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6.7
8,909
9
17 de diciembre de 2023
17 de diciembre de 2023
82 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
He intentado llegar al estreno habiendo visto, al menos, la película original y Shin Godzilla (la de 2014 no cuenta de lo mala que me pareció). Lamentablemente, no he podido cumplir esa meta, pero no me importa en lo absoluto: Godzilla: Minus One es una de las mejores películas de 2023 y, posiblemente, la mejor del género.
Desde su inicio, repleto de un enorme derrotismo y terror hacia la Segunda Guerra Mundial que acabaría por empeorarse con la aparición de un Godzilla "pequeño", este largometraje no deja de sorprender. Japón, totalmente destrozada y perdida en su propia miseria, sumado al intento de realzarse sobre sus cenizas e intentar seguir adelante, son piezas fundamentales de esta historia, que no tienen absolutamente nada que envidiarle a las mejores películas bélicas de Estados Unidos (incluidas las del propio Spielberg). A diferencia de estas, Godzilla: Minus One no cae en el patriotismo o el cine palomitero barato; en cambio, nos muestra las facetas más humanas de los afectados por el conflicto, así como por el monstruo marino que todavía tienen que afrontar.
De esta forma, los personajes son, posiblemente, el aspecto más sorprendente de la obra. En este género, e igual que ocurre con los slasher, normalmente se ansía ver al monstruo causando estragos por todas partes y tratando de hacer que la efímera vida de los protagonistas sea un completo infierno. Por ello, es destacable ver que, al igual que tengo entendido que hicieron en la primera entrega de 1954, aquí el monstruo no es más que un elemento que infunde terror y que, pese a ser el eje de la historia, no es más que un recurso secundario. Esto va ligado a la conexión que logra establecerse con los protagonistas y su ambiente: no queremos perderlos o verles sufrir, pues nuestra principal preocupación es el restablecimiento de la paz y que alcalcen la felicidad.
Por si fuera poco, la banda sonora es sublime y acompaña perfectamente el tono de la obra. Con varias remasterizaciones de la música original, es impresionante la manera en la que se logran acompañar las escenas trágicas y desgarradoras o las partes épicas y tensas, a partes iguales. Asimismo, es tan buena que, una vez me puse a escuchar la música en mi casa, pude identificar y colocar cada pista con la escena a la que correspondía. Esto, es algo a lo que, en mi opinión, siempre se debería aspirar: una banda sonora memorable e icónica; más allá de ser un recurso para evitar silencios, es un personaje más.
Las escenas de acción (o en las que aparece Godzilla, vaya) son perfectas. Si bien es algo que incita mucho a que los espectadores alucinen con el caos y la destrucción, también causa un enorme terror y ansiedad. Estas partes están tan bien elaboradas y construidas que no las podría comparar con cualquier película de superhéroes o de acción. No son un mero recurso visual que poco importa en general pues, a lo largo de la película, se nos recuerda que esos sucesos han ocurrido y que, por tanto, la caída en la demografía, economía e infraestructura en el país, así como la amenaza de una fuerza mayor de la naturaleza, son otro problema más a solventar.
En definitiva, creo que es una de las sorpresas más grandes que me he llevado en este año (que, recordemos, ha traído bastantes películas impresionantes). Es épica y de una profundidad sobresaliente. Cuando, en una obra así, los personajes y el mundo en el que viven te importan más que ver al monstruo de turno romper cosas, es que algo se ha hecho bien. Y, en este caso, se ha hecho realmente bien.
Desde su inicio, repleto de un enorme derrotismo y terror hacia la Segunda Guerra Mundial que acabaría por empeorarse con la aparición de un Godzilla "pequeño", este largometraje no deja de sorprender. Japón, totalmente destrozada y perdida en su propia miseria, sumado al intento de realzarse sobre sus cenizas e intentar seguir adelante, son piezas fundamentales de esta historia, que no tienen absolutamente nada que envidiarle a las mejores películas bélicas de Estados Unidos (incluidas las del propio Spielberg). A diferencia de estas, Godzilla: Minus One no cae en el patriotismo o el cine palomitero barato; en cambio, nos muestra las facetas más humanas de los afectados por el conflicto, así como por el monstruo marino que todavía tienen que afrontar.
De esta forma, los personajes son, posiblemente, el aspecto más sorprendente de la obra. En este género, e igual que ocurre con los slasher, normalmente se ansía ver al monstruo causando estragos por todas partes y tratando de hacer que la efímera vida de los protagonistas sea un completo infierno. Por ello, es destacable ver que, al igual que tengo entendido que hicieron en la primera entrega de 1954, aquí el monstruo no es más que un elemento que infunde terror y que, pese a ser el eje de la historia, no es más que un recurso secundario. Esto va ligado a la conexión que logra establecerse con los protagonistas y su ambiente: no queremos perderlos o verles sufrir, pues nuestra principal preocupación es el restablecimiento de la paz y que alcalcen la felicidad.
