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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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30 de marzo de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y tenía que pasar, a alguien, algún día se le iba a ocurrir hacer una biografía sobre el boxeador más grande de todos los tiempos. Y la responsabilidad de dirigir la empresa recayó en el experimentado Michael Mann, muy conocido por haber creado la famosísima serie Vicio en Miami (un típico producto pop de los años ochenta) y algunas películas atendibles como El último mohicano (1992) y Fuego contra fuego (de 1995, cuyo mayor mérito fue haber juntado en la misma pantalla a Robert de Niro y a Al Pacino) y Alí es, sin dudas, su obra más redonda, a pesar de los peligros que acarreaba. Hablar de Cassius Clay, devenido en Muhammad Alí, es hablar de un momento histórico de los Estados Unidos especialmente sensible en lo que refiere a las tensiones raciales (mas o menos parecido como hoy) donde un moreno nacido en Kentucky se hizo lugar en la historia del deporte y de los reclamos sociales a fuerza de talento y mucha inteligencia. La tarea de ponerle cara a ese mito en la película le tocó a Will Smith y seguramente es lo mejor que hizo en su vida. La guerra de Vietnam de fondo, su proscripción, su regreso para enfrentarse a Joe Frazier y el histórico combate frente a George Foreman para recuperar el título, la muerte de Malcom X y de Martin Luther King son anécdotas dentro de una película equilibrada, emocionante y muy bien actuada. Por allí andan también en gran nivel John Voight, Jamie Foxx y Mario Van Peebles. Una buena película que gana en el terreno de la sensibilidad, como el propio Alí.
30 de marzo de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de tanta luminaria, vamos por algo de bajo perfil. En 2001 aparecieron películas llamémosles más económicas, de costo y de cartel, pero que dejaron huella. ¿Como cuáles? Bueno, al mexicano Alfonso Cuarón, otro de los elegidos de ese país, se le iluminó la lamparita con Y tu mamá también, una rara comedia con unos jovenzuelos compitiendo por los beneficios de una mujer en un viaje caluroso hacia la playa. Por allí andan estallando de testosterona Gael García Bernal y Diego Luna, intentando seguirle el tren a Maribel Verdú. El asunto es así: los pibes son de capas sociales diferentes, pero son muy amigos, en una fiesta conocen a una española casada con el primo de uno de ellos (Verdú, obviamente) que está un poco deprimida y se convencen de irse los tres en una suerte de viaje a lo desconocido, sin rumbo fijo. Varias cosas que podían salir mal, salen efectivamente mal, y Cuarón hace magia con una historia que va de la comedia a la amarga melancolía y explota de emociones por todas partes. Es una buena película que comenzó a poner a los mexicanos en el mapa de California.
En 2001 continuó el show de Steven Soderbergh. A esta altura ya está claro que se trata de un director sólido, que sabe narrar estupendamente, no patina de manera serial y, para colmo, los mejores actores se matan entre ellos para trabajar con él. Ocean’s Eleven (La gran estafa, como se le conoció por estos lares) es la primera de unas cuantas ediciones, pero la que cuenta es esta. Tan simple como tocar el timbre: unos ladrones bastante sofisticados van a arrasar con Las Vegas, el paraíso del neón, la timba y la plata dulce. ¿Actores? Para tirar para arriba: George Clooney (qué grande, sos como Cary Grant, pero con mucho talento), Brad Pitt (que es buenísimo, lástima que es lindo y muchas veces solo se mira al espejo), Matt Damon (que parece tosco, pero siempre rinde), Julia Roberts, Andy García, Cassey Affleck y unos cuántos más. Se trata de un remake de un film del mismo título, pero de 1960. Son una oncena de ladrones que piensan atracar a la vez tres casinos de la ciudad licenciosa. Sin embargo, por un problema de polleras, la cuestión se comienza a complicar. Soderbergh no pretende ser verosímil, quiere divertir, y lo logra holgadamente.
Acá vale detenerse un instante y recordar que este ejercicio de recomendación de películas sería inútil si no tuviéramos la necesidad de volver a ver algunas de ellas, porque cada filme se renueva cada vez que lo vemos, pero además podemos comparar lo que se hacía hace pocos años con el momento actual, cuando encontrar algo que nos gratifique es un naufragio, y no hablamos de la película. En caso de no haber visto, pongamos por caso, Shrek, bueno, ya es hora de hacerlo. Una comedia animada con aquel ogro verde que nos sumergía en una verdadera novedad para lo que nuestro ojo estaba acostumbrado. La película surgió de la factoría DreamWorks que fundó Steven Spielberg, que algo del negocio sabe, y los directores Andrew Adamson y Vicky Jenson se tomaron bien en serio la historia del personaje verdoso y tirando a feo que vivía a sus anchas en una ciénaga, imaginemos que lejos, hasta que una serie de insospechados personajes invaden su geografía y –lo que es peor– su forma de existencia. Para salvar su mundo, el ogro hace un pacto y se manda junto a un burro a buscar a Fiona, la princesa, y para asombro de todos, se hacen con el trofeo. La película pone patas para arriba las convenciones del género y ofrece un entretenimiento que puede seducir a un niño o a un adulto con el humor del propio Shrek. Reinventó el género, sin dudas.
La segunda, la del helicóptero yanqui derribado en un país africano, llegó para instalar un subgénero en sí mismo, que sería algo así como nosotros los liberadores del mundo oprimido aterrizamos con nuestros pectorales bien marcados. Es un poco facha, pero Ridley Scott (¿alguien sabe con exactitud cómo hace para embocarla siempre?) con su habilidad en la mesa de edición la convierte en un poderoso divertimento visual. Después se hicieron centenares de panfletos similares, pero cada cual más mediocre. Que se sepa, ya tiene dos décadas y el mundo no está mucho mejor. Como sea, la historia es real, estamos en Mogadiscio (que vendría a ser Somalia) en 1993 y un escuadrón del Tío Sam es enviado para pacificar la zona matando a un líder local que sería la encarnación del mal. Todo sale mal cuando dos helicópteros –los Black Hawk del título– son derribados y comienza una tormenta del desierto a pura bala. Scott hace lo que sabe hacer: cine; su película es intensa de principio a fin y no presenta fatigas en el relato. No pretendió ser jamás un alegato antibélico ni nada que se parezca, solo entretenimiento. En la pantalla vemos a Eric Bana, Ewan McGregor, Josh Hartnett y al icónico Sam Shepard bajo una verdadera lluvia de balas.
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