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Críticas ordenadas por utilidad
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6.6
29,301
7
8 de enero de 2019
8 de enero de 2019
144 de 166 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me invitaron a ver la película y dudé. Las críticas que me habían llegado no eran muy halagüeñas. Siempre considerando a mi gusto que ninguna película de Eastwood es mala, hasta las mediocres son buenas, decidí aceptar el invite.
Me encontré con algo mejor de lo que esperaba (o me habían dicho). Sin ser una gran película de esas que marcarán la carrera de Clint, es una obra que suma a su ya muy buena obra.
La cinta te atrapa, la narración es muy apropiada, típico en sus obras, Eastwood nos va llevando por las narices, entreteniendo aún en los momentos en los que el guión hace muy pequeños baches. El ritmo aun siendo cansino, te invita a seguirlo, y lo acompañás gustoso y atento. Clint protagoniza (como siempre) a Clint, lo que no le quita ningún valor más que el de decir 'a este tipo lo tengo de algún lado'. En este caso compone un anciano ........ (no voy a decir de qué características) que no se agota en el componente humano de emociones esquivas o casi ausentes. Gracias a su humor tan ácido como encantador, redondea un personaje de esos para guardar en una galería personal, para bien o para mal, de 'tipos Clint'. Y, eso, a veces resta y, a veces suma.
Los que lo acompañan en el reparto, Fishburne, Cooper, Andy García y Dianne Wiest -en sus muy cortos roles-, cumplen sin más, pero la historia contada no les deja mucho qué hacer, quizás destacándose un poco en lo suyo Cooper. Es que es una película donde parece que Clint ocupara toda la pantalla con un personaje un tanto más grande que la historia contada.
En suma, aunque releyendo esta crítica hasta aquí, pareciera que tiene más bajas que altas, para nada es así, porque lo flojo es muy poco flojo y lo bueno es muy bueno. Mirala, no te vas a arrepentir y, quizás, sólo quizás, la incluyas en la lista de las 5 mejores de Eastwood, o entre las mejores 10 seguro, y tiene muchas. Lo que no es poco.
Me encontré con algo mejor de lo que esperaba (o me habían dicho). Sin ser una gran película de esas que marcarán la carrera de Clint, es una obra que suma a su ya muy buena obra.
La cinta te atrapa, la narración es muy apropiada, típico en sus obras, Eastwood nos va llevando por las narices, entreteniendo aún en los momentos en los que el guión hace muy pequeños baches. El ritmo aun siendo cansino, te invita a seguirlo, y lo acompañás gustoso y atento. Clint protagoniza (como siempre) a Clint, lo que no le quita ningún valor más que el de decir 'a este tipo lo tengo de algún lado'. En este caso compone un anciano ........ (no voy a decir de qué características) que no se agota en el componente humano de emociones esquivas o casi ausentes. Gracias a su humor tan ácido como encantador, redondea un personaje de esos para guardar en una galería personal, para bien o para mal, de 'tipos Clint'. Y, eso, a veces resta y, a veces suma.
Los que lo acompañan en el reparto, Fishburne, Cooper, Andy García y Dianne Wiest -en sus muy cortos roles-, cumplen sin más, pero la historia contada no les deja mucho qué hacer, quizás destacándose un poco en lo suyo Cooper. Es que es una película donde parece que Clint ocupara toda la pantalla con un personaje un tanto más grande que la historia contada.
En suma, aunque releyendo esta crítica hasta aquí, pareciera que tiene más bajas que altas, para nada es así, porque lo flojo es muy poco flojo y lo bueno es muy bueno. Mirala, no te vas a arrepentir y, quizás, sólo quizás, la incluyas en la lista de las 5 mejores de Eastwood, o entre las mejores 10 seguro, y tiene muchas. Lo que no es poco.
1
14 de diciembre de 2019
14 de diciembre de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pierdan el tiempo. Salvo que te guste el durazno y lo soportes ya masticado. Imaginate, si el durazno te asquea y encima te lo dan masticado.
No pierdas tu tiempo! La película se vende en los primeros 5 minutos, con un poster que nada deja a tu imaginación. Sólo tiene una a favor: al menos cuando yo la vi, el pasillo (y el cine) estaban vacíos. Pude correr, salir a la calle e ir urgente a encerrarme a otro cine a ver cualquier cosa, no importa cuál... cualquier cosa, sería mejor.
No pierdas tu tiempo! La película se vende en los primeros 5 minutos, con un poster que nada deja a tu imaginación. Sólo tiene una a favor: al menos cuando yo la vi, el pasillo (y el cine) estaban vacíos. Pude correr, salir a la calle e ir urgente a encerrarme a otro cine a ver cualquier cosa, no importa cuál... cualquier cosa, sería mejor.

