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Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
28 de noviembre de 2019
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Instantes seguidos a terminar El Irlandés siento que acabo de presenciar historia del cine. Es un sentimiento que te embriaga y te produce ese estado similar al que te puede producir el amor, el alcohol, o diversas drogas para aquellos que las consuman. No hace falta hablar de la figura de Scorsese en pleno 2019, sería parecido a ponerse a explicar quién fue Jesucristo y qué representó para el cristianismo, que al fin y al cabo es algo similar a lo que Scorsese ha significado para la industria cinematográfica. Los 210 minutos que dura El Irlandés son una oda al cine, un ejercicio de pura maestría desde el primer fotograma hasta el último. La película no podía durar menos. Sí más, ya que esas tres horas y media se terminan haciendo cortas y agradecería cincuenta minutos extra de deleite. Yo soy joven y mi vejiga todavía me respeta, pero si no lo hiciese preferiría hacer fuerza y aguantar para no tener la necesidad de levantarme de la butaca o el sofá.

El Irlandés es, ni más ni menos, que el culmen de la carrera de Scorsese. La maduración de un director que aunque la alcanzó hace décadas sigue demostrando que no tiene techo. Son todos sus estilos, tonos e inquietudes recogidos en una misma película de manera perfectamente armonizada. De hecho podemos decir que son tres diferenciadas películas en una. La primera con aroma del tono del Scorsese más rockanrolero, recordándonos al de Goodfellas o Casino: desinhibido, agitado, a caballo de esas bandas sonoras que avivan el alma de cualquier persona con un sistema auditivo funcional. La segunda película podríamos decir que comienza tras el asesinato de JFK. Scorsese se pone más serio. La música comienza a ausentarse, se explayan los diálogos, los personajes empiezan a enfrentarse a sus propios demonios. Aquí abandona el estilo al que nos tenía acostumbrados en las anteriores películas de mafia y mama más de 'Malas calles' o 'Taxi Driver'. Y por último la tercera película abarca la última media hora. Aparece el Scorsese más pausado, reflexivo, metafórico. El de, por ejemplo, la maravillosa 'Silencio'. Es aquí cuando la película cambia por completo. Se vuelve totalmente gris tocando temas como la decadencia, la enfermedad, la vejez, los remordimientos, la soledad... La película es, en definitiva, un perfecto escaparate de la filmografía de Scorsese.

Por supuesto que todo el brillantismo no reside en la dirección. Scorsese no sería el mismo sin aquellos que le han acompañado durante prácticamente toda su carrera. Y ahí aparecen figuras como Thelma Schoonmaker. La triple ganadora del Oscar a mejor montaje vuelve a dar una lección de todo lo que hay que hacer. Qué decir de esos flashbacks de violencia que inundan la película apareciendo de la nada y suben la adrenalina de cualquier espectador. La fotografía, bestialmente placentera como era de esperar, está a cargo de Rodrigo Prieto, el cual parece haberse convertido ya en otro fijo de Scorsese. O la banda sonora, que nuevamente es una maravilla gracias a la supervisión de otro fijo, Robbie Robertson, que también compone el precioso tema principal de la película, el cual ya se ha convertido en el tono de llamada de mi teléfono móvil.

Pero más allá de sus fijos detrás de las pantallas, Scorsese también quiere reunir a la panda por última vez. Es consciente de que está despidiendo un género, el género más importante de su carrera, y para ello necesita a los de siempre. De Niro no tardó en acudir. Pesci fue más difícil de convencer. Apartado de los focos, los cuales siempre rehuyó, no tenía ninguna gana de volver a la gran pantalla. Harvey Keitel también tenía que estar, y está. Su presencia es meramente simbólica, vista su importancia en la película. Y qué decir de las actuaciones en sí. Tanto De Niro como Pacino firman seguramente sus mejores actuaciones del siglo. De Niro, al cual sí se le nota el lastre de los años en según qué escenas, está brillante, y lo que es más importante, vuelve a estar creíble. Sin embargo se queda un paso atrás de los dos verdaderos monstruos de la película. Pacino está soberbio de principio a fin. Irradia fuerza, vitalidad, ternura. Igual que Pesci, salvo en lo de la ternura. El papel de Pesci es una absoluta locura. No necesita palabras, una mirada basta para evidenciar todo lo que se le pasa por la cabeza. Asusta, impone, desconcierta. Teniendo sin duda el papel más contenido de los tres, el que menos permite 'lucirse', termina siendo casi el que más destaca. Menos mal que descolgaste el teléfono, Joe, de lo que nos habías privado.

También merece ser destacado Stephen Graham. Actor apasionante que sabe cargar el peso importante que la película echa sobre sus espaldas. Sus diálogos desasosegantes con Pacino son gloriosos y absolutamente desternillantes. Y Anna Paquin. Hay quien ha criticado que solo tenga dos frases de texto. Deberían volver a ver la película. Es el silencio de una niña que se ha hecho mujer. Que ve a su padre como realmente es. Es su mirada. Es la mirada juzgadora del espectador. Es el hilo conductor de la tragedia familiar de Sheeran.

Con todo esto y más Scorsese consigue crear la mejor película de su filmografía. Una obra maestra que ya ocupa un puesto en los altos rankings del cine. Una película sobre la mafia, sobre la familia, sobre la amistad, sobre América y lo más importante, sobre la lealtad. Nada tiene que envidiar a los Padrinos, 'Érase una vez en América' o 'Casino' que ocupaban el podio sobre el género de la mafia. En tiempos donde el verdadero cine se diluye, donde un director como Scorsese tiene dificultades para encontrar financiación mientras los blockbuster salen como churros, donde las salas se convierten en parques temáticos, Scorsese vuelve a dar un golpe sobre la mesa. Un golpe que también le sirve para mirar a la mafia, al cine y a su carrera desde los ojos de Frank Sheeran. Una despedida a una etapa de su vida, y lo hace por todo lo alto. Solo me queda decirte una vez más: gracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final a Frank Sheeran lo único que le queda son sus recuerdos, algunos en modo de fotografía, y su lealtad. Los agentes del FBI le dicen, en un momento muy gracioso, que el último relacionado con el caso Hoffa ha muerto y Frank pregunta quién ha sido, a lo que el agente le responde ''el cáncer''. Es una buena frase que resume a la perfección el final de la película. Y aún sabiendo que no habría represalias contra él, decide seguir guardando silencio. No muestra remordimientos, así se lo reconoce al sacerdote: ''no conocía a las familias, excepto a una''. Tan solo se arrepiente de dos cosas, de lo de Hoffa y de haber descuidado su familia. Y es que se le debió quedar grabado el gemido que Hoffa exhala al recibir el primer tiro. Yo no me lo puedo sacar de la cabeza. Y ese final, ese particular homenaje que le hace a Hoffa, a Jimmy, a su amigo, cuando le pide al cura que le deje la puerta entreabierta, como Hoffa hizo la noche que durmieron en la misma suite del hotel. Ese momento, ese último plano, es un final apoteósico a la altura de la película. Y resulta inevitable no pensar en el último plano de El Padrino III, en Michael, curiosamente Pacino, anciano, sentado, solo, también tras perder a su familia. A una hija, al igual Sheeran, porque aunque la suya no está muerta es como si lo estuviera.
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