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6.1
20,388
9
22 de mayo de 2016
22 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
PRIMERA PARTE:
Hola.
Ese es el principal problema que tiene Michael Fassbender en la primera parte de la última película de Danny Boyle. El problema no es tener a una hija descuidada con una madre ignorada al borde de la pobreza cuando tus acciones valen más de cuatrocientos millones de dólares. El problema es que el Macintosh tiene que decir Hola y no lo dice. Arréglalo.
Solo ese detalle ya nos da mucha información del Steve Jobs que vamos a ver. Egocéntrico, calculador, obsesivo, cruel, genial. Igual que hacía Steve Jobs en todos sus proyectos, Aaron Sorkin ha ido más allá presentando a la mítica figura de Apple de la forma más original e inesperada posible. No esperes que esta película empiece con los años en los que Jobs no iba a clase en la universidad o que te cuenten en qué momento se le ocurrió que una manzana mordida podría ser el mejor logotipo para su imperio. No. Eso no va a ocurrir. ¿Por qué? Porque es lo que esperas que ocurra.
SEGUNDA PARTE:
Las comparaciones son odiosas, pero en este caso es inevitable.
Con solo dos años de diferencia, a la media hora ya sabes que la película no tiene nada que ver con aquel intento de biopic que fue jOBS interpretada por Aston Kutcher y dirigida por Joshua Michael Stern en 2013. La película no era horrible, pero le sobraba algo de tufillo a TV Movie y le faltaba riesgo a la hora de adentrarnos en la mente de una de las personalidades más importantes del S.XX. En la primera, nos contaban prácticamente todo lo que ya sabíamos sobre Steve Jobs y simplemente íbamos al cine a comprobar que
efectivamente estaba todo, o casi todo. Sin embargo, Boyle y Sorkin han preferido contar de forma muy acertada, lo que ocurría entre bambalinas, lo que no ocurría encima del escenario, utilizando una metáfora maravillosa en la que Jobs deambula por el interior de un teatro, que podría ser su propio interior, mostrándonos la parte de atrás de su vida justo antes de las tres presentaciones más importantes de su carrera: Macintosh, NeXT y iMac. Cierto es que ese sentido figurado que impregna a toda la película puede derivar en un sentimiento de irrealidad, ya que es imposible que a alguien le ocurran tantas cosas diez minutos antes de salir ante el público. De todas formas, no deja de ser un ejercicio de estilo tanto cinematográfico como guionístico, que ensamblan a la perfección, con el que han demostrado que el formato biopic se puede reinventar, y lo han hecho con la biografía del visionario que reinventó la tecnología.
TERCERA PARTE:
Llegados a este punto, ya os habréis dado cuenta de que esta crítica está divida en tres partes, como la película. Tres actos. La estructura clásica del teatro. ¿Recordáis lo que acabo de escribir en la segunda parte sobre la metáfora del teatro en la película? ¿Coincidencia? No lo creo.
Aaron Sorkin ya demostró en La Red Social que su escritura combinaba a la perfección con las nuevas tecnologías. Ritmo frenético, diálogos incisivos, elegancia contemporánea. Y esas cualidades, unidas a la realización excitada de Danny Boyle y la gran interpretación de su reparto, en especial Michael Fassbender y Kate Winslet, convierten esta cinta en una montaña rusa de dos horas en la que, a lo largo del trayecto, tendremos la oportunidad de ver la relación con su inseparable mano derecha Joanna Hoffman, su guerra fría con Wozniak, su guerra caliente con Sculley y el resto del consejo de Apple, su prepotencia con los empleados, sus fantasmas del pasado como si de una tragedia shakespeareana se tratase y, sobrevolando contuinuamente todo el metraje, la relación con su hija Lisa. Ese elemento de su vida que más dosis de contradicción le supone al personaje, que lo enriquece aportándole varias capas y nos regala dos evoluciones paralelas. Una evolución personal y una (r)evolución tecnológica.
Ahora voy a guardar el archivo y exportarlo en PDF, pero no sin antes decir que es cierto que estamos ante una película atípica, que es posible que haya gente que le cause desazón por la personalidad cáustica que tiene, que le resulte demasiado desenfrenada y teatral o simplemente porque lo que querían ver era los hechos que componen la vida de Steve Jobs colocados de forma cronológica. Es totalmente comprensible, pero lo que no se puede negar es que estamos ante una cinta de una gran originalidad que no se limita únicamente a contar una serie de acontecimientos, sino que los encierra en una idea conceptual que funciona con un procesador i7 de 4GHz. En resumen, este es el tipo de película que habría hecho Steve Jobs si hubiese sido director de cine.
