Que no se parezca nada a las viejas versiones de Superman tiene un pase. Que la película se convierta en un capítulo extendido de "Bola de Dragón Z" no lo tiene.
Si la ves en el cine tomate un café antes o la kriptonita podría acabar anestesiándote a ti.
Sobre los actores, no se puede decir que Kevin Costner y Rusell Crowe tengan su mejor tarde, pero son dos de los grandes y tienen un pase. Pero los actores que encarnan a Superman y a la chica, de cuyos nombres no quiero acordarme, son infames y me parecen-y perdonen el chiste fácil- Supersosos.
Un dispendio sin sentido del presupuesto. Que error, que inmenso error.

Una vez oí comentar a alguien en el metro que en su vida nunca pasaba nada, que era como una película francesa. Un prejuicio bastante acertado en la mayoría de las ocasiones, la verdad sea dicha. Y esta película no es diferente. Pero esta tiene algo especial, algo que la hace morbosamente diferente. Y entiendanme, cuando hablo de morbo no me refiero a que sea una película casi pornográfica. No sé cuál es el motivo que me mantuvo enganchado a una película que duraba 3 horas y en la que nunca pasaba nada. Tal vez el hecho de ser una de las películas más realistas que jamás haya visto, con actuaciones excelentes y una realización increíble. Cada escena parece que la estás viviendo in situ. Parece que estás ahí viviendo cada momento junto al personaje.

Mención a parte, las escenas del parvulario. Son brutales. No solo porque la encarnación de la actriz en profesora es perfecta, si no también por la naturalidad de los niños y la absoluta realidad de la escena. Nunca me había sentido tan cerca de los pupitres de mi infancia.

Eso si, si esperas ver soldados desembarcando en Normandía busca otra película. Si te encuentras en un momento especialmente cultureta y gafapastil no te la pierdas.