Por si fuera poco, la banda sonora es sublime y acompaña perfectamente el tono de la obra. Con varias remasterizaciones de la música original, es impresionante la manera en la que se logran acompañar las escenas trágicas y desgarradoras o las partes épicas y tensas, a partes iguales. Asimismo, es tan buena que, una vez me puse a escuchar la música en mi casa, pude identificar y colocar cada pista con la escena a la que correspondía. Esto, es algo a lo que, en mi opinión, siempre se debería aspirar: una banda sonora memorable e icónica; más allá de ser un recurso para evitar silencios, es un personaje más.
Las escenas de acción (o en las que aparece Godzilla, vaya) son perfectas. Si bien es algo que incita mucho a que los espectadores alucinen con el caos y la destrucción, también causa un enorme terror y ansiedad. Estas partes están tan bien elaboradas y construidas que no las podría comparar con cualquier película de superhéroes o de acción. No son un mero recurso visual que poco importa en general pues, a lo largo de la película, se nos recuerda que esos sucesos han ocurrido y que, por tanto, la caída en la demografía, economía e infraestructura en el país, así como la amenaza de una fuerza mayor de la naturaleza, son otro problema más a solventar.
En definitiva, creo que es una de las sorpresas más grandes que me he llevado en este año (que, recordemos, ha traído bastantes películas impresionantes). Es épica y de una profundidad sobresaliente. Cuando, en una obra así, los personajes y el mundo en el que viven te importan más que ver al monstruo de turno romper cosas, es que algo se ha hecho bien. Y, en este caso, se ha hecho realmente bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay varias escenas que me dejaron un nudo en la garganta:
1. La destrucción que Godzilla causa en Ginza.
2. Las escenas posteriores a ello, en las que el protagonista está en su peor momento.
3. La despedida entre este y la niña a la que acoge al principio de la película.
4. Toda la secuencia final, desde que inicia la operación hasta los créditos.
Sin duda, es una película que volvería a ver mil veces más.
1. La destrucción que Godzilla causa en Ginza.
2. Las escenas posteriores a ello, en las que el protagonista está en su peor momento.
3. La despedida entre este y la niña a la que acoge al principio de la película.
4. Toda la secuencia final, desde que inicia la operación hasta los créditos.
Sin duda, es una película que volvería a ver mil veces más.
23 de diciembre de 2023
23 de diciembre de 2023
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coged el inicio de Malditos bastardos, sumadle la estética de Star Wars y Dune, añadidle escenas (ligeramente) grotescas y violentas (que me recuerdan a Mad Max: Furia en la carretera) y culminadlo con un 'toque Zack Snyder'. Ahora, coged todo lo que hacían originales, emocionantes y entretenidas a todas las películas que he mencionado, y reemplazadlo por lo más simple, insulso, aburrido y genérico que se os pase por la cabeza. ¿El resultado? Rebel Moon.
No hay nada que destacar: se intentan hacer muchas cosas que ya se han visto en miles de obras que, al final, lo que se ve en pantalla es tan familiar como carente de esencia. El guion en general es malo, plano y excesivamente previsible (cada escena que pasa es más predecible que la anterior). Bebe de tantísimos clichés de este tipo de películas que, simplemente, no puede (o no sabe) contar nada más.
Zack Snyder es ampliamente conocido porque sabe hacer son escenas de acción. En esta película, en cambio, abusa tanto del slow-motion y pone tantos cortes de cámara constantemente que, simplemente, no me interesa lo que veo. Si se pusiera un poco más de empeño en este apartado, seguramente los combates resultarían más entretenidos o interesantes; sin embargo, no puedo tomarme enserio una escena en la que cada maldito movimiento está sometido a una cámara lenta que no hace más que alargar innecesariamente lo que pasa. No es épico; no es tenso; es molesto. Es más, por culpa de este recurso me veo incapaz de apreciar completamente la coreografía, la cual, si bien se muestra dinámica y compleja, está totalmente obstruida por el ritmo lento.
A excepción de la banda sonora, que es buena e interesante y los escenarios, similares a los de las nuevas entregas de Star Wars, no hay nada que interese: los personajes son vacíos, extremadamente genéricos y carentes de alma o personalidad y la trama parece no llegar a ninguna parte (y, honestamente, no engancha). Por lo demás, no se puede comentar mucho más de la película; es tan mediocre y aborda conceptos tan vistos que, sinceramente, no veo razones por las que recomendar a nadie de verla.
