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Críticas ordenadas por utilidad
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6.3
1,099
10
1 de agosto de 2010
1 de agosto de 2010
51 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hablar de esta película española mil veces más maravillosa y entrañable que aquella otra rusa tan endiosada de "El acorazado Potemkin", lo mejor es callarme yo y ceder la palabra al ilustre académico de la lengua española (mejor y más propiamente que castellana), Arturo Pérez-Reverte:
«Rojo y negro, es una de mis películas españolas favoritas. Admiro esa historia sombría y dura, hija bastarda del cine franquista, estrenada en 1942, demolida por la crítica oficial y retirada después de sólo tres semanas de cartelera para verse enterrada en el olvido. Hasta que, cincuenta años más tarde, la Filmoteca Española localizó una copia polvorienta en un sótano de Madrid.
Rojo y negro tiene un valor histórico extraordinario. Es la única película sobre la Guerra Civil hecha desde un punto de vista inequívocamente falangista -su director, Carlos Arévalo, lo era-. Y trata de las actividades clandestinas en el Madrid republicano de la contienda. Se trata de una película pionera, pues en ella aparece por primera vez el concepto de resistencia en una ciudad ocupada por el enemigo. Resistencia antimarxista, en este caso; pero no inferior en interés ni en realidad histórica, como señalan lúcidos críticos e historiadores del cine, a la resistencia antifascista que después nutriría innumerables películas francesas, inglesas, norteamericanas, alemanas, rusas o polacas. Insólita en su ejecución, técnicamente osada en algunas escenas -esos planos de la checa de Fomento abierta como el 13 de la Rue del Percebe-, modernísima para su tiempo, cuajada entre el neorrealismo italiano, el cine de vanguardia soviético y simbólicos toques surrealistas, Rojo y negro cuenta la sombría historia de una joven falangista, soberbiamente encarnada por la mítica Conchita Montenegro: un personaje alejado de los arrebatos patrioteros, grandilocuentes e histriónicos habituales en la cinematografía del Régimen. Luisa, la protagonista, es sobria, dura, trágica, cínica, valerosa y desesperanzada. Y con fría decisión desciende a los infiernos. Eso la convierte en una heroína atípica para el cine español de su tiempo, donde lo correcto eran abnegadas madres y esposas que, desde el cristiano hogar, alentasen a los hombres a inmolarse en las diversas Cruzadas habidas o por haber.
(.../...)
«Rojo y negro, es una de mis películas españolas favoritas. Admiro esa historia sombría y dura, hija bastarda del cine franquista, estrenada en 1942, demolida por la crítica oficial y retirada después de sólo tres semanas de cartelera para verse enterrada en el olvido. Hasta que, cincuenta años más tarde, la Filmoteca Española localizó una copia polvorienta en un sótano de Madrid.
Rojo y negro tiene un valor histórico extraordinario. Es la única película sobre la Guerra Civil hecha desde un punto de vista inequívocamente falangista -su director, Carlos Arévalo, lo era-. Y trata de las actividades clandestinas en el Madrid republicano de la contienda. Se trata de una película pionera, pues en ella aparece por primera vez el concepto de resistencia en una ciudad ocupada por el enemigo. Resistencia antimarxista, en este caso; pero no inferior en interés ni en realidad histórica, como señalan lúcidos críticos e historiadores del cine, a la resistencia antifascista que después nutriría innumerables películas francesas, inglesas, norteamericanas, alemanas, rusas o polacas. Insólita en su ejecución, técnicamente osada en algunas escenas -esos planos de la checa de Fomento abierta como el 13 de la Rue del Percebe-, modernísima para su tiempo, cuajada entre el neorrealismo italiano, el cine de vanguardia soviético y simbólicos toques surrealistas, Rojo y negro cuenta la sombría historia de una joven falangista, soberbiamente encarnada por la mítica Conchita Montenegro: un personaje alejado de los arrebatos patrioteros, grandilocuentes e histriónicos habituales en la cinematografía del Régimen. Luisa, la protagonista, es sobria, dura, trágica, cínica, valerosa y desesperanzada. Y con fría decisión desciende a los infiernos. Eso la convierte en una heroína atípica para el cine español de su tiempo, donde lo correcto eran abnegadas madres y esposas que, desde el cristiano hogar, alentasen a los hombres a inmolarse en las diversas Cruzadas habidas o por haber.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay otro aspecto crucial, falangismo radical aparte, por el que la película no satisfizo el Régimen. Aparte de su tono seco, nada ampuloso y en absoluto marcial, evita caer en el simplismo estúpido del que ni siquiera se libran las películas que hoy se hacen sobre la Guerra Civil: la exaltación del bando propio y la caricatura del adversario. Sádicos nacionales de gafas oscuras y brillantina en las películas de ahora, y malvados rojos, tabernarios y brutales, en el cine de antes. Inexactos, incompletos y maniqueos, todos ellos. Aquí, sin embargo, los republicanos que encarcelan y fusilan son individuos normales, creíbles, con motivos para hacer lo que hacen. Con toques de humanidad e ideología propia: como cuando el jefe de los milicianos dice que, si hubiera llevado medalla religiosa al cuello, al llegar a la edad de la razón se la habría quitado. O cuando el miliciano violador de Luisa -soberbia escena, resuelta con dos planos del rostro de la Montenegro- actúa bajo el resentimiento de haber sido engañado, y porque está borracho.
