El hogar. El refugio y la idea del encuentro o reencuentro sigue presente en la obra de Wong Kar-Wai, aunque en esta ocasión trasladara su universo a los Estados Unidos. Aparentemente fascinado por su particular imaginería de bares y carreteras. En ocasiones parece que el árbol dificulta ver el bosque y es que en sus películas el fondo parece estar al servicio de la forma. La estupenda música y fotografía parecen taparlo todo, pero sólo en apariencia, porque una vez más, se muestran las puertas, las llaves que las abren (y las cierran) y lo que puede ocurrir cuando esas llaves son compartidas y son otros las que deciden por nosotros cuándo se abre (o se cierra) la puerta. ¿Cuándo empiezan y cuándo acaban las cosas?
Norah Jones tiene la virtud de no parecer actriz. Destaca la historia de Tenessee. Los símbolos, comidas, llaves y cartas enlazan a la perfección una fantástica película, aunque me temo que Wong Kar-Wai ya realizó algunos años más su mejor película.