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6.5
9,918
6
16 de octubre de 2010
16 de octubre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La presencia de Ricardo Darín en el reparto de cualquier película es sinónimo de garantía. De hecho, no recuerdo ningún largometraje protagonizado por el intérprete argentino que sea desdeñable. Si a esta cualidad le sumamos el reciente Oscar otorgado a una de las últimas cintas protagonizadas por el actor (la inolvidable "El secreto de sus ojos") y su vuelta al género policiaco tras las intensas experiencias de "Nueve reinas" y "El aura", cualquier espectador se congratula de la existencia de "Carancho". Pero, sin embargo, la obra seleccionada por Argentina para competir en esta nueva edición de los Premios de la Academia decepciona un tanto.
Bien interpretada por el mismo Darín y, sobre todo, por la espléndida Martina Gusman, la historia de un abogado sin matrícula que se dedica a ir detrás de aquellos clientes que han sufrido un accidente automovilístico y por la joven médica que, prácticamente sin querer, se entrecruzará en la vida del letrado, es una tibia denuncia de la corrupción. Más preocupado por el desenlace de una relación amorosa definida en prácticamente dos trazos que de las verdaderas motivaciones del protagonista, el realizador Pablo Trapero se queda a medio camino de ambas intenciones. Si su intención era desenmascarar la mafia que opera en los 22 siniestros circulatorios que, de media, se producen diariamente en Argentina, el director falla: el retrato de los 'capos' es sesgado e inconexo, y todos ellos desprenden una agria sensación de "déjà vu"; si su propósito pasaba por concebir una historia de amor vivida por dos personajes en el filo de la navaja, el autor de "Mundo grúa" adolece de una escasa capacidad creativa, rellenando sus evidentes agujeros de guión con los llantos de su actriz principal.
La suma de estas dos tramas restan puntos a una cinta que, no obstante, gana enteros en momentos puntuales, gracias a secuencias de violencia hiperrealista y a un, pese a todo, espléndido plano secuencia final.
Bien interpretada por el mismo Darín y, sobre todo, por la espléndida Martina Gusman, la historia de un abogado sin matrícula que se dedica a ir detrás de aquellos clientes que han sufrido un accidente automovilístico y por la joven médica que, prácticamente sin querer, se entrecruzará en la vida del letrado, es una tibia denuncia de la corrupción. Más preocupado por el desenlace de una relación amorosa definida en prácticamente dos trazos que de las verdaderas motivaciones del protagonista, el realizador Pablo Trapero se queda a medio camino de ambas intenciones. Si su intención era desenmascarar la mafia que opera en los 22 siniestros circulatorios que, de media, se producen diariamente en Argentina, el director falla: el retrato de los 'capos' es sesgado e inconexo, y todos ellos desprenden una agria sensación de "déjà vu"; si su propósito pasaba por concebir una historia de amor vivida por dos personajes en el filo de la navaja, el autor de "Mundo grúa" adolece de una escasa capacidad creativa, rellenando sus evidentes agujeros de guión con los llantos de su actriz principal.
La suma de estas dos tramas restan puntos a una cinta que, no obstante, gana enteros en momentos puntuales, gracias a secuencias de violencia hiperrealista y a un, pese a todo, espléndido plano secuencia final.
17 de octubre de 2010
17 de octubre de 2010
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Como Michael Moore o Terrence Malick, por sólo citar algunos ejemplos, Oliver Stone es un director que, pese a su amplia legión de detractores, puede rodar lo que le venga en gana. O bien se marca un documental sobre los dirigentes de Cuba y Venezuela que viaja hasta la Roma antigua para diseccionar la figura de Alejandro Magno, pasando por su revisión de la historia norteamericana a cargo de sus Presidentes. Sin embargo, ya ha llovido mucho desde el último taquillazo pergeñado por el realizador (ni "Un domingo cualquiera" ni el fresco histórico protagonizado por Colin Farrell fueron bien recibidas por el público), por lo que ha creído conveniente dar luz verde a una oportunista secuela de "Wall Street".
Protagonizada de nuevo por un inmenso Michael Douglas, y junto a los emergentes Shia LaBeouf y Carey Mulligan, el largometraje carece de la garra y el cinismo de su antecesora, para convertirse simple y llanamente en una película de consumo en la que las relaciones paterno-filiales cobran más importancia que el trasfondo económico que centraba el contenido de la primera parte. En un casting que también incluye las presencias episódicas de Susan Sarandon y Frank Langella (con cameo incluído de Charlie Sheen, la némesis de Gordon Gekko en la película original de 1987), "Wall Street 2" decepciona por la escasa relevancia de su planteamiento, y por traicionar en aras del entretenimiento su espíritu primigenio.
Pese a todo, la carismática interpretación de Douglas, y el poso que deja el personaje interpretado por Josh Brolin permiten que la película discurra con una cierta normalidad y sin sobresaltos, por lo que el espectador no mira el reloj en las dos horas que dura esta fallida pero correcta cinta.
Protagonizada de nuevo por un inmenso Michael Douglas, y junto a los emergentes Shia LaBeouf y Carey Mulligan, el largometraje carece de la garra y el cinismo de su antecesora, para convertirse simple y llanamente en una película de consumo en la que las relaciones paterno-filiales cobran más importancia que el trasfondo económico que centraba el contenido de la primera parte. En un casting que también incluye las presencias episódicas de Susan Sarandon y Frank Langella (con cameo incluído de Charlie Sheen, la némesis de Gordon Gekko en la película original de 1987), "Wall Street 2" decepciona por la escasa relevancia de su planteamiento, y por traicionar en aras del entretenimiento su espíritu primigenio.
Pese a todo, la carismática interpretación de Douglas, y el poso que deja el personaje interpretado por Josh Brolin permiten que la película discurra con una cierta normalidad y sin sobresaltos, por lo que el espectador no mira el reloj en las dos horas que dura esta fallida pero correcta cinta.
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