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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
7 de agosto de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que no se puede negar a Alex Proyas y a Dark City es inventiva visual: el aspecto estético de la película es fascinantemente atractivo, con una mezcla de cyberpunk decadente, serie negra americana de los 40 y expresionismo alemán de los años 20 que consigue introducir al espectador en un universo propio con inquietantes toques surrealistas y un diseño visual opresivo, insólito y muy particular.

A este subyugante look visual se añade una historia que reflexiona sobre la apariencia y la realidad, la manipulación y la libertad, la mente y la materia como otras películas de la última década del siglo XX (Desafío Total, El Cortador de Césped, Días Extraños, Johnny Mnemonic, Virtuosity, Nivel 13, Matrix, EXistenZ), aunque, en este caso, dando predominancia al aspecto "conspirativo" y "paranoico" de lo que consideramos "realidad", algo que muchos han visto como un precedente claro de la película de los hermanos Wachowski (de hecho, Neo es prácticamente un remedo hacker del "iluminado" John Murdock y "Los Extraños" parecen una inspiración clara del agente Smith y sus compinches).

Cercana por momentos al delirio psicótico, Dark City flojea en su precipitado y excesivamente grandilocuente desenlace y en un montaje sincopado que subordina el desarrollo de las escenas a un ritmo videoclipero, impidiendo una mejor comprensión y reflexión sobre las situaciones expuestas y unos diálogos menos funcionales, pero aún así es una de las propuestas de la ciencia ficción "con mensaje" más interesantes y poco conocidas de los últimos años.
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spoiler:
En Dark City la estructura del thriller (falso culpable que debe de intentar demostrar su inocencia mientras descubre secretos de su pasado y desvela aspectos ocultos de la realidad) se combina con la ciencia ficción "para adultos" (una raza alienígena que controla cadáveres humanos para poder subsistir crea una ciudad artificial en permanente oscuridad para realizar experimentos mediante la manipulación de la mente y la memoria de sus habitantes terrícolas) y con retazo filosóficos existencialistas (la capacidad de nuestros recuerdos para modelar nuestro comportamiento, la dificultad para discernir la realidad de su mera simulación, la búsqueda de nuestra esencia interior frente a las modificaciones de nuestro carácter que puedan causar nuestras vivencias y nuestra relación con el entorno en el que vivimos).

El guión sabe mantener la intriga y la expectación sobre las "reglas internas" de un delirante universo en el que no existe la luz diurna, las personas caen dormidas todas (menos dos) a una hora determinada, los edificios y construcciones modifican sus formas por arte de magia (mental), los recuerdos se implantan con una especie de jeringuillas especiales y unos Nosferatus clandestinos se dan garbeos por las calles cuando todo el mundo (menos dos personas) duerme. Especial relevancia dramática (y visual) tienen las escenas de "sintonización" colectiva de "Los Extraños" como rito "mágico-mental" de manipulación del tiempo y el espacio: un auténtico sueño esotérico hecho imágenes de la manera más espectacular e impresionante que uno pueda imaginar.

Lástima que al tener que proporcionar en el tercio final de la película una conclusión lógica a todo lo expuesto el film acabe tirando visualmente por una especie de "escenografía manga" con apocalípticos combates mentales telepáticos y grandes movimientos telúricos que parecen sacados de Akira y que no casan muy bien con el resto del film y no se desarrolle suficientemente a nivel argumental las motivaciones de los personajes y algunos elementos definitorios (¿por qué John Murdock es "el elegido" y explota al máximo sus "poderes mentales" en un momento determinado? ¿simplemente porque sí? ¿por qué "Los Extraños" necesitan descubrir el "alma" humana mediante la manipulación de recuerdos? ¿simplemente porque se están muriendo? ¿por qué esa oscuridad perpetua y esos cambios de edificios? ¿simplemente porque la gente tiene que dormirse a la misma hora y no acordarse de su pasado?).