No hay nada que destacar: se intentan hacer muchas cosas que ya se han visto en miles de obras que, al final, lo que se ve en pantalla es tan familiar como carente de esencia. El guion en general es malo, plano y excesivamente previsible (cada escena que pasa es más predecible que la anterior). Bebe de tantísimos clichés de este tipo de películas que, simplemente, no puede (o no sabe) contar nada más.
Zack Snyder es ampliamente conocido porque sabe hacer son escenas de acción. En esta película, en cambio, abusa tanto del slow-motion y pone tantos cortes de cámara constantemente que, simplemente, no me interesa lo que veo. Si se pusiera un poco más de empeño en este apartado, seguramente los combates resultarían más entretenidos o interesantes; sin embargo, no puedo tomarme enserio una escena en la que cada maldito movimiento está sometido a una cámara lenta que no hace más que alargar innecesariamente lo que pasa. No es épico; no es tenso; es molesto. Es más, por culpa de este recurso me veo incapaz de apreciar completamente la coreografía, la cual, si bien se muestra dinámica y compleja, está totalmente obstruida por el ritmo lento.
A excepción de la banda sonora, que es buena e interesante y los escenarios, similares a los de las nuevas entregas de Star Wars, no hay nada que interese: los personajes son vacíos, extremadamente genéricos y carentes de alma o personalidad y la trama parece no llegar a ninguna parte (y, honestamente, no engancha). Por lo demás, no se puede comentar mucho más de la película; es tan mediocre y aborda conceptos tan vistos que, sinceramente, no veo razones por las que recomendar a nadie de verla.
10
25 de diciembre de 2022
25 de diciembre de 2022
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
NieR: Automata es la cúspide de toda la carrera del loco incomprendido que es Yoko Taro.
Tras varias obras que han pecado por sus problemas de jugabilidad, rendimiento y poco presupuesto, como sucedió con Drakengard o NieR (2010), este genio japonés, con ayuda de Platinum Games, dieron luz a la que podría considerarse una experiencia única, original e impactante. Finalmente, tras muchos años, Yoko Taro dio en el clavo y logró conseguir hacer exactamente lo que quería, pese a sufrir todavía en el presupuesto.
NieR: Automata cuenta con una banda sonora compuesta por MONACA, equipo de compositores entre los que se encuentra Keichi Okabe. Así pues, es apreciable ese "toque" tan único y característico que se encuentra en su música, la cual se ha encontrado también en Drakengard 3 y NieR.
En cuanto a ambientación, podemos encontrarnos un apartado artístico excelente, con una variedad de zonas que resultan sumamente preciosas y diferentes, provocando que el mundo postapocalíptico que se nos presenta sea muy llamativo.
Además, la jugabilidad es un enorme paso adelante en la franquicia. Con ayuda de Platinum Games (equipo responsable de Bayonetta o Metal Gear Rising), esta vez nos encontramos con un combate mucho más frenético y sólido, con una gran cantidad de armas y combos que probar que harán que nuestros movimientos en pantalla sean muy vistosos e impresionantes.
Finalmente, toca hablar de la historia, la cual se basa milenios más tarde que su predecesora. Nos sumerge en una guerra entre androides y robots, y lo hace de una forma tan repentina que resulta brillante; el prólogo es una de las mejores secuencias de inicio que se podrían ver en este medio al ser sumamente frenética, épica y llena de acción que te deja queriendo buscar más. A partir de ahí, esta obra sabe muy bien cuándo ponerte las partes más tensas y movidas y cuándo frenarse, manejando a la perfección el transcurso que toma sin que sea monótono. A lo largo del juego, se nos presentarán personajes, conflictos y revelaciones que harán que el mundo se sienta vivo, hostil y misterioso.
Asimismo, todo gira en torno a reflejar una gran cantidad de referencias filosóficas y cristianas, razón por la que muchos de los personajes tendrán nombres de filósofos (llegando a imitarles o contradecirles) o procedentes de la Biblia, lo cual resulta muy curioso y divertido (especialmente si tienes conocimientos al respecto) pero al mismo tiempo se convierte en uno de los pináculos principales de la trama.
Los personajes son todos excepcionales. Ninguno dejará indiferente a nadie, y tanto 2B como 9S y A2 son unos de los mejores personajes escritos en un videojuego, llegando a un nivel de profundidad que te envuelve y te hace encariñarte con ellos de una manera sublime. Entre otros, también se encuentran algunos personajes como Pascal, Adam, Engels, Jean Paul... que son, sin ir muy lejos, personajes tan carismáticos que es imposible odiarlos.
NieR: Automata cuenta con varias misiones secundarias que casi nunca se vuelven repetitivas, pues sabe cómo solucionar este problema tan común provocando que, la mayoría, acaben teniendo un mensaje y unos giros que las vuelvan muy profundas y melancólicas.