Hola.
Ese es el principal problema que tiene Michael Fassbender en la primera parte de la última película de Danny Boyle. El problema no es tener a una hija descuidada con una madre ignorada al borde de la pobreza cuando tus acciones valen más de cuatrocientos millones de dólares. El problema es que el Macintosh tiene que decir Hola y no lo dice. Arréglalo.
Solo ese detalle ya nos da mucha información del Steve Jobs que vamos a ver. Egocéntrico, calculador, obsesivo, cruel, genial. Igual que hacía Steve Jobs en todos sus proyectos, Aaron Sorkin ha ido más allá presentando a la mítica figura de Apple de la forma más original e inesperada posible. No esperes que esta película empiece con los años en los que Jobs no iba a clase en la universidad o que te cuenten en qué momento se le ocurrió que una manzana mordida podría ser el mejor logotipo para su imperio. No. Eso no va a ocurrir. ¿Por qué? Porque es lo que esperas que ocurra.
SEGUNDA PARTE:
Las comparaciones son odiosas, pero en este caso es inevitable.
Con solo dos años de diferencia, a la media hora ya sabes que la película no tiene nada que ver con aquel intento de biopic que fue jOBS interpretada por Aston Kutcher y dirigida por Joshua Michael Stern en 2013. La película no era horrible, pero le sobraba algo de tufillo a TV Movie y le faltaba riesgo a la hora de adentrarnos en la mente de una de las personalidades más importantes del S.XX. En la primera, nos contaban prácticamente todo lo que ya sabíamos sobre Steve Jobs y simplemente íbamos al cine a comprobar que
efectivamente estaba todo, o casi todo. Sin embargo, Boyle y Sorkin han preferido contar de forma muy acertada, lo que ocurría entre bambalinas, lo que no ocurría encima del escenario, utilizando una metáfora maravillosa en la que Jobs deambula por el interior de un teatro, que podría ser su propio interior, mostrándonos la parte de atrás de su vida justo antes de las tres presentaciones más importantes de su carrera: Macintosh, NeXT y iMac. Cierto es que ese sentido figurado que impregna a toda la película puede derivar en un sentimiento de irrealidad, ya que es imposible que a alguien le ocurran tantas cosas diez minutos antes de salir ante el público. De todas formas, no deja de ser un ejercicio de estilo tanto cinematográfico como guionístico, que ensamblan a la perfección, con el que han demostrado que el formato biopic se puede reinventar, y lo han hecho con la biografía del visionario que reinventó la tecnología.
TERCERA PARTE:
Llegados a este punto, ya os habréis dado cuenta de que esta crítica está divida en tres partes, como la película. Tres actos. La estructura clásica del teatro. ¿Recordáis lo que acabo de escribir en la segunda parte sobre la metáfora del teatro en la película? ¿Coincidencia? No lo creo.
Aaron Sorkin ya demostró en La Red Social que su escritura combinaba a la perfección con las nuevas tecnologías. Ritmo frenético, diálogos incisivos, elegancia contemporánea. Y esas cualidades, unidas a la realización excitada de Danny Boyle y la gran interpretación de su reparto, en especial Michael Fassbender y Kate Winslet, convierten esta cinta en una montaña rusa de dos horas en la que, a lo largo del trayecto, tendremos la oportunidad de ver la relación con su inseparable mano derecha Joanna Hoffman, su guerra fría con Wozniak, su guerra caliente con Sculley y el resto del consejo de Apple, su prepotencia con los empleados, sus fantasmas del pasado como si de una tragedia shakespeareana se tratase y, sobrevolando contuinuamente todo el metraje, la relación con su hija Lisa. Ese elemento de su vida que más dosis de contradicción le supone al personaje, que lo enriquece aportándole varias capas y nos regala dos evoluciones paralelas. Una evolución personal y una (r)evolución tecnológica.
Ahora voy a guardar el archivo y exportarlo en PDF, pero no sin antes decir que es cierto que estamos ante una película atípica, que es posible que haya gente que le cause desazón por la personalidad cáustica que tiene, que le resulte demasiado desenfrenada y teatral o simplemente porque lo que querían ver era los hechos que componen la vida de Steve Jobs colocados de forma cronológica. Es totalmente comprensible, pero lo que no se puede negar es que estamos ante una cinta de una gran originalidad que no se limita únicamente a contar una serie de acontecimientos, sino que los encierra en una idea conceptual que funciona con un procesador i7 de 4GHz. En resumen, este es el tipo de película que habría hecho Steve Jobs si hubiese sido director de cine.
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