Tampoco hubiera venido mal a la película un tratamiento algo más desarrollado de los personajes secundarios (William Hurt y Jennifer Connelly parecen lamentablemente desaprovechados) y una interpretación de Kieffer Sutherland algo más contenida, pero a pesar de todo ello, y de un presupuesto que no permitió excesivos lujos (incentivando, eso sí, el ingenio), Dark City demuestra una capacidad imaginativa, subyugante y desconcertante como sólo lo hacen las grandes películas de ciencia ficción.
2 de agosto de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ustedes prestan dinero a la gente conociendo sus limitaciones financieras, confían recuperar mas de lo que jamas esa gente podrá ganar. Son depredadores... pero hoy se han convertido en la presa... hoy me pagarán la cantidad de carne que yo pida."

Con referencia culta a Shakespeare incluida, esta frase representa la peculiaridad principal de Saw VI, posiblemente la mejor secuela (junto a la tercera parte) de una de las más rentables sagas cinematográficas de "horror" de la historia: su referencia al contexto social y económico actual con (brutal) ánimo vindicativo incorporado.

Saw VI es una película que, aun estirando al límite la (ya agotada) fórmula habitual de la serie y a pesar de ser únicamente comprensible por aquellas personas que hayan visto antes el resto de películas de la saga, presenta la mejor factura formal de toda la serie e introduce una profunda carga de crítica social poco habitual en este tipo de producciones y que tal vez explique sus bajas recaudaciones en los EE.UU... y (siendo muy suspicaces) ciertos problemas de distribución en cierto país europeo mediterráneo.
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Y es que en esta insólita y muy particular sexta entrega de esa habitual colección de set-pieces de tortura sádica con confusa estructura narrativa y giro final sorprendente los sufrientes torturados no son marginados y delincuentes de medio pelo, jóvenes descerebrados, policías corruptos o miembros de la clase media con cadáveres en el armario.

Los dos primeros sufridores (en una de las escenas de mayor sadismo de toda la saga, que ya es decir) son representantes de esa clase financiera que ha destrozado últimamente los sueños y las vidas de tantas y tantas personas (en Estados Unidos y en España) y el protagonista central de la trama es el director de una compañía de seguros privados que denegó por motivos puramente económicos el tratamiento oportuno al bueno de Jigsaw (en mala hora se le ocurrió al pobre hombre decir que no) y rechazó cubrir por un simple formalismo legal a un humilde ciudadano americano muerto poco después... y cuyo hijo le acabará llenando de ácido las venas a tan escrupuloso ejecutivo.

Además, veremos a una panda de jóvenes arribistas especialistas en denegar tratamientos de salud privados por simples defectos formales en los contratos firmados morir escopeteados mientras se insultan los unos a los otros (sólo se salvarán dos mujeres, una de ellas supuestamente embarazada), a una servicial ejecutiva desear rebanar desesperadamente a su compañero de tareas directivas para poder salvar su vida (inútilmente), y a una periodista sensacionalista ver a su hermano morir ante sus ojos sin poder hacer nada.

En este contexto, las típicas desventuras de Hoffman para substituir a su mentor sin ser descubierto y la enésima y cansina vuelta de rosca argumental final (previsible desde el inicio de Saw IV) por la que el cazador vuelve a ser cazado palidecen ante la presentación (con un estilo visual más sosegado y menos efectista de lo habitual) del punitivo descenso a los infiernos de un protagonista que despierta algo más de compasión e interés que sus predecesores... y ante la presencia espiritual de un Jigsaw más "antisistema" que nunca.
9 de agosto de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque últimamente sea más conocido por sus muy comerciales, espectaculares y superbarrocos films de acción y luchas de espadachines, hubo un tiempo en el que Zhang Yimou no era aún productor de sus propias películas y se dedicaba principalmente a dirigir films cuyas materias primas principales eran los sentimientos y emociones del ser humano y cuya puesta en escena mostraba una sensibilidad, claridad expositiva y dominio de los resortes narrativos de la imagen en movimiento fuera de lo común. Muchas veces al borde del esteticismo manierista pero sin llegar a caer en él (opción que pareció convertirse en obligación a partir de Hero), Yimou conseguía dotar a sus películas de un poderío visual y de una carga lírica y emotiva excepcional.