Algo que podría echar para atrás a los jugadores es el hecho de tener que completar el juego un total de 5 veces para ver toda la historia. Sin embargo, Yoko Taro ha sabido cómo manejar esto para que sea más ameno para el jugador: obligándote a completar el juego de forma normal (ruta A), luego desde la perspectiva de otro personaje (ruta B) y finalmente dando paso a la segunda parte de la historia (la "ruta C", que abarca los finales C, D y E) la cual, al ser completada una vez, desbloquea el selector de capítulos para que no tengas que repetirlo todo de nuevo. Además, la monotonía es totalmente borrada gracias a poder controlar a los tres protagonistas, cada uno con una habilidad única y jugabilidad distinta, cosa que no se había hecho en la franquicia hasta la fecha.
En definitiva, NieR: Automata es una obra maestra en toda regla, digna de ser jugada por cualquiera. Desde el momento que completé los cinco finales se volvió mi videojuego favorito, pues su mensaje es tan emotivo, filosófico, existencialista, esperanzador y melancólico (todo en uno) que es imposible que deje indiferente a nadie.
Es una obra tan compleja, retorcida, especial y única que parece que podría ser solo adaptada a un videojuego con semejante efectividad.
Tras varias obras que han pecado por sus problemas de jugabilidad, rendimiento y poco presupuesto, como sucedió con Drakengard o NieR (2010), este genio japonés, con ayuda de Platinum Games, dieron luz a la que podría considerarse una experiencia única, original e impactante. Finalmente, tras muchos años, Yoko Taro dio en el clavo y logró conseguir hacer exactamente lo que quería, pese a sufrir todavía en el presupuesto.
NieR: Automata cuenta con una banda sonora compuesta por MONACA, equipo de compositores entre los que se encuentra Keichi Okabe. Así pues, es apreciable ese "toque" tan único y característico que se encuentra en su música, la cual se ha encontrado también en Drakengard 3 y NieR.
En cuanto a ambientación, podemos encontrarnos un apartado artístico excelente, con una variedad de zonas que resultan sumamente preciosas y diferentes, provocando que el mundo postapocalíptico que se nos presenta sea muy llamativo.
Además, la jugabilidad es un enorme paso adelante en la franquicia. Con ayuda de Platinum Games (equipo responsable de Bayonetta o Metal Gear Rising), esta vez nos encontramos con un combate mucho más frenético y sólido, con una gran cantidad de armas y combos que probar que harán que nuestros movimientos en pantalla sean muy vistosos e impresionantes.
Finalmente, toca hablar de la historia, la cual se basa milenios más tarde que su predecesora. Nos sumerge en una guerra entre androides y robots, y lo hace de una forma tan repentina que resulta brillante; el prólogo es una de las mejores secuencias de inicio que se podrían ver en este medio al ser sumamente frenética, épica y llena de acción que te deja queriendo buscar más. A partir de ahí, esta obra sabe muy bien cuándo ponerte las partes más tensas y movidas y cuándo frenarse, manejando a la perfección el transcurso que toma sin que sea monótono. A lo largo del juego, se nos presentarán personajes, conflictos y revelaciones que harán que el mundo se sienta vivo, hostil y misterioso.
Asimismo, todo gira en torno a reflejar una gran cantidad de referencias filosóficas y cristianas, razón por la que muchos de los personajes tendrán nombres de filósofos (llegando a imitarles o contradecirles) o procedentes de la Biblia, lo cual resulta muy curioso y divertido (especialmente si tienes conocimientos al respecto) pero al mismo tiempo se convierte en uno de los pináculos principales de la trama.
Los personajes son todos excepcionales. Ninguno dejará indiferente a nadie, y tanto 2B como 9S y A2 son unos de los mejores personajes escritos en un videojuego, llegando a un nivel de profundidad que te envuelve y te hace encariñarte con ellos de una manera sublime. Entre otros, también se encuentran algunos personajes como Pascal, Adam, Engels, Jean Paul... que son, sin ir muy lejos, personajes tan carismáticos que es imposible odiarlos.
NieR: Automata cuenta con varias misiones secundarias que casi nunca se vuelven repetitivas, pues sabe cómo solucionar este problema tan común provocando que, la mayoría, acaben teniendo un mensaje y unos giros que las vuelvan muy profundas y melancólicas.
Algo que podría echar para atrás a los jugadores es el hecho de tener que completar el juego un total de 5 veces para ver toda la historia. Sin embargo, Yoko Taro ha sabido cómo manejar esto para que sea más ameno para el jugador: obligándote a completar el juego de forma normal (ruta A), luego desde la perspectiva de otro personaje (ruta B) y finalmente dando paso a la segunda parte de la historia (la "ruta C", que abarca los finales C, D y E) la cual, al ser completada una vez, desbloquea el selector de capítulos para que no tengas que repetirlo todo de nuevo. Además, la monotonía es totalmente borrada gracias a poder controlar a los tres protagonistas, cada uno con una habilidad única y jugabilidad distinta, cosa que no se había hecho en la franquicia hasta la fecha.
