2017 ha sido un buen año para el blockbuster. Agradezco enormemente que en medio de tanta superproducción aparezca algo con corazón, y es que es difícil combinar dinero y arte. Entraremos en 2018 habiendo visto Dunkerque, Blade Runner 2049 y Star Wars: El Último Jedi, que dejan el listón muy alto para el siguiente año.

A propósito de Star Wars, que acabo de ver, he de decir que no es una historia de la saga galáctica convencional, que busque alegrar al fan y satisfacer sus expectativas. El director tiene las cosas claras y está al servicio de lo que quiere contar, y no tiene porqué alegrar a todo el mundo. A partir de aquí las cosas ya te pueden ir mejor o peor, pero estás siendo fiel a tu trabajo, a algo diferente y con personalidad, que pretende cómo mínimo transmitir algo. Significa que estás haciendo bien tu trabajo.

El Último Jedi apuesta por algunos momentos que no gustarán a todo el mundo. Son situaciones sorprendentes sí, pero nada extravagantes. Aparecen mensajes interesantes como, a pesar de lo que nos quieran hacer pensar muchos medios de comunicación, el hecho de que las personas no son muy buenas o muy malas, blanco o negro, sino que tal vez todos rondamos el gris, tal y cómo vemos en la película. El legado de los maestros (Luke) sobre los alumnos (Rey), así como su mutua influencia, es un reflejo claro de la trilogía clásica y la nueva, sabiendo dar paso a los nuevos personajes con un desarrollo coherente y humano.

Si bien Star Wars: El Último Jedi, deja de lado algunas de estas ideas al final de la película, pero en lo general es un buen paso en la saga que hace que espere con optimismo las siguientes entregas que faltan por venir.