Pero aún hay más, en esta película asombrosa y compleja para quien se enfrente a ella con lucidez, sin estereotipos de buenos y malos: la crítica feroz a los contemporizadores, a los que miraban para otro lado. Al egoísmo de la derecha burguesa y capitalista, incluida sin reparos entre los principales responsables del conflicto. Sin olvidar el retrato, atrevidamente surrealista, de una clase política ciega que divide a los españoles, llevándolos a una matanza atribuida con mucha ecuanimidad al «odio y desconocimiento mutuo». Paradójicamente, la derecha conservadora queda peor que el bando contrario: cuando los oradores de izquierdas agitan al pueblo, éste se muestra como pobre, oprimido, inculto y desesperado. Eso enlaza con los personajes y actitudes de los milicianos que aparecerán después. Y si no los justifica, los hace creíbles. Humanos.
Como se decía en otros tiempos, Rojo y negro es una película para que la disfruten espectadores formados, prevenidos de lo que ven y en qué circunstancias se hizo: capaces de hacer la lectura adecuada, situando en su contexto histórico y social esta narración extraña e inquietante, donde la estremecedora secuencia que precede al final -el actor Ismael Merlo vagando entre los cadáveres de los fusilados en la pradera de San Isidro- nos sumerge, más que ninguna de las muchas películas realizadas sobre aquella tragedia, en la noche oscura de nuestra Guerra Civil.»
Pero aún hay más, en esta película asombrosa y compleja para quien se enfrente a ella con lucidez, sin estereotipos de buenos y malos: la crítica feroz a los contemporizadores, a los que miraban para otro lado. Al egoísmo de la derecha burguesa y capitalista, incluida sin reparos entre los principales responsables del conflicto. Sin olvidar el retrato, atrevidamente surrealista, de una clase política ciega que divide a los españoles, llevándolos a una matanza atribuida con mucha ecuanimidad al «odio y desconocimiento mutuo». Paradójicamente, la derecha conservadora queda peor que el bando contrario: cuando los oradores de izquierdas agitan al pueblo, éste se muestra como pobre, oprimido, inculto y desesperado. Eso enlaza con los personajes y actitudes de los milicianos que aparecerán después. Y si no los justifica, los hace creíbles. Humanos.
Como se decía en otros tiempos, Rojo y negro es una película para que la disfruten espectadores formados, prevenidos de lo que ven y en qué circunstancias se hizo: capaces de hacer la lectura adecuada, situando en su contexto histórico y social esta narración extraña e inquietante, donde la estremecedora secuencia que precede al final -el actor Ismael Merlo vagando entre los cadáveres de los fusilados en la pradera de San Isidro- nos sumerge, más que ninguna de las muchas películas realizadas sobre aquella tragedia, en la noche oscura de nuestra Guerra Civil.»

7.4
4,351
8
4 de mayo de 2009
4 de mayo de 2009
38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice una máxima del guión: "La amistad es algo serio, tal vez más que el amor."
Sí, opino más o menos igual.
Un joven licenciado en Matemáticas, pero aficionado a componer canciones, llega de veraneo a un pueblo costero de Francia. Se aloja en la casa que le ha prestado un amigo. Está solo pero espera encontrarse quizás con Lena, una joven de la que está enamorado y es medio novia. Mientras ésta aparece, en su lugar surge una que le tira constantemente los tejos y con la que fragua una buena amistad, es Margot, con quien sale y conversa muy a menudo. Luego aparece otra más, Solene, que también quiere ligarse al muchacho.
Entonces, vemos como a este tipo de apariencia frágil, poco acosador, algo tímido, que no va de macho perseguidor de mujeres, de repente le rondan tres hermosas jóvenes todas flirteando con él, jugando con él al juego del tira y afloja.