En definitiva, NieR: Automata es una obra maestra en toda regla, digna de ser jugada por cualquiera. Desde el momento que completé los cinco finales se volvió mi videojuego favorito, pues su mensaje es tan emotivo, filosófico, existencialista, esperanzador y melancólico (todo en uno) que es imposible que deje indiferente a nadie.
Es una obra tan compleja, retorcida, especial y única que parece que podría ser solo adaptada a un videojuego con semejante efectividad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A partir de la ruta C, es cuando todo se vuelve gris en NieR: Automata. Una gran cantidad de personajes mueren, se revela la verdad sobre la humanidad (la cual está extinta desde hace muchos años)... Todos esos detalles, hacen que este videojuego se torne de un tono sumamente pesimista, haciendo que el jugador busque de cualquier forma posible ese pequeña luz de esperanza en medio de todo un caos.
Los finales C y D son totalmente amargos; no son felices, no alegran a nadie, no buscan hacerlo. Son una perfecta contradicción de lo que los finales A y B muestran (algo visto también en NieR: Replicant), tirando por la borda todo tipo de esperanza de un futuro mejor. La mayoría de personajes han sufrido, han muerto o se han rendido, y el mundo parece que va a acabarse por completo. Sin embargo, el final E cambia todo. Comienza una secuencia arcade en los créditos, obligando a que el jugador derrote a TODAS las personas que han trabajado en este videojuego, mientras de fondo se oyen todas las versiones de la música de créditos (Weight of the World).
Cada vez que mueres, el videojuego te hace cuestionar cosas, buscando que, ante todo, te mantengas firme y decidido a seguir adelante, mientras de fondo ves una enorme cantidad de mensajes escritos por los jugadores que han terminado esa sección. Todo esto conlleva a que el jugador se emocione, se anime y se vea más decidido a continuar pues se creerá lo suficientemente poderoso como para terminarlo... hasta que llegas a una parte en la que es casi imposible avanzar por la inmensa cantidad de proyectiles que has de esquivar.
A partir de ese momento, el mensaje queda totalmente expuesto con una decisión final: no puedes hacer nada tu solo, no puedes cargar tú solo el peso del mundo, por lo que necesitas ayuda; ayuda de otros jugadores, que han estado en esa misma situación que tú y que, al completarla, han decidido borrar todos sus datos guardados para que tú puedas seguir adelante, sin importarles cuánto progreso y esfuerzo eliminarán por un bien común. Es un sacrificio tan grande y pequeño al mismo tiempo, que da sentido a todo lo establecido en el videojuego, creando una cadena eterna en la que siempre habrá alguien que te ayude para completar el juego.
Y esta es la verdadera esencia de NieR: Automata, la obra maestra de Yoko Taro.
Los finales C y D son totalmente amargos; no son felices, no alegran a nadie, no buscan hacerlo. Son una perfecta contradicción de lo que los finales A y B muestran (algo visto también en NieR: Replicant), tirando por la borda todo tipo de esperanza de un futuro mejor. La mayoría de personajes han sufrido, han muerto o se han rendido, y el mundo parece que va a acabarse por completo. Sin embargo, el final E cambia todo. Comienza una secuencia arcade en los créditos, obligando a que el jugador derrote a TODAS las personas que han trabajado en este videojuego, mientras de fondo se oyen todas las versiones de la música de créditos (Weight of the World).
Cada vez que mueres, el videojuego te hace cuestionar cosas, buscando que, ante todo, te mantengas firme y decidido a seguir adelante, mientras de fondo ves una enorme cantidad de mensajes escritos por los jugadores que han terminado esa sección. Todo esto conlleva a que el jugador se emocione, se anime y se vea más decidido a continuar pues se creerá lo suficientemente poderoso como para terminarlo... hasta que llegas a una parte en la que es casi imposible avanzar por la inmensa cantidad de proyectiles que has de esquivar.
A partir de ese momento, el mensaje queda totalmente expuesto con una decisión final: no puedes hacer nada tu solo, no puedes cargar tú solo el peso del mundo, por lo que necesitas ayuda; ayuda de otros jugadores, que han estado en esa misma situación que tú y que, al completarla, han decidido borrar todos sus datos guardados para que tú puedas seguir adelante, sin importarles cuánto progreso y esfuerzo eliminarán por un bien común. Es un sacrificio tan grande y pequeño al mismo tiempo, que da sentido a todo lo establecido en el videojuego, creando una cadena eterna en la que siempre habrá alguien que te ayude para completar el juego.
