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Críticas ordenadas por utilidad
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6.6
6,259
8
29 de noviembre de 2013
29 de noviembre de 2013
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claramente una de las mejores películas proyectadas en el XXIII Fancine de Málaga. Primera obra del director E.L. Katz que narra la historia de un hombre con un problema muy actual: va a ser desahuciado. Aunque parte de una premisa muy realista, la película irá adquiriendo ese toque fantástico, goreo bizarro que le brinda esa peculiaridad a medida que avanza la historia.
La trama comienza con dos amigos hablando en un bar. Craig (el hombre que va a ser desahuciado) es una persona responsable que refleja los valores sociales y de familia que cualquier ciudadano (nótese la ironía) debería tener. Por otro lado está su amigo de la infancia, con el que comparte este problema que le acaba de ser notificado. Este amigo (lo siento, no recuerdo ni encuentro su nombre) es todo lo contrario a Craig: va mal vestido, no tiene familia, lleva barba de varias semanas y no tiene responsabilidades. Todo marcha normal hasta que un desconocido los invita a tomar unos chupitos. Este misterioso hombre va acompañado de una explosiva rubia que por lo visto cumple años ese día. Al contrario de nuestros protagonistas, la excéntrica pareja posee mucho dinero y al parecer ya no tienen nada con qué divertirse, así que comienzan a proponerles pruebas a cambio de fajos de billetes. Al principio son pruebas sin importancia –darle una torta en el culo a una chica, beberse un chupito…- pero pronto irán aumentando de dificultad y en fajos, lo que comenzará pronto a irse de las manos. La verdad es que llegan a ocurrir verdaderas bizarradas. Con todo esto, el director trata de mostrarnos cómo el conseguir dinero está en la naturaleza humana, por encima de los principios o valores. Por encima de todo.
Además, al contrario de lo que ocurría con Scenic Route (también candidata al concurso), la comedia está perfectamente introducida en el thriller y como a cada momento la película va a más, va ganando en comicidad, lo cual es de agradecer.
Cheap Thrills mezcla a la perfección el thriller y la comedia con un muy interesante e importante mensaje de trasfondo. Muy merecido ese premio a "mejor guion" del XXIII edición del Fancine de Málaga.
La trama comienza con dos amigos hablando en un bar. Craig (el hombre que va a ser desahuciado) es una persona responsable que refleja los valores sociales y de familia que cualquier ciudadano (nótese la ironía) debería tener. Por otro lado está su amigo de la infancia, con el que comparte este problema que le acaba de ser notificado. Este amigo (lo siento, no recuerdo ni encuentro su nombre) es todo lo contrario a Craig: va mal vestido, no tiene familia, lleva barba de varias semanas y no tiene responsabilidades. Todo marcha normal hasta que un desconocido los invita a tomar unos chupitos. Este misterioso hombre va acompañado de una explosiva rubia que por lo visto cumple años ese día. Al contrario de nuestros protagonistas, la excéntrica pareja posee mucho dinero y al parecer ya no tienen nada con qué divertirse, así que comienzan a proponerles pruebas a cambio de fajos de billetes. Al principio son pruebas sin importancia –darle una torta en el culo a una chica, beberse un chupito…- pero pronto irán aumentando de dificultad y en fajos, lo que comenzará pronto a irse de las manos. La verdad es que llegan a ocurrir verdaderas bizarradas. Con todo esto, el director trata de mostrarnos cómo el conseguir dinero está en la naturaleza humana, por encima de los principios o valores. Por encima de todo.
Además, al contrario de lo que ocurría con Scenic Route (también candidata al concurso), la comedia está perfectamente introducida en el thriller y como a cada momento la película va a más, va ganando en comicidad, lo cual es de agradecer.
Cheap Thrills mezcla a la perfección el thriller y la comedia con un muy interesante e importante mensaje de trasfondo. Muy merecido ese premio a "mejor guion" del XXIII edición del Fancine de Málaga.

7.4
40,296
10
3 de noviembre de 2013
3 de noviembre de 2013
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya varios días desde que fui al cine a ver "La vida de Adèle". Hace ya varios días que no dejo de pensar en ella. Hace ya varios días que no encuentro el momento de expresar en palabras lo que he sentido al verla. Y es que, otra cosa no, pero la película no deja indiferente a nadie.
