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Críticas ordenadas por utilidad
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5
7 de noviembre de 2022
7 de noviembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La base de partida de la peli ya la habíamos visto otras veces: tono de comedia, reencuentro de cuatro hermanos adultos con motivo de la muerte del padre, una gran casa familiar de vacaciones como herencia a repartir…
Los cuatro caracteres principales (los cuatro hermanos) están muy marcados: el tiburón triunfador, el autor en crisis, el contestatario optimista y el gordito con traumas afectivos. Son caracteres tan definidos y con tan nula complejidad o desarrollo que (exagerando un poco) podrían formar uno de esos grupos de música pop de antaño que, por marketing, convertían a sus miembros en personajes (el policía, el motero, el indio… de Village People. La deportista, la pija, la inocente… de Spice Girls). Son caracteres que aguantan bien el gag, pero se quedan muy cortos cuando el guión se pone un poco serio y trata de viejas rencillas familiares o cosas por el estilo.
El amplio coro de secundarios, además de superficial, es también desconcertante. Entran y salen de la historia con escasa coherencia. Ad libitum.
La película, sobre todo en sus momentos menos cómicos, tiene un deje de telefime rutinario. Sólo de vez en cuando, algunos planos que muestran la belleza de las Islas de la Madeleine (Canadá) rompen de golpe esa sensación.
Correcta en su planteamiento inicial. Floja en su desarrollo cinematográfico. Pasable como producto comercial.
Los cuatro caracteres principales (los cuatro hermanos) están muy marcados: el tiburón triunfador, el autor en crisis, el contestatario optimista y el gordito con traumas afectivos. Son caracteres tan definidos y con tan nula complejidad o desarrollo que (exagerando un poco) podrían formar uno de esos grupos de música pop de antaño que, por marketing, convertían a sus miembros en personajes (el policía, el motero, el indio… de Village People. La deportista, la pija, la inocente… de Spice Girls). Son caracteres que aguantan bien el gag, pero se quedan muy cortos cuando el guión se pone un poco serio y trata de viejas rencillas familiares o cosas por el estilo.
El amplio coro de secundarios, además de superficial, es también desconcertante. Entran y salen de la historia con escasa coherencia. Ad libitum.
La película, sobre todo en sus momentos menos cómicos, tiene un deje de telefime rutinario. Sólo de vez en cuando, algunos planos que muestran la belleza de las Islas de la Madeleine (Canadá) rompen de golpe esa sensación.
Correcta en su planteamiento inicial. Floja en su desarrollo cinematográfico. Pasable como producto comercial.
22 de octubre de 2022
22 de octubre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que consigue Santiago Segura con sus películas parece fácil y no lo es. El éxito de público y de taquilla no está al alcance de todos. Las fórmulas tópicas para la comedia familiar, las que siempre han funcionado, están ahí, cualquiera las puede usar, pero su utilización no garantiza el éxito. Excepto cuando las utiliza Santiago Segura.
Es cuestión de ‘vista’, de oportunidad, de talento para conectar con el gran público (ese que va poco al cine)… Y entonces ni siquiera hace falta que la película sea buena. De hecho, las tres películas de la serie son flojas o muy flojas. ¡Y qué!
El caso es que, con tanto para elegir, he visto las tres (aunque sea en casa). Luego las pongo a parir, pero el caso es que las he visto. No sé muy bien por qué las veo. Un poco por vaguería, por hacer familia, y otro poco por masoquismo. Porque no sólo me repatean las mismas muecas y los mismos gestos de los mismos niños, en la peli hay también actores/as que me repatean tanto como al padre protagonista ese novio atontao de su hija (lo mejor de esta tercera entrega).
Al final, reconsiderando, te has entretenido, has meneado la cabeza en señal de desaprobación y te has reído un poco. Santiago Segura es un lince, pero sus últimas películas no son buenas.
Es cuestión de ‘vista’, de oportunidad, de talento para conectar con el gran público (ese que va poco al cine)… Y entonces ni siquiera hace falta que la película sea buena. De hecho, las tres películas de la serie son flojas o muy flojas. ¡Y qué!