5.2
1,135
6
16 de marzo de 2021
16 de marzo de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a empezar con una crítica: no sé qué tiene que hacer Emile Hirsch en esta película, anda más perdido que el personaje de 'Hacia rutas salvajes' en la nevisca. Quizás los productores necesitaban de un nombre de peso; pero, aclaremos: Emile tampoco es Marlon Brando. Hasta aquí lo malo.
Pero la peli tiene algo de extraña, de 'cosa' rara. No muestra nada nuevo, pero, por momentos y, sin exabruptos ni excesos del tipo gore, intranquiliza, impacta, silencia, asquea (en el buen sentido de rechazo de una escena por bien lograda).
Lo mejor: el pibito, su voz, sus movimientos, su gesto de 'gato hermoso' del que todos deberíamos cuidarnos, logra fascinar. Todo un actorcito este chico (Luke David Blumm) que con solo 11 años de edad pinta bien y tiene ya sus buenos antecedentes. A seguirlo...
Por lo demás, hay un giro (buen giro) que logra subir la historia un par de escalones hacia el 'gancho' argumental y lo verosímil de la historia. Sin él, sería quizás sólo una película más, para dejar pasar.
Por lo tanto, no es para dejar pasar, pero tampoco te esperes demasiado. Si te sobra un rato y no andás pretencioso, te distrae un rato.
Lástima Emile Hirsch... pero tampoco es película para Jack Nicholson.
Bs. As. - Argentina
Pero la peli tiene algo de extraña, de 'cosa' rara. No muestra nada nuevo, pero, por momentos y, sin exabruptos ni excesos del tipo gore, intranquiliza, impacta, silencia, asquea (en el buen sentido de rechazo de una escena por bien lograda).
Lo mejor: el pibito, su voz, sus movimientos, su gesto de 'gato hermoso' del que todos deberíamos cuidarnos, logra fascinar. Todo un actorcito este chico (Luke David Blumm) que con solo 11 años de edad pinta bien y tiene ya sus buenos antecedentes. A seguirlo...
Por lo demás, hay un giro (buen giro) que logra subir la historia un par de escalones hacia el 'gancho' argumental y lo verosímil de la historia. Sin él, sería quizás sólo una película más, para dejar pasar.
Por lo tanto, no es para dejar pasar, pero tampoco te esperes demasiado. Si te sobra un rato y no andás pretencioso, te distrae un rato.
Lástima Emile Hirsch... pero tampoco es película para Jack Nicholson.
Bs. As. - Argentina

7.4
1,627
9
24 de septiembre de 2018
24 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia simple, una historia universal, contada con la sensibilidad oriental en el sabroso momento del cine coreano. Cine que ya no sorprende, pero sí en este caso, ya que se aleja de sus tópicos habituales. Dueños del cine negro de la época, los surcoreanos se animan -bienvenido sea-, a adentrarse en un género que no brillaba por esos lares, quizás con la excepción de un brillante esteta como Kim Ki-duk y un alocado Chan-wook Park (o el poeta Zhang Yimou pero ya yéndonos al anciano y sabio cine chino).
Este atrevimiento del director John H. Lee que desafía las tendencias del riesgo (costo-beneficio) sin miedo al ridículo, nos regala una fresca historia de luces y sombras de una pareja tan bien llevada por la alquimia del actor Jung Woo-sung y la hermosa Son Ye-jines, Romeos y Julietas eternos que nunca se escapan a cuanta historia de amor es sabiamente contada, como en esta película, logrando que quieras que te cuenten la misma historia una vez más. Una y otra vez, como se desea que una y otra vez, nos encontremos con estos momentos del cine que son para recordar.
Este atrevimiento del director John H. Lee que desafía las tendencias del riesgo (costo-beneficio) sin miedo al ridículo, nos regala una fresca historia de luces y sombras de una pareja tan bien llevada por la alquimia del actor Jung Woo-sung y la hermosa Son Ye-jines, Romeos y Julietas eternos que nunca se escapan a cuanta historia de amor es sabiamente contada, como en esta película, logrando que quieras que te cuenten la misma historia una vez más. Una y otra vez, como se desea que una y otra vez, nos encontremos con estos momentos del cine que son para recordar.

6.7
165
9
12 de marzo de 2022
12 de marzo de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza bajita, casi boba. Preguntándote qué vas a ver. Cine vas a ver. Debés esperarla, porque la película misma te espera.
Es áspera, como la vida. Porque de eso se trata: de la cotidianeidad, la desesperanza, el brillo, la embriaguez, el amor, la opacidad, la locura y todo aquello que trae consigo estar transitando tu propia existencia o la de Oleg o la de Katia o la cualquiera de su entorno. La tuya, y la mía también.