Os pongo en situación: nueve de la noche, sin cenar, con tres horas de película por delante y unos estudiantes sin dinero para tan si quiera palomitas. La noche prometía. "La película de las bolleras", decían algunos. "La del pelo azul", decían otros. "¿Pero esa postura se puede hacer?" dirían algunas ancianas al salir de la proyección. Ya teníamos ganas de ver a la ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Las luces se apagan, la pantalla se enciende y solo queda el plano de una chica que nos acompañaría los 180 minutos restantes: Adèle.
El logro de Abdellatif Kechiche, más que en haber contado una historia, reside en el cómo la cuenta. No son relevantes los hechos tanto como los sentimientos y emociones de los personajes. Ni si quiera la música importa, ya que prácticamente toda la que aparece viene dada de manera diégetica. Sin colorantes ni conservantes, todo natural.
Podríamos decir que Keniche se salta varias reglas del paradigma clásico del cine al hacer un uso continuo de primeros planos y planos detalle. Pero esto, lejos de ocasionar el exceso, es perfecto para lo que quiere transmitir. Porque sí, abundan los detalles, pero de eso se trata precisamente, de darle importancia a esos detalles. Los labios, la boca, las manos, la nariz, las orejas, la boca, los ojos, la boca... Algunos podrían sentirse incómodos al no mostrarnos un plano general para contextualizar el escenario, pero es que eso no importa. Durante toda la película nos da la sensación de que Adèle y Emma se miran, y no existe nada mas. Se aislan cuando están juntas y olvidan el mundo y sus prejuicios, que no son pocos.
Aunque la película se venda sin pretenderlo por su alto contenido sexual, para nada le hace justicia. Hay varias escenas de sexo muy explícitas que rozan la pornografía, pero que van más allá del simple morbo y que quedan justificadas. Estas escenas muestran la GRAN atracción sexual de las dos protagonistas, y a nadie le va a caber duda de ello.
Comentando un poco el reparto, me parece sublime la interpretación de ambas actrices (quizás un poco forzado ese enfado de Emma) y un gran descubrimiento el de Adèle Exarchopoulos, cuya carrera supongo que se acabará consolidando con este papel. Se ha comentado que el personaje de Léa Seydoux deja en segundo plano al de Adèle, pero la verdad es que no entiendo el porqué. Si bien es cierto que el personaje de Emma es más carismático, no es tanto su desarrollo intelectual como el físico el que cambia en ella. "Adèle, estás exactamente igual a hace unos años". Y es cierto. Mientra que Emma solo ha cambiado físicamente Adèle ha evolucionado. Emma, por su parte, me parece un personaje más plano en ese sentido.
Aunque la película ha creado mucha controversia tras ser tachado su director como "violento y autoritario" en palabras de sus dos actrices principales, ellas mismas lo declaran: al director no le falta talento. Y llevan razón.
Os pongo en situación: nueve de la noche, sin cenar, con tres horas de película por delante y unos estudiantes sin dinero para tan si quiera palomitas. La noche prometía. "La película de las bolleras", decían algunos. "La del pelo azul", decían otros. "¿Pero esa postura se puede hacer?" dirían algunas ancianas al salir de la proyección. Ya teníamos ganas de ver a la ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Las luces se apagan, la pantalla se enciende y solo queda el plano de una chica que nos acompañaría los 180 minutos restantes: Adèle.
El logro de Abdellatif Kechiche, más que en haber contado una historia, reside en el cómo la cuenta. No son relevantes los hechos tanto como los sentimientos y emociones de los personajes. Ni si quiera la música importa, ya que prácticamente toda la que aparece viene dada de manera diégetica. Sin colorantes ni conservantes, todo natural.
Podríamos decir que Keniche se salta varias reglas del paradigma clásico del cine al hacer un uso continuo de primeros planos y planos detalle. Pero esto, lejos de ocasionar el exceso, es perfecto para lo que quiere transmitir. Porque sí, abundan los detalles, pero de eso se trata precisamente, de darle importancia a esos detalles. Los labios, la boca, las manos, la nariz, las orejas, la boca, los ojos, la boca... Algunos podrían sentirse incómodos al no mostrarnos un plano general para contextualizar el escenario, pero es que eso no importa. Durante toda la película nos da la sensación de que Adèle y Emma se miran, y no existe nada mas. Se aislan cuando están juntas y olvidan el mundo y sus prejuicios, que no son pocos.