El caso es que, con tanto para elegir, he visto las tres (aunque sea en casa). Luego las pongo a parir, pero el caso es que las he visto. No sé muy bien por qué las veo. Un poco por vaguería, por hacer familia, y otro poco por masoquismo. Porque no sólo me repatean las mismas muecas y los mismos gestos de los mismos niños, en la peli hay también actores/as que me repatean tanto como al padre protagonista ese novio atontao de su hija (lo mejor de esta tercera entrega).
Al final, reconsiderando, te has entretenido, has meneado la cabeza en señal de desaprobación y te has reído un poco. Santiago Segura es un lince, pero sus últimas películas no son buenas.
8
16 de octubre de 2022
16 de octubre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema del talento literario y la impostura le va mucho al cine francés, probablemente porque su cultura popular tiene bien asimilados a Cyrano o a los “negros” de Dumas, por ejemplo.
Sin salir de Francia ni alejarse en el tiempo, ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’ (2014) precede a esta peli en el tema, mientras que ‘La biblioteca de los libros olvidados’ (2019) la sucede. También son posteriores las internacionales ‘Colette’ (2018) y ‘La buena esposa’ (2017), que tienen bastantes puntos en común con esta ópera prima de N. Bedos.
El propio Bedos protagoniza con éxito la cinta al lado de una convincente Doria Tillier. Él interpreta a un escritor mediocre pero vocacional que mejora de golpe tras un descubrimiento epifánico: las novelas de los mejores autores judíos del siglo XX (Malhamoud, Singer, Roth, Bellow, Perec y Cohen son los que se mencionan en la peli). Pero necesita algo más para llegar a la cima, necesita a su compañera, “la buena esposa”, que es su fuente de inspiración y (aunque no siempre la trate bien) el objeto de su admiración, su particular “bella del señor” (la protagonista incluye esta novela de Cohen -sefardita, como ella- entre las cumbres de la literatura universal, junto a ‘Crimen y Castigo’, ‘En busca del tiempo perdido’ y ‘Ulises’. El escritor no está de acuerdo).
Sin embargo, el asunto literario es sólo el enlucido. La película va sobre las relaciones de pareja: es la historia de un matrimonio. La pareja (ella en especial) es atípica, vital, transgresora, divertida… La peli está lejos de otras historias de matrimonios grises (‘Blue Valentine’), inmaduros (‘Revolutionary Road’), cerebrales (‘Secretos de un matrimonio’) o superados por las circunstancias (los de Baumbach). Se parece un poco más (y no es un reproche) a ‘El Diario de Noa’, pero sin tanto melindre. En la peli hay una referencia a Woody Allen, y tiene lógica que la haya; claro que Bedos no es un americano, sino un parisino en París.
Las referencias para la puesta en escena son múltiples, quizá excesivas para la uniformidad del conjunto. En las primeras secuencias la realización amaga con ir por caminos pretenciosos, pero enseguida se adapta a la narración y funciona perfectamente. Bedos demuestra conocimiento del cine y su debut como director es muy satisfactorio. La recreación de los recuerdos familiares en los 70 y los 80 es muy acertada, apoyada en un gran casting de secundarios (madres, padres, abuelas, hermanos) y en una buena dirección artística (me recordó a ‘C.R.A.Z.Y.’ de J.M. Vallée).
La película no sólo es entretenida. Es buena.
Sin salir de Francia ni alejarse en el tiempo, ‘Los ojos amarillos de los cocodrilos’ (2014) precede a esta peli en el tema, mientras que ‘La biblioteca de los libros olvidados’ (2019) la sucede. También son posteriores las internacionales ‘Colette’ (2018) y ‘La buena esposa’ (2017), que tienen bastantes puntos en común con esta ópera prima de N. Bedos.
