aclamada Hereditary y de la película que nos ocupa, Midsommar (2019), ha abierto una de las vías más prometedoras en ese estrangulamiento causado por la creación de William Friedkin. Como argumento en su haber, cabe anotar un estilo personalísimo e inquietante que, bebiendo de los grandes, de los clásicos, se ha convertido ya en inconfundible en solo dos largos y en su debe, podríamos apuntar ese mismo carácter sui generis como talón de Aquiles, pues para poder medir su radio de acción, su alcance, queda aún por verificar si sus propuestas pueden liberarse de una temática tan constreñida y transplantarse a otras diferentes dentro del género que nos ocupa. El tiempo dirá, aunque los artistas con aires de genialidad pueden ser esclavos de sus propias filias y fobias.

De alguna forma, Midsommar empieza donde acaba Hereditary y tiene su punto de partida en Dani.
Dani es una chica afectada por una grave tragedia personal que, junto con su novio Christian y sus amigos universitarios, acuden a una festividad estival celebrada cada 90 años en un enclave sueco y que, en boca de uno de los protagonistas, “es un festival de nueve días alucinante que celebra mi familia, es todo un espectáculo, con ceremonias y trajes típicos”. A partir de ahí, lo indescriptible.

En mi caso, lo primero que experimento al verla son emociones que van más allá del discernimiento, luego estas se van condensando en pensamientos y esos pensamientos, a su vez, a borbotones, en palabras, la primera de las cuales es “pesadilla”. Midsommar es, en todos los sentidos, lo más parecido a vivir un mal sueño despierto en el que la racionalidad está ausente, pudiendo considerársela, perfectamente, el “reverso luminoso” de las pinturas negras de nuestro Francisco José de Goya y Lucientes, con la diferencia de que, donde este quería denunciar, Ari Aster quiere incomodar, turbar, perturbar, artes en las que parece poseer un talento nato. El sueño de la razón produce monstruos, pero el director norteamericano elimina la razón de la ecuación y deja el resto, dejándonos un claro ejemplo de eficacia en la aplicación de los recursos cinematográficos para la persecución de un fin concreto y también, de adaptación de la técnica a un nuevo contexto muy específico. Y cuando hablo de eficacia, me puedo referir a que su factura técnica logre lo máximo con lo mínimo, ya hablemos de servirse de un simple silencio o de un sencillo desenfoque o a que su visionado pueda asemejarse a que te golpeen con un mazo, nunca mejor dicho. Pero no hay que confundirse, bajo la aparente simplicidad existe un concienzudo trabajo de dirección, como pueda ser por ejemplo el efectuado en el campo de la documentación (al igual que en Hereditary), que dota de credibilidad y sostiene a todo el tinglado.

Pero Midsommar no es sólo una pesadilla, es una pesadilla coreografiada, alucinógena, surrealista, cruel, dantesca (1), incluso en ciertos momentos con aire de estampa pictórica de El Bosco, congelada en un instante del tiempo, donde hay un “nosotros” y un “otros” pero donde, paradójicamente, los seres extraños son los protagonistas, entes discordantes en la cacofonía de locura colectiva. Y digo paradójicamente porque esos “otros” a los que aludo, se comportan como un superorganismo depravado que se situa más allá de nuestro alcance racional, del nuestro digo, porque esa megaconciencia colectiva, bajo su irrefutable lógica interna no admite ningún tipo de cuestionamiento de su grotesco universo. En el relato a veces parece no suceder nada y en verdad está sucediendo mucho o se nos cuenta y muestra mucho, pero al mismo tiempo se está omitiendo otro tanto de lo mismo e incluso se nos antojará que la forma en la que se nos presentan determinados acontecimientos es, en cierto modo, impúdica, obscena o incluso desafiante, pero de hecho nunca resultará gratuita, pues no puede ser gratuito lo que es un fin en sí mismo.
También circulan como temas secundarios, difuminados, la soledad, la aceptación o el trauma que, aunque no funcionan como verdaderos cimientos, sí que lo hacen a modo de argamasa que mantiene las costuras del film dentro de un patrón que podamos entender y que nos sirva de guía más allá del sinsentido.

En resumen, Ari Aster en su segundo trabajo se doctora como maestro en horrorizar lo inefable, en actuar desde el subconsciente, desde allí donde se instalan los más bajos instintos, nuestro cerebro reptil y para ello nos obliga rotundamente a mirar, nos señala lo que no queremos en absoluto ver y aunque no deja que aflore en ningún momento lo sobrenatural, no podemos dejar de intuir que este está sobrevolando oculto, haciendo y deshaciendo a su antojo como una miasma invisible.

Para terminar, en un momento de la película uno de los protagonistas apunta: “Me preocupa tener un mal viaje”, pues un servidor respecto a “Midsommar” les aconseja lo contrario, si quieren tener un “mal viaje”, mírenla.

(1) Todos los adjetivos añadidos que me vienen a la cabeza los cito en la Zona Spoiler y poseen una idea en común en su definición: fuera de lo normal y moralmente aceptado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En esta zona sólo voy a apuntar o esbozar ideas, palabras o comparaciones sin elaborar.
"La Semilla del Diablo" es a "Midsommar" lo que comer carne cruda a canibalismo.
Y a partir de aquí decir: depravado, abyecto, corrupto, perverso, degenerado, aquelarre, paroxismo, sadismo, anulación de la voluntad, catatonia, microinfierno, maldición, epifanía y final.
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