Cuando son ellas las que atacan seductoramente él suele entrar al trapo, pero luego si intenta ir más allá del roce o el beso sencillo, es decir, que intenta ponerles una banderilla o meterles el estoque hasta el fondo, ellas lo frenan, juguetean con él y son en verdad las auténticas toreras, maestras que hacen sus faenas y dan sus capatozos de izquierda y derecha con el hombre al que tratan como domadoras o toreras.
Película que nos retrotae a los veranos de juventud, de enamoramiento, de ligues, de recuerdos de lo que fuimos y posiblemente no volveremos a ser jamás. ¡Lástima, porque perdemos los veranos en divagaciones y malos entendidos en vez de vivirlos abrazados y besándonos con muchísima pasión, apurando la copa del néctar que sólo posee sabor maravilloso probándolo en presente!
En resumen, esta película me ha recordado el microrrelato de un autor anónimo, titulado “Enamorado” y que consta sólo de once palabras:
«Le propuso matrimonio. // Ella no aceptó. // Y fueron muy felices.»
Sí, opino más o menos igual.
Un joven licenciado en Matemáticas, pero aficionado a componer canciones, llega de veraneo a un pueblo costero de Francia. Se aloja en la casa que le ha prestado un amigo. Está solo pero espera encontrarse quizás con Lena, una joven de la que está enamorado y es medio novia. Mientras ésta aparece, en su lugar surge una que le tira constantemente los tejos y con la que fragua una buena amistad, es Margot, con quien sale y conversa muy a menudo. Luego aparece otra más, Solene, que también quiere ligarse al muchacho.
Entonces, vemos como a este tipo de apariencia frágil, poco acosador, algo tímido, que no va de macho perseguidor de mujeres, de repente le rondan tres hermosas jóvenes todas flirteando con él, jugando con él al juego del tira y afloja.
Cuando son ellas las que atacan seductoramente él suele entrar al trapo, pero luego si intenta ir más allá del roce o el beso sencillo, es decir, que intenta ponerles una banderilla o meterles el estoque hasta el fondo, ellas lo frenan, juguetean con él y son en verdad las auténticas toreras, maestras que hacen sus faenas y dan sus capatozos de izquierda y derecha con el hombre al que tratan como domadoras o toreras.
Película que nos retrotae a los veranos de juventud, de enamoramiento, de ligues, de recuerdos de lo que fuimos y posiblemente no volveremos a ser jamás. ¡Lástima, porque perdemos los veranos en divagaciones y malos entendidos en vez de vivirlos abrazados y besándonos con muchísima pasión, apurando la copa del néctar que sólo posee sabor maravilloso probándolo en presente!
En resumen, esta película me ha recordado el microrrelato de un autor anónimo, titulado “Enamorado” y que consta sólo de once palabras:
«Le propuso matrimonio. // Ella no aceptó. // Y fueron muy felices.»
1 de agosto de 2010
1 de agosto de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película reflexiva sobre la soledad de un hombre, con perlas como estas:
* Lo peor que puede ocurrirle a un hombre que pase mucho tiempo solo es no tener imaginación.
* Lo que más miedo me da es morirme de viejo. Quiero morir de un modo rocambolesco. (...) Pero esto requiere valor.
* Cuando dos personas conocen un secreto, ya no es un secreto.
* No subestimar las consecuencias del amor.
Se trata de una película interesante, toda ella singular, misteriosa; pero no por esto alcanza una talla mayor: simplemente interesante de ver y también de discernir sus notables reflexiones.
* Lo peor que puede ocurrirle a un hombre que pase mucho tiempo solo es no tener imaginación.
* Lo que más miedo me da es morirme de viejo. Quiero morir de un modo rocambolesco. (...) Pero esto requiere valor.
* Cuando dos personas conocen un secreto, ya no es un secreto.
* No subestimar las consecuencias del amor.
Se trata de una película interesante, toda ella singular, misteriosa; pero no por esto alcanza una talla mayor: simplemente interesante de ver y también de discernir sus notables reflexiones.
28 de diciembre de 2009
28 de diciembre de 2009
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película en blanco y negro sobre la II G.M. en el mar y desde el punto de vista alemán.
Carece de esa sal y pimienta que por lo general tienen muchas excelentes películas de guerra producidas en EE.UU., salvo la parte primera donde Prien, el comandante de submarino, recibe la misión de introducirse en una bahía inglesa y torpedear el máximo número de buques británicos de guerra.
