Ya entrando en faena, el principio de la película se me hizo eterno, no acababan de entrar en el desarrollo de la historia. Más había momentos en que parecía un musical de Blancanieves. Posteriormente cuando comienzan el tópico viaje y para mostrarnos una vez más lo bonito de Nueva Zelanda se repiten varias veces esas tomas desde helicóptero por encima de los personajes en las crestas de las montañas o en el paso de los valles. Otro elemento de gran protagonismo por su repetición son los caballos-lobo de los orcos que en varias escenas se hacen un poco cansinos. Las luchas de los gigantes de piedra se las sacan de la manga como para incrustar otro bonito efecto digital y acentuar la grandilocuencia que inunda la cinta. Finalmente la interminable persecución por las pasarelas de los orcos me recordó esa otra magnifica persecución de Indiana Jones por la vías de una vieja mina, pero mezclado con la temática de “videojuegoarcademataorcos”. En definitiva producto-secuela de impecable factura y de gran presupuesto que imita y estira la fórmula de sus anteriores gemelos.