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9
13 de octubre de 2016
13 de octubre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película en el cine poco después de que la estrenasen. Cuando salí de la sala estaba seguro de haber asistido a la mejor película de 2014.
Se nos presenta a Riggan Thompson, antiguo actor de prestigio, que añora su vida pasada de éxito laboral y familiar, ensayando para el estreno de una obra de teatro en Broadway que pueda relanzarlo a la fama.
Una película con una trama que engancha y un guión que, si bien no es perfecto, no tiene fisuras. Unos actores que iluminan desde todos los ángulos, especial mención a Edward Norton. No solo es brillante en el aspecto técnico, sino que además desborda originalidad en su desarrollo.
Y sin embargo, por parte del gran público ha recibido una acogida mucho peor que por parte de la crítica, acusándola de falta de contenido real, apta solo para los que, o bien son actores, o bien están relacionados de forma directa con el mundo del espectáculo (por lo tanto entienden). Llegando en algunos casos los que aquí critican, a afirmar que aquellos que dan una buena puntuación a la película, no son mas personas con ínfulas de grandiosidad. Como si una película “críptica” solo pudiese ser bien vista por aquellos que buscan la aprobación y la autoconfirmación de su inteligencia.
Si hay algo peor que la gente pretenciosa, es aquella que, ante su propia inoperancia, acusan a los que ven una cualidad que ellos no son capaces de percibir de pretenciosos.
Defensa de la película en zona spoiler:
Se nos presenta a Riggan Thompson, antiguo actor de prestigio, que añora su vida pasada de éxito laboral y familiar, ensayando para el estreno de una obra de teatro en Broadway que pueda relanzarlo a la fama.
Una película con una trama que engancha y un guión que, si bien no es perfecto, no tiene fisuras. Unos actores que iluminan desde todos los ángulos, especial mención a Edward Norton. No solo es brillante en el aspecto técnico, sino que además desborda originalidad en su desarrollo.
Y sin embargo, por parte del gran público ha recibido una acogida mucho peor que por parte de la crítica, acusándola de falta de contenido real, apta solo para los que, o bien son actores, o bien están relacionados de forma directa con el mundo del espectáculo (por lo tanto entienden). Llegando en algunos casos los que aquí critican, a afirmar que aquellos que dan una buena puntuación a la película, no son mas personas con ínfulas de grandiosidad. Como si una película “críptica” solo pudiese ser bien vista por aquellos que buscan la aprobación y la autoconfirmación de su inteligencia.
Si hay algo peor que la gente pretenciosa, es aquella que, ante su propia inoperancia, acusan a los que ven una cualidad que ellos no son capaces de percibir de pretenciosos.
Defensa de la película en zona spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al narrar la vida de un actor tiene como ambientación el mundo del espectáculo, pero es también un relato sobre la angustia del olvido y el inevitable paso del tiempo. Hay, durante la película, monólogos del actor enfurecido contra un alter-ego que lo tortura, donde aflora una parte fundamental de cada ser humano, los deseos y los miedos, acompañado con una música estridente de batería que parece salir de su cabeza y que representa el caos y la tormenta en la que se encuentra. Al final de la película el dique del subconsciente desborda y arrastra toda la furia conforme Riggan va hacia el escenario, y se puede ver a un músico tocando la batería. Que no os confundan, la "locura" de nuestro pobre actor es ahora real en el tiempo y en el espacio, es tanta la desesperación y la fuerza de las pulsiones internas que estas se hacen tangibles, traspasando la frontera de lo irreal.
Y rompemos de nuevo la cuarta pared. El subconsciente del artista se hace palpable en la película, de la misma forma que el arte, junto con todos los trances, dificultades y pequeños éxitos de los que esta compuesto, acaban teniendo su impacto, y ejerciendo una influencia poderosa en la vida social y la percepción de la realidad de hoy en día.
Por si quedan dudas, en la escena final aparece su hija mirando a través de la ventana del hospital, viendo a Birdman elevarse alto, junto a los largometrajes que marcan un hito, y perduran para siempre en el cielo de las obras maestras.