La película tiene una trampa: pareciera que cada actor o actriz fueran elegidos a la perfección en cada uno de sus roles. Salvo su principal protagonista. Parece que no encaja. Una mala elección en el elenco. Hasta te preguntás si no es una burla que Oleg fuera interpretado por lo que parece (quizás lo es) un actor cómico. Y pasás de largo a medida que transcurre la cinta. Te sorprende en sus extremos, en su capacidad de ser tan grande y tan pequeño a la vez. Como lo es Oleg y cualquier Oleg de este mundo. Acertadísima y riesgosa elección que recae en el actor (ruso) Aleksandr Yatsenko, vistiendo su piel. ¡Qué decir de Irina Gorbacheva actriz (ucraniana), su compañera!
Rusia y Ucrania, ay, ay, ay...!!!
Puede que la dejes a poco de empezar a verla o incluso la destruyas por su aparente insipidez. Es que enfrentarse con realismo a 'el realismo' que nos describe, así, de manera simple, sin grandilocuencias ni golpes de escena a los que nos tiene acostumbrado la industria de este arte que es el cine, dominado por el éxito y el fracaso (esos dos impostores en palabras de Rudyard Kipling), donde el éxito depende, en la mayoría de los casos, de cuantiosas sumas de dinero y mucho, algo o insuficiente talento. Y el fracaso, de no ser conocida y perderse en pasillos de las salas de cine o en los de un hospital. ¿O acaso nunca te perdiste en algún lado? Cualquiera. En un lugar lejano o en tu propia casa. O perdido dentro de vos mismo.
Así lo hacen una y otra vez los seres de esta historia; cada uno de ellos, en un infinito que comienza y parece terminar cada día. Pero sólo lo parece.
La película no termina, y no lo hace, porque no debe terminar. No la creerías si tuviera un final. Porque es la rueda en que, como un hámster, si te detenés, te caes.
Cada uno de sus roles los representa un actor o actriz que no te lo crees que sean artistas, porque hay un empeño claro desde su director Boris Khlebnikov (el de 'Caminos a Koktebel') de hacerlos reales, toscos, tontos, santos y sobrevivientes. No actúan. Sus personajes duelen las vidas que te cuentan, porque no les queda otra que vivir. La vida es gloria y crucifixión. Crucifixión y gloria.
No la evites. Porque tanto la vida como la película te y lo merecen.
Cristian Crucianelli
Bs. As.
Es áspera, como la vida. Porque de eso se trata: de la cotidianeidad, la desesperanza, el brillo, la embriaguez, el amor, la opacidad, la locura y todo aquello que trae consigo estar transitando tu propia existencia o la de Oleg o la de Katia o la cualquiera de su entorno. La tuya, y la mía también.
La película tiene una trampa: pareciera que cada actor o actriz fueran elegidos a la perfección en cada uno de sus roles. Salvo su principal protagonista. Parece que no encaja. Una mala elección en el elenco. Hasta te preguntás si no es una burla que Oleg fuera interpretado por lo que parece (quizás lo es) un actor cómico. Y pasás de largo a medida que transcurre la cinta. Te sorprende en sus extremos, en su capacidad de ser tan grande y tan pequeño a la vez. Como lo es Oleg y cualquier Oleg de este mundo. Acertadísima y riesgosa elección que recae en el actor (ruso) Aleksandr Yatsenko, vistiendo su piel. ¡Qué decir de Irina Gorbacheva actriz (ucraniana), su compañera!
Rusia y Ucrania, ay, ay, ay...!!!
Puede que la dejes a poco de empezar a verla o incluso la destruyas por su aparente insipidez. Es que enfrentarse con realismo a 'el realismo' que nos describe, así, de manera simple, sin grandilocuencias ni golpes de escena a los que nos tiene acostumbrado la industria de este arte que es el cine, dominado por el éxito y el fracaso (esos dos impostores en palabras de Rudyard Kipling), donde el éxito depende, en la mayoría de los casos, de cuantiosas sumas de dinero y mucho, algo o insuficiente talento. Y el fracaso, de no ser conocida y perderse en pasillos de las salas de cine o en los de un hospital. ¿O acaso nunca te perdiste en algún lado? Cualquiera. En un lugar lejano o en tu propia casa. O perdido dentro de vos mismo.
Así lo hacen una y otra vez los seres de esta historia; cada uno de ellos, en un infinito que comienza y parece terminar cada día. Pero sólo lo parece.
La película no termina, y no lo hace, porque no debe terminar. No la creerías si tuviera un final. Porque es la rueda en que, como un hámster, si te detenés, te caes.
Cada uno de sus roles los representa un actor o actriz que no te lo crees que sean artistas, porque hay un empeño claro desde su director Boris Khlebnikov (el de 'Caminos a Koktebel') de hacerlos reales, toscos, tontos, santos y sobrevivientes. No actúan. Sus personajes duelen las vidas que te cuentan, porque no les queda otra que vivir. La vida es gloria y crucifixión. Crucifixión y gloria.
No la evites. Porque tanto la vida como la película te y lo merecen.
Cristian Crucianelli
Bs. As.
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