Aunque la película se venda sin pretenderlo por su alto contenido sexual, para nada le hace justicia. Hay varias escenas de sexo muy explícitas que rozan la pornografía, pero que van más allá del simple morbo y que quedan justificadas. Estas escenas muestran la GRAN atracción sexual de las dos protagonistas, y a nadie le va a caber duda de ello.
Comentando un poco el reparto, me parece sublime la interpretación de ambas actrices (quizás un poco forzado ese enfado de Emma) y un gran descubrimiento el de Adèle Exarchopoulos, cuya carrera supongo que se acabará consolidando con este papel. Se ha comentado que el personaje de Léa Seydoux deja en segundo plano al de Adèle, pero la verdad es que no entiendo el porqué. Si bien es cierto que el personaje de Emma es más carismático, no es tanto su desarrollo intelectual como el físico el que cambia en ella. "Adèle, estás exactamente igual a hace unos años". Y es cierto. Mientra que Emma solo ha cambiado físicamente Adèle ha evolucionado. Emma, por su parte, me parece un personaje más plano en ese sentido.
Aunque la película ha creado mucha controversia tras ser tachado su director como "violento y autoritario" en palabras de sus dos actrices principales, ellas mismas lo declaran: al director no le falta talento. Y llevan razón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hace ya varios días que no dejo de pensar en Adèle y lo que le habrá pasado tras alejarse de aquella galería de arte...
CortometrajeAnimación

6.1
1,323
Animación
8
29 de noviembre de 2013
29 de noviembre de 2013
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clara vencedora de entre los cortometrajes de animación a concurso del Fancine de Málaga. Sangre de unicornio es la mayor bizarrada que hemos podido ver en mucho tiempo. De entre todos los cortos, estamos seguros de que la historia de estos ositos mata-unicornios se quedó grabada en la memoria de más de uno.
Repasando un poco otras obras de Alberto Vázquez (español, por cierto) vemos que ya es costumbre en él el dedicarse a estas inquietantes -y a la vez geniales- animaciones dirigidas a un público adulto.
Además de esa contraposición entre lo adorable y lo perturbador, lo bueno y lo malo, o lo bello y lo feo, el cortometraje representa el odio y la envidia como principales sentimientos que forman parte de la naturaleza humana. Magistral para unos, aberrante para otros.
Merecidísimo ese premio Atalaya a mejor cortometraje de animación y el premio Méliès, con el que representará al Fancine en el próximo Festival de Sitges.
Repasando un poco otras obras de Alberto Vázquez (español, por cierto) vemos que ya es costumbre en él el dedicarse a estas inquietantes -y a la vez geniales- animaciones dirigidas a un público adulto.
Además de esa contraposición entre lo adorable y lo perturbador, lo bueno y lo malo, o lo bello y lo feo, el cortometraje representa el odio y la envidia como principales sentimientos que forman parte de la naturaleza humana. Magistral para unos, aberrante para otros.
Merecidísimo ese premio Atalaya a mejor cortometraje de animación y el premio Méliès, con el que representará al Fancine en el próximo Festival de Sitges.

6.0
811
7
29 de noviembre de 2013
29 de noviembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine independiente USA llega a las salas con este increíble thriller dirigido por los hermanos Goetz. Mitchel y Carter son dos viejos amigos que deciden embarcarse en un viaje de placer, pero lo que ninguno espera es que su camioneta los deje tirados en medio del desierto. Aunque prácticamente nunca se muevan de la carretera donde han sido abandonados, será a partir de aquí donde comenzarán un viaje de introspección apoyado siempre en el diálogo. Pasado, presente y futuro se entrelazan para cambiar una vida que al parecer no tiene sentido.
La película trata a grandes rasgos lo que sería el sentimiento de anomia producido por la deshumanización que provoca la sociedad moderna. Oficinas, trajes, corbatas, llaves, peinados… todo se pone en duda. ¿Realmente es necesario seguir unas normas para llegar a ser felices?
