Pues eso, hartos de ver a Mel empuñando armas de fuego y diciendo tacos, nos lo encontramos interpretando un soberbio Hamlet. Eclipsa a Glenn Close, a Ian Holm e incluso a la escurridiza y brillante Helena Bonham Carter. La rabia que desprenden sus ojos ante el asesinato de su padre y las dudas existenciales qie le paralizan me resultan tan creíbles y llenas de poder como falsas y vacías las vistas en la versión del pedante Kenneth Branagh.

Una vez más, aprovechando el éxito de la primera parte estrenan un segundo filme que no tiene ningún sentido. Los fans de la primera acudimos obligados pero desconcertados y nuestra crítica fue feroz al salir del cine. Con el tiempo, la vuelves a ver y encuentras algunos detalles interesantes que no llegan a dar el aprobado a una película que no debería haberse filmado nunca.

Debo reconocer que no me atraía mucho ir al cine a verla. La historia ya la conocía, los personajes no parecían dar mucho de sí y no estaba muy sensibilizado con el tema. Con tan pocos argumentos parecía imposible realizar una película con la calidad y aceptación que ha tenido Mar Adentro. Los diálogos, naturales, fluídos y brillantes junto a unos personajes muy bien definidos y unos sentimientos implícitos, añadidos a un poco de magia del director nos entregan una película soberbia.

Si bien no nos golpea la originalidad y brillantez del argumento como en la primera parte, aguanta muy bien el tipo. Técnicamente supera a The Matrix, es capaz de volvernos a dejar con la boca bierta y a realizar reflexiones y exponer filosofías tan intrincadas como interesantes. Advierto que cuando se entiende al cien por cien el argumento (entender al arquitecto en palabras e intenciones) la película gana muchos números. Yo lo hice a la tercera, así que os animo a que la volváis a ver

Sí, encuentro que la película es buena. Las interpretaciones son muy correctas, el ritmo narrativo bueno y diálogos y guión creibles y sostenidos. Ahora bien, el sueño americano de superación y logro de tus sueños ya cansa bastante. No nos dejemos llevar por forzadas y polémicas comparaciones con la mucho más sutil e inteligente Mar adentro. La eutanasia roza el guión, y nos llega por lo impactante de las imágenes. Tanto en el accidente como en las reacciones familiares resulta todo muy explícito, quizá demasiado. Eutanasia o no, bien y el mal, es mucho más ambiguo que lo que nos pretenden mostrar.