Debo reconocer que, ya curtido el torso con múltiples cicatrices del pasado, acudí a la cita sin expectativas aunque no sin cierto gusanillo que confieso alimenté yo mismo durante los últimos días previos al estreno (a pesar de la abrumadora máquina marketiniana de Di$ney que más bien empujaba a quedarse en casa).

La velada comenzó estupendamente, con todo el ambiente que se puede esperar de una noche de estreno de este calibre. Los fans fueron congregandose con mucha antelación al lugar del estreno, uno de los más multitudinarios de Barcelona. Era noche de gala, se habían desempolvado viejas túnicas jedi y puesto a punto sables láser que no dudaban en batir en duelo con adrenalítico ímpetu mientras propios y curiosos almacenaban retratos digitales de lo que iba a ser presumiblemente una noche para la posteridad...

Pero todo lo bueno se acaba y la ilusión se me esfumó con la misma celeridad que el Halcón Milenario alcanzaba la velocidad de la luz.

Si lo que se pretendía era hacer un remake de la primera saga, el Sr. Abrams ha aplicado la receta con precisión quirúrgica. Tan poco margen artístico ha dejado la cinta que los guiños y referencias generacionales se difuminan y confunden con el burdo plagio.

Este "catenaccio" cinematográfico aplicado por Abrams con efectividad tendrá sus calculadas rentas entre los representantes de la más pura Ortodoxia del canon galáctico y también, porqué no, entre el público palomitero pre-navideño, pero deja una sensación de vacío emocional en muchos de nosotros que aún albergabamos la esperanza de revivir esa magia que aún ofrece el visionado de las primeras películas a pesar de los años.

Yo soy de los que opina que si quieres revolcarte en la nostalgia más vale la pena reservarse un domingo de lluvia para una maratón de ediciones originales (nada de extended editions) que no acudir a una "boutade" donde en el imperfecto proceso de copia solo se alcanza a mimetizar el guión pero no la emoción.

Los únicos momentos en los que por un momento te sientes de nuevo como transportado a las antiguas cintas es cuando el titánico e incombustible Harrison Ford saca su carisma fanfarrón y vuelve a ser el Solo de siempre. Reconocer al personaje debajo del actor y de las arrugas es sin duda el destello más brillante de la película. Por desgracia no se puede decir lo mismo de todos los personajes rescatados del pasado para la ocasión...

En definitiva, Abrams ha resucitado la saga, sí, y ha encontrado el difícil equilibro entre el obligado blockbuster y la no traición a los fans originales, pero el precio a pagar en ese ejercicio de funambulismo calculado ha sido alto. Se ha dejado lo más importante para una buena parte de los que no hemos salido satisfechos del cine: el alma, la emoción, la chispa... la Fuerza en definitiva.