Y esta es la verdadera esencia de NieR: Automata, la obra maestra de Yoko Taro.
25 de agosto de 2023
25 de agosto de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo general, cuando a la gente se le vienen a la cabeza musicales suelen pensar lo mismo: "qué pereza", "cantan todo el rato", "le quitan seriedad", "son molestas"... Aún habiendo excelentes musicales tanto en formato de película como en obra teatral, es bastante común ver el desprecio que se muestra ante este estilo de narración.
Personalmente, yo me incluyo en ese amplio grupo de personas que opina así. De hecho, pocos han sido los musicales que he visto, y por lo general, aunque me lleguen a gustar, sí que suelen cansarme frecuentemente.
La La Land, en cambio, me cautivó completamente.
Emma Stone (Mia) y Ryan Gosling (Sebastian) muestran una química perfecta a lo largo de la película, cuya compaginación trasciende más allá de la película y llega al espectador de una forma tan sumamente eficaz que es totalmente digna de elogio. No exagero al decir que es posiblemente uno de los mejores dúos que pueden verse en películas de este estilo, no sólo por cómo interactúan entre sí a lo largo de la película (con cierta picardía, jugueteo, vacile y aprecio mutuo) sino por cómo evoluciona su relación.
No contento con ello, Damien Chazelle da un ligero toque al factor "musical" y lo vuelve una secuencia sumamente estilizada, donde tanto los personajes como los escenarios en su conjunto toman un papel protagonista excepcional. Por si fuera poco, es una película excelente para aquellas personas que, como he comentado al inicio, tengan cierto rechazo a este género, pues esos segmentos de canto y bailoteo son tan hermosos, preciosos y poco frecuentes que se vuelven más un regalo que una molestia implantada al guion.
La historia es más bien simple, siendo algo tan mundano como dos personas que quieren cumplir su sueño: ella quiere ser una actriz de renombre y él quiere abrir un local de jazz exitoso. Por ello, es más que evidente que la cinta nos sitúa con una chica que primero hace papelillos secundarios o poco memorables en el teatro y él como un pianista que toca en los primeros locales "cutres" que le llaman. Sin embargo, es bastante sorprendente como una premisa tan simple y ampliamente utilizada, que bebe bastante, además, de los musicales y romances clásicos, logra cautivar de semejante forma al espectador.
La La Land es una excelente película, que sabe cómo evitar (o mejor dicho, retocar) los tópicos e ideas tan quemadas que se han visto incontables veces a lo largo de la historia del cine. Esta obra, conforme avanza, se vuelve más interesante y llamativa, y su secuencia final es, sin duda, tan perfecta, emotiva y poética, que hace que todo el filme se vuelva un clásico instantáneo.
Personalmente, yo me incluyo en ese amplio grupo de personas que opina así. De hecho, pocos han sido los musicales que he visto, y por lo general, aunque me lleguen a gustar, sí que suelen cansarme frecuentemente.
La La Land, en cambio, me cautivó completamente.
Emma Stone (Mia) y Ryan Gosling (Sebastian) muestran una química perfecta a lo largo de la película, cuya compaginación trasciende más allá de la película y llega al espectador de una forma tan sumamente eficaz que es totalmente digna de elogio. No exagero al decir que es posiblemente uno de los mejores dúos que pueden verse en películas de este estilo, no sólo por cómo interactúan entre sí a lo largo de la película (con cierta picardía, jugueteo, vacile y aprecio mutuo) sino por cómo evoluciona su relación.
No contento con ello, Damien Chazelle da un ligero toque al factor "musical" y lo vuelve una secuencia sumamente estilizada, donde tanto los personajes como los escenarios en su conjunto toman un papel protagonista excepcional. Por si fuera poco, es una película excelente para aquellas personas que, como he comentado al inicio, tengan cierto rechazo a este género, pues esos segmentos de canto y bailoteo son tan hermosos, preciosos y poco frecuentes que se vuelven más un regalo que una molestia implantada al guion.
La historia es más bien simple, siendo algo tan mundano como dos personas que quieren cumplir su sueño: ella quiere ser una actriz de renombre y él quiere abrir un local de jazz exitoso. Por ello, es más que evidente que la cinta nos sitúa con una chica que primero hace papelillos secundarios o poco memorables en el teatro y él como un pianista que toca en los primeros locales "cutres" que le llaman. Sin embargo, es bastante sorprendente como una premisa tan simple y ampliamente utilizada, que bebe bastante, además, de los musicales y romances clásicos, logra cautivar de semejante forma al espectador.