Tal vez El Camino a Casa sea la última cronológicamente de las grandes películas "clásicas" de Yimou, y se podría situar entre sus obras maestras junto a Sorgo Rojo, La Linterna Roja y Vivir. Lo más excepcional de esta película, rodada con un presupuesto de batalla y sin grandes actores conocidos (Zhang Ziyi era por entonces una novata de la interpretación), es su increíble capacidad de trascender un guión no especialmente magistral y con una clara tendencia al tópico (los diálogos no son precisamente memorables) con una puesta en escena arrolladora que consigue transformar secuencias simples y en algunos casos hasta algo ridículas vistas sobre el papel en auténticos momentos mágicos capaces de expresar y hacer sentir al espectador como si fuera la primera vez en la vida esa emoción tan compleja y esquiva llamada "amor".

Es difícil no emocionarse o soltar alguna furtiva lágrima viendo esta película, repleta de escenas y momentos memorables. Estamos ante uno de los más sencillos y sinceros retratos en imágenes del amor y de la dignidad humana.
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Si tomamos como argumento el enamoramiento a primera vista, ingenuo y naïf, de una joven pueblerina por el nuevo maestro de su aldea, las estrategias que ésta urde para llamar su atención, las dificultades que ambos encuentran para avanzar en su relación sentimental (la primera basada en el amor en un entorno enormemente patriarcal), la perseverancia casi suicida de la joven por volver a ver a su amor perdido y el encuentro final de ambos enamorados, liberados de sus impedimentos, nos podría salir perfectamente una novela rosa de kiosko escrita por Corín Tellado. ¡Si incluso la historia la cuenta el hijo de ambos enamorados tras el fallecimiento de su padre!

Pero El Camino a Casa cuenta con dos ases en la manga: primero, un subtexto narrativo basado en la fascinación y el respeto por la sabiduría, la cultura, la educación y la dignidad humana que lleva a que unas personas sean capaces de llevar (gratis) bajo la nieve, a pie y por un camino rural el ataúd de un maestro fallecido en una de las escenas más impresionantes del film.

Y en segundo lugar, la fabulosa capacidad de Zhang Yimou para elevar dramática y sentimentalmente mediante el uso de los elementos de la puesta en escena, incluyendo una soberbia banda sonora (aunque algo repetitiva), cualquier simple momento narrativo a un nivel emotivo superior y simbólico: desde la reparación de un cuenco roto o la vista de un simple camino rural, hasta el búsqueda (y recuperación) de un pasador perdido, pasando por las interminables carreras por el campo y la espera de su amado bajo la nieve de una joven enamorada, las lecciones orales de un profesor de pueblo, la obsesión de una anciana por tejer una tela y recuperar una tradición en desuso, o el (supuesto) despiste de una joven enamorada al dejar una cesta en el suelo al paso de su amado.

Utilizando tanto el blanco y negro (narración del gris presente) como el color (flashback del bello pasado), Yimou da toda una lección de dirección cinematográfica con elementos dramáticos mínimos. Y es que El Camino a Casa es una de aquellas películas que, contada, no parece gran cosa: hay que verla para ser capaz de captar todas sus virtudes.

Baste decir que los dos protagonistas de esta inolvidable historia de amor no llegan a tocarse nunca durante toda la narración.
4 de agosto de 2010 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saw V es probablemente la peor de todas las películas de la serie a causa de situarse en un terreno de nadie que poca relación tiene con el resto de películas de la saga. Ni por la intriga policíaca (excesivamente morosa y alargada), ni por nivel de casquería (reducido enormemente respecto a sus antecesoras), ni por el ingenio en la presentación de las trampas y torturas (elemento fundamental de la saga desde Saw II), ni por simple capacidad de divertimento intrascendente esta película se asemeja a sus antecesoras (que sin ser obras de arte, por lo menos eran capaces de mantener mal que bien la atención del espectador a base de los trucos más rastreros posibles). Y eso a pesar de que Saw V no es más que una especie de mezcla de todo lo visto anteriormente en el resto de películas de la saga.

