En la vida nos suceden cosas que son determinantes y de las que no tenemos responsabilidad alguna. Algunas son tan tremendas que van torciendo el destino de las personas, que buscan superarlas incluso llegando a la obsesión y la incomunicación. Esto parece decirnos la directora y esto les sucede a los personajes de esta bella película, que nos deja saber con pocas palabras las historias individuales y porqué terminan esas almas insólitamente en una plataforma de petróleo como en un hotel de "solitarios". Solo se puede "soportar" el día a día, o esperar a que llegue la persona correcta. El rompecabezas colectivo se arma en la mirada del espectador, y sólo decepciona un poco el final. Pero no lo suficiente como para arruinar la película. Increíble actuación de Tim Robbins y Sarah Polley.