El peor peligro de películas como ésta estriba en la tentación de recorrer caminos convencionales. Los modelos, bien lo sabemos, son las clásicas películas americanas donde todo se convierte en pura diversión, comedia barata y la habitual historia de amor. Otro modelo son las de los tres mosqueteros o, peor aún, las de Zorro.
A mi modo de ver, el director ha seguido un camino personal anti-convencional (por lo general) y ha impregnado esta obra de lirismo, realismo casi naturalista y talento.
Al ver esta obra, que juzgo buena, he tenido la impresión que al director se le puede achacar un defecto: el de juntar a personajes y elementos históricos (Quevedo, Felipe IV, el conde-duque de Olivares, cuadros de Velázquez y de El Greco) para quizás elevar la dignidad artística de la obra. No, no era necesario. En casos como éste, mejor dejar un poco afuera a la Historia y dedicarse a describir lo cotidiano, sobre todo si la descripción es acertada.
La ambientación es espléndida, los duelos son cortos y en ningún momento parece el director regodearse con ello, sobre todo porque aquí no hay comedia. Esta película huele a muerte y a sangre. Con dignidad.
Las muertes son muertes y poco tiempo hay para soltar discursos y moralejas (Sam Fuller docet). Los diálogos son escuetos tanto como los personajes.
Otro peligro era mezclar demasiadas cosas: la Inquisición, el amor, las batallas, los duelos, las intrigas de los potentes, los personajes históricos etcétera, pero, en mi opinión, Yanes lo ha hecho bien y en ningún momento la película se me hizo pesada.
En cuanto a la veracidad del asunto, tengo algunas dudas acerca del personaje del duque de Olivares(levantarle la voz sin recibir castigo) y de Emilio Boccanegra, el Inquisidor (poco ritual me parece el interrogatorio) y otras cosas más, pero creo que son pormenores.
Bien la música, bien logrados los duelos y muy buenas las escenas de Rocroi, aunque encuentro demasiado "patriótico" el rechazo de la rendición aliñado con la frase de sabor épico "Somos soldados españoles".