El antagonismo, tanto físico como mental, de los dos personajes nos llevará a situaciones cómicas que cumplen su cometido, pero que a nuestro juicio no ha conseguido implantarse del todo en la película. El final de Scenic Route también resulta sorprendente, aunque en esta ocasión ha sido llevada con verdadera destreza.
La película trata a grandes rasgos lo que sería el sentimiento de anomia producido por la deshumanización que provoca la sociedad moderna. Oficinas, trajes, corbatas, llaves, peinados… todo se pone en duda. ¿Realmente es necesario seguir unas normas para llegar a ser felices?
El antagonismo, tanto físico como mental, de los dos personajes nos llevará a situaciones cómicas que cumplen su cometido, pero que a nuestro juicio no ha conseguido implantarse del todo en la película. El final de Scenic Route también resulta sorprendente, aunque en esta ocasión ha sido llevada con verdadera destreza.

7.0
26,698
7
23 de septiembre de 2013
23 de septiembre de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué pasaría si el concepto de familia se llevase a tal extremo que controlase todas y cada una de nuestras acciones? Bajo esta premisa se nos presenta Canino, en la que unos padres educan a sus hijos bajo una más que excesiva sobreprotección. Para ello, y como no podría ser de otra manera, estos padres hacen uso de su poder más manipulador: la educación.
Canino es una película filmada bajo el miedo, el miedo a lo desconocido infundado por unos padres que persiguen un más que dudoso objetivo. Esta educación forjará la personalidad y pensamiento de cada uno de los personajes subordinados. Es tal el poder que poseen estos progenitores que pueden llegar a convertir a un manso gato en una bestia asesina, a un mundo más allá de una valla en el peor de los infiernos, o incluso a convertir la calidez del acto sexual en el más frío de los rituales. Tienen el poder más poderoso de todos: el poder de cambiar el mundo.
Con unas influencias 'Hanekianas' más que palpables (especialmente en la personalidad fría y calculadora de sus personajes, así como sus "inocentes" y blancos atuendos) Lanthimos ha conseguido mostrarnos este primario agente de socialización de una manera sencilla, casi sin valerse de una trama argumentativa concreta. No es legítimo hablar de una historia en sí misma, sino de una acotación en el tiempo en la vida de unos personajes que no aguantan más ese engaño al que han sido sometidos pero que, paradójicamente, siguen sin saber que están siendo engañados. Lanthimos deja así a la trama carente de relevancia.
Esta pequeña muestra de lo que ocasiona la educación podría extrapolarse a un nivel superior: los padres podrían representar a los gobernantes y los hijos a la sociedad subordinada. El poder de la educación es tal que ni si quiera seremos conscientes de que estamos siendo engañados.
Canino es una película filmada bajo el miedo, el miedo a lo desconocido infundado por unos padres que persiguen un más que dudoso objetivo. Esta educación forjará la personalidad y pensamiento de cada uno de los personajes subordinados. Es tal el poder que poseen estos progenitores que pueden llegar a convertir a un manso gato en una bestia asesina, a un mundo más allá de una valla en el peor de los infiernos, o incluso a convertir la calidez del acto sexual en el más frío de los rituales. Tienen el poder más poderoso de todos: el poder de cambiar el mundo.
Con unas influencias 'Hanekianas' más que palpables (especialmente en la personalidad fría y calculadora de sus personajes, así como sus "inocentes" y blancos atuendos) Lanthimos ha conseguido mostrarnos este primario agente de socialización de una manera sencilla, casi sin valerse de una trama argumentativa concreta. No es legítimo hablar de una historia en sí misma, sino de una acotación en el tiempo en la vida de unos personajes que no aguantan más ese engaño al que han sido sometidos pero que, paradójicamente, siguen sin saber que están siendo engañados. Lanthimos deja así a la trama carente de relevancia.
Esta pequeña muestra de lo que ocasiona la educación podría extrapolarse a un nivel superior: los padres podrían representar a los gobernantes y los hijos a la sociedad subordinada. El poder de la educación es tal que ni si quiera seremos conscientes de que estamos siendo engañados.
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