El propio Bedos protagoniza con éxito la cinta al lado de una convincente Doria Tillier. Él interpreta a un escritor mediocre pero vocacional que mejora de golpe tras un descubrimiento epifánico: las novelas de los mejores autores judíos del siglo XX (Malhamoud, Singer, Roth, Bellow, Perec y Cohen son los que se mencionan en la peli). Pero necesita algo más para llegar a la cima, necesita a su compañera, “la buena esposa”, que es su fuente de inspiración y (aunque no siempre la trate bien) el objeto de su admiración, su particular “bella del señor” (la protagonista incluye esta novela de Cohen -sefardita, como ella- entre las cumbres de la literatura universal, junto a ‘Crimen y Castigo’, ‘En busca del tiempo perdido’ y ‘Ulises’. El escritor no está de acuerdo).
Sin embargo, el asunto literario es sólo el enlucido. La película va sobre las relaciones de pareja: es la historia de un matrimonio. La pareja (ella en especial) es atípica, vital, transgresora, divertida… La peli está lejos de otras historias de matrimonios grises (‘Blue Valentine’), inmaduros (‘Revolutionary Road’), cerebrales (‘Secretos de un matrimonio’) o superados por las circunstancias (los de Baumbach). Se parece un poco más (y no es un reproche) a ‘El Diario de Noa’, pero sin tanto melindre. En la peli hay una referencia a Woody Allen, y tiene lógica que la haya; claro que Bedos no es un americano, sino un parisino en París.
Las referencias para la puesta en escena son múltiples, quizá excesivas para la uniformidad del conjunto. En las primeras secuencias la realización amaga con ir por caminos pretenciosos, pero enseguida se adapta a la narración y funciona perfectamente. Bedos demuestra conocimiento del cine y su debut como director es muy satisfactorio. La recreación de los recuerdos familiares en los 70 y los 80 es muy acertada, apoyada en un gran casting de secundarios (madres, padres, abuelas, hermanos) y en una buena dirección artística (me recordó a ‘C.R.A.Z.Y.’ de J.M. Vallée).
La película no sólo es entretenida. Es buena.

4.9
1,991
3
19 de julio de 2022
19 de julio de 2022
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre el papel pinta bien: novela de Jane Austen, directora teatral de prestigio, guionista con óscar, actores conocidos, presupuesto holgado (más que suficiente para una producción de calidad con buenas localizaciones y buenos equipos técnicos y artísticos), productores y distribuidores expertos (con Netflix de por medio), de esos que conocen los gustos, el mercado y el negocio, de esos que saben elegir tono y estilo… Para esta peli han elegido ese estilo tan trending en los años veinte del siglo veintiuno que puebla las películas de época de personajes anacrónicos, no sólo en la raza, sino, lo que es peor, también en las mentalidades. El resultado (diría que una vez más) es flojo, una película fallida.
Ese tono y ese estilo consiguen que la misma Dakota Johnson resulte cansina y que Cosmo Jarvis, más que ‘enfermo de amor’, parezca enfermo de otras cosas (“looks like he's constipated”, repetía mi amiga inglesa mientras veíamos la peli, sobre todo hacia el final, cuando Cosmo debía poner caras de inmensa aflicción).
Pero bueno, ahora en serio. Tras ver la peli y su multiracial reparto, me queda claro que Jane Austen no es xenófoba ni racista, ni tampoco clasista (apenas hay criados). No soy ningún iluso, soy realista y sé que no es fácil que la gran Jane lea esta humilde crítica, pero por si acaso, querida Jane, te comentaré (me permito tutearte después de ver la cercanía que ha mantenido tu protagonista conmigo durante toda la peli: no paraba de mirarme y buscar mi aprobación, incluso me ha guiñado un ojo), te comentaré, decía, que soy tu más rendido fan y que eres tan actual, tan guay y tan trending que seguro que tendrás millones de seguidores (aunque aún no he encontrado tus cuentas en Tik Tok ni en Instagram), pero también te diré que estoy sorprendido y decepcionado de que no hayas dedicado ni un poquito de tiempo, ni siquiera un guiño, al colectivo LGTBIQ++, así que te pido, te ruego, que lo hagas sin falta en tu próxima novela, y de paso que hables también del calentón global y todo eso. Son temas de crucial importancia que a todos y todas nos incumben, a mi too. El que avisa no es traidor: si no lo haces, no tendré más remedio que retirarte todos mis likes y mis dieces. Allá tú.