La película está hecha por alemanes de la posguerra, quienes intentaban ya en los años cincuenta del pasado siglo, limpiar la imagen de muchos grandes héroes alemanes, desvincularlos claramente de los crímenes de guerra realizados con premeditación y bárbaramente por el nazismo. Por esto esta película acerca del marino y héroe Comandante Prien, lo presenta como desconocedor de la persecusión nazi contra los judíos o de los campos de prisioneros donde eran exterminados. Por contra nos cuenta la gallardía guerrera de este marino al mando de un submarino temible para sus enemigos, su forma de ser como gran militar que hundió muchos barcos británicos de guerra y además su temperamento honesto y magistral de jefe que sabía mandar y hacerse respetar, tanto por sus subordinados como por sus altos mandos; hombre amante de su familia, pero que optó por el generoso sacrificio y en lugar de acomodarse a un buen puesto en tierra y a quedarse junto al calor de su amada esposa, se solidarizó con el destino y la suerte de los hombres bajo su responsabilidad y con ellos se embarcó hasta el final de sus días.
Es un filme que merece verse y nos enseña otra visión de la realidad.
Carece de esa sal y pimienta que por lo general tienen muchas excelentes películas de guerra producidas en EE.UU., salvo la parte primera donde Prien, el comandante de submarino, recibe la misión de introducirse en una bahía inglesa y torpedear el máximo número de buques británicos de guerra.
La película está hecha por alemanes de la posguerra, quienes intentaban ya en los años cincuenta del pasado siglo, limpiar la imagen de muchos grandes héroes alemanes, desvincularlos claramente de los crímenes de guerra realizados con premeditación y bárbaramente por el nazismo. Por esto esta película acerca del marino y héroe Comandante Prien, lo presenta como desconocedor de la persecusión nazi contra los judíos o de los campos de prisioneros donde eran exterminados. Por contra nos cuenta la gallardía guerrera de este marino al mando de un submarino temible para sus enemigos, su forma de ser como gran militar que hundió muchos barcos británicos de guerra y además su temperamento honesto y magistral de jefe que sabía mandar y hacerse respetar, tanto por sus subordinados como por sus altos mandos; hombre amante de su familia, pero que optó por el generoso sacrificio y en lugar de acomodarse a un buen puesto en tierra y a quedarse junto al calor de su amada esposa, se solidarizó con el destino y la suerte de los hombres bajo su responsabilidad y con ellos se embarcó hasta el final de sus días.
Es un filme que merece verse y nos enseña otra visión de la realidad.

6.3
993
7
22 de agosto de 2009
22 de agosto de 2009
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa película sobre la II Guerra Mundial en Italia. Excesivamente larga, pero dinámica y en todo momento mantiene el interés. Cierto que no es una excelente película de guerra, pero al menos se sigue aceptablemente.
Narra la historia de un coronel norteamericano de aviación cuyo aeroplano es abatido y él conducido a un campo de concentración de prisioneros ingleses y americanos en Italia. Al principio el desarrollo del filme parece que va a centrarse en la vida en prisión, pero repentinamente todos los prisioneros quedan libres comandados por el citado coronel Ryan, se apoderan de un tren nazi y cruzan Italia de Sur a Norte, pasando por Roma, con destino a Milán y desde allí intentarán llegar Suiza. En todo este trayecto, las sorpresas, los engaños, las anécdotas, las discrepancias entre el jefe de los británicos y el coronel Ryan y la tensionada huida con los alemanes pisándoles los pies, mantienen a los espectadores en jaque y suficientemente interesados.
Incluso tendremos la oportunidad de ver a la famosa cantante y showoman italiana Raffaella Carra muy joven, muy linda y con pelo negro por aquellos años, haciendo un paqueño papel como Gabriela, una colaboracionista con los alemanes.
Narra la historia de un coronel norteamericano de aviación cuyo aeroplano es abatido y él conducido a un campo de concentración de prisioneros ingleses y americanos en Italia. Al principio el desarrollo del filme parece que va a centrarse en la vida en prisión, pero repentinamente todos los prisioneros quedan libres comandados por el citado coronel Ryan, se apoderan de un tren nazi y cruzan Italia de Sur a Norte, pasando por Roma, con destino a Milán y desde allí intentarán llegar Suiza. En todo este trayecto, las sorpresas, los engaños, las anécdotas, las discrepancias entre el jefe de los británicos y el coronel Ryan y la tensionada huida con los alemanes pisándoles los pies, mantienen a los espectadores en jaque y suficientemente interesados.
Incluso tendremos la oportunidad de ver a la famosa cantante y showoman italiana Raffaella Carra muy joven, muy linda y con pelo negro por aquellos años, haciendo un paqueño papel como Gabriela, una colaboracionista con los alemanes.
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