La La Land es una excelente película, que sabe cómo evitar (o mejor dicho, retocar) los tópicos e ideas tan quemadas que se han visto incontables veces a lo largo de la historia del cine. Esta obra, conforme avanza, se vuelve más interesante y llamativa, y su secuencia final es, sin duda, tan perfecta, emotiva y poética, que hace que todo el filme se vuelva un clásico instantáneo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La forma en la que se desarrolla la historia recuerda, como ya he mencionado, a películas clásicas, bebiendo del tópico de "hombre y mujer que parece que están destinados a conocerse y tienen muchas cosas en común, pero al final no acaban juntos".
Sin embargo, La La Land no quiere ser solo eso. Decide expandirse más y hacerlo a lo grande. Cuando la película reúne a los protagonistas cerca del final, provoca que el espectador piense que acabaran juntos. Cuando hay un salto temporal de varios años, juegan con el público mostrándote a Mia, ya como una actriz de éxito, con otro hombre y un hijo. Todo esto para que, por razones del destino, acaben yendo a un local muy peculiar: un bar de jazz repleto de gente donde Sebastian trabaja.
La secuencia final es preciosa, mostrándote qué hubiera pasado si ambos hubieran seguido juntos, reviviendo todo lo que Mia ha vivido con su marido (pero con Sebastian), hasta llegar nuevamente al momento donde la película nos había dejado. Ambos han cumplido sus sueños, pero para ello han tenido que separarse.
Esa mirada final, donde ambos asienten con una potente y emotiva expresión que muestra alegría y tristeza, es lo que vuelve esta obra una auténtica maravilla.
Sin embargo, La La Land no quiere ser solo eso. Decide expandirse más y hacerlo a lo grande. Cuando la película reúne a los protagonistas cerca del final, provoca que el espectador piense que acabaran juntos. Cuando hay un salto temporal de varios años, juegan con el público mostrándote a Mia, ya como una actriz de éxito, con otro hombre y un hijo. Todo esto para que, por razones del destino, acaben yendo a un local muy peculiar: un bar de jazz repleto de gente donde Sebastian trabaja.
La secuencia final es preciosa, mostrándote qué hubiera pasado si ambos hubieran seguido juntos, reviviendo todo lo que Mia ha vivido con su marido (pero con Sebastian), hasta llegar nuevamente al momento donde la película nos había dejado. Ambos han cumplido sus sueños, pero para ello han tenido que separarse.
Esa mirada final, donde ambos asienten con una potente y emotiva expresión que muestra alegría y tristeza, es lo que vuelve esta obra una auténtica maravilla.

7.3
12,419
9
23 de agosto de 2023
23 de agosto de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película te deja enganchado frente a la pantalla, mostrándote escenas lentas, calmadas, artísticas y de una familiaridad que te envuelve en una gran calidez y emotividad, eso significa que ha logrado hechizarte y te va a sumergir en su complejo y poético terreno. Si esa misma película se te viene a la cabeza a menudo durante meses y no puedes hacer más que sentirte bien por haber tomado la elección de verla, es que esa película tiene algo especial que la hace única y digna de ser vista.
Hana-Bi hizo eso conmigo, pero no podría hacerlo con todo el mundo.
Takeshi Kitano nos introduce en una película cuya trama se proyecta de manera tranquila y acogedora, sin apenas hacer uso del diálogo y, además, colocando entre medias un flashback que de primeras pueden llegar a marear o desorientar al espectador. Asimismo, se nos muestran dos perspectivas: la de Nishi, el protagonista que recientemente ha dejado su puesto como policía, y Horibe, su excompañero de trabajo.
Mediante estos dos enfoques, es visible la forma en la que cada uno sobrelleva su descontento y depresión con la vida, Nishi reflejando la parte más "positiva" y "activa" del metraje (siendo el eje central de la trama), y Horibe el lado más calmado y "negativo" (en segundo plano, usando la pintura como forma de liberación). Por ello, la película fluye e intercala ambos personajes constantemente y expresa de forma magistral cómo cada uno afronta la vida tras todos los problemas que sufren o han sufrido recientemente.
Si bien considero que la trama y los personajes son excelentes como tal, la banda sonora tampoco se queda atrás y es el "fuego" de esta película. Las melodías que se escuchan son preciosas y muy similares entre sí, con ligeras variaciones que las diferencian y evaden del posible sentimiento de repetición y monotonía. La música de esta película es perfecta, algo que se puede ver venir sabiendo que el compositor es Joe Hisaishi, quien ha colaborado en incontables películas de Takeshi o de Studio Ghibli.