Y rompemos de nuevo la cuarta pared. El subconsciente del artista se hace palpable en la película, de la misma forma que el arte, junto con todos los trances, dificultades y pequeños éxitos de los que esta compuesto, acaban teniendo su impacto, y ejerciendo una influencia poderosa en la vida social y la percepción de la realidad de hoy en día.
Por si quedan dudas, en la escena final aparece su hija mirando a través de la ventana del hospital, viendo a Birdman elevarse alto, junto a los largometrajes que marcan un hito, y perduran para siempre en el cielo de las obras maestras.
9
20 de septiembre de 2016
20 de septiembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acaba la película, y me pregunto como puede ser que el cine haya logrado pillarme desprevenido, otra vez.
Tras media hora estoy algo decepcionado. No encuentro la obra maestra de Truffaut, los diálogos que mantienen los personajes (sobre todo Doinel y René), me parecen forzados y faltos del calor de la verdadera comunicación, la trama se me hace vacía y carece de contenido, ni busco ni empatizo con los personajes. Siendo un neófito en los clásicos del cine francés, me pregunto si quizás no estoy siendo capaz de entender toda la obra, quizás pertenezco a otra generación mas sencilla.
En algún momento las cosas empiezan a cambiar. Los cuatrocientos golpes se me aparece como una película que no enmascara detrás de falsas pretensiones. No hay nada detrás de los sucesos que se desarrollan plácidamente, los golpes se suceden uno a uno, haciendo mella poco a poco, y ves un carácter a medio camino entre la infancia y la adultez balanceándose peligrosamente sobre tablones resbaladizos. Y te entristece pensar en el pobre Doinel, privado del único amor no egoísta que hay en el mundo, el amor de una madre.
Es la primera crítica que hago, me permito dar una visión sentimentalista y subjetiva, los aspectos técnicos se los dejo a otros.
Después de noventa minutos no puedo si no encontrar los ecos de mi yo interior en el núcleo no tan duro de mi no tan infancia, y es que Doinel representa también un estado vital que muchos, en la sociedad occidental, hemos experimentado en algún momento. Un niño que gritaba, que grita, con esas ansias por ver el mar, gigante desconocido, la eternidad que esconde todas las respuestas. Y me veo a mi mismo corriendo sin mirar atrás, en busca del mar. No mires atrás Doinel.
Acaba la película, y me pregunto, como puede ser que haya viajado tanto en tan poco tiempo.
Tras media hora estoy algo decepcionado. No encuentro la obra maestra de Truffaut, los diálogos que mantienen los personajes (sobre todo Doinel y René), me parecen forzados y faltos del calor de la verdadera comunicación, la trama se me hace vacía y carece de contenido, ni busco ni empatizo con los personajes. Siendo un neófito en los clásicos del cine francés, me pregunto si quizás no estoy siendo capaz de entender toda la obra, quizás pertenezco a otra generación mas sencilla.
En algún momento las cosas empiezan a cambiar. Los cuatrocientos golpes se me aparece como una película que no enmascara detrás de falsas pretensiones. No hay nada detrás de los sucesos que se desarrollan plácidamente, los golpes se suceden uno a uno, haciendo mella poco a poco, y ves un carácter a medio camino entre la infancia y la adultez balanceándose peligrosamente sobre tablones resbaladizos. Y te entristece pensar en el pobre Doinel, privado del único amor no egoísta que hay en el mundo, el amor de una madre.
Es la primera crítica que hago, me permito dar una visión sentimentalista y subjetiva, los aspectos técnicos se los dejo a otros.
Después de noventa minutos no puedo si no encontrar los ecos de mi yo interior en el núcleo no tan duro de mi no tan infancia, y es que Doinel representa también un estado vital que muchos, en la sociedad occidental, hemos experimentado en algún momento. Un niño que gritaba, que grita, con esas ansias por ver el mar, gigante desconocido, la eternidad que esconde todas las respuestas. Y me veo a mi mismo corriendo sin mirar atrás, en busca del mar. No mires atrás Doinel.
Acaba la película, y me pregunto, como puede ser que haya viajado tanto en tan poco tiempo.
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