Ese tono y ese estilo consiguen que la misma Dakota Johnson resulte cansina y que Cosmo Jarvis, más que ‘enfermo de amor’, parezca enfermo de otras cosas (“looks like he's constipated”, repetía mi amiga inglesa mientras veíamos la peli, sobre todo hacia el final, cuando Cosmo debía poner caras de inmensa aflicción).
Pero bueno, ahora en serio. Tras ver la peli y su multiracial reparto, me queda claro que Jane Austen no es xenófoba ni racista, ni tampoco clasista (apenas hay criados). No soy ningún iluso, soy realista y sé que no es fácil que la gran Jane lea esta humilde crítica, pero por si acaso, querida Jane, te comentaré (me permito tutearte después de ver la cercanía que ha mantenido tu protagonista conmigo durante toda la peli: no paraba de mirarme y buscar mi aprobación, incluso me ha guiñado un ojo), te comentaré, decía, que soy tu más rendido fan y que eres tan actual, tan guay y tan trending que seguro que tendrás millones de seguidores (aunque aún no he encontrado tus cuentas en Tik Tok ni en Instagram), pero también te diré que estoy sorprendido y decepcionado de que no hayas dedicado ni un poquito de tiempo, ni siquiera un guiño, al colectivo LGTBIQ++, así que te pido, te ruego, que lo hagas sin falta en tu próxima novela, y de paso que hables también del calentón global y todo eso. Son temas de crucial importancia que a todos y todas nos incumben, a mi too. El que avisa no es traidor: si no lo haces, no tendré más remedio que retirarte todos mis likes y mis dieces. Allá tú.

4.8
195
5
25 de julio de 2022
25 de julio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estilo de Egoyam, con sus cuidados encuadres y buen uso de la cámara y del color, ayuda a entrar bien en la película. Otra cosa es lo que viene después.
Es un drama psicológico de secretos y traumas familiares en principio inconfesables. La narración no sigue un esquema lineal, va dando continuos saltos, atrás y adelante, entre diferentes momentos de una historia que transcurre a lo largo de 25 o 30 años. Pero se entiende bien. El esquema no perjudica a la película y quizá la mejora.
Los dos protagonistas (ambos bien interpretados) son personajes improbables en situaciones improbables y con comportamientos improbables. Parece que la intención de Egoyam y su guión es ir aumentando el interés del espectador según se van desgranando las supuestamente profundas razones psicológicas que hacen obrar así a los personajes. Pero eso no ocurre. Por el contrario, la película va perdiendo interés y al final te queda la impresión de que esas situaciones y comportamientos, además de improbables son también, y sobre todo, injustificados, caprichosos, sin sentido: una chorrada, vaya.
Los dos principales personajes secundarios son el cura (Luke Wilson) y ¡el conejo Benjamín!
Este ‘personaje’ del conejo es el perfecto paradigma de la peli: no sabes si es una tomadura de pelo o una metedura de pata.
Es un drama psicológico de secretos y traumas familiares en principio inconfesables. La narración no sigue un esquema lineal, va dando continuos saltos, atrás y adelante, entre diferentes momentos de una historia que transcurre a lo largo de 25 o 30 años. Pero se entiende bien. El esquema no perjudica a la película y quizá la mejora.
Los dos protagonistas (ambos bien interpretados) son personajes improbables en situaciones improbables y con comportamientos improbables. Parece que la intención de Egoyam y su guión es ir aumentando el interés del espectador según se van desgranando las supuestamente profundas razones psicológicas que hacen obrar así a los personajes. Pero eso no ocurre. Por el contrario, la película va perdiendo interés y al final te queda la impresión de que esas situaciones y comportamientos, además de improbables son también, y sobre todo, injustificados, caprichosos, sin sentido: una chorrada, vaya.
Los dos principales personajes secundarios son el cura (Luke Wilson) y ¡el conejo Benjamín!
Este ‘personaje’ del conejo es el perfecto paradigma de la peli: no sabes si es una tomadura de pelo o una metedura de pata.
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