Tras títulos como "La tierra de las cabezas" o "Sainte Barbe" , se encuentra un cineasta el cual destaca por su tremenda sensibilidad y su absoluta valentía a la hora de enfrentarse y capitanear proyectos como "La vida de Calabacín".

Destaco su valentía puesto que a pesar de crear una primera impresión naif o desenfadada, sus trabajos entrañan una complejidad y crudeza nunca antes vista en la disciplina del stop motion.

En esta cinta, se atreverá a abrir melones podridos como lo son el abandono, la violencia domestica, el bullying, el suicidio o el alcoholismo. Todos ellos analizados desde el punto de vista de un grupo de menores recluidos en un humilde hogar de acogida.

En contra posición, nos mostrará el lado menos salvaje de la vida tratando temas como el primer amor, la amistad o la unión frente situaciones adversas, cambios o crisis.

Definitivamente, esta historia es algo más que plastilina y colores. Es por ello por lo que la apruebo con nota sin pensarmelo dos veces.