Porque Saw V es lo peor que le puede pasar a una película de bajo presupuesto y pocas pretensiones: es aburrida.
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Cójase el planteamiento de Saw II, mézclese con una especie de "making of" de escenas de Saw II y Saw III para simplemente llenar tiempo de pantalla y justificar el personaje de Hoffman de la manera más tópica posible, añádase una excesivamente morosa y tópica trama de investigación para intentar justificar a posteriori el chapucero final de Saw IV, rebájese el nivel de brutalidad y casquería habitual después de los excesos de Saw III y Saw IV e inclúyase un mensaje de exaltación de la solidaridad humana sin mucha relación con el resto de la historia: ya tenemos hecha Saw V.

Las trampas planteadas son tal vez las menos desarrolladas de toda la saga (¿romper bombillas? ¿esconderse en huecos? ¿utilizar el cuerpo humano como conductor eléctrico para abrir una puerta?) y no consiguen apenas crear sensación de tensión, repulsión o miedo, algo a lo que contribuyen también los lamentables personajes y sus flojas interpretaciones. Y del giro argumental final mejor no hablar: nunca la mítica sintonía final de la saga ha sido tan desaprovechada ni una escena final ha sido tan previsible.

Conclusión: nos hemos quedado sin ideas. ¡Si incluso al pobre Jigsaw se le ve con cara de hastío y desganado!
5 de agosto de 2010 Sé el primero en valorar esta crítica
The Desperate fue un guión escrito por Darren Lynn Bousman que, merced al bombazo de taquilla que supuso Saw, se convirtió (incluso antes del estreno de la película de James Wan) en el libreto de Saw II, una secuencia rodada en tiempo record (menos de un mes), en apenas dos escenarios y con un presupuesto que, cuadruplicando el de su predecesora, tampoco daba para muchas alegrías.

Más allá de que esta secuela tiene una motivación únicamente comercial y de que la dirección del novato Lynn Bousman parece más empeñada en marear al espectador que en hacerle entender la historia narrada, se puede apreciar con claridad su origen "bastardo": salvo la aparición de los personajes de Jigsaw (con un competente Tobin Bell que lleva prácticamente todo el peso de la película) y Amanda (una Shawnee Smith histérica a más no poder) y de su forzado giro argumental final (muy lejos del punch de la primera parte), Saw II parece más bien una película de jóvenes atrapados en una casa maldita llena de sorpresas (y en la que, casualmente, hay unas trampas puestas por ahí) que una secuela narrativamente coherente de Saw.

Y ni las interacciones entre los personajes, ni su diseño o desarrollo, ni la evolución narrativa de sus desventuras (llena de tiempos muertos y diálogos absurdos y con una última parte digna del slasher más garbancero) permite elevar la película más allá de un cierto aburrimiento que no salva ni el mismísimo Jigsaw como mezcla de Hannibal Lecter y John Doe explicando por primera vez sus motivaciones criminales y su "filosofía de la salvación".

Probablemente, la película más sobrevalorada de la saga.
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Tal vez el elemento más conseguido de la película sea su juego con los planos temporales gracias a un montaje paralelo tramposo pero efectivo: lo que en un principio pensamos que sucede de manera simultánea (la búsqueda de la salvación de un grupo de jóvenes descarriados encerrados en un caserío abandonado y con una angustiosa cuenta atrás vital) comprobamos finalmente que sucedió con anterioridad al desarrollo de la acción principal (el apresamiento de Jigsaw y sus numerosas conversaciones con un policía que ha perdido a su hijo secuestrado... por el propio Jigsaw). Un cambio de percepción mostrado muy inteligentemente con una simple pulsación de un botón de pausa (una de las pocas ideas de puesta en escena interesantes del film).

A parte de este elemento y del establecimiento de un nexo de unión entre Jigsaw y una de sus antiguas víctimas (redimida ahora como sucesora de su legado, lo que justificará Saw III), poco más hay que destacar de la película.

Las dos tramas (dentro de la casa y fuera) no parecen conectadas entre sí más allá de las pantallas de televisión y la inevitable sorpresa final, y dan la sensación de haber sido unidas en el guión final simplemente para justificar el título del film. Las trampas no son especialmente imaginativas (aunque sí realmente desagradables, como en el caso de la piscina de jeringuillas), no existe apenas tensión o inquietud ambiental y algunos momentos como la automutilación de Xavier para poder encontrar el número tatuado en su sien no parecen muy inspirados que digamos.
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