Hana-Bi es, por tanto, una obra compleja, pero redonda. La manera en la que ha sido rodada, los escenarios, las actuaciones, la música y los personajes, todos cantan al unísono para mostrarnos una historia emotiva y poética, con grandes toques artísticos que la hacen una experiencia única. Las pinturas (realizadas por el propio Kitano), los silencios abruptos que unen a los personajes con el espectador y los pequeños momentos de comedia y de mundanidad envueltos en una subtrama más hostil, todos ellos hacen de esta película una verdadera obra de arte que, si gusta, difícilmente se va de la cabeza.
No es una película para todo el mundo, desde luego, pero si te llega, te llega con fuerza.
Hana-Bi hizo eso conmigo, pero no podría hacerlo con todo el mundo.
Takeshi Kitano nos introduce en una película cuya trama se proyecta de manera tranquila y acogedora, sin apenas hacer uso del diálogo y, además, colocando entre medias un flashback que de primeras pueden llegar a marear o desorientar al espectador. Asimismo, se nos muestran dos perspectivas: la de Nishi, el protagonista que recientemente ha dejado su puesto como policía, y Horibe, su excompañero de trabajo.
Mediante estos dos enfoques, es visible la forma en la que cada uno sobrelleva su descontento y depresión con la vida, Nishi reflejando la parte más "positiva" y "activa" del metraje (siendo el eje central de la trama), y Horibe el lado más calmado y "negativo" (en segundo plano, usando la pintura como forma de liberación). Por ello, la película fluye e intercala ambos personajes constantemente y expresa de forma magistral cómo cada uno afronta la vida tras todos los problemas que sufren o han sufrido recientemente.
Si bien considero que la trama y los personajes son excelentes como tal, la banda sonora tampoco se queda atrás y es el "fuego" de esta película. Las melodías que se escuchan son preciosas y muy similares entre sí, con ligeras variaciones que las diferencian y evaden del posible sentimiento de repetición y monotonía. La música de esta película es perfecta, algo que se puede ver venir sabiendo que el compositor es Joe Hisaishi, quien ha colaborado en incontables películas de Takeshi o de Studio Ghibli.
Hana-Bi es, por tanto, una obra compleja, pero redonda. La manera en la que ha sido rodada, los escenarios, las actuaciones, la música y los personajes, todos cantan al unísono para mostrarnos una historia emotiva y poética, con grandes toques artísticos que la hacen una experiencia única. Las pinturas (realizadas por el propio Kitano), los silencios abruptos que unen a los personajes con el espectador y los pequeños momentos de comedia y de mundanidad envueltos en una subtrama más hostil, todos ellos hacen de esta película una verdadera obra de arte que, si gusta, difícilmente se va de la cabeza.
No es una película para todo el mundo, desde luego, pero si te llega, te llega con fuerza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hana-Bi, además de lo que ya he mencionado, hace uso de los personajes como si de un rompecabezas se tratara.
Nishi trata de dejar todo de lado para poder estar más tiempo con su esposa enferma, razón por la que a lo largo de la película roba y mata mientras sus compañeros policías siguen su rastro. Horibe, en cambio, es la pieza de puzle que falta, siendo la persona que en vez de apartar todo de su camino para alcanzar un último ápice de felicidad, decide introducirse en la pintura para poder meditar y reflexionar sobre su propia vida, preso de una terrible depresión.
De esta manera, Takeshi Kitano expresa dos puntos de vista muy diferentes que se contraponen uno del otro, reflejando dos caras de monedas distintas que bien podrían salir bien paradas si quisieran.
Pero no puede ser así. La película lentamente se acerca a su fin mientras Nishi y su esposa comparten unas vacaciones muy emotivas y preciosas. Finalmente, llegan al fin de su camino al descansar en una playa con una vistas preciosas del mar. La mujer le da las gracias a su marido, por todo lo que ha hecho por ella. La cámara se eleva, con una última, preciosa melodía, y se oyen dos disparos.
Bravo.
Nishi trata de dejar todo de lado para poder estar más tiempo con su esposa enferma, razón por la que a lo largo de la película roba y mata mientras sus compañeros policías siguen su rastro. Horibe, en cambio, es la pieza de puzle que falta, siendo la persona que en vez de apartar todo de su camino para alcanzar un último ápice de felicidad, decide introducirse en la pintura para poder meditar y reflexionar sobre su propia vida, preso de una terrible depresión.
De esta manera, Takeshi Kitano expresa dos puntos de vista muy diferentes que se contraponen uno del otro, reflejando dos caras de monedas distintas que bien podrían salir bien paradas si quisieran.
Pero no puede ser así. La película lentamente se acerca a su fin mientras Nishi y su esposa comparten unas vacaciones muy emotivas y preciosas. Finalmente, llegan al fin de su camino al descansar en una playa con una vistas preciosas del mar. La mujer le da las gracias a su marido, por todo lo que ha hecho por ella. La cámara se eleva, con una última, preciosa melodía, y se oyen dos disparos.
Bravo.
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